abril 25, 2015

«Yo soy el buen pastor»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 26 de abril:

«Yo soy el buen pastor.» Jesús es claro. Lo que es, lo es para nosotros. Lo puede ser por vivir dócil a la vida del Padre que está en el Hijo gracias a la fecunda Comunión del Espíritu en ellos.

No ha venido para sustituir nuestra responsabilidad, sino para ayudarnos a que la percibamos con claridad, pues el pecado, que nos tiene cegados, no nos permite ver profundidad de la realidad; solo vemos su apariencia superficial y todavía con la ‘enferma’ visión que cada uno tiene, por eso es tan difícil –si no imposible– que solos construyamos la Comunión entre nosotros –a pesar de desearla ardientemente– y menos la paz, que es el más preciado de sus frutos.

La riqueza de nuestra realidad interior es inmensa. San Juan nos dice que somos hijos de Dios y no se ha manifestado aún lo que seremos, hasta que veamos a Dios cara a cara, como Jesús.

Él nos da una libertad que debemos aprender a usar escuchando su voz y siguiéndole, para que su Vida nueva reconstruya la nuestra –personal y social–. También hoy Jesús nos llama por nuestro nombre, nos guía, da su vida por nosotros, nos renueva y nos pide aceptar la verdad de su Amor: solo Él es el Salvador, de Él recibimos una vida llamada a madurar hasta ser como Dios.

Unidos en oración con María, la Madre del único Salvador, el Buen Pastor:

P. José Mª Domènech SDB


«Yo soy el buen pastor»

Jesús está en el templo de Jerusalén, donde se celebraba la fiesta de la nueva dedicación del templo; pues éste había sido profanado, a consecuencia de la mala conducta de las autoridades religiosas de la época. Aquí hay que situar este discurso del Buen Pastor: Él no profanará la misión dada por su Padre.

La consagración del Nuevo Templo, no hecho por manos humanas, será permanente por el don voluntario de la vida del que es el perfecto Templo de Dios: Él lo ha enviado como nuestro Pastor –toda la humanidad: israelitas o no–: su rebaño es universal, de todo tiempo, raza, nivel, sexo y sociedad.

Es necesario, vital, que todos tengan la oportunidad de encontrarse con Jesús, pues somos –todo ser humano– hijos de Dios. Pero no basta serlo, es indispensable aceptarlo para vivirlo y permitir que el Señor, nuestro Buen Pastor, nos vaya transformando la vida gracias a nuestra escucha y seguimiento.

Pedro confiesa a las autoridades quién es Jesús, al que ellos rechazaron. Se lo muestra con hechos y palabras. La reacción no será en absoluto acogedora: les domina la cerrazón y la muerte que les habita.

San Juan nos hace notar cuál es nuestra identidad natural y nuestra vocación natural y sobrenatural, ya que la naturaleza humana, cada persona humana –esté en el estado en el que esté, exterior o interiormente– es hija de Dios, porque Él le creó con sumo y eterno Amor, pues así es el Amor de Dios.

Lo que seremos se verá en la medida que vivamos en Dios. Esto comienza a ser realidad ya aquí, en el misterio de la caridad, por la Fe en el Padre de nuestro Señor Jesucristo, pero a su plenitud se llega en la Vida eterna, en la que vivimos la feliz presencia del Padre por el Hijo en el Espíritu Santo.

Los cálculos de interés egoísta, mientras nuestros hermanos, hijos o personas a nuestro cargo se hunden o pierden en los engaños de la realidad, nos distancian de la actitud de dar la vida del Buen Pastor, al que los cristianos decimos seguir. Ante el lobo que ataca –y lo hace siempre– no se puede calcular así.

La verdad es una y siempre libera, sana y salva, en la medida que es aceptada personal y sinceramente.

La curación del inválido en la puerta del templo ha permitido a éste entrar en él por su propio pie.

Dios nos dio la libertad para que asumamos nuestras decisiones, con la responsabilidad que supone.

El pecado esclaviza; Jesús nos libera de él: ¡es el Salvador! Pedro lo afirma con libertad y claridad.

La realidad de lo que somos por Voluntad de Dios es maravillosa, pero necesitamos asumirla ya ahora.

Somos hijos de Dios, ya que Dios es Padre de todos –de cada ser humano– siempre y en todo lugar.

Lo que Juan dice va más allá: nuestro futuro será maravilloso, pues Dios nos pensó felices en su Casa.

Es necesario ver a Dios ‘cara a cara’ y somos santos si vamos aprendiendo a hacerlo desde ahora.

Sabiendo que no estamos solos, pues Cristo nos guía y acompaña, nuestra esperanza se fortalece.

Nuestra vida no está abandonada a su suerte: el Padre envía a su Hijo para que nos guíe hacia Él.

Jesús se nuestra como nuestro Buen Pastor. Bueno, pues siempre da su vida para defender la nuestra.

Él no hace cálculos en base a intereses egoístas: su absoluto interés es vivir la Voluntad de Padre.

La Voluntad del Padre es una: que sus hijos lleguen a su Casa sin perderse y siempre gocen como Él.

Como el Padre da vida, ésa es la forma de vivir de su hijo, y más la del Pastor, si quiere ser bueno.

Pidamos a María ser, para nuestros hermanos, pastores como Jesús, que damos la vida para su bien.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO B – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO IV

El cristiano, hijo de Dios como toda persona humana, está llamado a ser buen pastor de quien le rodea iluminando su vida con la vida y Luz de Cristo

Hch. 48-12:
Pedro inspirado por el Espíritu Santo, dijo: «Jefes del pueblo y ancianos, ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y cómo fue sanado, sepan Uds. y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de Uds. por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, el que Uds. crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos... Porque en ningún otro existe la salvación, ni hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el cual podamos salvarnos.»

Salmo 1171.8-9.21-23.26.28-29: Den gracias al Señor, porque es eterno su Amor.

1Jn. 31-2:
Miren cómo nos amó el Padre: quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y lo somos realmente. Si el mundo no nos conoce es, porque no lo ha reconocido a Él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es.

Jn. 1011-18: Jesús dijo: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, que no es el pastor, y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo, las arrebata y las dispersa... Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a Mí –como el Padre me conoce a Mí y Yo conozco al Padre– y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: éste es el mandato que recibí de mi Padre.»




abril 05, 2015

PASCUA 2015

Feliz y Santa Pascua de resurrección! Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz!


Cantemos al Señor con la bella composición de Marcello Giombini:



Gloria, gloria a Dio nell'alto dei cieli gloria.
E pace, e pace in terra agli uomini
di buona volontà.
Noi ti lodiamo, ti benediciamo,
ti adoriamo, ti glorifichiamo,
ti rendiamo grazie per la tua gloria immensa.

Signore, figlio unigenito,
Gesù Cristo, Signore Dio,
Agnello di Dio, figlio del Padre,
tu che togli i peccati, i peccati del mondo
abbi pietà di noi, abbi pietà di noi.
Tu che togli i peccati, i peccati del mondo,
accogli, accogli la nostra supplica.

Tu che siedi alla destra, alla destra del Padre,
abbi pietà di noi, abbi pietà di noi.

Perché tu solo il santo. Tu solo il Signore,
tu solo l'Altissimo, Gesù Cristo.
Con lo Spirito Santo nella gloria di Dio Padre. Amen.



Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este Domingo de Pascua, 5 de abril:


PASCUA


Con este domingo se cierra el Triduo Pascual. Celebramos la Pascua del Señor. Solemnidad de solemnidades, ninguna fiesta cristiana está a su nivel. Ella es la que da razón de ser todas las demás.

¡El Señor ha resucitado, como anunciaron las Escrituras! Es día grande para todos: ¡Estamos salvados! Siempre en la conciencia cristiana tenemos esta pregunta clave: ¿Aceptamos este gran don?

No nacimos para la esclavitud, ninguna esclavitud, pues cualquiera de ellas no queda solo en la persona siempre tiene repercusiones en quienes la rodean, llega a marcar su ambiente social.

La peor de las esclavitudes es la del pecado, pues, aunque alguien encuentre auto-complacencia en alguno de ellos, siempre sea auto-degrada. Cuando la persona lo percibe, ve su propio proceso de descomposición moral, y –como no nacimos para esto– se siente mal y busca una real salida. Cuanto más tarde en encontrarla y asumirla, más se angustiará, se enfermará y se perjudicará hasta morir y matar.

El pecado es fruto de la acción del maligno que desea destruir la obra de Comunión Creadora-Salvadora-Santificadora de Dios. Él, para ayudarnos, nos enriquece con la cercanía de su Gracia.

Dejarse atrapar por el pecado es darle poder destructivo en nosotros y en nuestro mundo. Ésa es la naturaleza del mal, éste vive de la importancia, atención y capacidad de dominio que le damos.

Aceptar la Salvación de Dios significa vivir en Cristo Jesús y en su Comunidad: dando vida, construyendo unidad con cada actitud de la vida y, ante el error –cosa normal– convirtiéndonos sin cesar.

Quien busque aprender a obedecer al Señor de la vida, tendrá, en Él, su seguro y feliz futuro.

Estamos llamados a vivir como resucitados en Cristo sólo así el mundo podrá creer en el Señor.

Dios, al enviar a su Hijo como testigo y comunicador de su Amor, pensó siempre y solo en nosotros

Pasó por el mundo haciendo el bien y sanando a los que estaban oprimidos por el mal.

Descripción perfecta del apóstol Pedro al referirse a Jesús.

La vida del Maestro fue estar atento a la Voluntad del Padre para llenar de vida y alegría a los que se acercaban confiándole su necesidad de liberación del mal, físico, psíquico, moral o religioso.

Dios es suprema Comunión Trinitaria de Amor y Vida, por eso el pecado no tiene el poder definitivo

Dios nos libera pidiéndonos que nos fijemos solo en Él, pues somos sus hijos amados y Él es nuestro Padre, Maestro y Horizonte de grandeza y desarrollo infinito. Él es quien resucitó a su Hijo de entre los muertos para que su Vida fluyera a nosotros y nos llenara.

Él nos da su Espíritu, invitándonos –con constancia renovada– a vivir aceptándolo como Padre, como lo vivió Jesús, hombre cabal y perfecto, en quien se cumple el único y eterno Plan del Padre.

Jesús nos llama a vivir como resucitados y así invitar, y enseñar, a nuestros hermanos a creer

Vivir como resucitados es vivir en la sencillez de mirar siempre al Señor para seguirle. Estar atentos a lo que nos va indicando y saber descubrir su presencia y Amor en los signos que nos ofrece.

Este estilo de vida es capaz de renovar el mundo sin hacer ruido, pero con suma eficiencia, como levadura, nos da la capacidad de superar todo límite y esclavitud, sobre todo el pecado.

