julio 26, 2012

«Abres tu mano, Señor, y nos colmas con tus bienes»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 29 de julio.


Desde este domingo hasta el último de agosto, dejamos de leer san Marcos y leemos el capítulo 6 de san Juan, que presenta el tema del Pan de Vida.

Jesús nos invita a poner nuestro aporte en el don de Vida que Dios desea hacernos y, con nuestro aporte, por pequeño que sea, Él hace la multiplicación, porque los dones de Dios son siempre sobre-abundantes y pueden transformar la vida de la persona, si ésta se acerca con honestidad.

Pero entendamos bien que la Eucaristía no es magia, por la que una cosa se transforma en otra.

Dios no quiere ser visto como mago; es Padre que nos alimenta con su propia vida, el Hijo encarnado hecho pan de Vida para la Vida nueva del mundo. Es un milagro, acción del Amor creador y todopoderoso de Dios. Es una realidad que respeta cada realidad en sí misma: Dios, persona, cosa.

En esta maravilla, lo importante es el encuentro interpersonal entre Dios y nosotros, pues, en éste, aunque Dios se haga realmente pan, nosotros tenemos que poner nuestra parte: abrirnos a Él, desear encontrarnos con Él. Comulgar supone un compromiso. Si éste no se da de verdad, aunque seamos débiles, de lo que se trata es de una grave falta de respeto, pues tratamos a Dios como una cosa que usamos para lo que nosotros queremos.

Dios no es 'nada' a disposición, a nuestro gusto o capricho, como no lo está ninguna persona.

Él es Comunión de tres personas que, por propia voluntad amorosa, ha querido entrar en comunicación de Vida con nosotros, pero, como también nosotros somos personas, llamadas a ser como Dios, Él no violentará nuestra voluntad, ni nos obligará a nada: debemos ser nosotros los que queramos comunicarnos, con todo respeto, con Él, pues hacer de otro modo sería ofensivo, como nos resulta a nosotros ofensivo que alguien nos obligue a comunicarnos con él cuando nosotros no queremos o él no nos presta ninguna atención o lo hace solo protocolarmente o por conveniencia.
Las relaciones personales o son voluntarias y respetuosas, es decir, valorando cada uno a la otra persona, o son una ofensa.

Por eso san Pablo en la carta a los corintios dice que comulgar indignamente es condenatorio y no se trata de condena ritual o por infringir un mandamiento, sino de condena vital: la persona irrespetuosa se degrada y eso es ilícito. Como entre nosotros una relación con falta de respeto voluntario es ofensivo y condena al que nos contactó sin respeto y sin intención de respetarnos... pues toda persona es sagrada y si así es entre nosotros, mucho más con Dios.

Pongamos todo de nosotros mismos en cada celebración y no busquemos jamás usar a Dios, sino aceptar su presencia, su palabra y el don de su propia vida en el sacrificio y pan eucarístico.

La Eucaristía es una relación interpersonal muy seria, para Dios -que nos da su propia vida cada vez que celebramos- y para nosotros -que nos comprometemos a luchar por vivir como Él nos sugiere en su palabra: persona-vida de Jesús entregado y palabra de Jesús, que nos enseña.

Dios nos bendiga cada día con su Espíritu para vivir cada Eucaristía, maravilla de la autodonación del mismo Dios para nuestra Vida nueva.

Pidamos a María, la Madre atenta y delicada, que nos enseñe a vivir cada Eucaristía como se merece: como encuentro interpersonal entre Dios y nosotros, persona creyente en y con la Comunidad eclesial.

Unidos en oración con María, la Madre Eucarística:

P. José Mª Domènech SDB

«Abres tu mano, Señor, y nos colmas con tus bienes»

Eliseo vivió 850 años antes de Cristo. Como Elías antes, él no dejó ningún libro, pero sí una influencia-fama permanente en el pueblo. A él le llevan las primicias del pan, destinadas al culto, pero él, con su autoridad los destina a dar de comer a los discípulos. Nadie lo critica: en ‘el profeta’ y lo puede hacer.

La multitud busca en Jesús milagros, y Él les da alimento, pero nadie se queja porque el alimento que Jesús da puede sanar al hombre en su integridad. Todo depende de la Fe, relación íntima con Jesús.

El pan de las primicias era expresión de la comunión entre Dios y su pueblo: por eso era sagrado, como la Eucaristía. Para la acción de Dios, sólo se necesita que cada uno aporte lo que tiene: Dios hace el milagro de la multiplicación. Al fin la verdad es solo una: depende de nosotros, si aportemos lo nuestro.

Sólo la Eucaristía tiene la capacidad de sanar y salvar a toda persona humana guiándola a la Comunión de vida con Cristo y en Él y, por eso, llevándole construir la unidad en la paz, más allá de todas las limitaciones, enfermedades y errores-pecados de cada una de las personas que forman la Comunidad.

Si cada uno aporta lo suyo, por pequeño y limitado que sea, Dios puede hacer sus maravillas.

Dios no tiene problemas con nuestros límites, sí con nuestra cerrazón, con nuestras resistencias, con nuestras negativas, racionalizadas o no, mientras éstas se mantengan, pues nos impiden recibir a Dios.

Quien pone en manos del Señor la naturaleza que Él le ha confiado, aprende a servir a sus hermanos

Poner en las manos del Señor, a través del profeta, los primeros frutos significa abrirse a las maravillas de Dios y estar dispuestos a que Él nos haga fecundos servidores de nuestros hermanos.

¡Cuántas cosas se nos escapan!, pero, en las manos de Dios, todo es fecundo y en sobreabundancia.

Lo más difícil en la Comunidad humana es la unidad y la paz: se nos invita a construirlas en el Señor.

La división no es fruto de la Fe, sino de nuestra resistencia al Señor, por dar más importancia a otras cosas en las que nos sentimos más ‘fuertes’, ‘seguros’ o ‘señores’: todo fruto del no-abandono en el Señor.

Si tomamos en serio nuestra Fe en Cristo y la alimentamos en la verdad y el bien de Dios, podremos superar la tención de cerrarnos en nosotros mismos, a la que nos lleva o la ignorancia o la soberbia.

Lo importante para que los dones de Dios lleguen a todos es ponernos a su disposición: Él es eficiente

Como un nuevo Moisés, Jesús, sobre la montaña, multiplica los panes en la misma comarca en la que multiplicó el vino con un vino mejor, y, estando ya muy cerca de la Pascua, anuncia el ‘nuevo maná’.

En los dones de Dios siempre hay sobreabundancia y nada debe perderse: eso depende de nosotros.

Dios es Padre de Amor creador y eficiente, no mago: todo lo hace para el bien de sus hijos. Lo nuestro es un granito de arena en lo grandioso que Él hace, pero necesario, si no lo damos quedamos fuera.

Pidamos a María animar el progreso, sí; pero llamar también a ir mucho más allá: ser como Dios.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XVII

Cristo nos ofrece un alimento que nos lleva a ser mucho más allá que buenas personas: ser, como Dios, dadores de vida y constructores de unidad y paz


2R. 4, 42-44:
"«Llegó un hombre de Baal Salisá, trayendo pan de los primeros frutos para el profeta Eliseo, veinte panes de cebada... Eliseo dijo: «Dáselos a la gente para que coma». Pero el servidor respondió: «¿Cómo voy a servir esto a cien personas?» «Dáselos a la gente para que coma, replicó Eliseo, porque así habla el Señor: “Comerán y sobrará”». El servidor se los sirvió; todos comieron y sobró, conforme a la palabra del Señor".

Salmo: 144: "Abres tu mano, Señor, y nos colmas con tus bienes".

Ef. 4, 1-6:
"Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido... soportándose mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu, mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una sola esperanza... Hay un solo Señor, una sola Fe y un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos".

Jn. 6, 1-15: "Jesús atravesó el mar de Galilea... Lo seguía una gran multitud, al ver los signos... sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña... Se acercaba la Pascua... Jesús... dijo a Felipe: «¿Dónde compraremos pan para darles de comer?»... sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían... »... Andrés... le dijo: «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?» Jesús respondió: «Háganlos sentar»... eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó... Lo mismo hizo con los pescados... Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada» Los recogieron y llenaron doce canastas... Jesús sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez a la montaña".




julio 22, 2012

«El Señor es mi pastor, nada me puede faltar»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 22 de julio.


Vengan a descansar... Él es nuestra Paz... nos ha hecho un solo cuerpo con su sangre... Les pediré cuentas... suscitaré pastores que les apacentarán...

¿Quién se preocupa más de nosotros que Dios?

¡Ojalá nosotros nos preocupemos de conocer y vivir su Voluntad como lo más importante de nuestra vida, pues, lo es de verdad!

A la vida humana no le faltará nada vital y verdaderamente importante, si acepta al Señor como su Pastor, es decir, como su Palabra de Vida, como el único por el que tenemos posibilidad de conocer a Dios en su relación de Amor-Vida en su interior y en su relación de Vida de Amor con nosotros y para nosotros.

Si aceptáramos vivir en su Amor, toda nuestra vida cambiaría, no porque desaparecerían los problemas -realidad vital que debemos asumir con sinceridad y sin huir- sino porque la asumiríamos con la paz necesaria para saber mirar, entender, asumir y resolver lo que sea posible y necesario, sin dejarnos ganar por los nervios y menos por la angustia...

El Señor es nuestra Paz, y en Él debemos descansar, no huir, sino descansar, asumir nuestra debilidad y buscar en Él nuestra fortaleza, pidiéndola al Espíritu, que siempre nos escucha, pues Él escudriña nuestros corazones y escucha nuestros gemidos...

Confiemos en el Señor de la Vida y la Vida del Señor nos llenará para que llenemos de Vida la vida de todos los días y el servicio que debemos dar a nuestros hermanos.

María, la Madre de la Paz y de la Vida, nos enseñe a reposar en el Señor, meditando en nuestro corazón todo lo que Él nos dice en su Palabra y en su presencia dentro de nuestro vivir cotidiano.

El Señor nos bendiga a todos con su Paz y Vida nueva.

Unidos en oración con María, nuestra Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

«El Señor es mi pastor, nada me puede faltar»

Los apóstoles regresan felices, pero la dificultad y el riesgo que implicó la tarea culminada pide un descanso necesario, para valorar lo vivido y todo lo que recibieron para poderlo vivir. No había sido fácil vivir en fraternidad entre ellos y animar a la conversión. Nunca lo es, ni lo será, para nadie.

Compartir como familia de Fe es alimento vital para madurar en la Fe y, en medio de las muchas tereas de la vida y del ir y venir de la gente, es muy difícil lograrlo. Por eso Jesús les invita a retirarse.

La Comunidad cristiana, cuando vive como tal, compartiendo con solidaridad, atrae a muchos.

La tarea del pastor es conducir a la vida de Comunión, que es la de Dios y la que Él quiere para que sus hijos tengan vida abundante. Dispersar a los miembros de la Comunidad es lo peor que un pastor pueda hacer y se le pedirán cuentas como se las piden a un asesino o destructor de bienes vitales.

Cristo dio su vida para que pudiéramos vivir en Comunión con Dios y entre nosotros gozando y construyendo la Comunidad desde la paz interior, que Él nos proporciona con el don constante de su Vida.

Jesús es nuestro pastor, el enviado por el Padre, para que nos lleve a ‘pastos’ de vida nueva y de fraternidad que invita a la Comunión en el Amor que se expande a todos compartiendo, desde la Fe, los bienes recibidos. Es el único modo de construir un solo cuerpo social humano en el Cuerpo de Cristo.

Dios-Comunión desea que todos los pueblos nos unamos en Comunión fraterna: la decisión es personal, puesto que no hay fraternidad sin personas libres que acepten al otro como su hermano personal.

El profeta critica a las autoridades que desvían y dispersan al pueblo, a ellas encomendado por Dios

Es importante saber que Dios jamás descuida a su pueblo: les envía pastores que le guíen y a éstos les exige que entreguen su vida para el bien del pueblo que les ha sido confiado. El mismo Señor será juez de toda autoridad, pues cada una es responsable de lo que hace y de lo que deberían hacer.

Jesús es el pastor que, con el don de su propia vida, ha formado, con todos, un pueblo-familia de Dios

En Cristo se realiza la profecía de Jeremías. Él es el pastor que reúne a las ovejas dispersas por el pecado. Él es quien, con su Palabra y el don de su vida, nos integra como pueblo-familia de Dios. Él es quien, siendo nuestra Paz, nos posibilita construir la Comunión eclesial desde el perdón fraterno y la paz.

Nos toda responder a tanto don de Vida nueva que se desarrolla por la fuerza del Espíritu Santo.

Los dones de Dios suponen respeto a la dinámica humana: recibir – responder – asimilar – agradecer

Sin paz interior no se puede ni vivir en Dios ni, menos todavía, responder a las necesidades reales de las personas que nos rodean, a las que somos enviados por Él, pues Él es el Señor de la historia.

Vivir en fraternidad e invitar a la conversión: dos batallas duras; es necesario descansar en Dios.

Los problemas no dan tregua. Jesús nos enseña que debemos llevar la Paz de Dios en el interior.

Lo importante son las personas, todas, por eso debemos llenarnos del Espíritu para darlo siempre.

Pidamos a María vivir ahora abiertos a Dios para servir a los hermanos a los que somos enviados.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XVI

Cristo es el Pastor que nos da la Vida para formar la Comunión fraterna que nos permite compartir el Evangelio: Él es nuestra Paz y nuestra Vida


Jr. 23, 1-6:
"«¡Ay de los pastores que pierden y dispersan el rebaño de mi pastizal!», oráculo del Señor. Por eso así habla el Señor... contra los pastores que apacientan a mi pueblo: «Uds. han dispersado a mis ovejas, las han expulsado y no se han ocupado de ellas... Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países... y las haré volver a sus praderas... Yo suscitaré pastores que las apacentarán; y ya no temerán ni se espantarán... Llegarán los días... en que suscitaré... un germen justo; él... será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país. En sus días Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: ‘El Señor es nuestra justicia’»."

Salmo: 22: "El Señor es mi pastor, nada me puede faltar"

Ef. 2, 13-18:
"Ahora, en Cristo Jesús, Uds., los que antes estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. Porque Él es nuestra Paz... creó de los dos pueblos un solo hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz; y los reconcilió con Dios en un solo cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona. Y Él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz... Porque por medio de Cristo, todos, sin distinción, tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu".

Mc. 6, 30-34: "Al regresar de su misión, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Vengan Uds. solos a un lugar desierto para descansar un poco». Porque, era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces fueron solos en la barca a un lugar desierto... Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato".