noviembre 29, 2008

Adviento 2008


Empecemos hoy nuestra Corona de Adviento encendiendo la primera velita, mientras rezamos en familia la siguiente oración:


Encendemos, Señor, esta luz,
como quien enciende su lámpara para salir,
en la noche,
al encuentro del amigo que viene.
En esta primera semana de Adviento
nos levantamos para esperarte preparados
y recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven
y muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes
porque tú nos traes
la luz más clara,
la paz más inmensa
y la alegría más profunda.
¡Ven, Señor Jesús!


A continuación, la sugerencia homilética preparada por el Padre José María para este primer domingo de Adviento:

Adviento

Iniciamos el tiempo de Adviento. Tiempo de conversión, de búsqueda de Dios, nuestro Padre y Redentor. Lo necesitamos, pues nos hemos perdido por tantos caminos de destrucción.

¡Cuántas veces decimos que Dios se ha olvidado de nosotros! Pero la verdad es que Él vive abandonado en nuestro interior. Isaías se lamenta: ¡nadie glorifica el nombre de Dios!

El salmo suplica ver la “claridad” de Dios. Si queremos que nuestra vida tenga sentido y paz, necesitamos esforzarnos en buscar, acoger y glorificar a Dios: de esto depende el mundo.

Dios mismo ya se hizo uno de nosotros y nos ha bendecido copiosamente con todos sus dones en Cristo Jesús. Él nos apoya, con su Espíritu, para el bien de nuestra vida, pero no basta.

Velen para ser capaces de reaccionar como discípulos de Jesús en cada circunstancia

Jesús nos pide que estemos despiertos, que vigilemos, que acojamos y secundemos la presencia y acción de Dios en nuestra historia cotidiana. El lo mejor que podemos ofrecer a todos.

Jesús no presentó una doctrina religiosa; Él nos hablaba de un «acontecimiento» que está ya sucediendo: Dios ha llegado al mundo y se ha quedado por nosotros; nos pide que nuestras actitudes cambien; sólo busca que la vida, para todos, sea más digna y feliz,más humana.

El mundo nunca pide permiso, sigue adelante y atropella a los más débiles, a los que Jesús quiere hacer sentir, en el concreto del día a día, el cariño del Padre... a través de nosotros. Cada día es una responsabilidad personal y comunitaria como discípulos-misioneros de Jesús. Hemos recibido los dones de Dios para compartirlos y hacerlos fructificar en nuestro mundo.

Mantengamos la intimidad necesaria para no quedar desubicados

A esto llama Jesús construir el «Reino de Dios». Hay que estar muy atentos a su venida, a su presencia continua. La partida de Jesús lo ha hecho más universalmente presente. ¡Atentos!

Hay que vivir despiertos: abrir bien los ojos de la conciencia para no ser engañados.
Es muy urgente que nos esforcemos con ardor por intimar cada día más profundamente con el Señor para que el mundo se vaya transformando por la fuerza concreta de nuestra diaria conversión; debemos creer en la buena noticia aunque cueste verla en la realidad diaria; cambiar cada día de manera de pensar y de actuar a fuerza de buscar comprender, vivir y acoger el reino de Dios en nuestra realidad interior y exterior. Si no lo hacemos quedaremos desubicados.

Velen, pues el Señor llega hoy, ahora, aquí

Escuchamos su voz insistente: «¡vigilen!», «¡atentos!, ¡ya llega!», «¡Estén despiertos!». Es la actitud de quien decide a vivir la propia vida desde el Evangelio.

Velen significa profundizar nuestra vida espiritual y sus consecuencias, no dejarse atrapar por el placer y la superficialidad de la vida. Despertar y organizar la esperanza, no vivir en quejas, críticas o condenas. Atrevernos a ser explícitamente coherentes, aunque nos digan “raros”. ¡Acrecentemos cada día en nosotros el esfuerzo de buscar el bien de todos; vivamos, como y con Jesús, apasionadamente la gran aventura del Amor de Dios en el hoy, aquí y ahora!

Pidamos a María nos enseñe a vigilar y, así, ser mejores discípulos-misioneros de Jesús.

P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO B – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO I

Is. 62, 16b-17.19b. 64, 2b, 7: "Señor, Tú eres nuestro Padre... nuestro Redentor, Señor, ¿por qué permites que nos desvíen de tus caminos y que nuestros corazones dejen de creer en Ti?... ¡Ojalá rasgaras el cielo y bajaras...! ...Jamás ningún oído ha escuchado ni ningún ojo ha visto un Dios como Tú..."

