noviembre 30, 2013

«El Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 1° de diciembre, primer domingo de Adviento.

Este domingo iniciamos, un año más, un camino de maduración de nuestra Fe en el esfuerzo de seguir sinceramente al Señor Jesús y hacerlo ‘el Señor’ –Rey decíamos la semana pasada– de nuestra vida diaria, estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos: Él es el Señor al que hemos consagrado nuestra vida en el Bautismo y a quien ésta hace referencia.

Él viene a salvarnos. Somos nosotros quienes le recibimos, o no, en nuestra vida. ¿Qué haremos?

Leía hoy: “Cuentan que John F. Kennedy, Presidente Norteamericano, solía terminar los discursos de su campaña en 1960 contando la historia de un famoso coronel Davenport, personaje de 1789, quien durante una jornada de trabajo de la Asociación de Representantes de Connecticut, fue interrumpido por una terrible tempestad que causó gran revuelo entre los asistentes. Truenos y relámpagos; el fuerte viento golpeaba de tal modo la casa que hizo pensar a todos que había llegado el juicio final. Los presentes pidieron a Davenport que se suspendiera la sesión, pues todo había quedado en completa penumbra. El coronel dijo: ‘Señores, el día del juicio final puede estar cerca o tardar todavía muchos años, nadie lo sabe... Si no está cerca, no tenemos por qué preocuparnos; la tempestad pasará y seguiremos tranquilos. Si el juicio final está ya muy cerca, yo prefiero que me encuentre cumpliendo mi deber. Por tanto, pido el favor de que traigan las velas necesarias para alumbrar el salón’. La sesión continuó.”

¿Cuándo llegará el Señor? La venida final no importa, pues sobre ella no tenemos dominio; pero el Señor sí llega hoy, como lo hizo ‘ayer’. ¿Seguiremos despistados, o cerrados, como los coetáneos de Noe y los del mismo Jesús? Preguntémonos –en la comparación de Jesús–: ¿dejaremos que el ladrón nos sorprenda y nos robe lo más valioso? ¿Qué es lo más preciado para nosotros? Pablo nos pide ser realistas y pensar cómo estamos viviendo. ¿Qué aportamos, como cristianos, a nuestro mundo? ¿Le damos –como pide el Papa en su última carta “La alegría del Evangelio”– la alegría y paz de creer, de vivir como Jesús, de alimentarnos de Él? ¿Se lo damos a los que más amamos? Si no les damos eso ¿qué les damos que los llene de algo más que lo que nuestra cultura ya les da?

Dios siempre está con nosotros. Él es el Salvador, viene con su Alegría y Paz para todos y para siempre. Él desea que vivamos felices en su Vida, más allá de las dificultades. Éste es el Evangelio que nos pide anunciar con nuestra vida, sobre todo a los más cercanos, a los que amamos. María nos quiere ayudar, pero no puede hacer lo que nos toca hacer a nosotros: abrirnos al Señor hoy.

Unidos en oración con María, la Madre del Salvador que llega a liberarnos de nuestras cadenas:

P. José Mª Domènech SDB

«El Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada»

Comenzamos un nuevo año litúrgico en él celebraremos-profundizaremos, como discípulos del Señor Jesús, nuestra Fe. Abramos el corazón a los maravillosos dones que el Señor nos regalará sin ningún límite; ¡no los pongamos, nosotros! El Señor nos ama, respondamos del mismo modo.

¿Quién no desea la paz y la unidad? ¿Quién no reconoce que nuestro mundo necesita una fuerte dosis de solidaridad verdadera y concreta? ¿Cuántas promesas y ‘diálogos’ para arreglar problemas se ven entorpecidos por la degradación, fruto de malas intenciones y de los planes no declarados y así se llega a compromisos y promesas que no tienen futuro, pues no tienen ninguna base en la honestidad de quienes las hacen? ¡Cuántos desalientos y decepciones surgen en nuestra vida social y política!

El Señor quiere ayudarnos a construir nuestro mundo con la dignidad que Él mismo nos dio al crearnos; desde siempre lo hace con quienes le son dóciles; pero ¡cuántos no desean que Dios se meta en nada y siembran muerte destruyendo instituciones básicas de la sociedad y la naturaleza.

¿Consecuencias? Esclavitud solapada, muerte, destrucción de tantos bienes... ¡Y todo lo pagan los más débiles!

El Señor está siempre cerca y siempre con nosotros. ¿Qué atención le prestamos? Prepararse a su continua llegada supone apertura, escucha atenta y disponibilidad a la obediencia.

Los poderosos de este mundo se someten a sus dioses: el poder, el dominio, la riqueza, la opulencia, el placer, la autocomplacencia, la fama, el éxito; ¡a ellos dan su vida y el mundo en el que están con nosotros... ¡Sabemos todos qué hacen siempre estos engañosos dioses! ¿A quién confiamos nuestra vida?

El Señor llega cada ‘hoy’ a restaurar la dignidad de la persona y su mundo, ¡no nos desalentemos!

Las injusticias desalientan pues aplastan al pueblo y destruyen las mejores instituciones del hombre.

Hay una realidad que se nos impone: los esfuerzos humanos sin Dios acaban en dolida decepción.

El profeta ve la realización de los mejores ideales humanos en la plenitud de los tiempos, con la dócil aceptación de la presencia providente y salvadora de Dios en el Mesías que nos salva y libera.

Nos toca a nosotros, creyentes, abrirnos al Señor y mostrar sus obras en el ahora de nuestra vida.

Al cristiano le es indispensable vivir con dignidad obedeciendo lo que Cristo le pide y ofrece cada día

San Pablo nos pide atención a la realidad en la que vivimos, sin engaños, sin creer ilusiones: Dios ofrece la verdad y el bien a todos, pero somos nosotros quienes decidimos construir o destruir nuestro mundo: ¡Él nos lo encomendó Somos responsables de cada actitud! Nos pide vida digna del Señor.

Si aprendemos a vivir libres de toda autocomplacencia superaremos toda amenaza de fracaso real.

Dios no impone nada, pero su propuesta llena de Vida: nos definimos ahora, con nuestras actitudes

Jesús vino y viene cada día con la Salvación en cada hermano, en la Iglesia, en su Palabra, en los Sacramentos, en la propia conciencia ¿qué hacemos con Él? ¿Lo tomamos en serio? Nosotros nos llamamos ‘cristianos’ pero ¿qué dice la vida?... las palabras son solo eso: ¿Le escuchamos y seguimos?

Pidamos a María estar siempre atentos y obedientes a Cristo-Salvador que llega hoy a nuestra vida.

Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO A – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO I

El Señor llega con la Verdad y la Justicia, que son bases de la Paz. Estemos atentos a su llegada y vivamos dispuestos a una sincera obediencia

Is. 2, 1-5:
...Sucederá al fin de los tiempos que la montaña de la casa del Señor será afianzada y se elevará sobre la cumbre de las montañas... Todas las naciones afluirán hacia ella... y... dirán: «¡Vengan, subamos... a la casa del Dios de Jacob! Él nos instruirá en sus caminos y caminaremos por sus sendas» Porque de Sión saldrá... la palabra del Señor. Él será juez entre las naciones... No levantará la espada una nación contra otra... para la guerra. ¡Ven... y caminemos a la luz del Señor.

Salmo 121 1-2.4-9: Vamos con alegría a la casa del Señor.

Rm. 13, 13-14a:
Ustedes saben en qué tiempos vivimos y que ya es hora de que se despierten, porque la Salvación ya está más cerca de nosotros... se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz... procedamos dignamente: basta de excesos... y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo.

Mt. 24, 37-44: Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé... no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos... Están prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá el Señor. ...si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría... Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.









noviembre 29, 2013

Novena de María Inmaculada: cartitas!

Hoy empezamos la Novena a nuestra Madre Inmaculada, con una linda noticia! Las FMA Perú han publicado en su fan page de facebook la que parece ser la primera de varias "cartitas":

«¡Ave María!
El Ángel me hizo este saludo cuando me anunció que sería la Madre de mi Señor. Cada día tú también recibes muchos anuncios de Dios. ¿Los sabes escuchar?
Te invito a a hacer un momento de silencio para escuchar la voz de Dios. Repite frecuentemente "¡Ave María!"»


Pueden leer la cartita de hoy y de los siguientes días en el siguiente link:
FMA Perú - Hijas de María Auxiliadora

Feliz Novena!

noviembre 17, 2013

«Tengan cuidado, no se dejen engañar»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 17 de noviembre.

Vivir en la Voluntad de Dios, es lo único que nos salva del caos que se vive en muchos lados, fruto del desconcierto que invade a nuestra cultura. Todas las fuerzas del mal parecen intentar hacerse dueñas de ella y se va esparciendo en el mundo intelectual y social lo que pretende ser el imperio de la superficialidad de pensamiento y, más todavía, de vida personal íntima, con los signos del individualismo y del hedonismo que llevan a la muerte de toda vida y amor auténtico y esforzado.

¡Cómo será feliz una persona que cree que atándose a las cosas y a los gustos personales será libre y vivirá en paz, cuando las cosas son perpetua precariedad, al igual que los gustos personales! Lo estable está en el íntimo de la persona y solo en ella, pues es allí donde vive, como en su casa, el mismo Dios de la Vida y del Amor eterno, aunque no se le tome en cuenta. ¡Su Amor puede más!

Dios viene a salvarnos a todos los que trabajamos en este mundo con esfuerzo diario para ser cada día más fieles al servicio de la persona, cada persona, pero, sobre todo, a la que más necesita del verdadero servicio a la vida y a la dignidad personal en la verdad y el bien. Este servicio es el que nos permite mostrar el Amor de Dios y glorificar su Nombre aceptando que sea Él el que gobierne nuestra vida y lo que ésta construya, en medio de lo que sea y con todo el esfuerzo que se requiera.

Esta fidelidad al Señor y a la persona, son garantía de que el camino que vivimos nos lleva a gozar de la gloria de Dios ya aquí, aun en la persecución, que parece se va acentuando en muchas partes de nuestra sociedad y cultura occidental. Ésta ha dado la espalda a la Fe que la formó y ahora está pagando las consecuencias de su religiosidad superficial, que se contenta con palabras, pero que necesita reconstruir toda su interioridad en Cristo o dejará hasta aparentemente cristiana. Es la pura verdad: o somos y vivimos como Cristo o no somos cristianos en absoluto, por muchos sacramentos que hayamos recibido... Jesús lo dice muy claro: “No quedará piedra sobre piedra”.

Pero eso pasará, sin duda alguna, a los que se contentan con ‘cumplir’, pero no se convierten cada día; para los demás, dice el profeta, el Día del Señor es sol radiante que trae Vida en sus rayos. Dios cuida a sus siervos y ni un solo cabello se perderá... Nada; ningún dolor y trabajo será inútil.

Dios está con nosotros cada día; nos acompaña con el eterno e infinito deseo de que nuestra vida se comprometa a una renovada y profundizada conversión de fidelidad a su Amor. Él sabe muy bien que el resultado es de Vida Nueva no solo para nosotros, sino para todos los que nos rodean.

Unidos en oración con María, la Madre fiel y trabajadora incansable en el Reino de Dios:

P. José Mª Domènech SDB

«Tengan cuidado, no se dejen engañar»

El domingo pasado la Palabra de Dios nos hablaba del ‘más allá’; este domingo, nos habla del ‘más acá’: ambos vitales para el desarrollo de la persona: uno nos lleva a la esperanza y el otro al realismo.

Son muchos los sueños y luchas que éstos despiertan. Una pregunta que surge es ¿vale la pena?

Pues las injusticias se renuevan constantemente: es una lucha sin fin, generación a generación y no solo con los que llamamos ‘malos’, sino también en los que nos creemos buenos o creyentes o en el camino de la Fe. Esto hace vacilar a muchos y alejarse, dicen que de la religión, pero, de hecho, desechan muchos dones que el Señor les ofrece, por no encontrar lo que ellos buscan o como lo desean.

Ésta es una persecución callada y dolorosa –como todas– para los que tratan de ser cada día más fieles al Señor, encontrado o no –en su Comunidad o fuera de ella– las cosas como deberían ser.

El profeta nos anima a seguir manteniéndonos fieles: el Día del Señor será justicia y felicidad para los fieles. Esto supone un trabajo constante para que la justicia de Dios llegue a todos, la acepten o no. Lo demás, todo lo que no esté en esta dimensión de cosas, es pasajero, por brillante que sea.

Tendamos al Señor, siempre, solo a Él: Él está en su Comunidad. No busquemos nuestras ideas, ni nuestros caminos, ni nuestros gustos, ni grandeza alguna, real tentación del enemigo de la Vida.

El profeta no busca amenazar y atacar, sino prevenir y alertar a los malos y animar a los buenos

Hace cincuenta años que el pueblo regresó del destierro y la relajación e infidelidad crecen día a día. Cuesta mantener la Fe. Ahí el profeta lanza su grito de esperanza: el Señor llega con su justicia.

Los que viven la Voluntad del Señor, gozarán de su gloria y felicidad, los demás serán consumidos.

Pablo nos anima a no cruzarnos de brazos: si el Señor viene, debemos comprometernos en su obra

Si Cristo trabajó para instaurar el Reino de Dios, igual nosotros: el trabajo es responsabilidad de todo creyente en Cristo, así asume en su vida el valor histórico-salvífico de la entrega del Señor.

Al creyente le es ineludible el compromiso social. No trabajar por el bien del hermano y el desarrollo de la Comunidad es como estar ‘muerto’ en vida y no tiene sentido ‘alimentar’ a un muerto.

Lo valioso de la vida está en la fidelidad a la Salvación del Señor y no en nuestras obras: todo pasa

Toda obra humana es transitoria, hasta las que consideramos más sagradas o de las que estamos más orgullosos. Toda nuestra vida es caminar hacia la etapa eterna de la misma, la vida en Dios.

La fidelidad al Señor es lo único que da sentido permanente a la vida, aunque ésta sea perseguida y atacada: Dios es fiel, por eso necesitamos mantenernos unidos sólo a Él en la Comunidad.

Aunque todo caiga, Dios mantiene firme su Amor hacia nosotros y nos cuida maternalmente.

Pidamos a María trabajar por el Reino como el Señor y cuidarnos de todo lo que nos separe de Él.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO C – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXIII

El futuro de la persona humana está asegurado de parte de Dios, pero ¿cómo debe vivir ella mientras avanza en esta segunda etapa de su vida?

Mal. 3, 19-20a:
Llega el Día, abrasador como un horno. Todos los arrogantes y todos los que hacen el mal perecerán como paja; el día que llega los consumirá, dice el Señor..., hasta no dejar ni raíz ni rama. Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el Sol de justicia, que trae la Salud en sus rayos.

Sal. 975-6.8-9: El Señor viene a gobernar los pueblos.

2Ts. 3, 6-12:
Les ordenamos, en nombre del Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida ociosa... ya saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. ...trabajábamos duramente... hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes.... En aquella ocasión, les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar que no coma. ...nos enteramos de que algunos de ustedes viven ociosamente... entrometiéndose en todo. A éstos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo que trabajen en paz para ganarse su pan.

Lc. 21, 5-19: Como algunos... decían [del templo] que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «...todo será destruido.» Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿...cuál es la señal de que va a suceder?» Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi nombre, diciendo: “Soy yo” y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin.» Después les dijo: «Se levantará nación contra nación... Habrá grandes terremotos, peste y hambre... y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo esto, los detendrán, los perseguirán...serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre; y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de Mí. ...no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados por sus propios padres y hermanos... y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»



noviembre 02, 2013

«Hoy ha llegado la Salvación a esta casa»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 3 de noviembre.

¡Qué maravilloso y consolador es saber que Dios ama la vida y todo lo que existe, sobre todo a la persona humana y por eso es indulgente con ella, puesto que conoce bien su debilidad, la natural y la adquirida por su propia imprudencia desobediente! No juzga, aunque Él es el permanente criterio de juicio para ver si nuestra vida va bien o mal; jamás condena, aunque lo hagan nuestros errores voluntarios; nos da su Espíritu para que sea núcleo de Amor en nuestra vida, aunque, a veces, no lo tomemos en cuenta; y, por fin, se hizo uno de nosotros para enseñarnos y animarnos a caminar en su grandeza y felicidad... ¿Qué más podemos pedir? ¿Qué nos falta para ser como Dios, es decir, para ser lo que estamos –por naturaleza creada– llamados a ser? Dios no se hizo hombre por deporte, sino porque nos era indispensable que lo hiciera, si no, toda la creación sería un gran fracaso: ¡Dios es siempre fiel a sus planes de Vida y Felicidad, aunque no lo entendamos!

Es justo, y saludable –es decir, nos hace bien hacerlo– bendecir al Señor siempre y sin descanso, pero con la vida, no solo con las palabras, pues éstas, si no están avaladas por la vida se convierten en una ‘falsedad objetiva’ que nos acusa todos los días... por eso el Apóstol, en su primera carta a los corintios, hablando de la mala celebración de la Eucaristía, dice, con dolida claridad: “Quien come y bebe sin reconocer el cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación” (1Cor. 11, 29).

En la vida cristiana –como en la verdadera vida humana– lo real es la verdad interior, lo que se muestra fuera del ‘corazón’ o nace de su interior así o es mentira viva que condena al que la vive.

Por eso Pablo nos pide no ir tras cosas llamativas, sino cultivar el interior en el que vive el Señor y nos llama cada día a más, apoyándonos con todos sus dones: a eso Pablo lo llama “ser dignos” de su llamado. Es la actitud viva de Zaqueo, quien, ante la visita del Señor a su casa –al que recibe sinceramente– se pone a disposición de la Misericordia de Dios que le visita y opta por dejar todo lo que lo separe de Él, es decir, el egoísmo que lo lleva a las injusticias y malos tratos a los demás.

Dios nos bendice. Él nos ama. Abrámonos cada día más a su Misericordia: con Él nada se pierde.

Unidos en oración con María, la Madre de la Misericordia y del Amor Providente, Dios:
P. José Mª Domènech SDB

«Hoy ha llegado la Salvación a esta casa»

¿Cómo hacernos dignos de la Misericordia de Dios? ¡Imposible, pues ésta es un don nacido de la misma naturaleza de Dios! Lo que sí nos debemos preguntar seriamente es ¿cómo colaborar para que se haga real y fecunda la Misericordia de Dios en nosotros? Es lo que Pablo pide para nosotros.

La Misericordia de Dios es fruto de la inmensa grandeza de su poder, que es Amor eterno.

Nosotros somos sus beneficiarios, pero también responsables de ella en nuestra vida: se nos da gratis, sí, pero nos pide fecundidad. En esta fidelidad fecunda podemos entender lo que Pablo dice sobre “los haga dignos de su llamado” a la vida, por su Misericordia y por su deseo de que nuestra vida sea grande como la suya. Lo único importante es hacer fecunda en nosotros la Gracia de Dios.

Nos toca a nosotros el esfuerzo y a Dios su Gracia Providente. Él no falla jamás: ahí tenemos su Palabra, su Hijo encarnado, su Espíritu, la Comunidad, los Sacramentos... y nosotros, ¿qué?

Evitamos a “los malos elementos”, y es ‘prudente’, pero ¿imitamos a Jesús tratando de ayudarles a superar su situación –cuidándonos en Cristo– para no acabar atados al error? Eso es lo cristiano.

Dios vive inclinado a nuestra miseria con toda la Misericordia de su Amor. ¡Acerquémonos confiados, pues el Señor vino a salvar lo que estaba perdido, es decir, a nosotros, sus hijos amados!

Zaqueo aprovecha la llegada de Jesús en su vida: ¡Reacciona comprometiendo toda su persona!

También hoy Jesús nos dice a cada uno: “Baja rápido, porque tengo que ‘alojarme’ en tu vida”

¿Qué nos impide recibir a Jesús en nuestro mundo? ¿Qué intereses nos separan del Amor de Dios?

Dios ama la vida que ha creado –sobre todo al ser humano– y lo cuida como la niña de sus ojos

El verdadero poder de Dios se ve en su Misericordia que busca salvar al ofensor pobre y débil.

Dios ama a toda persona creada por Él y, en su pedagogía, no destruye al que le abandona o se le opone, sino que le hace ‘gustar’ las consecuencias de su pecado para que se arrepienta y vuelva.

Dios nos llama para vivir en su grandeza, pero no puede obligarnos, es necesario que nos fiemos

Alabamos al Señor por su Amor, que nos cuida maternalmente, pero con paterna firmeza.

Para Pablo es vital que nuestra fidelidad al Señor se apoye no en nosotros mismos, en nuestras expectativas o en profecías llamativas, sino en la vocación a la Vida y al Amor con la que el Señor nos ha llamado. No nos dejemos engañar: Dios nos cuida; ¡seamos dóciles! Eso es lo importante.

En Cristo, Dios nos invita a dejarnos salvar: aceptémoslo en nuestra vida y convirtiéndonos a Él

Zaqueo no era una persona ‘digna de aprecio’: su profesión –comprometida con el dominador– facilitaba la prepotencia y abuso; pero se abrió al paso de Dios por su vida. No perdió la oportunidad.

También nosotros somos llamados como Zaqueo, aunque no nos creamos tan ‘malos’ como él.

¿Nos sentimos llamados por Jesús, que desea entrar en nuestra vida, para ofrecernos la Salvación?

Sería trágico que Jesús pase hoy día por nuestra vida y nosotros no estemos atentos su llamado: ¡moriríamos pequeños y solos, después de haber tenido la misma Salvación de Dios en el interior!

Pidamos a María secundar ahora la vocación a la Vida Nueva y feliz a la que nos llama Jesús.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO C – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXI

Dios es Misericordia y nos da su Salvación en Cristo; ésta llega a nuestra vida cuando le aceptamos en nuestra vida haciendo lo que nos pide

Sab. 11, 22-12, 2:
Señor, el mundo estero es, delante de Ti,... como un grano de polvo... Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan. Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho... ¿Cómo podría subsistir una cosa si Tú no quisieras?... Pero Tú eres indulgente..., Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Por eso reprendes poco a poco a los que caen... recordándoles sus pecados para que se aparten del mal y crean en Ti, Señor.

Sal. 1441-2.8-11.13c-14: Bendeciré al Señor siempre y en todo lugar

2Ts. 1, 11-2, 2:
Rogamos constantemente por Uds., a fin de que Dios los haga dignos de su llamado y lleve a término en Uds., con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la Fe... Acerca de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con Él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen...

Lc. 19, 1-10: Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad... un hombre muy rico, llamado Zaqueo,... quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro... Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban...: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente: «Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres y, si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la Salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»