septiembre 21, 2013

«No se puede servir a Dios y al dinero»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 22 de setiembre.

¿Es malo tener dinero y buscarlo? ¿Es perversa la riqueza o el poder? Lo malo es la codicia, la avaricia, el egoísmo y toda esclavitud o idolatría.

Jesús nos pone en guardia contra todo esto, pero también nos pone en guardia para que nos fijemos bien en qué es lo que realmente para nosotros es de verdad importante, aunque no sea el poder o el dinero directamente. Él nos hace notar que si lo más importante para nosotros no es Dios y su Amor, estamos perdidos, porque, si a alguien nos tenemos que “ganar”, no es a quien será ‘engullido’ por la muerte y deberá dar cuenta de su vida, sino precisamente al que es Señor de la vida y juez de vivos y muertos, es decir, criterio de vida exitosa para todos y cada persona, sea o no creyente, pues toda persona no solo ha sido creada por Dios, sino que ha sido creada para ser como Él: “a su imagen y semejanza” (Gn. 1, 26-27). El administrador deshonesto no es felicitado por serlo, pues precisamente por eso pierde su puesto de trabajo, sino porque sabe asegurarse su futuro. ¿Sabemos nosotros cuál es nuestro futuro verdadero? ¿Nos lo aseguramos? En realidad, la vida concreta diaria ¿qué nos muestra sobre lo que es importante para cada uno de nosotros?

No basta hablar y cumplir con ritos religiosos vacíos de alma: son las actitudes de nuestra vida las que nos muestran dónde está lo que es verdaderamente valioso para nosotros: ¿Dios o ‘el dinero’?

Las palabras se las lleva el viento: la vida se construye con actitudes que nos llevan a decisiones concretas y reales que nos afectan no solo a nosotros sino también a los que nos rodean.

Por eso san Pablo nos pide que recemos por todos los hombres, pero en especial por los gobernantes para que no se dejen engañar por los espejismos que les hace ver el poder y la riqueza que sueñan que van a conseguir... ¿a qué precio? La vida no vale un gramo de oro. ¡¡¡Es de Dios y solo a Él pertenece, por eso la defiende y Pablo nos pide que hagamos lo mismo con la oración universal para que la salvación sea un hecho aceptado por todos.

Dios nos bendiga y nos ayude a abrirnos cada día más y mejor a su Amor y Providencia para que podamos ser también nosotros constructores de vida, de justicia y de paz con nuestras actitudes.

Unidos en oración con María, Madre del Amor y de la Vida eterna y feliz:

P. José Mª Domènech SDB

«No se puede servir a Dios y al dinero»

¿Cómo administramos nuestra vida, con todas sus oportunidades y medios –internos y externos–? ¿Qué es lo verdaderamente nuestro ahora? La muerte de nuestro cuerpo es una realidad que se nos impone, ¿morimos también nosotros o caminamos hacia un futuro eterno? ¿Lo preparamos?

Jesús nos cuestiona. Pues es muy importante saber qué es lo nuestro; así podremos defenderlo.

En realidad, nuestra vida no es nuestra definitivamente, la recibimos y deberemos dar cuenta de ella.

Si alguien en su vida busca sobre todo su propio interés fingiendo servir a los demás, pero usándolos para lograr sus propios fines, está degradándose, pues usurpa los bienes que Dios le confió para hacer el bien –como Él lo hace– a los que más necesitan ayuda generosa y desinteresada.

Dios nos creó para ser grandes como Él; y su grandeza está en ser dador y estimulador de la vida, del perdón, de la dignidad personal y social, de la serenidad interior, de la concordia con los que nos rodean, del servicio personal y social al Bien Común y al diálogo con Dios y los hombres.

Para eso necesitamos luchar para ser así cada día mejores y ayudar a los que nos rodean, y a los que amamos, a que lo intenten constantemente; si no lo hacemos, estaremos traicionando nuestra vida, fracasaremos nosotros y perjudicaremos el mundo que nos rodea, aunque se note ahora poco.

En última instancia, solo una cosa importa: ¿tratamos de ser como Dios? Lo demás son medios.

En Amós Dios condena la actitud criminal del que usa su poder para aprovecharse de los débiles

La Salvación de un pueblo sólo está en la honestidad de su conciencia, no en su riqueza exterior.

La religión será verdadera y de Dios si lleva a cada persona al Bien Común y a la justicia social.

Pablo nos dice que la oración por las autoridades es un deber para tener una vida digna y en paz

Pablo nos hace notar que la salvación de Dios es universal y misionera, por tanto, nadie debe quedar fuera de nuestras súplicas, pero mucho menos los que tienen alguna autoridad, pues tienen graves responsabilidades respecto al Bien Común, la paz y la dignidad humana de nuestras sociedades.

Nos toca asumir este amor salvador de Dios y hacerlo oración universal para el bien de todos.

Es vital tener la astucia de aprovechar toda ocasión para transmitir a otros el Amor de Dios

La riqueza-poder, de por sí, no es enemiga de Dios, pero sí un real peligro. O la riquezapoder se somete a Dios y le sirve, o nos aparta de Él y matando nuestro futuro y felicidad profunda y destruyendo nuestra sociedad, su paz, su cultura y la dignidad de los ricos y poderosos al embrutecerlos.

Administrar los dones de Dios significa usarlos para glorificar a Dios sirviendo al bien de todos.

La astucia cristiana está en valorar tanto el Amor de Dios, que lo aceptamos sirviendo a todos.

Pidamos a María ser astutos viviendo el Amor que Dios nos da y dándolo honestamente a todos.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO C – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXV

Construimos el futuro eterno al servir –como Dios– a los hermanos marginados por la falta de comprensión y apoyo en sus reales necesidades

Am. 8, 4-7:
Escuchen esto, ustedes, los que pisotean al indigente para hacer desaparecer a los pobres del país. Ustedes dicen: “...Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar; compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias y venderemos hasta los desechos del trigo.” El Señor ha jurado, por el orgullo de Jacob: jamás olvidaré ninguna de sus acciones.

Sal. 112 1-2.4-6.7.8: ¡Alaben al Señor, que alza al pobre!

1Tm. 2, 1-8:
Querido hijo: Ante todo te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, suplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por las autoridades para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro salvador, porque Él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos...

Lc. 16, 1-13: Jesús decía a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: “¿Qué es lo que me dicen de ti? Dame cuenta de tu administración porque no ocuparás más este puesto.” El administrador pensó entonces: ¿Qué voy a hacer ahora...? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa! Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?” “Vente barriles de aceite.”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo, siéntate... y anota, diez.” Después preguntó a otro... Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en el trato con los demás que los hijos de la luz. Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en el que éste les falte, ellos los reciban en las moradas eternas... Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al dinero.»




septiembre 15, 2013

«Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 8 de setiembre.

Jesús, este domingo, nos presenta cómo es el ‘corazón’ de su Padre, que también es Padre nuestro. Por un lado, es exigente con sus hijos, para que no se vuelvan a esclavizar con ninguna idolatría, que los irá aniquilado como personas y como sociedad; y, por otro, lleno de misericordia y cercanía. Nada lo gana, nada lo detiene, nada lo cansa, nada lo anula: su Amor es infinito, eterno y fiel. Éstas son características correlativas en la realidad divina. Dios, al ser es eterno, es, por su misma naturaleza, infinito, inmutable y, por consiguiente, fiel a sí mismo y también, precisamente por eso mismo, a todo y a todos los que se dirige. Si no fuera eterno e infinito, sería limitado y, por tanto, parcial –no lo abarcaría todo– y sería mutable y, como tal, corruptible y perecedero, es decir, no fiable, como lo es –aunque duela decirlo– el amor humano, cuando está limitado a las solas fuerzas de persona humana, tan llena de limitaciones e ignorancia de sí, de los demás y de la misma realidad –natural, personal o social– que la abarca e inevitablemente le influye.

Este Amor de Dios está todo Él –y no puede ser de otro modo– inclinado hacia la limitación y ‘miseria’ consecuente de toda persona humana, a la que Él mismo, con su Amor, creó y redimió por la muerte y resurrección de Jesucristo. Eso significa la misma palabra “Misericordia” (‘corazón’ inclinado al que está en la miseria).

El sacramento de la reconciliación –o de la misericordia– lo celebra y es ofrecido por el mismo Amor de Dios a todo creyente que desee liberarse de toda cadena, pequeña o grande, y busque llenarse del Amor de Dios para poderlo esparcir, como salud y buen olor, en su ambiente.