Salmo 79: "Dios del Universo, ¡renuévanos!; haznos ver la claridad de tu mirada."

1ªCor. 1, 3-9:
"Siempre bendigo a Dios por ustedes pensando en la gracia que les ha dado en Cristo Jesús... Él les mantendrá firmes hasta el fin, para que... sean encontrados irreprensibles. Dios es fiel y es Él quien les ha llamado a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo."

Mc. 13, 33-37: "Estén atentos y velen. No saben cuándo llegará el tiempo decisivo... al portero le recomienda que vele... porque no saben cuándo llegará el dueño de casa... Miren que no les encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes, se lo digo a todos: ¡Velen!"




noviembre 28, 2008

Empieza el Adviento!


Preparemos nuestra Corona de Adviento: consta de ramitas verdes entrelazadas formando un círculo, que se vincula con una cinta de color rojo. Se la coloca sobre alguna superficie sólida, tipo plato o fuente, y se superponen 4 velas gruesas.

Significado de la Corona de Adviento:

El círculo simboliza a Dios, porque no tiene principio ni fin.

El color verde es la esperanza por la venida de Cristo al mundo.

El lazo rojo significa el amor que nos une a Jesús como familia.

Las 4 velas son las 4 semanas de Adviento. En ellas conmemoramos los siglos que el Pueblo de Dios esperó la venida del Salvador y nuestro tiempo de preparación para el nacimiento de Jesús en esta Navidad.

La luz de las velas representa a Jesús, luz del mundo.

noviembre 25, 2008

Mamá Margarita

En el 152º aniversario de su tránsito al cielo, demos un amoroso homenaje a Mamá Margarita, la mamá de Don Bosco y co-fundadora de la obra salesiana, que acogió con ternura de madre a los niños y muchachitos de la calle y les dio un hogar.


Recordemos que la proclamación de la heroicidad de las virtudes de Mamá Margarita se dio en el 150º aniversario de su muerte en 1856. La causa de beatificación, abierta en Turín en 1995, fue llevada a Roma en 1996. Unámonos a ella a través de esta oración:


Oración para obtener la Canonización
de la Venerable Margarita Occhiena,
Madre de Don Bosco:


Te damos gracias, Dios, Padre nuestro,
porque has hecho de Mamá Margarita
una mujer fuerte y sabia,
una madre heroica y
una experimentada educadora.

Danos el gozo de verla glorificada,
a fin de que resplandezca en todos
el camino de la santificación,
vivida en el día a día,
y el humilde servicio del prójimo.

Por su intercesión,
concédenos las gracias
que te pedimos con corazón confiado.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



Sitios de interés:

Mamá Margarita: Mamá por siempre

Mamá Margarita: biografía, bibliografía, imágenes, ppt's - site oficial Salesianos de Don Bosco

Mamá Margarita - site de homenaje

30 days at the church and the world- oct 2006




noviembre 22, 2008

Nuestro Rey, nuestro Señor

El padre José María nos envía su sugerencia homilética para este domingo 23:

Nuestro Rey, nuestro Señor

Nuestro mundo camina, con sano sentido, hacia la unidad. La unidad es siempre más segura y sana que la división y la comunión es más enaltecedora de la persona que el individualismo, siempre suicida y enemigo del diálogo.

Pablo nos presenta una unidad que nace del don de la propia vida, recuperada por la fuerza de la comunión con Dios, y de la unidad radical con los hombres, los hermanos. Esta unidad se muestra en la oblación de la vida, con lo cual le asesta a la muerte una herida destructora: y la herida es el Amor que da vida.

Dios resucita a su Hijo porque el Hijo, como hombre cabal, entrega su vida demostrando un soberano señorío sobre sí mismo y sobre el mundo circundante, al que no intenta someter, sino al que respeta desde la mejor de las dignidades, la del que busca conocer y ofrece lo mejor de sí sin condiciones ni intereses egoístas, y, de ordinario, hipócritas.

Este modo de vivir muestra su grandeza del hombre y el Señorío de Dios en ella, como fue al principio, antes que el pecado nos dividiera y nos llevara a temernos y amenazarnos.

Nada detendrá el Señorío del Señor, que es Paternidad, Redención y Santificación

El pensamiento débil, mostrado en las ideologías, siempre con pretensiones totalitarias y abrumadoras; los múltiples y renovados egoísmos, continuos conflictos, con motivaciones escondidas y cobardemente disimuladas y hasta negadas, nos dificultan la unidad.

Sólo en la unidad puede Dios reinar y esto se expresa en la paz y la vida donde todo, cada día adquiere belleza nueva, inédita: sonrisa, serenidad, diálogo, acogida, bondad, perdón.

