abril 27, 2012

«Yo soy el buen pastor!»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 29 de abril.


Dios nos cuida con cariño paterno y en el Antiguo Testamento con gusto se la llama a Dios "el Pastor de Israel", sobre todo en los salmos.

Jesús asume para sí esta denominación y demuestra que lo es, indicándonos cómo serlo nosotros, no solo los sacerdotes, sino todo cristiano, que debe ayudar al hermano a llegar a gustar y vivir el Amor de Dios hacia sus hijos. Juan nos lo recuerda con claridad meridiana: somos sus hijos y no tenemos ni idea -como nos dice Pablo- lo que será cuando le veamos tal cual Él es.

Jesús es el único Salvador y es de justicia que le demos gracias, pues su Amor es eterno y jamás se cansará de construir en nuestro interior, por la fuerza de su Espíritu, su Reino de Vida nueva y de Paz verdadera y eterna, la suya.

Nadie nos cuida mejor que el Señor, nadie nos conoce mejor que Él, nadie con salva y hace madurar como hijos de Dios mejor que Él.

Pidamos al Señor que nos dejemos guiar siempre mejor por Él y que nos envíe pastores según su corazón. Consagrados que nos animen, con su vida y con su palabra y acción a escuchar a Dios y vivir como Jesús.

Que María, nuestra Madre y Auxiliadora, en cuyo mes estamos, nos dé un corazón como el suyo: siempre abierto y disponible a la Voluntad salvífica del Señor de la vida.

Dios nos bendiga a todos y nos ayude a serle cada día más dóciles y a escucharle con mayor atención y humildad.

Les pido a todos una oración para que el Señor conceda a nuestra diócesis un obispo según su corazón, pues al que hasta ahora nos guiaba, el Papa le aceptó su renuncia por enfermedad y tenemos un administrador apostólico. Él mismo es el que nos insiste para que pidamos al Señor un pastor según su Voluntad, de corazón paterno-materno.

Unidos en oración con María, la Madre Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

«Yo soy el buen pastor!»

La Biblia llama a Dios ‘Pastor de Israel’. ¿Es de agradecer que uno muera para dar vida y libertad? Eso es heroísmo. Y no es raro en la vida diaria. Ninguna persona se construye a profundidad si no regala su vida sinceramente. No se trata sólo de cumplir lo debido, sino regalar la propia vida: ¡eso construye!

Dios, porque ama, vivifica en silencio del corazón. El crecimiento natural, de ordinario, es silencioso.

El mayor heroísmo suelen darse en el silencio de lo cotidiano. Así es en la mayor parte de las familias y Comunidades humanas. Así es el de la mayor parte de los santos. Así el heroísmo de María: sin milagros, ni nada llamativo a los ojos curiosos. Así es el de Jesús. Nuestra vocación es ésa: dar la vida como Él.

Nuestro mundo ha crecido en propaganda, en ruido y en ‘músicas’ perturbadoras; pero ha perdido, ¡y mucho!, en profundidad y en madurez, al menos nuestra cultura occidental ‘pudiente’ ¡tan deseada!

El lobo, que dispersa y mata, siempre amenaza. Estamos llamados a ser buenos pastores en Cristo.

Sólo Jesús es la Salvación y sólo en Él encontramos el sentido último de nuestra vida: ser hijos de Dios

Al decir Pedro que el Nombre de Jesús salva, está afirmando, en la sensibilidad judía, su divinidad.

Pedro proclama que la Salvación de Jesús, que ha curado al paralítico por la dócil fe de éste, está a disposición de cualquiera que la reciba con sinceridad. Nadie está excluido, salvo que él se auto-excluya.

La resurrección es el principio en el que se basa nuestra Fe. Dios, por su Amor y Misericordia, es capaz de generar un bien mayor del mal que nosotros provoquemos. ¡Y lo hace! ¡Somos testigos de ello!

Somos hijos y, como tales, necesitamos, por dignidad, hacer honor al Padre, aunque otros no lo acepten

Somos, todos, hijos de Dios, aunque muchos lo ignoren porque nadie se lo hace comprender y, menos todavía, vivir. La primera es una realidad que nos infunde esperanza y confianza, pues el Padre nos cuida y nos garantiza un futuro lleno de su vida y felicidad inimaginables. Esto supone aceptar a Dios como nuestro Padre y vivir en consecuencia, de lo contrario, se da la segunda realidad que rompe la paz y la vida.

Juan nos anima a vivir nuestra filiación divina y a ser, como Jesús, evangelios vivientes: testigos del Amor y Misericordia del Padre. Ésta es nuestra primera vocación: de ésta viene la sacerdotal y religiosa.

El mundo necesita testigos del Amor de Dios, personas que encarnen el evangelio para testificarlo.

La vida de Cristo, toda centrada en su Padre, estuvo siempre disponible al bien de los que Él le confió

Jesús toma el título de Buen Pastor, de Dios, su Padre, a quien conoce y por quien es conocido.

Su misión será cuidar, buscar, curar, salvar a los que el Padre le confía, hasta dar su propia vida.

El mundo sigue necesitando a Cristo, que está en nosotros y por nosotros actúa. Por eso Él necesita amigos que le colaboren y acepten ser consagrados para hacer lo mismo, aun reconociendo que son débiles.

Muchos cristianos, a lo largo de la historia, han dicho que sí a Dios, que les llamaba, apoyándose sólo en Él, a superar el miedo de entregarse como pastores al estilo de Cristo. Sacerdotes, religiosas y religiosos y laicos que lo dan todo para ser como Jesús, aun en situaciones muy difíciles, conflictivas y de grave riesgo.

Dios, también hoy, llama de muchos modos y espera la colaboración de familias generosas en Cristo.

Dios, el Padre que llama a sus hijos, goza al encontrar corazones generosos que entregan su vida para que la Vida nueva de Cristo se haga realidad en tantas personas que lo necesitan con urgencia.

Pidamos a María dar la vida con Jesús para que Él haga fluir en nosotros la Vida nueva para todos.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO DE PASCUA – DOMINGO IV

El Señor ha entregado su vida libremente para que podamos
ser libres de verdad y gocemos su Vida nueva a plenitud
como lo que somos: hijos de Dios


Hch. 4, 8-12:
"Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: «Jefes del pueblo y ancianos, ya que se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue sanado, sepan Uds. y todo el pueblo de Israel,: este hombre está aquí sano... por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos... Porque en ningún otro existe la salvación, ni hay bajo el cielo otro nombre... por el cual podamos salvarnos»."

Salmo 117: "Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su Amor".

1Jn. 3, 1-2:
"Miren cómo nos amó el Padre: quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y lo somos realmente. Si el mundo no nos conoce es porque no lo ha conocido a Él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando se manifieste seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es".

Jn. 10, 11-18: "Jesús dijo: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El asalariado... cuando ve venir al lobo, las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí... y doy mi vida por mis ovejas. Tengo... otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y, así, habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo...: éste es el mandato que recibí de mi Padre»."





abril 24, 2012

Empezó el mes de MA-MA!

Hoy en todo el mundo, empezamos el mes dedicado a nuestra MA! Preparemos nuestros corazones durante estos días, para poder celebrar la fiesta más bonita, la fiesta de MA-MA!

abril 22, 2012

«El Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 22 de abril.


Después del domingo de la octava de Pascua, centrado en la Comunidad cristiana que se construye en la solidaridad propia de la vivencia de la resurrección del Señor, este tercer domingo centramos la atención en el testimonio que esta Comunidad se siente llamada a dar ante el mundo. Necesita ser testigo del Resucitado que, con su entrega en la cruz, nos perdona los pecados y nos llama a la conversión, a volver los ojos al Señor de la Vida, del Amor y de la Misericordia.

Ante la experiencia de sentirse perdonado por el Señor resucitado, nos vemos llamados a confiar en la Voluntad del Padre que quiere perdonarnos y llenarnos de una Vida nueva, la de la misma Comunión Trinitaria.

Es verdad, al Señor ha resucitado, el mismo que murió en la cruz; el mismo que nos habló durante el tiempo que caminó por estos mismos caminos por los que camina cada uno de nosotros, pero con la mente y el corazón puestos en la Voluntad del Padre.
Testigos que aprendemos a mirar la historia con los ojos de Dios. Testigos, con los pies bien puestos en la tierra, de un Dios que no deja de presentársenos y nos 'pide de comer' porque no es una idea ni un fantasma: está presente en nuestras Comunidades, perdona los pecados, se entrega en cada Eucaristía y nos enseña, nos orienta en nuestros pastores, nos bendice y nos da la paz, nos alimenta y nos convoca...

Dios es concreto, pero nuestros ojos todavía no están suficientemente entrenados para verde y nuestro ser lo suficientemente sensible para sentirle vitalmente presente.
Pidamos al Señor que nos abra la mente, el corazón y nuestra sensibilidad espiritual para 'verle' presente...

Si no lo vemos vivo y presente entre nosotros ¿cómo vamos a testificar su resurrección?

Todo testimonio sonará a teoría, a religión o teología vacía, sin vida, sin experiencia, sin Fe, es decir, peligrosa y, cuanto menos, inútil, al menos para el que la profesa.

El Señor nos bendiga y nos conceda convertirnos todos los días en mejores creyentes e íntimos de un Dios que vive y camina entre nosotros y en nuestro interior, más allá, mucho más allá, de nuestros límites y errores.

María nos auxilie siempre en nuestro 'ver' al Señor, convertirnos a Él y conocerle personal e íntimamente.

Unidos en oración con María, la Madre y Maestra de los testigos del Señor resucitado:

P. José Mª Domènech SDB

«El Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos»

¿Alguna vez me he preguntado por qué el Señor dio su vida por mí? ¿Creo que concretamente fue por mí? ¿Me siento comprometido? Y, si me siento comprometido, ¿cómo es que su entrega no logra sacudir la modorra con la que, tal vez, llevo la vida cristiana? ¿Me siento cuestionado por Él?

El fundamento de la Vida nueva en Cristo, de nuestra Fe, es la resurrección de Jesucristo.

Éste es el testimonio que Él nos confió y nosotros debemos vivir, alimentar y transmitir a los otros.

Pedro se muestra pastor veraz, explícito y, al mismo tiempo, comprensivo; sabe mostrar con claridad al pueblo los caminos de salvación que Jesús, con su resurrección, ha dejado abiertos.

Los apóstoles, con la resurrección de Jesús reciben el don del Espíritu; pero, antes de eso, no entendiendo casi nada, estaban abiertos, por eso Jesús les puede hacer entender, poco a poco, y abrirlos a las maravillas que Dios les tiene reservadas, no solo a ellos, sino a todos, por medio de ellos.

Esto es lo que Juan desea que comprendamos: Dios no nos condena, aun cuando nuestra vida tenga momentos en los que nos sentimos condenados por nuestra propia conciencia: ¡Dios vino a salvarnos! Lo esencial e indispensable es que estemos abiertos a su Voluntad y valoremos todo el bien que Él nos ofrece, siempre dispuestos a la obediencia sincera y sencilla, sin hacernos problemas.

Lo vital es abrirnos al Dios que ha resucitado a su siervo fiel y en Él nos da el camino de salvación

La muerte de Jesús no fue el final, sino el camino elegido por Dios para salvarnos de la muerte.

El Señor ha resucitado a Jesús, dice Pedro, ¡conviértanse!, vuelvan a Él, ábranse a su Amor.

Creer en el Señor supone aceptarle de verdad en la propia vida y querer vivir su Voluntad; no importa tanto lo que haya pasado antes: debemos dejarlo en las manos del Señor. ¡No le conocíamos!

El signo de aceptación de la Salvación es vivir como salvados: obedecer los mandamientos de Dios

Creer, conocer y amar están unidos a vivir en los mandamientos gracias a Jesús, que se nos ha dado en sacrifico para que seamos perdonados y vivamos en este perdón, siempre disponible.

Juan hoy insiste que conocer es obedecer la Voluntad de Dios en sus mandamientos: ¡cuántos dicen ser cristianos, ¡y católicos!, pero no viven este criterio, no lo tienen presente, ni ven su valor.

Lo importante es la vida que fluye, a través nuestro, hacia los hermanos. ¿Qué damos al mundo?

La Fe en la resurrección es concreta: somos testigos de la de Cristo a través de la nuestra propia

Cristo, primero, convence a los apóstoles de que es Él mismo y, después, les abre a la Fe para que comprendan la Palabra dicha a lo largo de la historia de Israel sobre la acción de Dios en Él.

El Señor no pervive por el cariño y el recuerdo en nosotros: es real, concreto y actúa como tal.

Convertirme es el primer signo de la verdad y eficacia de la resurrección de Cristo en mí.

Nos supera: es Él quien nos da su Vida, y la Fe, para que la hagamos historia en nuestra vida

Pidamos a María creer, conocer y vivir a Jesús resucitado para testificarlo como nos ha pedido.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


TIEMPO DE PASCUA – DOMINGO III – CICLO – B

Somos testigos de la resurrección de Jesús, quien dio su vida para el perdón de los pecados y para que pudiéramos vivir como hijos de Dios.


Hch. 3, 13-15.17-19:
"Pedro dijo al pueblo: «El Dios de... nuestros padres, glorificó a su servidor, Jesús, a quien ustedes entregaron... renegaron del Santo y del Justo, y... mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. ...yo sé que ustedes obraron por ignorancia... Pero así Dios cumplió lo que había anunciado por medio de los profetas... Por tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados»".

Salmo 4: "Muéstranos, Señor, la luz de tu rostro".

1Jn. 2, 1-5a:
"Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. Él es la víctima propiciatoria por nuestros pecados y... los del mundo entero. La señal de que lo conocemos es que cumplimos sus mandamientos... en aquel que cumple su palabra, el Amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud".

Lc. 24, 35-48: "...Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Atónitos y llenos de temor creían que era un espíritu, pero Jesús les preguntó: «¿Por qué están turbados...? Miren mis manos y mis pies; soy yo mismo... Un espíritu no tiene carne y huesos...» Y... les mostró sus manos y sus pies... los discípulos... se resistían a creer. Jesús les preguntó: «¿Tienen algo para comer?» Ellos le presentaron un trozo de pescado asado... Él lo comió... y les dijo: «...Yo les decía: “Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí...» Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: «...el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos... y, comenzando por Jerusalén, en su nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todos esto»".





abril 06, 2012

Viernes Santo 2012


Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este viernes 6 de abril, viernes santo.


Viernes Santo

El Amor de Dios es concreto, llega hasta el fin: dar la vida en sacrificio expiatorio por la salvación de todos y esto hasta no quedarle nada. ¡Solo, en el sepulcro, pero con el Espíritu!

Hay un sólo fin: salvar y socorrer a los débiles, pecadores y enfermos; a los que mal- viven según sus limitadísimas posibilidades y no logran comprender sus reales necesidades para cumplir el objetivo fin de su vida, que les tiene existencialmente inquietos. Fue masacrado por nuestras rebeliones, dice el profeta. Su salvación fue confiar siempre en el Amor del Padre.

Nacimos para algo más que para vendernos a los aplausos de otros o a la auto-complacencia

El éxito personal del creyente, su maduración continua, está en la vida que se desarrolla dándola, sin buscarse a sí misma, ni pretender el efímero gusto personal o el aplauso de otros.

Dar es evidente que cuesta y duele. Todo lo valioso se consigue con dolor y sacrificio.

El autor de la carta a los Hebreos lo dice con claridad: sufriendo aprendió a obedecer... y la obediencia le enseñó el camino de la libertad que da sentido a la vida: aceptar, por un lado, el dolor que trae consigo dar vida y, por el otro, la disciplina para buscar la verdad para no quedarse en las apariencias del brillo de lo que digan los pasajeros ‘maestros’ del hoy volátil.

El Señor da la vida, porque la tiene en abundancia, para que seamos felices a fondo.