Dios nos bendiga y nos ayude a abrirnos cada día más y mejor a su Misericordia para que podamos ser también misericordiosos con cada uno de los hermanos que nos rodean.

Unidos en oración con María, Madre de la Misericordia:

P. José Mª Domènech SDB

«Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido»

Dudar de la capacidad de Dios para perdonarnos, es signo de vivir muy cerrado en uno mismo y desconocer –por falta de intimidad real con Él– su eterno y omnipotente Amor hacia cada uno.

Dios es misericordia porque es Amor. ¡Esta es su naturaleza! Por eso nos crea y nos redime.

El egoísmo en la realidad –pecado– contradice el Amor de los dones de Dios, pero no lo paraliza.

Si estamos atentos a la presencia de Dios en nuestra vida nos daremos cuenta de tantas intervenciones de su Providencia para llevarnos por caminos de mayor dignidad y maduración personal.

Dios vive atento: nos busca por los caminos de la vida; nos espera con ilusión. ¿Qué esperamos?

La alegría del real reencuentro es maravillosa porque el Amor encuentra la respuesta esperada.

Moisés conoce a Dios porque vive en intimidad con Él, por eso defiende al pueblo de su pecado

El pecado tiene consecuencias graves, pero la misericordia de Dios es mayor. Moisés lo sabe.

Por eso no duda interceder por el pueblo: conoce a Dios, por muy débil y duro que sea el pueblo.

La experiencia personal de Pablo le lleva a no descansar en su afán de anunciar el Amor de Dios

Pablo ha recibido de Cristo la misión apostólica, no por ser bueno, sino por selo Él, que le amó.

Sencillo, lo confiesa y, así, nos anima a vivir cada día más abiertos al perdón del Amor de Dios.

Cristo también espera de nosotros que le confiemos nuestra vida para ser testigos del Evangelio.

Jesús muestra –pues lo conoce– la profundidad del ser de Dios: su fiel Misericordia incansable Cristo presenta a su Padre porque lo conocer bien, ya que su intimidad con Él es permanente.

El cristiano tiene la vocación de ser otro Cristo hoy y aquí, por eso necesita intimar con Dios,

alimentarse de Él, escucharle en su Palabra, vivir en su Comunidad y mostrar su Amor al mundo.

Pidamos a María vivir en la Misericordia de Dios correspondiendo a ella y mostrándola a todos.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO C – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXIV

La misericordia de Dios no tiene límites y jamás nuestros errores y pecados, por graves que sean, podrán cansarla, pues es su Vida y su Amor.

Ex. 32, 7-11.13-14:
El Señor dijo a Moisés: «Baja enseguida, porque tu pueblo..., se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él y le ofrecieron sacrificios... Ya veo que éste es un pueblo obstinado. Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré...» Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: «¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, el que Tú mismo hiciste salir de Egipto con... mano poderosa? Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores...» Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.

Sal. 50 3-4.12-13.17.19: Iré a la casa de mi Padre.

1Tm. 1, 12-17:
Querido hijo: Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque... fortalecido... me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio a pesar de mis... insolencias anteriores. Pero fui tratado con misericordia... Y sobreabundó en mí la gracia de nuestro Señor... y el amor de Cristo Jesús. Es doctrina cierta, y digna de Fe, que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores... Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en Él para alcanzar la vida eterna...

Lc. 15, 1-10[32]: Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban... Jesús les dijo...: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja... las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se le había perdido, hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, la carga..., lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido.” Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.» Y les dijo también: «Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende... la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas y les dice: “Alégrense conmigo porque encontré la dracma que se me había perdido.” Les aseguro que [igual] se alegrarán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte.» Y añadió: «Un hombre tenía dos hijos... El... menor... emigró a un país lejano [con su herencia]. Cuando gastó todo... se puso... a cuidar cerdos... Entonces recapacitando, pensó: “...me pondré en camino a la casa de mi padre y le diré: ‘He pecado contra Dios y te he ofendido... Trátame como a uno de tus jornaleros’. Y se puso en camino... su padre lo divisó y se enterneció. Corriendo, salió a su encuentro... y le besó. El hijo le dijo: “Padre, he pecado...” Pero el padre dijo: “Enseguida... celebramos un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido...” El hijo mayor... oyó la música y danzas... y llamó a uno de los sirvientes para informarse...: “Ha regresado tu hermano y tu padre ha matado el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo.” Irritado, no quería entrar. Su padre salió a rogarle que entrara...»




septiembre 08, 2013

«Quien no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 8 de setiembre.

Este domingo Jesús nos enfrenta a una realidad esencial a la vida cristiana: o Él es el centro real de ella o la supuesta vida cristiana no es real. Podremos tener muchos errores, pero lo que no nos podemos consentir es dejar a Jesús de lado y tener otros ‘amores’ que le hagan competencia, pues, en este caso, Jesús nos dice con plena claridad: “no eres digno de Mí” y perderás tu vida porque tus intereses son muy diversos a los míos. También en otro lugar lo dice, aunque de otro modo, pero con el mismo contenido: “O conmigo o contra Mí”. ¿Qué más claridad queremos?

Son muchas las preguntas que de ahí se pueden derivan. Veamos algunas:¿Somos cristianos o solo simpatizantes de Jesús? ¿Somos discípulos de Cristo o solo miembros inscritos por la familia en una institución secular llamada Iglesia Católica? ¿Es Cristo el amor-eje-fundamental de nuestra vida o es uno más al que se le dedica el tiempo que ‘podemos’ –o nos sobra– dentro de nuestros múltiples compromisos? ¿Entendemos qué significa celebrar la Eucaristía a la que nos invita el mismo Jesús, en la que Él mismo nos une con su Comunidad –cada vez un poco más–, nos da su Perdón, su Palabra, su Vida, su Paz, se nos da como Alimento, nos da su Bendición y hasta nos confía su propia Misión? ¿El Señor se puede fiar de nosotros o le queremos obligar a competir con otros ‘amores’ que nos quitan tiempo, atención y mucha de nuestra energía?

Si el Señor no es el centro de nuestra vida, al final, acabamos siéndolo nosotros mismos con lo que nos parece bien o nos complace o creemos que nos conviene –según nuestros criterios–. ¿Entendemos que solo Dios puede liberarnos de nuestros egoísmos e individualismos mortales que asedian constantemente nuestra vida?

Dios es nuestra sabiduría; si de Él sabemos algo es porque Él nos lo ha revelado. Nos toca decidir qué vamos a confiarle. Lo que no confiemos a su Amor, se nos deshará en nuestras manos, pues en nosotros prima la ignorancia de lo más profundo de nuestra vida y, precisamente es eso, lo que la define y le da sentido y felicidad. Nos conviene abrirnos a Él y entregarnos a su Amor.

Dios nos dé la Sabiduría de vivir poniéndolo a Él en el centro de nuestra vida y amarlo, de verdad, por encima de todo. Él nos tiene en el centro de su existir y nos da lo mejor de sí... ¡Seamos como Él! Que el día 7 esté todo él centrado en dar vida y paz a todos y orar por la paz constantemente.

Unidos en oración con María, Madre de la Paz y de la Vida, que nos enseña a amar desde dentro:

P. José Mª Domènech SDB

«Quien no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo»

Este domingo podríamos vivirlo como el domingo del examen de conciencia: ¿Cuál es la calidad de nuestra vida cristiana? ¿Somos cristianos o solo simpatizantes de Jesús? ¿Somos discípulos de Cristo o solo miembros inscritos en una institución secular llamada Iglesia Católica?

¿Es Cristo el amor eje-fundamental de nuestra vida o es uno más al que se le dedica el tiempo que ‘podemos’, dentro de nuestros múltiples compromisos, o el tiempo que nos sobra?

¿Entendemos qué significa celebrar la Eucaristía a la que nos invita el mismo Jesús, en la que Él mismo nos compromete, cada vez un poco más, con su Comunidad, nos da su Perdón, su Palabra, su Vida, su Paz, se nos da como Alimento, nos da su Bendición y hasta nos confía su propia Misión?

¿El Señor se puede fiar de nosotros o le queremos obligar a competir con otros ‘amores’ que nos quitan tiempo, atención y mucha de nuestra energía que debería ser para Él, pues solo Él ya lo ha dado todo por cada uno de nosotros, puesto que nos quiere libres y felices como Él?

¿Nos damos cuenta de que, si el Señor no es nuestro centro, al final acabamos siéndolo nosotros mismos con lo que nos parece bien o nos complace o nos conviene –según nuestros criterios–?