Toda persona y toda generación hace su propio camino. En ello vemos el maravilloso éxito de Dios –Padre Providente, Hijo Fiel y Espíritu Renovador– que lleva a todos y a cada uno a la Santidad.

Pedimos a María nos enseñe a vivir todos los días como resucitados, dando Vida, Perdón y Paz.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO B – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO I

Ser cristiano es ser de Cristo en su Comunidad y alimentarnos de Él. Somos responsables de dar al mundo, hoy, la Salvación del Señor resucitado.

Hch. 10, 34a.37-43:
...«Ya saben lo que ha pasado últimamente en todo el país de los judíos, comenzando por Galilea... Me refiero a Jesús de Nazaret... pasó por todas partes haciendo el bien y dando la salud a todos los que estaban bajo el dominio del demonio porque Dios estaba con Él... lo mataron colgándolo de una cruz... Dios lo resucitó al tercer día... Él nos ordenó que predicáramos al pueblo... Todos los profetas dan testimonio a su favor... quien cree en Él recibe el perdón de sus pecados en su nombre».

Salmo 1171-2.16ab-17.22-23: Este es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos en Él.

Col. 3, 1-4:
Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha del Padre, ...no las de la tierra... su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es la vida de Uds., también Uds. se manifestarán con Él, llenos de gloria.

Jn. 20, 1-9: El primer día de la semana muy de mañana... María Magdalena se fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo... y les dijo: «Se han llevado... al Señor...» ...salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos... llegó Simón Pedro..., entró en el sepulcro y vio las vendas en el suelo y también el sudario... enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo...: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según las Escrituras, Él debía resucitar de entre los muertos.




abril 04, 2015

Sábado Santo 2015

Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este Sábado Santo, 4 de abril:


SEMANA SANTA - SÁBADO SANTO
Hoy es el día de la inquebrantable fidelidad de Dios, nuestro Padre, que mantuvo su silencio durante el dolor de la pasión. Es día de alegría, confianza, optimismo y compromiso: ¡El Padre ha resucitado a su Hijo encarnado por su dócil fidelidad al Espíritu que guió siempre toda su vida!

La creación fue hecha para gozar de la gloria de Dios, quien mostró una renovada fidelidad al hombre pobre, débil y frágil, y le guió, con Misericordia educativa, hacia una creciente madurez.

El mensaje que se encomendó a las mujeres dar a los discípulos es el que nosotros, con el Espíritu nuevo prometido en Ezequiel, debemos dar a las nuevas generaciones en ésta nuestra cultura. No temamos las múltiples discriminaciones y persecuciones imperantes: ¡anunciemos la Vida nueva!

Con la Resurrección del Señor Jesús, la creación ha recuperado su sentido primigenio.

Los hombres, todos, somos invitados, como Abraham, a confiar en la Providencia divina y a dejarnos guiar por el Señor de la Vida, quien, para defender nuestros mejores intereses, pide a su Hijo que testimonie su Amor Fiel, Misericordioso con el don de su Vida en obediencia que se sacrifica purificándonos con el agua y el fuego del Espíritu y nos invita a vivir en la Justicia de su Amor.

La entrega de Amor de su Hijo nos libera de la esclavitud del pecado, la peor de todas. Nos restaura en su Amor primero; nos ofrece integrarnos en su Comunidad de discípulos y, en ella, nos regala su Palabra, que por sí misma es fecunda; nos pide a serle fieles para poder ser realmente felices y vivir llenos paz interior y, desde ahí, ser constructores de paz en la familia y en la sociedad.

Los dones de Dios son fecundos. Si somos dóciles, recibiremos el gozo de la Salvación y, viviéndola en creciente esfuerzo de fidelidad, la compartiremos. Es lo que nos pide el Señor. ¡No temamos!

“Vuelvan a Galilea”, pide a los discípulos; vuelvan a su trabajo diario, nos dice a nosotros, allí me verán, allí es donde deben anunciarme, con los hechos del deber cotidiano, como el Salvador.

Pidamos a María vivir nuestro bautismo de verdad, es decir, como salvados, resucitados en Cristo.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

SEMANA SANTA - SÁBADO SANTO

Dios nos ha creado para la vida plena y feliz, es decir, para dar vida; por eso nos da el Espíritu del Resucitado: Don de Vida nueva para todos

Gn.1,1-2,2:
...el espíritu de Dios se cernía sobre las aguas... y vio Dios que era bueno... Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza... y vio Dios que todo lo que había hecho era verdaderamente muy bueno...

Salmo 1031-2a.5-6.10.12-14.24.35c: Envía tu Espíritu, Señor que renueve la faz de la tierra.

Gn. 22, 1-13.15-18:
...Abraham, Abraham... Aquí me tienes, Señor... ...toma a tu hijo, a tu hijo único... y sacrifícamelo... No hagas daño al niño... Por no haberte resistido... juro por mí mismo que te llenaré de bendiciones... porque has obedecido lo que te pedí.

Salmo 155.8-10.11: Protégeme, Señor, en ti encuentro mi refugio.

Ex. 14, 15-15,1a:
¿Por qué estos gritos de auxilio? Ordena a los israelitas que se pongan en marcha... El ángel del Señor caminaba delante... Las aguas se partieron y los israelitas caminaron por tierra seca en medio del mar... Aquel día el Señor salvó a Israel de la mano de los egipcios...

Salmo Ex. 151-6.17-18: Canten al Señor, sublime es su victoria.

Is. 54, 5-14:
Tu creador se ha hecho tu esposo... Quedarás sólidamente restaurada, rodeada de afecto...

Salmo 292.4-6.11-12a.13b: ¡Con qué alegría te ensalzo, Señor.

Is. 55, 1-11:
...los sedientos, vengan por agua... busquen al Señor ahora que se deja encontrar... Así como la lluvia y la nieve caen del cielo y no vuelven sin dar fruto... así es mi palabra... no volverá a mí sin haber... cumplido la misión confiada.

Salmo: Is.122-4bcd.5-6: Con alegría irán a buscar agua de las fuentes de la salvación.

Ba. 3, 9-15.32.4,4:
Escucha Israel, los preceptos de vida... Él es nuestro Dios nadie se le puede
comparar... No des a otro tu gloria... Nosotros conocemos cómo debemos agradar al Señor.

Salmo 188.9.10.11: Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna

Ez. 36, 16-17a.18-21:
...obraré... en consideración a mi santo Nombre, que Uds. han profanado entre los gentiles... les reuniré de todos los países y les haré regresar a su tierra... derramaré sobre Uds. agua pura para purificarles... Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo en su interior... mi espíritu... Uds. habitarán en la tierra que di a sus padres. Uds. serán mi pueblo y yo seré su Dios.

Salmo 413.5bcd; 423.4: Como la cierva busca corrientes de agua viva, así te busco a Ti, Dios mío.

Rm. 6, 3-11:
Todos los que hemos sido bautizados en Cristo, nos hemos sumergido en su muerte... Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos en Él... Uds. están muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.

Salmo 1171-2.16ab-17.22-13: Aleluya, aleluya, aleluya.

Mc. 16, 1-8:
...«¿Quién nos moverá la piedra...?» ...la piedra ya estaba apartada. «No tengan miedo. Buscan a Jesús de Nazaret, el crucificado. ¡Ha resucitado!, no está aquí. Digan... a Pedro que irá delante de Uds. a Galilea; allí le verán...»




El misterio del Sábado Santo


A propósito de esta fecha, compartimos la hermosa y brillante reflexión realizada por SS Benedicto XVI en mayo 2011 luego de la Veneración de la Santa Sindone, en Torino:

MEDITACIÓN DEL PAPA EMÉRITO BENEDICTO XVI:
EL MISTERIO DEL SÁBADO SANTO

«Se puede decir que la Sábana Santa es el icono del misterio del Sábado Santo. De hecho, es una tela sepulcral, que envolvió el cadáver de un hombre crucificado y que corresponde en todo a lo que nos dicen los Evangelios sobre Jesús, quien, crucificado hacia mediodía, expiró sobre las tres de la tarde.

Al caer la noche, dado que era la Parasceve, es decir, la víspera del sábado solemne de Pascua, José de Arimatea, un rico y autorizado miembro del Sanedrín, pidió valientemente a Poncio Pilato que le permitiera sepultar a Jesús en su sepulcro nuevo, que había mandado excavar en la roca a poca distancia del Gólgota.

Obtenido el permiso, compró una sábana y, después de bajar el cuerpo de Jesús de la cruz, lo envolvió con aquel lienzo y lo depuso en aquella tumba (cf. Mc 15, 42-46). Así lo refiere el Evangelio de san Marcos y con él concuerdan los demás evangelistas.

Desde ese momento, Jesús permaneció en el sepulcro hasta el alba del día después del sábado, y la Sábana Santa de Turín nos ofrece la imagen de cómo era su cuerpo depositado en el sepulcro durante ese tiempo, que cronológicamente fue breve (alrededor de día y medio), pero inmenso, infinito en su valor y significado.

El Sábado Santo es el día del ocultamiento de Dios, como se lee en una antigua homilía: «¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad, porque el Rey duerme (...). Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción a los infiernos» (Homilía sobre el Sábado Santo: PG 43, 439).

En el Credo profesamos que Jesucristo «padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos». (...)

La Sábana Santa se comporta como un documento «fotográfico», dotado de un «positivo» y de un «negativo». Y, en efecto, es precisamente así: el misterio más oscuro de la fe es al mismo tiempo el signo más luminoso de una esperanza que no tiene confines.

El Sábado Santo es la «tierra de nadie» entre la muerte y la resurrección, pero en esta «tierra de nadie» ha entrado Uno, el Único que la ha recorrido con los signos de su Pasión por el hombre: «Passio Christi. Passio hominis».

Y la Sábana Santa nos habla exactamente de ese momento, es testigo precisamente de ese intervalo único e irrepetible en la historia de la humanidad y del universo, en el que Dios, en Jesucristo, compartió no sólo nuestro morir, sino también nuestra permanencia en la muerte. La solidaridad más radical.

En ese «tiempo más allá del tiempo», Jesucristo «descendió a los infiernos». ¿Qué significa esta expresión? Quiere decir que Dios, hecho hombre, llegó hasta el punto de entrar en la soledad máxima y absoluta del hombre, a donde no llega ningún rayo de amor, donde reina el abandono total sin ninguna palabra de consuelo: «los infiernos».

Jesucristo, permaneciendo en la muerte, cruzó la puerta de esta soledad última para guiarnos también a nosotros a atravesarla con Él. Todos hemos experimentado alguna vez una sensación espantosa de abandono, y lo que más miedo nos da de la muerte es precisamente esto, como de niños tenemos miedo a estar solos en la oscuridad y sólo la presencia de una persona que nos ama nos puede tranquilizar.

Esto es precisamente lo que sucedió en el Sábado Santo: en el reino de la muerte resonó la voz de Dios. Sucedió lo impensable: es decir, el Amor penetró «en los infiernos»; incluso en la oscuridad máxima de la soledad humana más absoluta podemos escuchar una voz que nos llama y encontrar una mano que nos toma y nos saca afuera.

El ser humano vive por el hecho de que es amado y puede amar; y si el amor ha penetrado incluso en el espacio de la muerte, entonces hasta allí ha llegado la vida. En la hora de la máxima soledad nunca estaremos solos: «Passio Christi. Passio hominis».

Este es el misterio del Sábado Santo. Precisamente desde allí, desde la oscuridad de la muerte del Hijo de Dios, ha surgido la luz de una nueva esperanza: la luz de la Resurrección. Me parece que al contemplar este sagrado lienzo con los ojos de la fe se percibe algo de esta luz.

La Sábana Santa ha quedado sumergida en esa oscuridad profunda, pero es al mismo tiempo luminosa; y yo pienso que si miles y miles de personas vienen a venerarla, sin contar a quienes la contemplan a través de las imágenes, es porque en ella no ven sólo la oscuridad, sino también la luz; más que la derrota de la vida y del amor, ven la victoria, la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio; ciertamente ven la muerte de Jesús, pero entrevén su resurrección; en el seno de la muerte ahora palpita la vida, pues en ella habita el amor.

Este es el poder de la Sábana Santa: del rostro de este «Varón de dolores», que carga sobre sí la pasión del hombre de todos los tiempos y lugares, incluso nuestras pasiones, nuestros sufrimientos, nuestras dificultades, nuestros pecados —«Passio Christi. Passio hominis»—, emana una solemne majestad, un señorío paradójico.

Este rostro, estas manos y estos pies, este costado, todo este cuerpo habla, es en sí mismo una palabra que podemos escuchar en silencio ¿Cómo habla la Sábana Santa? Habla con la sangre, y la sangre es la vida.

La Sábana Santa es un icono escrito con sangre; sangre de un hombre flagelado, coronado de espinas, crucificado y herido en el costado derecho. La imagen impresa en la Sábana Santa es la de un muerto, pero la sangre habla de su vida.

Cada traza de sangre habla de amor y de vida. Especialmente la gran mancha cercana al costado, hecha de la sangre y del agua que brotaron copiosamente de una gran herida provocada por un golpe de lanza romana, esa sangre y esa agua hablan de vida. Es como un manantial que susurra en el silencio y nosotros podemos oírlo, podemos escucharlo en el silencio del Sábado Santo.

Queridos amigos, alabemos siempre al Señor por su amor fiel y misericordioso. Al salir de este lugar santo, llevamos en los ojos la imagen de la Sábana Santa, llevamos en el corazón esta palabra de amor, y alabamos a Dios con una vida llena de fe, de esperanza y de caridad».

Meditación de Benedicto XVI en su visita pastoral a Turín, durante la veneración de la Sábana Santa, 2 de mayo de 2010


Fuente: News.va Español

abril 03, 2015

Viernes Santo 2015

Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este Viernes Santo, 3 de abril:

SEMANA SANTA - VIERNES SANTO
El viernes santo es el día del amor hasta el extremo: dar la propia vida en sacrificio expiatorio por nuestra salvación y esto hasta el punto de no quedarle nada... Judas le entrega, Pedro le niega, los otros escapan... solo una mujeres le siguen... Queda solo y lo siente profundamente en el alma.

La horrible experiencia de Jesús debe ser mirada desde la fidelísima obediencia de Jesús a la Voluntad salvífica de su Padre; solo esta mirada nos da la perspectiva adecuada.

O lo miramos todo desde arriba o nos perdemos en la maraña complicadísima de la historia, que, por eso, muchas veces nos resulta incomprensible.

Existió tan solo para orientar, socorrer y salvar a los débiles, pecadores, enfermos; a los que mal-viven según sus limitadísimas posibilidades y no logran comprender sus reales necesidades para cumplir el fin profundo y más real de su vida, que les tiene existencial y sistemáticamente inquietos.

El éxito humano, y sobre todo del creyente, en maduración continua, está en desarrollar la vida dándola, sin buscarse a sí mismo ni esperar el efímero –y muchas veces falso– aplauso de los otros.

La entrega redentora del Señor en sacrifico de amor para la Vida nueva de todos, tiene sólo una motivación: comunicarnos y compartir con quienes lo acepten, el Amor libérrimo de la Comunión Trinitaria, entregado a nosotros, libre de toda atadura, por el Hijo obediente al Padre, pues vive con la fuerza transformadora del Espíritu, de quien se ha dejado siempre conducir.

Las visiones de la realidad son miles: ¡y muchas, seguras de tener razón! Pueden cuestionar a los demás, pues están convencidas de que saben, conocen, tienen la verdadera perspectiva. ‘¿Quién, que sea inteligente, podrá dudarlo?’, dicen. Esto hace más difícil y dura la convivencia. ¡Cuántas guerras –pequeñas y grandes– sociales, familiares, ideológicas y hasta de apariencia religiosa! Quien las arma no se cree necio, está convencido de tener razones ‘válidas’, pero con perspectiva inadecuada.

El pueblo de Dios ora al Padre –como Jesús en la cruz– por todos los hombres, de cualquier cultura, sexo y condición social o religiosa, porque Cristo se dio por todos, sin excepción alguna.

Nacimos para algo más que para pasarla bien o para vendernos a los aplausos efímeros de otros

Fue masacrado por nuestras rebeliones, dice el profeta, y lo creímos condenado. Su salvación fue la íntima, constante e incondicional fidelidad al Amor de su Padre, que lo había enviado.

Es evidente que esto cuesta y duele. Todo lo valioso se consigue con disciplina y sacrificio.

El Señor da la Vida, porque la tiene plena en sí, para que seamos felices desde lo más profundo.

Todo Dios se nos entrega en amor para la Vida de todos sin distinción: Él nos busca a todos

El autor de la carta a los hebreos lo dice con claridad: sufriendo aprendió a obedecer... y la obediencia le enseñó el camino de la libertad que da fuerza liberadora a la propia vida: asumir el dolor que trae consigo el dar vida a otros y la disciplina de buscar la verdad para el bien a fin de no quedar atados a las apariencias del brillo de lo pasajero, que mañana ya no es considerado valioso.

Necesitamos vivir en el Amor del Señor hasta el final para poder hacer nuestra la Vida nueva que Él nos ofrece en cada celebración litúrgica. Así seremos como Cristo en medio del mundo.

No es el sacrificio en sí ni sus razones lo que salva, sino el Amor del Dios que da su vida por amor

Las tres personas de Dios, Comunión trinitaria, estuvieron, y siguen estando presentes, en el sacrificio del Calvario, tanto el cruento de hace más de 20 siglos, como el incruento que celebramos en cada una de las Misas a lo largo y ancho del mundo, vividas a cada momento de nuestro día.

Jesús vivía en el real Amor de Dios, por eso no hizo guerra: dio, y da, la su Vida por nosotros.

Si vivimos así, dando vida siempre, aunque tengamos que trabajar duro y sufrir, su Salvación será nuestra y la podremos compartir con todos. El Padre confía en nosotros y eso es lo que espera.

Pidamos a María nos enseñe, y ayude a cada familia cristiana, a vivir dando la propia vida.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

SEMANA SANTA - VIERNES SANTO

Para el desarrollo integral de la vida humana es básica la actitud de solidaridad honesta –al estilo de Dios– que busca el bien real de la persona

Is. 52, 13-53, 12:
Sí, mi servidor triunfará... ...despreciado por los hombres, abrumado de dolores... traspasado por nuestras rebeldías... se humillaba... llevaba el pecado de muchos e intercedía...

Salmo 302.6.12-13.15-17.25: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Hb. 4, 14-16; 5, 7-9:
...sometido a las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado... sufriendo aprendió a obedecer. Así llegó a ser, para los que le obedecen, causa de salvación.

Jn. 18, 1-19, 42: Prendieron a Jesús y lo ataron como a un malhechor... «¿No eres tú también de sus discípulos?» «¡No lo soy!» «Mi Reino no es de este mundo... He venido para dar testimonio de la Verdad...» Lo crucificaron y con él a otros dos malhechores... «Mujer, ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre...» «Tengo sed»... «Todo está cumplido»... y expiró.




abril 02, 2015

Jueves Santo 2015

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este Jueves Santo, 2 de abril:

«¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!» ¿Puede haber una decisión más sabia y atinada que ésta? El jueves Jesús adelanta el don de su vida; lo confía a la Iglesia y nos enseña qué es amar en concreto a los hermanos para construir realmente comunidad, como Dios es Comunión.

El viernes se entrega al poder de las tinieblas para destruir, desde su propio interior, el poder que éste tiene en nuestra sociedad y cultura, que, lejos de Cristo, en sus bases, poco ha cambiado.

El sábado se dedica a construir su Comunidad entre los que se nos habían adelantado; y destruye el poder de la muerte en la madrugada del domingo: el primer día de la nueva creación.

Su Comunidad vivirá siempre en la presencia y horizonte del Amor de Dios abierto a todos.

Jesús nos anima a fiarnos de Él, de su Palabra y Comunidad y a enriquecernos con sus sacramentos para vivir en el constante dar la vida como Él, para que los hermanos le puedan aceptar.

Unidos en oración con María, Madre del Salvador, que jamás nos abandona:

P. José Mª Domènech SDB

SEMANA SANTA - JUEVES SANTO

El jueves santo celebramos el Amor, cuya fuente es el mismo Dios, que vive hasta el extremo su compromiso de Vida con nuestra vida, tan venida a menos: da la propia vida para servir desinteresadamente a los que le necesitan para su bien y hasta el punto de hacerse oblación y alimento...

¡El cristiano vive en Cristo para ‘ser comido y asimilado’, según las posibilidades y necesidades del que nos necesita; para que el otro pueda madurar en la vida que Dios mismo le ha confiado para todos!

El evangelio de san Juan marca el sentido interior de la Eucaristía: servir a todos, sobre todo a los pecadores, para abrirlos a la Vida nueva del Señor, pues a todos debe extenderse el beneficio del gesto de libertad suprema del Maestro, sin otra finalidad escondida, por noble que sea.

Sólo le agradecemos a Dios la Vida y Salvación recibida, cuando vivimos ofreciendo a todos obras de vida y salvación. Eso nos dice el salmo 115, que el Señor pone hoy en nuestros labios.

El Señor entrega su vida en sacrifico de amor para la Vida nueva de todos, la razón de esta entrega es comunicar y compartir el Amor eterno y libérrimo de Dios, Padre-Hijo-Espíritu.

Los ministros ordenados deben aprender de su Maestro a vivir así: ése es su único éxito.

Éste es el éxito personal del cristiano, por eso necesita aprender –de Cristo– a ser servidor maduro.

Esto no se busca ni se exige: es resultado del don de la propia vida buscando que el otro tenga vida y en abundancia; así nuestra alegría llegará a ser plena, como Jesús dice durante la última cena.

Ser cristiano es servir a la vida plena y liberación de toda esclavitud del hermano, como Jesús

El pueblo de Israel se ciñó a las indicaciones de la celebración pascual para que el Señor no les dejara en la muerte de Egipto. El pueblo cristiano debe valorar la celebración eucarística como algo vital, pues eso es: paso del Señor-Salvador por nuestra vida para llenarla de su Amor.

Sólo ese Amor vivo en nosotros nos permite poderlo llevar vital y efectivo a nuestros hermanos.

Necesitamos vivir este Amor del Señor para asimilar la Vida Plena que Él nos ofrece en cada Eucaristía. Debemos hacerlo nuestro y servir como Él, en oblación para bien de todos.

Vivimos la Eucaristía al hacernos Eucaristía dando al mundo la Salvación del Dios de la Vida

La entrega sacramental del Señor nos interpela, aclara Pablo en su primera carta a los corintios.

Debemos celebrar el don de la vida del Señor con intención y voluntad explícita de vivir en el Señor los criterios de vida que Él nos ha confiado a beneficio de la entera humanidad.

No hacerlo así es hacerse reo de la Salvación y Vida nueva que Él nos confía en cada Eucaristía.

Agradecer a Dios pide entregar, como Él, la vida que se nos ha confiado para el bien de los demás

Podemos ‘rebelarnos’ al modo de Pedro y de tantos otros, por una falsa humildad o respeto al Señor. Eso nos ‘mundaniza’, según expresión del Papa Francisco, y nos deja en la pobreza y limitación de criterios del mundo, con su el individualismo, y su carga de disociación familiar y social; con su pensamiento débil y caduco en todo tipo de ideologías, que nuestro mundo desea imponernos. Esto no enriquece ni a la persona ni a la sociedad sino que perturba todas las relaciones humanas; con el culto a la apariencia, al prestigio, al poder y la manipulación de la conciencia y perversión de los valores.

El Señor pide a los apóstoles que repitan, como memorial, su gesto de servicio: que sean instrumento de vida y de renovación interior, que reciban a todos, que sirvan como Él, sin juzgar ni condenar, que construyan Comunión al estilo de Dios: Comunión Trinitaria.

Para eso es necesario que todos –sacerdote y cristiano– se acerquen al Señor de la Vida y aprendan a vivir con sus criterios. Y eso sólo es posible escuchándole con humilde atención y esfuerzo.

Pidamos a María nos enseñe a vivir cada Eucaristía escuchando al Señor para ser y vivir como Él.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

SEMANA SANTA - JUEVES SANTO

Como Jesús, estamos invitados a ser servidores de vida para el bien y la vida plena de los hermanos. Para eso fuimos creados a imagen de Dios.

Ex.12, 1-8.11-14:
...Elijan un cordero... lo inmolarán...; con un poco de su sangre marcarán los postes y el dintel de la puerta de la casa... comerán la carne de prisa, con las sandalias puestas y el bastón en la mano, pues es el paso del Señor. ...la sangre será señal para indicar las casas donde Uds. están... y así Uds. se liberarán... Este día será Uds. un memorial... lo celebrarán por todas las generaciones...

Salmo 11512-13.15-16.17-18: ¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

1Cor. 11, 23-26:
Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, viene el Señor... siempre que coman de este pan y beban de este cáliz proclaman la muerte del Señor hasta que vuelva.

Jn. 13, 1-15: ...sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre... les amó hasta el extremo... y empezó a lavarles los pies... ¿Entienden lo que he hecho?... Yo... el Maestro y el Señor... les he dado ejemplo para que Uds. hagan lo mismo que yo he hecho.





enero 05, 2015

"Vino a los suyos..."

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 4 de enero:

“Vino a los suyos...” ¿Nos creemos que somos del Señor? Si lo creemos, decidamos vivir abandonados a Él y con afán de escucharle y hacerle caso, pues Él vive totalmente centrado en nosotros. Él nos considera suyos: nos creó a su imagen y para gozar en su Vida de Felicidad, Alegría y Paz sin medida. No podemos ni imaginar lo que Dios nos tiene preparado.

Nada en Dios es respuesta a lo que hagamos. Todo está preparado para ayudarnos en lo que necesitemos; lo tiene todo previsto, pero no impone nada, absolutamente nada, en ningún momento. Su respeto es total y su atención, constante: nos conoce y de Él lo recibimos todo para una vida cada día más profunda y plena. Nadie tiene más interés en nosotros que Él, que nos creó con eterno Amor personal para que compartamos su Vida eternamente feliz. ¡No nos esclavicemos a nada!

Vivamos cada día más libres para Dios, como María, como José, como Jesús, como todos los santos y, en especial, como Don Bosco.

Cristo, el hijo de María y José, nos ayude a vivir más abiertos a Dios, su Padre y Padre nuestro.

Unidos en oración con María, nuestra Madre y Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB


"Vino a los suyos..."

