Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 4 de marzo.
El mensaje que el Señor nos ofrece este domingo es claro: NO TEMAN, YO LES CUIDO, PERO FÍENSE DE MÍ, NO LES FALLARÉ.
¡Cuánto tememos fiarnos de Dios!
Creo que, de ordinario, es porque no lo conocemos y no lo conocemos porque tenemos poca intimidad con Él.
Nos resulta bastante lejano y, la verdad, creo que no hay nadie más cercano que Él, ni nosotros mismos. Él nos conoce perfectamente y nos ama con amor eterno y concreto, por eso existimos y vamos superando, poco a poco, los distintos momentos de dificultad que se nos van presentando: unos porque nos los creamos nosotros mismos y otros porque son consecuencia de los que otros deciden a nuestro al rededor y, como no puede ser de otro modo, nos afecta directa o indirectamente.
¡Cuántas veces el Señor nos pide cosas difíciles, pero no temamos, todo está bajo control en las manos de Dios!
¡¡Lástima que nosotros desearíamos que estuvieran bajo el control en nuestras manos para que las cosas nos fueran (creemos) más fáciles !! Pero la vida nos va demostrando que esto es ilusorio, hasta, en última instancia, para los que se creen poderosos... Siempre, al final de cuentas, se encuentran con la horma de su zapado y casi siempre ésta les resulta estrecha, pues están acostumbrados a lo que ellos quieren y la horma del zapato no obedece nuestros criterios sino los de la realidad.
El dolor jamás faltará, pero, si aprendemos a escuchar a Cristo Jesús y obedecer su Espíritu, que es la Voluntad del Padre, todo saldrá objetiva y definitivamente bien, aunque hayan unos cuantos detalles (muchos para nuestro gusto) que no nos complazcan, pero no estamos, en esta segunda etapa de la vida, para auto-complacernos, sino para servir y construir, como Cristo Jesús, el bien y la vida para los que nos rodean, que, al fin de cuentas, acaban resultando nuestro bien y nuestra vida.
El Señor ha resucitado para la gloria divina y éste es nuestro futuro, si aceptamos adoptar sus criterios y actitudes para nuestro personal vivir hoy y aquí, pase lo que pase.
¡¡¡FÍENSE DE MÍ, nos dice el Señor, CREO QUE SOY DE FIAR: EL TRIUNFO ES MÍO Y LO QUIERO COMPARTIR CON Uds.!!!
Que María nos dé la valiente cordura de aprender a escuchar al Señor y seguir su voluntad haciéndola totalmente nuestra.
Dios nos bendiga a todos y nos haga vivir en su Amor y Vida.
Unidos en oración con María:
P. José Mª Domènech SDB
«Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo»
¿Qué padre, en su sano juicio, asesinaría a su hijo, al único, al largamente esperado, al muy amado? El que Dios lo pida parece una locura, a no ser que haya garantías superiores…
Es una prueba que Abraham, y Jesús, debieron superar: ¿Dios es garantía de superación definitiva de toda muerte? Lo creyeron y actuaron en consecuencia. La realidad les dio la razón.
El salmo nos invita a fiarnos también nosotros y seguir los caminos del Señor, aunque nos parezcan inusitados, una desgracia y hasta peligrosos para nuestra seguridad y ‘conveniencia’.
¿Cuál es nuestra seguridad? ¿Cuál es nuestra verdadera conveniencia? Tal vez sea éste el problema de nuestra vida cristiana: no la tenemos puesta en el Señor; no le escuchamos bien.
Mientras nuestra seguridad vital dependa de nuestros criterios, estamos en peligro grave.
No somos señores de nuestra vida: Dios la cuida y pide confianza, pues sus planes nos superan
La experiencia de Abraham debe haber sido extremadamente intensa. Sólo la Fe le permitió asimilarla resultando de ella una persona mucho más fuerte y grande que ella misma.
¡Era su hijo!, pero más, mucho más, como él, era hijo de Dios y Dios le pide que lo reconozca con su entrega obediente. Sólo Dios sabía que el resultado era infinitamente superior.
La vida cristiana, al ser nuestra, tiene muchas crisis, pero el Padre de Cristo es nuestra defensa
La vida cristiana es propia de personas llenas de limitaciones, errores y crisis de todo tipo. La condena está siempre al acecho, pero debemos confiar, pues es el mismo Dios quien, en el don de la vida de Cristo, el resucitado, nos garantiza que, en Él, el éxito está asegurado.
Lo necesario no es portarse bien, sino confiar en la misericordia de Dios y vivir según su Voluntad, como Abraham, Moisés, Elías, María y los santos, todos personas comunes.
Nunca será fácil confiar, creer, obedecer al Señor, por ello es vital y necesario escuchar a Jesús
La experiencia de la transfiguración tiene como finalidad alimentar la incipiente confianza del creyente, que siempre verá tentada su Fe, por un lado, por sus exigencias, que les pide vivir con los criterios de Dios, y, por el otro, por su debilidad y los criterios prepotentes del mundo.
Sólo hay un camino para el triunfo ante las tentaciones: escuchar a Dios en su Hijo muy amado, el Hijo del hombre, Jesús, el Cristo.
El escuchar a Cristo se expresa de un modo muy concreto: la obediencia. ¡El ‘aquí estoy’!
Pidamos a María ser como ella: escuchar y vivir la Palabra de Dios, hasta entregar la vida.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO B – TIEMPO DE CUARESMA – DOMINGO II
Decidir según la Voluntad de Dios, obedeciendo sus indicaciones, es la mejor garantía de grandeza y éxito definitivo que tenemos
Decidir según la Voluntad de Dios, obedeciendo sus indicaciones, es la mejor garantía de grandeza y éxito definitivo que tenemos
Gn. 22, 1-2.9-13: "Dios puso a prueba a Abraham; lo llamó: «¡Abraham, Abraham!». Él respondió: «Aquí estoy» Dios siguió diciendo: «Toma a tu hijo único, a quien tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria y ofrécemelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré» Cuando llegaron... Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar... El ángel del Señor le dijo: «No... le hagas ningún daño [al muchacho]. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único... Juro por mí mismo... porque... no me has negado a tu hijo único, te colmaré de bendiciones... por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz»".
Salmo: 115: "Caminaré en tu presencia, Señor".
Rm. 8, 31b-34: "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con Él toda clase de favores?... Dios es quien justifica; ¿quién se atreverá a condenarlos? ¿Será... Cristo Jesús, el que murió, más aún, el que resucitó... e intercede por nosotros?"
Mc. 9, 2-10: "Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan y los llevó… a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos... Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús... Pedro... no sabía qué decir... pues estaban llenos de temor... una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: «Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo»... miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo... Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que... resucitara de entre los muertos..."