Siempre es el Señor quien nos busca y nos acoge según la medida infinita de su Amor.

Pero la vida personal, si quiere gozar de este Señorío, debe acogerlo sinceramente cada día

Nuestros sentimientos pueden traicionarnos, pero en Dios todo es Señorío, grandeza, búsqueda del bien de todos: no juzga jamás, busca salvarnos desde nuestra más profunda miseria.

Dios nos ofrece lo mejor, pero no puede, sin destruirnos, violentar nuestra decisión, es necesario que, con honesto esfuerzo cotidiano, le acojamos con el sí de cada momento del día.

Una forma muestra que acogemos a Dios: abrirnos sinceramente al bien del hermano.

El juicio de Dios es, para cada uno, la propia actitud de vida y su relación con cada hombre.

El Señor nos lo da todo, pero solo será mi Rey si yo lo acepto como su discípulo e hijo amado

Nuestro mundo depende de nuestras relaciones y éstas de la honestidad de nuestras actitudes, sobre todo de las referentes a los que nos rodean. Algunas veces nos son tan poco importantes que ni nos fijamos en el modo como les tratamos “sin querer”.

La vida es un termómetro de nuestros criterios y valores; de nuestros señores y principios.

Pablo nos hace notar que Jesucristo, el Señor, busca que todo vuelva a estar en el Padre, como Él lo está, para que Dios sea todo en todos y la vida-paz reine en la alegría del Reino. Así lo pensó Dios al crear el mundo y así lo construyeron todos los santos de la historia.

Pidamos a María que demos a Dios, con nuestra vida en Cristo, como ella, todo el Señorío.

P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXIV
JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

Ez. 34, 11-12.15-17: "Yo mismo buscaré a mis ovejas... las recogeré de todos los lugares por donde se habían dispersado... Buscaré a la oveja perdida... A ustedes, mis ovejas, les voy a juzgar..."

Salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me falta"

1Cor. 15, 20-26a.28:
"Cristo resucitó de entre los muertos... Cristo el primero, después,... los que son de Cristo; al fin... devolverá a Dios, su Padre, el Reino. Porque Él debe reinar hasta que Dios le someta a todos sus enemigos. El último enemigo destruido será la muerte... El Hijo mismo se someterá al Padre... Así Dios será todo en todos."

Mt. 25, 31-46: "Cuando el Hijo del Hombre venga con su poder... se sentará en su trono de gloria... y separará a unos de otros. El Rey dirá a los de su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino que Él les tenía preparado... Les digo con toda verdad que todo lo que hicieron a uno de estos mis pequeños hermanos, conmigo lo hicieron... "




noviembre 16, 2008

Nuestra fidelidad al Señor: garantía del éxito

El querido padre José María nos envía su sugerencia homilética para las lecturas de este domingo:

Nuestra fidelidad al Señor nos garantiza el éxito

La fidelidad al Señor no está señalada por el éxito en nuestras tareas, sino por el esfuerzo en el hacer la voluntad del Señor, sin mirar cuánto nos cueste.

Pablo nos recuerda que la presencia del Señor entre nosotros es sorpresiva, por decirlo de algún modo, pues la verdad es que es constante, por tanto en cualquier momento nos podemos percatar que el Señor está muy enterado de lo que estamos haciendo de nuestra vida, por eso lo mejor es no estar tan distraídos en nuestra vida, pues la consecuencia es la pérdida de muchas oportunidades, que no deben dejarse de lado, si queremos ser honestos con el Señor.

Dios no quiere grandezas, pero sí conciencia de que Él y solo Él es el Señor y el dueño de lo que somos y podemos, aunque no lo sea, pues somos libres, de lo que decidimos en cada momento de nuestro existir. La vida ya tiene el éxito seguro, pero no que nosotros lo gocemos.

La Sagrada Escritura exalta a la mujer hacendosa, fiel y prudente y nos hace notar que ésta es la mayor fortuna de una casa, de un matrimonio, de una empresa y de la humanidad.

Cada uno es responsable de su futuro y lo define en el hoy cotidiano

Hay un adagio que reza así: “A cada uno según sus necesidades y de cada uno según sus posibilidades”. No es justo pedir más de la cuenta, pero tampoco dar menos de lo posible.

Lo que entregamos obligados nos condena, todo lo que otorgamos de buena voluntad, por pequeño que sea, nos eleva y glorifica nuestra humanidad y la abre a un futuro de paz y vida.

A nadie podemos obligar a ser generoso, pero, si queremos madurar en dignidad personal y dar esperanza a nuestras culturas, todo lo que implica atender a las necesidades de los demás se convierte en una exigencia que nos llama a dar cada día lo que esté a nuestro alcance.

La vida, aunque pensada por Dios como maravillosa, es fruto de lo que decidimos

No tenemos derecho a dejar a los demás esperando nuestro apoyo: ¡el Señor lo pide!

Nuestras decisiones dicen el camino que toma nuestra vida e indican el nivel de nuestra cultura. La presencia de Dios en el mundo es real y su juicio concreto: ¡no juguemos!

Dios comprende toda limitación de posibilidades y más todavía la de los resultados, pero lo que sí condena sin paliativos es la flojera y la cobardía en la entrega, esfuerzo, sacrificio, rectificación, confianza, humildad, trabajo.

Solo la fidelidad a la voluntad del Señor nos garantiza el éxito, más allá de toda riqueza

Todos esperamos tener éxito en la vida. Es nuestro derecho, pues para esto el Señor nos ha creado: para ser como Él: justos en el amor, dadores de vida y de oportunidades de éxito.

Pero somos tan limitados que nos resulta muy difícil atinar en darle reconocimiento adecuado al esfuerzo de cada uno... felizmente en esto Dios es maestro infalible: lo mejor es fiarse de Él, ¡nosotros hagamos nuestro mejor esfuerzo de atención, apertura y gratitud constante!

La fidelidad al Señor se expresa en servicio sincero a los que nos rodean, según Dios.

Pablo nos invita a estar atentos a este esfuerzo, pues el Señor llega en cualquier momento.

Pidamos a María que nos enseñe a ser como ella: servidores hábiles y sencillos con todos.

P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXIII

Pr. 31, 10-13.19-20.30-31: "¡Qué valor tiene una buena esposa! Vale más que las perlas. El corazón de su esposo confía en ella... trabaja con la destreza de sus manos... La esposa que confía en el Señor merece todos los elogios..."

Salmo 127: "Dichoso tú, que eres fiel al Señor"

1Ts. 5, 1-6:
"...Ustedes saben bien que el Señor llegará como un ladrón, de noche... nadie se escapará... Ustedes, hermanos no viven en la tiniebla... Que el día del Señor no os sorprenda... somos hijos de la luz... por eso... hemos de trabajar y vivir sobriamente."

Mt. 25, 14-30: "Un hombre que salía fuera del país confió sus bienes a sus administradores... Al cabo de mucho tiempo regresó y les pidió cuentas... «Muy bien... has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu Señor... ¿Tú sabías que quiero recoger donde no he sembrado...? ¡...flojo...! Debías entonces haber entregado mi dinero al banco, y estaría recibiendo lo mío con sus intereses... ¡Arrójenlo afuera, donde habrá llanto y rechinar de dientes»"

noviembre 08, 2008

Nosotros: templos de Dios

El querido padre José María nos envía su sugerencia homilética para las lecturas de este domingo 9 de noviembre, dedicación de la Basílica de San Giovanni in Laterano de Roma.


Al ingresar a este bellísimo templo, uno solamente puede reflexionar en las maravillas del ser humano, dotado por Dios Padre de la capacidad de producir con sus manos tanta belleza, de buscar expresar en bellas obras de arte metáforas del amor y misterio de Dios.




Recordemos que el famoso Palacio Laterano fue la residencia del Papa durante mil años (324-1400). Fue hasta aquí donde llegó Francesco Bernardone con sus amigos a buscar al Papa, como se representa en la bella estatua colocada en el cruce de la autopista frente a la fachada del templo.


San Giovanni in Laterano es la primera basílica de nuestra iglesia, catedral de Roma e iglesia-madre de todas las iglesias del mundo. Como reza en la placa, "omnium Urbis et Orbis ecclesiarum mater et caput", que significa "madre y cabeza de las iglesias de la ciudad y el mundo enteros".


Templos sagrados de Dios
La vida tiene momentos de encuentro que le dan un sentido.

Todos los encuentros requieren de un lugar adecuado que ayude a alimentar los lagos de la comunión que une a los integrantes de la comunidad que se reúne.

Pablo nos hace notar que nosotros somos el templo de Dios, nos dice que nuestro cuerpo es el lugar en el que Dios se complace en habitar para hacer de nuestra humanidad una comunidad basada en la comunión divina.

A Dios le duele que faltemos al respeto a nuestro cuerpo, pues esto es la base que destruye nuestra comunidad y la familia humana y hasta nos hace notar que pagaremos las consecuencias en nuestro propio cuerpo.

Es necesario que respetemos nuestras personas y los ambientes en los que nuestra comunidad se expresa y alimenta su comunión. Para que esto se dé es necesario que nos construyamos cada día mejor como real y responsable comunidad humano-cristiana.

Nada puede separar a Dios de sus planes: se realizarán sin demora

Tenemos un Dios que no falla jamás. Quien confía en el Señor encuentra los caminos de la salvación y salud interior, y hasta exterior, que le llevarán a ver florecer otra vez su vida.

Todo está pensado para nuestro bien. Hemos sido creados desde el Amor que crea la vida y la hace florecer y nuestra vocación es ser creadores de vida y templos de la Vida y del Amor.

Toda persona tiene derecho a ser respetada, pues todas son sagradas, sea quien sea.
Si nos separamos de los planes de Dios, quedamos fuera del éxito final de la vida.

Nuestras decisiones y relaciones definirán cómo participaremos de la gloria de Dios

Nuestras personas, templos sagrados de Dios, están llamadas a reflejar su gloria.
Dios nos convoca en comunidad eclesial, nosotros acudimos al templo para escucharle como al Maestro y Padre y para construir, con nuestros hermanos, una comunidad de testigos y misioneros de su Amor.

No glorifica a Dios quien negocia egoísticamente con su vida o comunidad. Da testimonio falso del amor de Dios, que es donación personal para la vida plena. Así quedamos rechazados.

La vida cristiana enaltece toda la dignidad humana y la lleva a la plenitud del Amor de Dios

El sentido de la vida de un cristiano está en el darse, no en lograr riquezas. La mayor ganancia de una persona es la gloria de Dios por hacer florecer la vida en sus hijos más débiles.

Pablo nos recuerda que nuestra vocación de vivir como testigos y misioneros del Amor de Dios nos lleva a ser templos sagrados de la gloria de Dios y lugares de vida para enaltecer a toda persona respetándola por lo que es no por lo que le pueda aportar.

No debemos usar jamás a nadie, sino respetar a cada persona y hacer florecer su maduración desde donde se está.

Pidamos a María ser cada día, en nuestra sociedad, lo que Dios pide y espera de nosotros.

P. José María Doménech Corominas, sdb


CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXII
DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN

Ez. 47, 1-2.8-9.12: "Vi que manaba agua del lado derecho del templo... me dijo: «Esta agua corre hacia los valles orientales... y sanea las aguas salobres... Allá donde llegue esta agua todo vivirá... siempre dará fruto... frutos primaverales porque el agua que les riega viene del santuario...»"

Salmo 45: "El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios"

1Cor. 3, 9b-11.16-17:
"Ustedes son templo de Dios. Yo, como buen arquitecto... he puesto el fundamento, otros han construido... nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto: Cristo Jesús. ¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguien profana el templo de Dios, Dios le pedirá cuentas..."

Jn. 2, 13-22: "Jesús subió a Jerusalén y encontró el templo lleno de vendedores... «¡Quiten eso de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre»... «El celo por tu templo me consume». Los judíos le interrogaron: «¿Qué señal nos das para saber que estás autorizado para hacer esto?» Jesús les contestó: «Destruyan este santuario y yo lo reedificaré en tres días» Hablaba del templo de su cuerpo."

Fotografías: Lourdes Mayca Pérez, junio 2006.




noviembre 02, 2008

Sobre la muerte...

Comparto con ustedes esta reflexión preparada por el padre José María a propósito de la conmemoración de hoy.

1.- ¿Podemos considerar la muerte una tragedia?
Nosotros, los cristianos, no. Los que creemos en el Dios- Amor y Vida, que nos llama a mucho más que a pasar por esta vida, no podemos creer que el futuro es la muerte porque lo que Dios nos pide no es que tengamos vida, sino que vivamos en creciente plenitud. No hay otra forma de vivir que hacerlo en proceso sin fin de desarrollo interior, pues otro modo de hacer es acabarnos y no nacimos para acabarnos sino para no acabar nunca...

Somos, por la naturaleza dada por Dios, inmortales. La muerte es solo un paso, como lo fue nuestra llegada a esta etapa de la vida o, como dicen muchos, a nuestro mundo.

2.- Este nuestro mundo ¿entiende la muerte?
Creo que no. Porque no entiende la profundidad de la vida. Somos terriblemente superficiales, y mucho más en los tiempos actuales; no llegamos a los ejes-clave de nuestra existencia.

Nos invade la pobreza de pensamiento y nos alejamos de la paz interior, cosa que no dificulta mucho encontrar los caminos adecuados para la paz exterior, pues la segunda es hija de la primera.

3.- ¿No somos herederos de nuestros propios disparates?
Somos herederos de nuestra superficialidad, de nuestro creer que tenemos derecho a darnos gusto, que nacimos para que se haga lo que deseamos... Y creer esto es un soberano disparate.

La vida, ninguna vida, funciona así. Ningún ser de este mundo puede hacer lo que se le antoja, pues las normas de la vida, de nuestra compleja vida, tienen en cuenta todo lo que cada uno es y está llamado a ser. En nuestro mundo los caprichos se pagan. No podemos pensar que el mundo es nuestro y, por eso, podemos hacer lo que nos parece. Necio, esto es necio. Se trata de un antropocentrismo absurdo, irrespetuoso, suicida, destructor y, por todo esto, falso.

De este modo nada tiene equilibrio y todo camina a la desaparición y muerte... Y la muerte acaba siendo una angustia porque no percibimos el otro lado de la vida... El lado eterno, desde el que se entiende muy bien la necesidad de equilibrio, respeto, coherencia, diálogo, acogida, comprensión... No nacimos para la muerte, sino para la vida y ésta es siempre eterna.

4.- ¿Cómo hacer para que tengamos un poco de paz a la hora de morir?
Precisamente comprender que nuestra vida tiene sentido desde la eternidad del Amor de Dios, de quien venimos nosotros.

Lo ateos han definido su vida desde una negación arbitraria, un verdadero acto de Fe, pues negando a Dios se pierde la objetividad de la existencia y se logra la incomprensión de muchos elementos de la realidad, sobre todo los más complejos y problemáticos los más necesitados de equilibrio y salud interior para ser acogidos y asumidos desde el respeto y la paz.

El dolor solo se entiende desde el amor de un Dios que no nos abandona, sino que nos sostiene y da sentido, en su Providente Cercanía Amorosa, a los sinsabores de la angustia y sufrimiento humano. Si estamos solos, si nadie nos ama desde siempre y para siempre, si nuestra vida acaba en la tumba... ¿para qué vivir, para qué darle a alguien algo que yo pierdo sin ganar nada? El valor de la entrega no está en la entrega misma, sino en el bien que se deriva de ella, para el que recibe el don y para el que lo da, pues, sin ser egoístas, la naturaleza humana siempre espera, por derecho natural, un beneficio...

El Amor de Dios le invita a dar la vida, pues el beneficio llegará sin dudarlo. Jesús lo dijo bien claro: “Busca primero el Reino de Dios y su justicia...”, es decir, la vida y el bien de tu hermano, “y lo demás se te dará por añadidura”. No se trata de ser interesado, pues pierdes la visión de la realidad, ya que te miras el ombligo, se trata de buscar ser como Dios: dadores de vida, pues Dios no deja sin recompensa nada de lo que se haga por Él.

5.- ¿Cuál es el sentido de tener un recuerdo de nuestros difuntos?
Orar por ellos y tomar conciencia de qué es lo importante en nuestra vida.

No se trata de aferrarnos a este estadio o etapa transitoria de nuestra vida. Eso es perdernos en lo que pasa y olvidar que caminamos a casa, a la Casa del Padre, por quien hemos sido creados humanos para que aprendamos a vivir como hijos y caminemos en la voluntad del Padre, que es que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad.

Así vivió Jesús y los grandes justos, que tenían muy claro que Dios es el Dios de los que viven amando y a Él levantan su alma en los momentos de angustia, como Jesús. El resultado es que Dios siempre nos transforma y da paz.


Padre José María Doménech, sdb.

Fieles difuntos

El querido padre José María nos envía su sugerencia homilética para las lecturas de este domingo 2 de noviembre, día en que recordamos a nuestros hermanos difuntos. Previamente, su comentario para introducirnos en este tema:

Este domingo el Señor nos invita a reflexionar sobre el fin de nuestra vida.

No tanto enfocado en que nos vamos a morir, cosa evidente, sino referente a lo que estamos haciendo con nuestras vidas. ¿Qué es lo que es más importante en ellas? ¿Cuál es la verdad que sinceramente buscamos, si es que buscamos alguna? ¿Qué ocupa el centro de nuestra existencia? ¿Qué significa para nosotros la entrega de Jesús en la cruz? ¿Qué representan para nosotros las palabras de Pablo a los habitantes de filipos? ¿De verdad creemos que nuestro redentor vive, como confiesa Job, y sentimos-vivimos que nos sirve para algo?

No olvidemos que lo que no nos llega al fondo de nuestra alma, no mueve nuestra vida a la conversión, a la maduración personal.

Nuestra vida es un caminar, por diversas etapas, hacia la casa del Padre, de nuestro personal Padre, del que nos ha creado personalmente y nos llama, guía y espera también personalmente. Es un Padre que nunca nos pierde de vista porque nos ama, pero que tampoco nos obliga a nada, aunque su continua presencia providente es una oportunidad inconmensurable en posibilidades, pero también en responsabilidades...

No juguemos con la vida, pues solo tenemos una y es inmortal y se define con nuestras decisiones-actitudes
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Conmemoración de los fieles difuntos

La experiencia de la realidad “muerte” es muy variada. Cada persona tiene la suya, según lo que ha captado en su propia historia y lo que ha reflexionado a raíz de ello.

Dios no ha creado la muerte como experiencia traumática, triste realidad para algunos. Las personas de profunda Fe, como Pablo, no lo viven así, sino como un tránsito beneficioso, aunque casi nunca cómodo.

Para Jesús fue una experiencia doble: expresión de su fidelidad a Dios y, en Él, a los hombres, y, también, terrible experiencia de abandono a todo nivel: físico, psicológico, social y hasta religioso. La confianza se mantuvo en la profundidad de su existencia y marcó todo el devenir de sus últimas horas.

Fue tan peculiar la experiencia testificada, que el mismo centurión tuvo la sensación moral de encontrarse con el Hijo de Dios. El Espíritu hace transparentes las más variadas experiencias humanas, para que, quien busca la verdad, vea la mano de Dios.

Ningún elemento de la historia opaca la verdad cuando ésta se busca con honesta sinceridad

Muchas veces tenemos la impresión de que la vida se nos escapa, que no dominamos lo que nos rodea. Es una experiencia objetiva. La razón profunda es que la vida no la recibimos para apropiarnos de ella sino para madurar al compartirla entregándola.

Todo es una oferta para ganar, pero es muy diverso a lo que sucede en al campo económico; en la vida humana, cada oferta es una invitación a dar vida en las pequeñeces de cada día, actitud que, a la larga, se convierte grandes heroísmos, porque al dar vida despertamos la grandeza, no solo la nuestra, sino la de los que nos rodean: el beneficio del don es para todos.

Buscar la verdad de la vida es creer que nacimos para algo más que estar aquí y aprovecharnos de ella. Siendo egoísta no se aprovecha la vida. No es honesto y el castigo de esta falsa visión de la realidad es perdernos en nuestros enredos. Es la tragedia de la cultura actual: no busca la verdad con honestidad y se pierde en sus miedos, angustias y continuos disparates.

La propia existencia es trasparencia del Dios Amor eterno si es vivida desde la verdad

Ser honestos nos lleva a descubrir a Dios y comunicarlo a los otros en serenidad y paz.

Dios no se niega a nadie porque vive en todos. Él es vida y la da a todos sin cansancio.

La eternidad es una forma de existir, no una circunstancia. Es vivir en Dios sin egoísmos.

El dolor no ofusca la verdad si hay abandono en la Providencia divina, que nunca abandona

Somos lo que vivimos en nuestro interior. Jesús era el Hijo de Dios porque de este modo vivía cada uno de los momentos en su vida. La pasión no fue una desgracia sino la circunstancia en la que expresó hasta dónde estaba anclado en Dios. Si el centurión descubrió la verdad de Jesús no fue más que por la revelación que manifestaban las actitudes de Jesús

Pablo nos habla de transformaciones, pero se supone que a Dios le entregamos nuestra vida dándole la opción de hacer esta maravilla. Dios nunca actuará sin nuestro consentimiento.

Pedimos a María que nos enseñe a vivir desde el Señor de la vida cada instante del día.

P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXI
CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS

Jb. 19. 1.23-27a: "...Yo sé que mi Redentor vive... después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a mi Dios; yo mismo lo contemplaré y no otro, mis propios ojos lo verán. "

Salmo 24: "A Ti, Señor, levanto mi alma"

Flp. 3, 20-21:
"Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: Cristo Jesús, el Señor. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso..."

Mc. 15, 33-39. 16, 1-6: "...Jesús gritó con voz fuerte: «Eloí, Eloí, ¿lamá sabaktaní?...» ...dando un fuerte grito, expiró... el centurión romano... al ver cómo había expirado, dijo: «Realmente, este hombre era Hijo de Dios» [...] Al entrar en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido enteramente de blanco, que les dijo: «No se asusten. ¿Buscan a Jesús Nazareno, el que fue crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Miren el sitio donde lo pusieron»."

noviembre 01, 2008

Todos santos!