Dios se nos entrega en el Amor para la Vida de todos los que le acepten, sin
discriminaciones


Esta entrega redentora del Señor en sacrifico de amor para la Vida Nueva de todos, tiene la motivación de comunicarnos y compartir el amor libérrimo de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Comunión Trinitaria, para nuestra riqueza, cualquier persona humana que acepte.

Las tres divinas personas están presentes en el sacrificio del Calvario, ya sea el cruento de hace 20 siglos, ya sea el incruento de cada Eucaristía del mundo. Todo para nosotros ahora.

Hoy el pueblo de Dios ora al Padre, como Jesús en la cruz, por todos los hombres, de cualquier cultura, sexo y condición social y religiosa, porque Cristo se dio por todos.

Sólo salva el Amor del Dios de la Vida, que da la suya por Amor; no el sacrificio o sus razones

La horrible experiencia de Jesús, anticipada por el profeta, adquiere la adecuada perspectiva si se la mira desde la sapientísima obediencia de Jesús a la salvífica Voluntad de Dios.

O reflexionamos la realidad desde arriba, o nos perdemos en la maraña de la historia humana, muchas veces, por eso, incomprensible. Son millones de visiones y muchísimas las opiniones… la mayoría está segura de tener la razón y hasta ¡incuestionablemente seguros!

Esta actitud ¿no genera complicaciones a la convivencia humana? Veamos nuestras guerras, pequeñas y grandes, sociales, familiares, ideológicas y las supuestamente religiosas.

Los que las armaron no creyeron ser necios ni asesinos ni incompetentes. Creían, y creen, tener razones ‘justas’... Lo que, de ordinario, no tienen es la perspectiva adecuada, y menos la divina, que sí tenía Jesús y por eso no hizo guerra, sino que entregó la vida, su vida, por la nuestra.


Necesitamos abrirnos y esforzarnos para vivir en el Amor del Señor hasta el final, así podremos hacer nuestra la Vida Nueva que Él nos ofrece en cada celebración litúrgica.

María enseñe y ayude a toda familia espiritual cristiana a vivir la propia vida como don.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


SEMANA SANTA - VIERNES SANTO

Los ídolos esclavizan; Cristo, con su cruz, nos libera de toda esclavitud, pero es necesario que aceptemos esta libertad viviendo su Vida


Is. 52, 13-53, 12:
"...todos quedarán pasmados al verlo... Él fue traspasado por nuestras rebeliones... ¿A quién se ha revelado la potencia del brazo de Dios?... Él sobrellevaba nuestras enfermedades... y dolores... lo consideraban un hombre
castigado por Dios, azotado y humillado... no abría la boca... El Señor quiso que
el sufrimiento lo triturara... Gracias al sufrimiento de su alma ahora ve la luz...
asumía sobre sí el pecado de todos e intercedía a favor de los culpables".

Salmo 30: "Padre, Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu."

Hb. 4, 14-16; 5, 7-9:
"...sufriendo aprendió a obedecer. De este modo, Él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen".

Jn. 18, 1-19, 42: "Prendieron a Jesús y lo ataron... Dijeron a Pedro: «¿No eres tú también de sus discípulos?» «No lo soy»... Dijo Jesús: «Mi reino no es de esta mundo...» Lo crucificaron y con él a otros dos... «Mujer, ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre... Está cumplido...» Tomaron el cuerpo de Jesús y lo amortajaron..."




abril 02, 2012

Jueves Santo 2012


Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este jueves 5 de abril, jueves santo.


JUEVES SANTO

Jueves santo, día del Amor hasta el extremo: dar la propia vida al servicio permanente en bien del discípulo y esto hasta hacerse alimento... ¡No existir para otra cosa que para ser comido y asimilado, según las verdaderas posibilidades y reales necesidades del hermano frágil!

El éxito personal del sacerdote, del cristiano, no debe ser buscado ni exigido, es resultado del trabajo que busca lograr que el otro tenga vida y la tenga en abundancia, y también, como Jesús dice durante la última cena al hablar de su amor, para que la alegría de ustedes sea plena.

Ser cristiano es servir al hermano, como Jesús, siempre en creciente entrega personal

La primera pascua fue celebrada hace unos 3200 años, en Egipto, por un pueblo esclavo que esperaba su liberación y ésta le llegó por su confianza y obediencia al Señor que pasa.

El evangelio de San Juan marca el sentido interior de la Eucaristía: servir para la Vida Nueva: servir a todos, a los últimos y marginados, también si son pecadores. Todos son destinatarios del beneficio del gesto amoroso de libertad suprema, sanadora, sin finalidades ocultas.

Es memorial del Señor que entrega su vida en sacrifico de Amor para la Vida de todos. Su motivación es liberarnos compartiendo el Amor libérrimo del Dios, Comunión Trinitaria.

La entrega sacramental del Señor nos interpela; debemos celebrar la Eucaristía con intención y voluntad de vivir en el Señor los criterios de vida que Él nos ha confiado. No hacerlo así es quedar condenado por la misma Salvación y Vida Nueva que celebramos.

Vivimos la Eucaristía ofreciendo al mundo la Salvación del Amor del Señor entregado

El pueblo de Israel se ciñó a las indicaciones de la celebración pascual para que el Señor no les dejara en la muerte de Egipto. El pueblo cristiano debe valorar el don eucarístico y con Cristo ir a los hermanos para que el mundo pueda conocer y acoger la Salvación de Dios.

Necesitamos abrirnos al Amor del Señor para asumir la Vida Plena que Él nos ofrece en cada Eucaristía.

La Eucaristía, por sí misma, exige serio compromiso con la historia humana. No hacerlo así es como la rebeldía, patente en Pedro y escondida en tantos otros, ante la humilde actitud de servicio del Señor. Eso nos lleva a quedaremos en la pobreza y limitación de criterios de nuestro mundo, con todas las consecuencias: el individualismo y toda su carga de disociación familiar y social; el pensamiento débil y caduco de las ideologías de todo orden, que pretenden imponerse en nuestra cultura, pero que no enriquecen ni a la persona ni a la sociedad y más bien perturban todas las relaciones humanas; el culto a la apariencia, al prestigio, al poder, con toda la desfiguración y manipulación de la conciencia y la corrupción de los valores.

Agradecer a Dios pide entregar la vida que se nos ha confiado para el bien de los demás

Sólo con obras de vida y salvación para todos agradecemos a Dios la Vida y Salvación recibidas en Cristo. A eso nos llama el salmo 115, que el Señor pone en nuestros labios.

El Señor les pide a los apóstoles que repitan el gesto de servicio: que sean instrumento de vida y renovación interior, que acojan a todos, que no juzguen ni condenen a nadie, que construyan comunión al estilo del Padre. Pero para saberlo hacer es necesario que el sacerdote, y todo cristiano, se acerquen al Señor de la vida y aprenda a vivir como Él, ¡con sus criterios!

Pidamos a María nos ayude a vivir cada Eucaristía para llegar a ser Eucaristía cada día.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


SEMANA SANTA - JUEVES SANTO
Antes de inmolarse en la cruz, se entrega como sacramento para la vida de los que creen en Él y desean comprometerse en su Misión


Ex.12, 1-8.11-14:
"...cada familia tome un cordero... macho... sin tara... de un año... con su sangre unten los postes y el dintel de la puerta... comerán de prisa, con las sandalias puestas y el bastón en la mano: ...la pascua del Señor. ...la sangre será la señal... Al verla yo pasaré de largo... Este día sea un memorial... a lo largo de todas las generaciones..."

Salmo 115: "¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?"

1Cor. 11, 23-26:
"...esta tradición... viene del Señor... cada vez que comen de este pan y beben de este cáliz anuncian la muerte del Señor hasta que Él vuelva."

Jn. 13, 1-15: "...Jesús sabía que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre... les demostró hasta qué punto les amaba... «¿Entienden lo que he hecho?... Les he dado ejemplo para que ustedes lo hagan lo mismo que yo hice con ustedes»."