¿Entendemos que solo Dios puede liberarnos de nuestros egoísmos e individualismos mortales?

Ser libres supone ser dueños de nosotros mismos y para eso el Señor dio su vida. ¿Y nosotros?

En san Pablo Dios nos propone cederle a Él nuestros derechos, pues Él es el único capaz de defenderlos de verdad: ¡ya lo demostró con el don de su vida y resucitando de entre los muertos!

¿Qué sabemos de Dios que Él no nos lo haya dicho? ¿Qué somos que Él no nos lo haya dado?

La verdadera sabiduría viene de Dios. Pero Él nos es desconocido, pues nos falta intimida con Él.

Nunca nos deja solos: envía su Espíritu a nuestro corazón y su Hijo a nuestra historia ¿qué más?

Hay pérdidas que son una gracia de Dios, pues nos permiten conocernos y decidirnos mejor

El esclavo fugitivo de Filemón ha llegado a la Fe, como el mismo amo. Pablo, que los bautizó, desea salvar la Fe de ambos de una posible reacción de venganza: apela al Amor redentor de Jesús.

Si somos hermanos en Cristo centremos nuestras decisiones en su Amor: solo eso tiene sentido.

Jesús tiene muchos seguidores, pero Él quiere ser el único que centre nuestro amor y nuestra vida

Cristo nos pide que sea Él, y solo Él, el centro de todo nuestro amor, pues solo así todos los demás amores se verán libres de ser víctimas de la tentación de egoísmo que todo y a todos utiliza.

El verdadero discípulo solo entrega su vida a Cristo Jesús: Él lo enviará a quien sea necesario.

Se trata de ser solo y para siempre de Jesús, dando nuestra vida a los que Él quiera enviarnos.

Pidamos a María vivir siempre disponibles a lo que el Señor nos pida cada día, aunque nos duela.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO C – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXIII

Más por menos: ¡ésta es la propuesta de Dios! Él nos pide darle nuestro amor y vida y nos garantiza toda su Vida al servicio nuestra felicidad

Sb. 9, 13-18:
¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios o hacerse una idea de lo que quiere el Señor? Los pensamientos de los mortales son indecisos y sus reflexiones precarias, porque un cuerpo corruptible pesa sobre el alma y... oprime a la mente con muchas preocupaciones... lo que está a nuestro alcance lo descubrimos con esfuerzo... ¿quién habría conocido tu Voluntad si Tú mismo no hubieras dado la Sabiduría y envidado desde lo alto tu santo espíritu? Así se enderezaron los caminos de los que están sobre la tierra, así aprendieron los hombres lo que te agrada y, por la Sabiduría, fueron salvados.

Sal. 89 3-6.12-14.17: ¡Señor, Tú has sido nuestro refugio!

Flm. 9b-10.12-17:
Querido hermano: Yo, Pablo, ya anciano, y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión. Te lo envío como si fuera una parte de mi... ser. Con gusto lo hubiera retenido a mí lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio. Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces sea... voluntario... Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor. Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mí mismo.

Lc. 14, 25-33: Junto con Jesús iba un gran gentío, y Él, dándose vuelta, les dijo: «Cualquiera que venga a Mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer, y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de Uds., si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él... ¿Y qué rey, cuando sale de campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Así, mientras el otro está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de Uds. que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.»




septiembre 02, 2013

Don Bosco llega al Líbano junto a refugiados sirios


El sábado 31 la urna viajera, que contiene la reliquia de nuestro padre, llegó al Líbano, donde permanecerá hasta el 10 de setiembre.

En medio de la violencia e incertidumbre que está viviendo el país, que a la sazón aún no tiene un gobierno, debido a las presiones del Hezbollah, este acontecimiento es muy significativo, no sólo para la familia salesiana libanesa, sino para todos los católicos.

ANS afirma que, junto a Don Bosco, ingresaron también refugiados sirios, parte de los muchos que en estos días han debido escapar de su país debido a las circunstancias que ya todos conocemos.

Para mayor información: Líbano: Don Bosco, peregrino de paz y de esperanza y Fiesta por las reliquias de Don Bosco

En estos momentos, estemos muy unidos a nuestras hermanos de Siria y Líbano, orando y ofreciendo, poniéndolos bajo el manto de nuestra Madre Auxiliadora!