La fiesta de hoy es fiesta de todos.

Feliz día!

LA SANTIDAD

Celebramos hoy la fiesta de todos los discípulos fieles que viven en el Señor gozando definitivamente de su presencia.

Los hay que viven en su amor pero no gozan plenamente de su presencia todavía porque no han purificado del todo su vida de las impurezas de su débil caridad, de su escasa humildad. Las ansias de gozar de Dios, al que ya han visto y al que ya aman con toda su alma, les queman el alma, les hace sufrir ansias de plenitud y vida en el Señor y les lleva a buscar lo bueno y lo grato a Dios. Si lo hubieran decidido así estando en este mundo ahora gozarían plenamente del Señor, sin sufrimiento alguno... Es lo que llamamos en teología: purgatorio.

Los santos son los que viven plenamente en la presencia del Señor.

Son de toda edad, sexo, cultura y nación. No se excluye a nadie. Es vocación universal.

Todos nacemos llamados a ser hijos de este Padre que nos ha creado personalmente y nos llama explícita a vivir en Él su Amor. Él envió a su Hijo para que nos liberara de toda esclavitud a fin de que pudiéramos lograrlo, con la fuerza del Espíritu del Padre y del Hijo.

Pero, como para ser hijos auténticos, es necesario aceptarlo cada día desde la propia voluntad, el Padre nos concedió la libertad, como Él es libre, para que decidiéramos crecer y vivir cada día más profundamente en su Amor a pesar de los límites e inconvenientes propios de cada personalidad, historia y de las múltiples e imprevisibles circunstancias.

La santidad exige, por naturaleza, la unión con Dios, confianza en su bondadosa Providencia, apoyarnos en su Gracia y Misericordia, abrirnos en obediencia a su Salvación.

La santidad es fruto de una profunda y generosa pobreza, es decir, de una apertura confiada y obediente al Dios que nos salva: de Él todo lo esperamos y todo recibimos y aceptamos, sin juicios, pues reconocemos que nuestros criterios son minúsculos ante la sabiduría de Dios; a Él nos abandonamos sobre todo cuando sentimos el peso de no comprender, de no poder...; ponemos todo nuestro esfuerzo en vivir en su Voluntad, que reconocemos como nuestra vida y salvación, pues nadie nos conoce, nadie nos ama, ni nadie ha hecho más por nuestra felicidad: ¡hasta el punto de darnos su propia vida y su mismo Espíritu!; a Él escuchamos con veneración para aprender de su sabiduría y a Él acudimos en cada uno de los sacramentos para alimentar nuestra vida de Fe y renovar su Gracia; con Él conversamos en la oración continua para construir cada vez mejor nuestra intimidad con su persona y sentir la cercanía de su Providencia Amorosa, sobre todo en los momentos de dolor y desconcierto.

Vivir así es vivir aquí, en creciente plenitud, la vida que es la Vida de la Comunión Trinitaria desde toda la Eternidad. Vivir así es vivir, ya aquí, el cielo que el Señor, desde toda la eternidad, nos tiene reservada en el cielo, que es la Vida de Dios para nosotros.

Vivir a Dios y para Dios al servicio de los hombres, como Dios nos indique, a través de las concretas llamadas de los hermanos y de las vicisitudes de la historia, eso es vivir en Santidad, en Dios, por eso a los santos les llaman “Hombres, varones o mujeres, de Dios”.

María es el modelo más acabado de Santidad, pidamos a ella que nos conceda tenerle una profunda, sincera, fuerte y concreta devoción y así ser santos como ella para bien de todos.

P. José María Doménech Corominas, sdb.


SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
Ap. 7, 2-4.9-14: "...«No dañen ni a la tierra ni al mar... hasta que sean marcados los siervos de nuestro Dios»... Después vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblos y lenguas... «Hosanna a nuestro Dios, que se sienta en el trono y al Cordero»... «Éstos son los que vienen de la gran tribulación..."

Salmo 23: "Así son los que buscan tu rostro, Señor."

1Jn. 3, 1-3:
"¡Qué prueba de amor nos ha dado el Padre... Si el mundo no nos conoce , es porque no lo ha conocido a Él... ahora somos hijos de Dios... seremos semejantes a Dios, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en Él, se purifica tal como Jesucristo es puro"

Mt. 5, 1-12a:"Felices los pobres... los que sufren... los humildes... los que tienen hambre y sed de ser justos... los compasivos... los perseguidos por ser justos... Alégrense y regocíjense, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo.»"