Fuimos creados para la grandeza y felicidad del mismo Dios. Por eso deseamos lograr un modo de vida y relaciones, es decir, una cultura, que nos forme para ser personas que sepan conocer, respetar, cuidar y dominar nuestro mundo –interno y externo– con verdadero señorío, de modo que, sin perjuicios, llevemos cada realidad, sobre todo la personal, a la maduración de su ser y de su obrar, es decir, a ser feliz –ya aquí y con todos– y para siempre.

Los planes de Dios son maravillosos. ¡Pensados solo a nuestro favor y beneficio! Pero ¿estamos atentos y dispuestos a secundarlos? o ¿nos interesa más lo que nos complace; lo que coincide con nuestros planes; lo que podemos asumir sin mucho costo; lo que nos trae algún beneficio controlable por nosotros, sin mirar consecuencias?

Eso le sucede a veces a personas con buenas habilidades y cierto poder gracias al dominio que tienen del conocimiento, de la política, de los negocios, de las relaciones sociales, o, desgraciadamente, por su habilidad de manipular.

Si sabemos escuchar y vivir en el Señor aprendemos a bendecir, alabar, dar gracias y a construir vida y relaciones desde la grandeza que Dios ha puesto en nuestro corazón para compartirla, como Él comparte toda su Vida con nosotros: de Él lo hemos recibido todo y en Él encontramos nuestra grandeza futura, que es segura, si le aceptamos.

La Sabiduría de Dios no tiene nada que ver con ningún afán de dominio, sino con el Amor en la Verdad para la Vida, siempre renovada por Él mismo y, por eso, en constante plenitud. La Sabiduría de Dios no la dan los conocimientos ni, mucho menos, los títulos, los cargos o responsabilidades recibidas. La Sabiduría es un don de Dios que Él concede a todo el que se la pida de verdad y la sepa recibir con sencillez y humildad para servir al Bien Común y defensa y desarrollo de la vida, sobre todo de los últimos, marginados o esclavizados, de cualquier tipo o cultura.

Éste fue el modo de vida de Jesús y se nos pide que nosotros, sus discípulos –y por eso, sus testigos-misioneros–, lo asumamos como propio, aunque empleemos toda la vida para aprender a vivirlo como Cristo, Sabiduría encarnada.

Dios es Sabiduría, propia del Amor que vive en su Comunión trinitaria y que comparte con toda la realidad creada

Dios comparte sus dones –y todos son eternos– para el bien de todo ser, en su realidad propia, nadie está excluido: a cada uno le da lo que necesita para cumplir el fin que le corresponde. Él no solo es sabio, ¡es la Sabiduría!

Su Sabiduría –eterna como Él mismo– tiene un fin primero: el bien de la persona: para que conozca a su Creador, se conozca bien a sí misma en Él, respete la realidad en la que se encuentra y sepa moverse en ella, sobre todo en los momentos difíciles. Así, madurando cada día en la escucha de la Palabra de Dios, gozará los bienes a ella confiados.

En Cristo, Sabiduría encarnada, lo recibimos todo; por Él y en Él somos bendecidos para compartir sus dones.

Todo nos llega por Cristo, Él es nuestra bendición, consuelo y salvación. En Él aprendemos a vivir y movernos en este mundo como lo que somos en realidad: hijos adoptivos de Dios. Él es Maestro de Vida y Gozo para todos.

En Él somos la Comunidad que –fundada por Él, alimentada en Él y siempre apoyada en su Espíritu– glorifica al Padre y anuncia a todos, con su vida, oración y obras, la Salvación, que es para todos, por la obediencia a Él.

Jesucristo, el Salvador, es una persona concreta: el mismo Hijo eterno de Dios, quien nos lleva conocer al Padre.

¡Dios es nuestro Padre! ¡Cuánto nos cuesta vivir su inmenso Amor –eterno y personal–! Nadie podía pensar mayor cercanía de Dios: vino, no para visitarnos como un amigo, sino para ser uno de nosotros, asumiendo nuestro ser.

Actuó así, haciéndose uno de nosotros, para ayudarnos a aprender a ser como Él: imágenes suyas, sus hijos.

Jesús es nuestro Salvador: testigo fiel, perfecto y explícito, del Amor de Dios: su Hijo amado y hermano nuestro.

Pidamos a María ser honestos creyentes y generosos testigos de Jesús-Salvador, siempre atentos y obedientes.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO B – TIEMPO DE NAVIDAD – DOMINGO II

Dios envió a Hijo único para enseñarnos a ser hijos de su Padre, es decir, vivir la vocación para la que se nos creó. Solo el Padre podía pensar en tal plan.

Sb. 241-2.8-12:
El Creador de todas las cosas me dio una orden... Él me dijo: «Levanta tu carpa en Jacob y fija tu herencia en Israel.» Él me creó antes de los siglos... y por todos los siglos no dejaré de existir. Ante Él ejercí el Ministerio en la Morada santa, y así me he establecido en Sión... y en Jerusalén se ejerce mi autoridad. Yo eché raíces en un Pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su herencia.

Sal. 14712-15.19-20: La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.

Ef. 13-6.15-18:
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo... y nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el Amor. Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo... Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría... que les permita conocerlo verdaderamente. Que Él ilumine sus corazones para que... puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos.

Jn. 11-18: Al principio existía quien es la Palabra... La Palabra era Dios... era la Luz verdadera... Ella estaba en el mundo... pero el mundo no la conoció... Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron... La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre, como Hijo único, lleno de gracia y de verdad... De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia... Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre.