julio 29, 2010

Todo pasa; sólo Dios es eterno

Un saludo especial al Padre Domènech por Fiestas Patrias y una oración para acompañarlo en estos días de Ejercicios Espirituales que tendrá en La Plata.

A continuación, algunas palabras que nos envía y luego su comentario para las lecturas de este domingo 1º de agosto.


Antes de introducir las sugerencias homiléticas permítanme una palabra importante.

Me van a "perdonar", mis hermanos argentinos, por la felicitación sentida que quiero dirigir a mis hermanos peruanos por sus fiestas patrias. Hermanos todos e hijos queridos algunos.

Sé que mis hermanos argentinos sienten que no necesitan perdonar nada; pues una persona que se dejó plasmar por una comunidad humana como la peruana, está absolutamente lista para dejarse enriquecer por esta fecunda comunidad argentina, a la que Cristo, por sus misteriosos caminos de gracia, me ha enviado.

¡HERMANOS PERUANOS, FELICES FIESTAS PATRIAS PARA TODOS Y TODAS!

Estar en Argentina no me quita el corazón peruano que Uds. me estamparon. Como digo, a veces, aquí: soy peruano, nacido, a mucha honra, en Barcelona y ahora transplantado, para riqueza mía, a Argentina. Ahora los argentinos me están dando su vida y cultura, pero 43 años de Perú no se borran jamás.

Gracias por todo el amor que me han dado, así como se lo agradezco a los argentinos, pues la vida compartida plasma a las personas. Así sucedió en el Perú, y sucederá, y así sucede en Argentina.

Les deseo que este 28 y 29 sean días de oración y reflexión para darnos cuenta de cuánto estamos dando a la Patria que nos fue cuna, forja, palestra y, tal vez, nos será tumba, pero siempre será para todos una invitación y un reto permanente, sobre todo para los cristianos, como nos lo decían en el programa la "Hora Salesiana", en Piura, el sábado 24 a las 9 de la mañana.

¿Qué nos regala la Palabra estos domingos?

Casi podríamos resumirlo en una sola cosa:

CENTREN SU VIDA EN CRISTO Y HAGAN DE LA VOLUNTAD DE DIOS, POR LA FE, EL CENTRO DE SU EXISTENCIA . QUE ÉL SEA LA VERDADERA RIQUEZA DE CADA UNA Y DE CADA UNO DE NOSOTROS Y LA VIDA TENDRÁ SENTIDO DE PLENITUD EN EL GOZO, LA FAMILIA, UNIDAD Y ALEGRÍA COMPARTIDA Y LA PATRIA, FUTURO Y ESPERANZA EN LA PAZ Y LA JUSTICIA.

Para Dios somos lo más importante, séalo Él también, y, mucho más, para nosotros.

Cuando los problemas nos nublan la vida, abandonémonos en la oración confiada, como se nos invitaba el domingo pasado, porque el Señor es nuestro refugio, Él fue el que nos eligió como pueblo muy amado, por la Fe elijámoslo nosotros a Él. No temamos; descarguemos en Él todas nuestras negruras, dispuestos a seguir caminando detrás de Él, poniendo nuestros pequeños pies en sus pisadas, aunque a veces éstas estén transitando por un duro Calvario.

¡¡¡Nunca olvidemos que después, infaliblemente, viene la resurrección y la salvación para muchos que tal vez no conozcamos, pero ellos nos lo agradecerán por toda la eternidad!!!

Dios siempre juega a nuestro favor, ¡no lo dudemos, no lo dudemos jamás!

Siempre a nuestro favor... siempre, Siempre, SIEMPRE...

El futuro es maravilloso, aunque ahora hayan muchas cosas que nos parezcan... un desastre...

El sol está detrás de la tempestad; la resurrección más allá de la tumba...

Somos el Pueblo de Dios; estamos en las manos de este Dios, que es Padre-Providente y Él, incansable, desde toda la eternidad, NOS AMA PERSONALMENTE.

Dios les bendiga.

Undos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

Todo pasa; sólo Dios es eterno

La atracción por los bienes materiales, y las ventajas de bienestar que traen consigo, de algún modo, a todos nos atraen y a más de uno seduce. ¿Quién no ha sentido su “canto de sirena”? Algunos quedan totalmente aturdidos, aun cuando la realidad muchas veces les despierta con una fuerte bofetada y les lleva a sufrir la triste experiencia de la decepción.

La muerte es el gran despertador de la vida: ¡todo es provisorio! Si no te has enfocado bien, ¿para qué y para quién trabajaste tanto? Algunos responden, ‘para los hijos’. ¡Ya! ¡Cuántos hijos se pierden en su inmadurez ante la herencia! ¿Cuántas descendencias hasta entran en ‘guerra’, sorda o clamorosa, por su estúpida codicia pensando en la herencia y sus ‘ventajas’?

¿Dónde tenemos puesta nuestra vida y nuestros más profundos y reales afectos? ¿Dónde está nuestro corazón? No hablen las palabras, veamos los hechos, desvelos e intereses.

Jesús nos dice la palabra clave: ¡¡¡Vigilen!!! No se dejen aturdir. Edúquense a la templanza y al trabajo real buscando el Bien Común. Solo Dios nos puede proteger de la necedad de la codicia, asesina de la trascendencia, que trata las riquezas como lo más importante.

La mirada centrada en el ahora y el aquí, y la codicia, desvirtúa todo esfuerzo y nos desalienta

Quien sólo mira la vida desde la muerte, sin trascendencia, se ve empujado a vivirlo todo como irrespetuosamente pasajero y al fin se pregunta, en el fondo del propio ser,: ¡¿para qué tanto esfuerzo?; ¿a dónde va a parar lo que juzgamos tan valioso, si la muerte se lo engulle?!

Vivir así no entusiasma a nadie y lleva al hundimiento de la vida. Pero Dios responde.

El Apóstol nos pide centrar la atención en lo único importante: el Dios de la Vida y su Cristo

Pablo nos invita a levantar la mirada: ¡no nos quedemos en lo valioso de la tierra, pues por muy valioso que sea, se queda aquí! Es verdad, la muerte no respeta lo que se queda aquí.

Por el Bautismo aceptamos a Dios como lo que es, ¡nuestro Padre!; vivamos como lo que somos, sus hijos: al estilo de Cristo, con los criterios de Cristo; poniendo en la Voluntad del Padre, que es nuestra Vida y Felicidad Eternas, todo nuestro interés. ¡Saldremos todos ganado!

Esto es “vivir como resucitados”: dar un nuevo sentido a nuestra vida, tener una nueva mirada, una nueva dimensión. Eso significa vivir como “hombres, varones o mujeres, nuevos”.

La riqueza es como el estiércol; éste es útil para lo propio, pero no para que le demos la vida

¿Es malo el dinero, el poder, el prestigio, el placer sano, las riquezas? No, en absoluto, siempre y cuando no se desfigure ni su sentido ni su importancia y no nos sometamos a ellos.

Jesús es claro en su mensaje: no centren su vida en lo que es transitorio y menos en lo que es solo un instrumento para dar vida, estimular el bien de cada persona, de cada realidad, a fin de llevarla a mayores posibilidades según su propia naturaleza. Otra actitud es necedad.

Es injusto e insensato destruir el futuro por desproporcionar, con suma ignorancia, el presente con intereses egoístas o gustos. Los instrumentos son buenos, pero no son fines.

Jesús nos urge: ¡Vigilen: no se dejen atrapar por la codicia, eleven sus criterios!

Pidamos a María vivir los criterios de Cristo: en la libertad de usar todo sin someternos.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XVIII

Sí, todo pasa; solo Dios es eterno: lo más sensato es buscarlo a Él y enriquecernos haciendo su Voluntad; sólo eso es Universal y Eterno.


Ecle. 1, 2. 2, 21-23:
"Vanidad y sólo vanidad… todo se desvanece… Después que un hombre se ha esforzado… lo ha de dejar a otro que no se ha hecho nada en absoluto… ¿qué saca el hombre de tanto esfuerzo…?... de noche su corazón no descansa".

Salmo 89: "Señor, Tú has sido nuestro refugio".

Col. 3, 1-5.9-11:
"Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo… no las de la tierra. Ustedes murieron y su vida está escondida en Dios con Cristo… Por tanto hagan morir todo lo que está ligado a la tierra… Ustedes se han desnudado del hombre viejo… y se han revestido del hombre nuevo… Cristo lo es todo y está en todos".

Lc. 12, 13-21: "Uno le dijo a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Jesús le contestó: «…¡Vigilen! Cuídense de toda codicia, pues… sus bienes no les aseguran la vida» «…Así les pasará a todos los que acumulan riquezas para ellos mismos y no son ricos a los ojos de Dios»."

julio 24, 2010

Oración cristiana: oración de hijos

Hay preguntas que denotan un gran desenfoque de la experiencia cristiana de la oración.

Este domingo el Señor desea que entendamos qué es lo importante en nuestras relaciones de oración e intimidad con Dios.

Algunos preguntan: "Pero, padre, ¿es necesario orar?; ¿cuál es el mejor modo para Dios escuche mi oración? o también ¿cuál es la oración más eficaz?" y otras preguntas que cada uno se habrá hecho o le habrán formulado.

Este domingo la Palabra nos hace notar que Dios, en Cristo, nos dío la Vida Nueva y que ésta fue antecedida por el perdón de nuestros pecados, antes que nosotros lo pidiéramos, como siempre sucede.

Aclaremos: cuando nosotros decidimos (decisión a veces muy difícil y dolorosa) pedir perdón, ése es ya signo de que Dios nos ha perdonado y con ello nos concede la gracia de pedir celebrar el perdón de Dios en el Sacramento de la Reconciliación, gracia que muchísimas veces nos cuesta aceptar y vivir. El simple hecho de sentirnos espiritualmente mal, no psicológicamente mal, sino "espiritualmente mal", es decir, en la presencia de Dios, con la conciencia de no haber hecho lo que debíamos, según a Él le complace, eso ya es una gracia, un don gratuito de su Amor, que nos toca a nosotros asimilar para actuar en consecuencia.

Éste es parte del contenido del tercer texto bíblico de este domingo, la carta de San Pablo, que ha ido precedido del salmo 137, al que hemos respondido con la confesión de la fidelidad de Dios: "Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué" (invocación que hace referencia a cualquier comunicación con Dios).

El primer texto bíblico que se nos ofrece nos presenta la confianza desmesurada de Abraham como para pedir por las ciudades degeneradas, e insistir a Dios, intercediendo en orden a los justos que pidiere haber. Y Dios se muestra siempre dispuesto al perdón; siempre escucha, siempre cede en su Amor.

El sacramento de la Reconciliación celebra esta actitud de Dios, pero el perdón no comenzó con el Sacramento sino con la paternidad de Dios. Por eso Jesús, al enseñarnos una oración, su oración, nos centra en la Paternidad de Dios y nos quiere hacer entender que nuestra oración será correcta solo si se dirige al Padre y lo hace con la sencilla confianza del hijo, que es la de Jesús, la de Abraham, la de Pablo, la de María y la de todos los santos que existieron y existen a lo largo y ancho de nuestra historia.

¿Es necesario orar? ¡Claro! somos hijos y nos resulta vital comunicarnos con el Padre que nos da la vida y nos la renueva continuamente, pues si no lo hacemos podemos desviarnos y creer que estamos solos. ¡¡No es cierto, el Padre nos ama desde toda la eternidad!! (tal vez nadie nos lo dijo).

¿Cuál es el mejor modo para que Dios nos escuche? ¡Evidente! Hablarle con el cariño y confianza de los hijos, como Jesús, como Abraham, como María...

¿Cuál es la oración más eficaz? La que expresa el abandono más radical a la Voluntad del Padre y la confianza más grande ante su Amor Providente.

No dejemos nunca de orar, así como el Padre no deja nunca de cuidarnos. Orar por los demás, como Abraham y orar por nosotros para no cansarnos de confiar en el Padre que nos Ama.

Les pido una oración especial para mí, que el día 2 de agosto comienzo los ejercicios espírituales, hasta el día 8, para que sepa vivir lo que Dios me regale: siempre son una sorpresa enriquecedora.

Dios nos bendiga copiosamente a todos.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB


Oración cristiana: oración de hijos

Los verdaderos padres saben escuchar a los hijos y éstos, cuanto más pequeños son, mejor, saben insistir a sus padres, pues ¡son su papá y su mamá! Realmente esto es un signo de la salud de las relaciones entre ambos. ¿Acaso los padres no gozan, de algún modo, con ello?

Jesús entregó su vida para abrirnos a su Espíritu y llevarnos vivir en la dinámica de la confianza de los hijos de Dios. El hijo sabe bien que el padre le escuchará y le dará lo mejor.

Hoy se nos invita a vivir esta confianza en nuestra comunicación con Dios, nuestro ‘Abbá’: orar con sencillez y perseverancia. La oración cristiana no exige nada, muestra la necesidad y espera la respuesta de la bondad de Dios que, siempre, da lo más conveniente.

Dios respeta nuestra libertad. ¡Y muy en serio! Él desea que oremos desde la vida. Si oramos como hijos, con insistente confianza, Él escuchará como Padre, dándonos lo mejor, que es su Espíritu. Si le hablamos con exigencias prepotentes o con la desconfianza o ignorancia de quien busca convencer, la oración no será tal y no llegará a Dios, pues Él es sólo Padre.

La confianza respeta, sí; pero se atreve a pedir una y otra vez y hasta lo que parece imposible

La experiencia de Abraham con Dios es dura, pues la visita de Dios, en la forma antropomórfica del relato, es para ‘constatar’ la perversidad que vive la comunidad de las ciudades degeneradas. Allí vive Lot, sobrino de Abraham, eso lleva a éste a pedir lo casi imposible.

Abraham humildemente suplica por esta comunidad, apoyándose en la justicia de algu-nos de sus habitantes. Dios está dispuesto a perdonar a todos por la santidad de alguno.

Cristo nos dio todo lo necesario, para que viviéramos como lo que somos, hijos de Dios

Cristo Jesús también vivió esta experiencia. Él mismo se ofreció como oblación de justicia en santidad para llevar a sus hermanos a la vida creciente, que es la Voluntad del Padre.

Dios nos perdonó por la entrega de su Hijo. Nosotros lo asumimos públicamente en el Bautismo. En él reconocemos a Dios como Padre nuestro y alabamos su Bondad; y, al mismo tiempo, aceptamos la liberación de Cristo, nos unimos a su Comunidad y nos comprometemos a vivir en la Nueva Vida de los hijos de Dios, para la que fuimos creados inmortales.

Es fundamental que vivamos a Dios como lo que es, Padre, y así nos comuniquemos con Él

Quien dice ser cristiano debe aprender, cada día, a vivir a Dios como Padre y confiar en su Voluntad. Para eso Cristo Jesús se quedó con nosotros en los sacramentos, en su Palabra y en su Comunidad. Él nos insiste, a través de sus profetas, para que le escuchemos y le hagamos caso. Esta actitud vital nos llevará a saber orar como hijos, muy conscientes de nuestra poquedad y del Amor del Padre. Ahí nace la sencillez y la confianza de la oración cristiana.

Pidamos a María madurar como hijos amados de Dios y orar al Padre en el amor fiel.
Padre José María Doménech Corominas, sdb.


CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XVII
Por Cristo recibimos la Vida de Dios, esto nos abre a la oración cristiana, que debe ser la propia de los hijos: confiada e insistente


Gn. 18, 20-32:
"El Señor dijo: «¡Grande es el horror de Sodoma y Gomorra! ¡Terrible es su pecado! Bajaré a ver si toda la ciudad vive según este horror; quiero saberlo» Dos de ellos avanzaron hacia Sodoma y Abraham se quedó en presencia del Señor. Abraham se acercó y dijo: «¿Es verdad que harás desaparecer justos con culpables? Su-pongamos que en la ciudad solo hubiera cincuenta justos. ¿Los harías desaparecer?... Supongamos que solo hubiere diez». El [Señor] respondió: «No la destruiría en consideración a estos diez»."

Salmo 137: "Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué".

Col. 2, 12-14:
"Por el bautismo fueron sepultados con Cristo y con Él también resucitaron porque creyeron en el poder de Dios… Dios les da la vida con Cristo, después de perdonarles generosamente todas las culpas…"

Lc. 11, 1-13: "Un día Jesús oraba en un lugar. Cuando concluyó, uno de los discípulos le pidió: «Señor, enséñanos una plegaria…». Jesús les dijo: «Cuando oren digan: “Padre…”» Después les siguió diciendo: «Si alguno tiene un amigo… y éste le dice: “Préstame tres panes…”… Les aseguro que, si no se levanta para hacerle el favor al amigo, la misma insistencia le obligará… Yo les digo: pidan y Dios les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá… si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, mucho más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan»."

julio 18, 2010

Don Bosco en Haití: sueño hecho realidad



Como sabemos, nuestros hermanos salesianos de Haití sufrieron un duro golpe en el devastador terremoto de hace seis meses. Pérdida de vidas, destrucción de casas salesianas, y el surgimiento de aún más difíciles condiciones para las familias de los niños, niñas y jovencitos estudiantes.

La urna con los restos de nuestro papá Don Bosco estuvo en Haití hasta el día de ayer, 17. Imaginemos el consuelo que habrá sido para nuestros hermanos poder estar casi 10 días cerca de nuestro padre!

Conozcamos las palabras del padre Sylvain, superior de la inspectoría:

"Haití, tan terriblemente herida, explotada, humillada, abandonada por sus propios hijos; que parecía colapsar, pero que, poco a poco, se recoge a sí misma, gracias a los esfuerzos de aquéllos que la aman sólo por amor a Dios y a su prójimo"

Sigamos unidos a nuestros hermanos haitianos a través de la oración, o la ayuda material que podamos hacer llegar a través de las obras salesianas de nuestra localidad.

La nota completa podemos leerla en el blog del padre Stephen Leake, SDB.

Don Bosco among us: Haiti - Don Bosco, presence and source of hope







julio 17, 2010

Escuchar al Señor y Maestro

Las personas son lo más importante de toda la realidad existente. Y la relación con ellas es lo que mejor nos define por dentro (ante nosotros mismos) y por fuera en nuestra presencia e influencia social, cristiana y humana. ¡Cuántos nos creen (o no nos cree) a los cristianos por nuestra forma de trato! La primera prédica del Evangelio la damos con nuestras relaciones sociales y comunitarias.

Dios es la Comunión de tres personas. De ella depende toda la realidad que nosotros conocemos y la que no conocemos: su existencia, su sentido, su destino, su salvación y, en fin, su subsistencia más allá del tiempos, según el plan primigenio del Creador. Todo está asegurado por una sola realidad objetiva, proclamada por san Juan: "Dios es Amor", por lo tanto, es Vida, crecimiento, maduración, estimulo, renovación, recuperación, proyección con la garantía de bondad y vida eterna propia de Dios.

El ser humano está llamado, por naturaleza a construir una Comunidad de personas diversas, mujeres y varones, llamadas a madurar en la Comunión de personas, Comunidades y Culturas. El signo más claro de toda esa dinámica de Comunión para el desarrollo de las personas es el matrimonio, realidad proyectada al don mutuo de la vida y de la maduración de cada persona, las ya existentes y las que son llamadas a ello en la relación de respeto y donación mutua.

Es por eso que en la relación lo esencial es la apertura al otro en el respeto y el aprendizaje de saberlo recibir en cada momento y circunstancia, dándo a cada persona lo que ella necesita para madurar su ser y su relación con Dios, consigo mismo, las otras personas y la naturaleza. La relación sana lleva a una vida sana en todo sentido.

La Comunidad eclesial pide este tipo de dinámica y para lograrlo cada uno debe estar atento a los hermanos, como Dios lo está de cada uno de nosotros. Que esto supone más sacrificio del que pensamos, eso es normal y evidente, pero lo que debemos aprender es a vivirlo no como una carga, sino como un momento de ofrenda al Dios de la Vida para el desarrollo de la vida de cada uno de los hermanos y de la Comunidad en sí. Eso es lo que Cristo ya no puede hacer, pues este dolor nos toca asumirlo cada uno, pues la responsabilidad personal es insustituible. A eso se refiere Pablo cuando dice que 'completa en su carne lo que le falta a los sufrimientos de Cristo'.

¿Cómo podremos ser capaces de aceptar estos sacrificios si no alimentamos nuestra intimidad con Cristo y aprendemos de Él a vivir dando la vida? Es la 'mejor parte' que eligió María. Ciertamente Marta estaba entregando su vida al prepararlo todo, pero eso no se puede aguantar por mucho tiempo con pureza de intención y desinterés honesto, si uno no está lleno del Espíritu de Jesús. Pablo lo vivía y Abraham también en la Fe y Esperanza sin límites, pues sabía que Dios nunca falla en sus promesas.

Nuestra vida continuamente nos pone a prueba esta Fe y Esperanza, por eso tantas veces se resquebraja la Caridad en nuestras reaciones y vienen los malos tratos de los que hay que aprender a pedir perdón y debemos aprender a perdonarnos a nosotros mismos, pues muchas veces ésos se convierten en una pesada carga para el futuro y sus exigencias.

Dios nos bendiga a todos para que apredamos a intimar con Él para poder amar como Él.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

Escuchar al Señor y Maestro

La verdadera hospitalidad está centrada en el huésped, con todo lo que trae su presencia, no tanto en lo que se le da, cuanto en la atención que se le presta, aunque aquéllo no sea indiferente, pues puede ser expresión del realismo, respeto y veneración con el que le tratamos.

Nuestra cultura occidental ha perdido mucho el sentido casi sagrado que tenía al inicio la hospitalidad, y que todavía conservan muchas culturas orientales y africanas.

Es verdad que saber aceptar a las personas con sus propias necesidades es la forma más excelsa de hospedaje. Significa darles entrada en nuestra vida. Es la actitud de Pablo en su relación con las diversas Comunidades Cristianas, a las que amaba y servía en Cristo.

Para vivir el verdadero hospedaje cristiano, el que, en nombre de Dios, merece toda persona, es necesario vivir atento al modelo acabado de vida humana: Cristo.

Aprender cada día de Él es una tarea nunca acabada y siempre más y más necesitada, pues el Enemigo de la Vida siempre inventa nuevos modos de destruir o pervertir nuestras relaciones y convivencia.

Dios se nos presenta sin pedir permiso pero, en silencio y en otros, nos pide la debida atención

Abraham, hombre exitoso en relaciones humanas y también en los negocios, pero, sobre todo, amigo de Dios, reconoce al Señor en la presencia de los forasteros que llegan intempestivamente a las inmediaciones de su tienda. Los trata con veneración y respeto, como merece toda persona. Pero estos forasteros son especiales: son varios pero actúan como uno solo y muestran una misteriosa sabiduría respecto a los grandes anhelos que viven Abraham y Sara.

La presencia de Dios siempre está oculta, pero real, en las personas que nos rodean. Solo sus amigos le saben descubrir y tratar como es de justicia para Él y para ellos mismos.

El cristiano debe saber sufrir para servir al hermano para que madure su Fe en Cristo

La Iglesia es nuestra Comunidad; en ella somos servidores de la vida de nuestros hermanos. Es tarea asumida en el bautismo y debemos aprender a vivirla con sus sinsabores y sacrificios, pues el desarrollo de la vida es la que más problemas trae, porque hay muchas resistencias. Vivir y sufrir con y en Cristo es la clave para madurar la vida de Fe de la Iglesia.

Lo mejor para una persona es saber escuchar a Dios, pues entonces su servicio será de calidad

Es bueno servir; pero es vital saber recibir los dones de Dios, que después entregaremos. El buen discípulo es, ante todo, atento receptor de la Palabra y Presencia de Dios.

Lo vivieron Abraham y Pablo, receptores delicados de Dios y servidores de sus planes.

Pidamos a María vivir, como ella, atentos a los dones de Dios para entregarlos a todos.

P. José Mª Domènech SDB


CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XVI

Recibir y escuchar al Señor y Maestro es lo más importante de la vida, pues es lo único que nos lleva a vivir como Él la Misión confiada


Gn. 18, 1-10a:
"El Señor se apareció a Abraham en la encina de Mambré… Cuando los vio corrió para darles la bienvenida… se postró… y dijo: «Señor, si me eres favorable, no pases de largo… permíteme que traigan agua para que te laves los pies y descanses a la sombra de la encina… repondrás fuerzas para seguir el camino…» Ellos le respondieron: «Muy bien, haz lo que has dicho»… Cuando todo estuvo a punto, tomó cuajada, leche y el ternero, se lo sirvió y se quedó de pie mientras ellos comían. Le preguntaron: «¿Dónde está Sara, tu esposa?» Abraham respondió: «Está dentro de la tienda» Le dijo: «El año que viene volveré y Sara, tu esposa, habrá tenido un hijo»."

Salmo 14: "Señor, ¿quién puede entrar en tu casa?".

Col. 1, 24-28:
"Estoy contento de sufrir por ustedes pues así continúo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo en bien de su cuerpo, que es la Iglesia, de la que yo soy servidor… El propósito de Dios es éste: que Cristo, la esperanza de la gloria que ha de venir, esté en ustedes. Nosotros lo anunciamos sin hacer distinciones; invitamos a todos, los instruimos en todos los secretos de la sabiduría para llevarlos a la plenitud de Cristo".

Lc. 10, 38-42: "Jesús entró en un poblado y fue recibido por una mujer llamada Marta. Su hermana, que se llamaba María, estaba sentada a los pies de Jesús y escuchaba su palabra, mientras Marta se afanaba por prepararlo todo. Marta dijo a Jesús: «Señor… por favor, dile [a mi hermana] que me ayude». El Señor le contestó: «…María eligió la mejor parte y nadie se la quitará»."

julio 08, 2010

"Amarás..."

¿Hacer algo para heredar la Vida Eterna?

Ésta es el sentido de la pregunta que un Maestro de la Ley hace a Jesús.

Pero aclaremos la pregunta y no nos confundamos: ¿se trata de hacer algo o ser alguien?

No se puede heredar la Vida Eterna haciendo algo, pues, por un lado, la Vida Eterna es solo una, pues es eterna e ilimitada, y, por tanto, no pueden ser dos, pues ya no sería eterna e ilimitada, y, por consiguiente, es para todos la misma; por otro lado, por sí misma, la herencia no la adquiere nadie por haber hecho algo, sino que se le reconoce por ser alguien específico, es decir, por tener el derecho ya sea por naturaleza o por concesión, pero jamás por "compra" o mérito. La herencia no se consigue a ningún precio, y menos una Herencia de la Vida Eterna, como la Divina. Éste es un don del Padre para los hijos y solo para ellos, de modo que para heredarla solo se debe ser hijo/a, ¡y nada más! Solo se recibe por la naturaleza de filiación que se nos ha dado o por natiuraleza o por generosidad del Padre de la Gloria.

Dios nos concede su herencia, que es Él mismo, si aceptamos ser sus hijos como el Hijo Unigénito.

Para lograr la herencia solo se debe amar a Dios como a nuestro Padre que es, es decir, amarlo como el Hijo le ama, por encima de todo; y amar también a los hermanos, hijos del mismo Padre, como también lo hace el Hijo, es decir, con el don de la propia vida.

Nada más y no sólo amar a algunos que nos son cercanos, sino a todos los que se nos hagan, por alguna necesidad, próximos, aunque no nos pidan la ayuda.

Ése fue el camino del Hijo y el que debe vivir todo hijo de Dios.

El Padre que no tiene felicidad más grande que darnos vida y llenarnos la vida de felicidad. Ése debe ser el gran interés de todo hijo de Dios.

En el salmo repetiremos una y otra vez: "Busquen al Señor, y vivirán" Ésta es nuestra vida eterna: vivir en el Señor para siempre llenando de felicidad la existencia de los que nos rodean.

Pidamos a María que nos enseñe, ya ahora, a vivir en la Herencia de Dios: la vida eterna para los hermanos que están con nosotros, sobre todo hacerlo con aquellos que más lo necesitan por sus carencias de todo tipo, a consecuencia de las múltiples magulladuras de la vida.

Dios les bendiga y a todos nos ayude a caminar en su Voluntad, que es el adelanto de la Feliz Herencia Eterna y Universal.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

"Amarás..."

¿Es posible amar a alguien sin buscar comprenderlo cada día más; sin hacer un esfuerzo para encontrarse con Él; sin desear vivir en mayor intimidad con su persona; sin caminar, paso a paso, junto a Él lo más posible? ¿Qué verdad tendría un amor que no hiciera este esfuerzo? Decir amar o seguir sin buscar acercarse es, al fin y al cabo, una forma de mentir.

Amar es ser capaz de entrar en el interior de la otra persona y compartir con ella la vida. Cuanto más profundamente se vive esta experiencia, más profundo es el amor. Se trata no de sustituir sino de vivir en sus responsabilidades, ayudándole crecer asumiéndolas y afrontando las consecuencias de sus actos, sin abandonarle jamás a su suerte. Es el modo de vivir de Dios respecto a su Hijo encarnado, Jesucristo, y a cada uno de sus hijos de carne y hueso.

Amar es el modo de vivir del cristiano respecto a Dios y a los hermanos; alegrándose de sus logros y acompañando sus luchas; aceptando los apoyos que nos dé y buscando conocerle cada día más y mejor, aunque esto, sin duda ninguna, suponga esfuerzo continuo y, en algunos momentos, muy duro y difícil de asumir. Jesús, en su pasión, nos señala el camino a seguir.

Es la vida de Cristo Jesús con nosotros y la que nos invita a vivir con los hermanos.

El nuevo pueblo nace de la obediencia, de ella brotarán todos los bienes que Dios desea darle

Dios ama a su pueblo. Éste no necesita hacer nada para ser amado, Dios le ama porque es su Padre y es Amor. Por eso le orienta con los mandamientos, porque quiere su desarrollo y que prospere en todo lo que viva, superando las dificultades que la realidad plantea por sí misma.

Este pueblo debe ser lo que es: una Comunidad de Hermanos. Así cumplirá su vocación: hacer del mundo una comunidad fraterna; así la tierra será lo que Dios quiere, su familia.

Todo está en Cristo: la creación, pues Él es su origen, y la salvación, de la que Él es el Fin

Cristo es mostrado, como es en realidad, superior a toda creatura. Todo ha sido creado en orden a Él, modelo acabado de la creación. En Él todo lleva a la Vida según la Voluntad soberana del Padre, la creación Redentora del Hijo y la radiante Santificación del Espíritu.

También la Redención está presidida por Cristo. Solo Él reconcilia a toda persona y a todo el Universo con el Padre en el Espíritu. En Él hallamos el sentido, principio y fin de todo.

No se trata sólo de cumplir la ley sino, mucho más, de ser, en Cristo, como Dios: dador de vida

El que vive en alianza con Dios o busca ser como Él: dador de vida al hermano, a todo ‘hermano’, o está viviendo por su cuenta, no en el Señor, que libera a todos de toda esclavitud.

Los bienes de Dios son para todos. La caridad o es universal o no es cristiana. Es la vida plena de Dios. Vivirla es hacer historia a Dios. Nada nos exime de la caridad cristiana.

Pidamos a María vivir cada día en el Señor amando a todo hermano que lo requiera.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XV

Cristo es cabeza de la Iglesia y centro del Universo: sólo en Él encuentra todo ser humano la plenitud de salvación para su vida

Dt. 30, 10-14:
"El Señor estará muy complacido de hacerte feliz… si tú escuchas al Señor, tu Dios, con todo el corazón… y te conviertes… con toda el alma. La ley que hoy te doy no es demasiado difícil para ti ni está fuera de tu alcance… son palabras que tienes muy cerca de ti… las tienes en tu corazón".

Salmo 68: "Busquen al Señor, y vivirán»".

Col. 1, 15-20:
"Jesucristo es imagen del Dios invisible… Dios ha creado todo el universo por Él y a Él lo ha destinado. Él existe antes de todo y todo se mantiene en Él. Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Él es origen y primicia de los resucitados… quiso Dios que residiera en Él toda plenitud… por Él Dios quiso reconciliarse con todo el Universo, dando la paz… por la sangre de la cruz de Jesucristo".

Lc. 10, 25-37: "Un letrado… preguntó a Jesús: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida Eterna?» Jesús le respondió: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?» Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo». Jesús le dijo: «…hazlo y vivirás». Él… replicó: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús prosiguió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones… bajaba un sacerdote, lo vio mal herido y… pasó de largo; por ese mismo camino bajó un levita… pasó de largo. Pero un samaritano que viajaba por allí, lo vio y se compadeció… De los tres, ¿quién te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado?» El letrado dijo: «El que le atendió». Dijo Jesús: «Haz tú lo mismo»".

julio 03, 2010

"Vayan"

¿Es éste el domingo de la alegría o el domingo del Reino de Dios?

Creo que las dos cosas: domingo del verdadero origen de la alegría: el Don de Dios aceptado en la docilidad al Señor Jesús que da su vida en oblación invitándonos a entregar la nuestra para la extensión del Reino de Dios.

Ciertamente no somos nosotros quienes salvamos, pero el Reino de Dios llega al hermano a través de nuestra entrega y, cuanto más cercana es ésta a la de Cristo Jesús, muerto y resucitado, más cercana es a los hermanos con los que nos encontramos.

Vivir cercanos a la donación de Cristo significa aceptar vivir como nuevas creaturas, cosa que, no es fácil ni siempre agradable, pero siempre nos llena de paz y nos lleva a la alegría, características del Reino de Dios, aun en lo más duros momentos, como son los del martirio, también el cotidiano.

Pablo nos invita a vivir como nueva creación por la cruz de Cristo, pero para vivir esta realidad, que nos plenifica con su gozo, debemos aceptar renunciar a lo que no es de Cristo, aunque nuestro mundo no acepte tal condición y nos invite (para ser 'modernos', 'actuales', 'progresistas', o como lo quiera llamar cada cultura) a vivir no según los criterios de Jesucristo, sino según los criterios de cada época, es decir, según los supercambiantes caprichos de los poderosos de turno, puesto que es evidente que las opiniones reinantes, o de moda, no salen de la gente sencilla, que es la mayor parte de la humanidad, sino de los que tienen poder y dominan la macrocomunicación, pudiendo lanzar 'opiniones' que se imponen como actuales. Por si no nos hemos fijado, casi nunca estas opiniones resaltan la fidelidad, el sacrificio, el don de la vida por el hermano y el más pobre (aunque sí manipulan su figura cuando les conviene), la disciplina y la renuncia, sino que prometen e intentan crear para el tiempo actual el 'cielo' del abundante "bien-estar", del placer y de la autosatisfacción.

Todo lo que sea sacrificio y renuncia es discriminado y poco menos que condenado.

Por estos senderos amplios y fáciles de recorrer no camina ni la Verdad, ni el Bien, ni la Paz.

Las consecuencias de nuestros errores están ahí y tienen que ser superadas: a Jesús le costó la vida y a nosotros no nos va a costar menos, aunque nuestro precia a pagar no sea tan duro como el que pagó Él por ofrecernos la salvación a todos.
Pablo rechaza las componendas: no se trata de mejorar lo existente, sino de aceptar la tarea de ser nueva creatura; cosa que supone muerte a toda conducta caduca, propia del pecado, y resurrección a algo mucho mejor: la Vida Nueva en el Señor. Mucho mejor, sí, pero no más inmediatamente placentero, aunque nos lleve, sin duda alguna, al gozo, que no es el placer, sino a muchísimo más que la efímera experiencia del placer, que tanto nos seduce en los paupérrimos tiempos de la cultura actual que se nos desea imponer.

El pueblo de Israel vuelve del exilio con una idea de casi gloria y se encuentrar con la fuerte desilusión de tener que reconstruirlo todo con la oposición de los vecinos. El profeta le anima con la realidad del consuelo de los tiempos mesiánicos que se aproximan. La Fe les tiene que ayudar a tomar en serio la dolorosa lucha de cada día para ser fieles a la Voluntad del Señor.

Jesús nos pide que no nos desanimemos, aunque seamos enviados, y así es, como corderos en medio de lobos. Lo importante es que nos centremos en vivir con los criteros del Reino y, así, seamos capaces de comunicar la Paz y no dejarnos atrapar por el polvo de los que no creen o se resisten a la Cruzde Cristo.

Sí, es el domingo del Reino de Dios, Reino de Paz y alegría; ahora muchas veces doloroso, pero para dolor para vivir como resucitados, como nuevas creaturas, en medio de nuestro mundo: es el único modo de ser testigos creíbles. Eso no es posible hacerlo bien en privado, por eso necesitamos mantenernos unidos a la Comunidad, por muchas dificultades y debilidades que ésta tenga: en ella está el Señor de la Vida, de la Paz, del Gozo y la Alegría; el Señor del Reino de Dios, que nos envía de dos en dos...

El Dios de la Alegría y la Paz llene nuestra vida y nos haga buenos comunicadores de su Reino.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB


"Vayan"

¿Quién no desea la paz? ¿Quién no busca la alegría? ¿Quién no ha tenido la experiencia de lo frágil que es nuestra paz, la personal y mucho más la social? ¿Quién no sabe que la alegría no es gratis, sino que hay que construirla, alimentarla y defenderla? ¿No nos hemos dado cuenta todavía que la alegría cuanto más desde fuera nos viene, más corta es y cuanto más viene desde el profundo de nuestro ser, más serena y estable es?

La verdadera fuente de paz y alegría está en el don de la Vida de Dios, ofrecida a todos en la cruz de Cristo. Sí, la Paz que no se niega a nadie, pero que tampoco se le impone: conocerla, aceptarla, alimentarla y vivirla propagándola es nuestra entera responsabilidad.

El Señor la asegura a través del profeta. Pablo nos muestra cómo la debemos asumir. Jesús se la ofrece a todos, a través de sus discípulos. Unos la asumen y otros no.

La alegría de Dios, si la aceptamos, nos llena de esperanza y nos lleva al compromiso de vida

El regreso del exilio fue una gran decepción. El profeta, en nombre de Dios, consuela al pueblo con la próxima alegría de los tiempos mesiánicos que manifestarán el maternal cuidado de Dios hacia su pueblo, constituido en el dolor, pero al que envolverá en dulce paz confiándole la responsabilidad de ofrecer a todos esta misma Paz, don eterno del Dios Amor.

La esperanza, el gozo y el compromiso son los frutos de aceptar esta Paz en Cristo.

La alegría del cristiano viene del vital asumir la cruz de Cristo como central criterio de vida

Pablo es claro respecto al don de Dios y a la responsabilidad de cada persona: se trata de ser creaturas nuevas, no basta mejorar lo anterior. Seguir en las dinámicas de antes es vivir equivocado y traicionar la misión que Dios nos confía en el mundo, entre los hermanos.

La redención supone un nuevo nacimiento y ésta es tarea cotidiana de docilidad a Dios.

La cruz de Cristo transforma la vida y le da sentido nuevo; ella nos muestra la Misericordia del Padre: es nuestra Paz y nosotros debemos ofrecerla a los hermanos, por mucho sufrimiento que nos implique. Será el signo de nuestra identidad con Cristo: nuestro gozo y gloria.

Lo más importante en la Fe es nuestra fiel intimidad con Dios, no el éxito entre los hombres

La misión encomendada por Jesús está destinada a todos los pueblos y está centrada en despertar la conciencia de la cercanía del Reino, es decir, de la presencia salvífica y providente de Dios. Lo demás es obra de Dios. ¿Fácil? No; tendrá muchas batallas que afrontar, pero el resultado está asegurado. El éxito vive de la fidelidad de los discípulos al Señor de la vida.

Pidamos a María vivir cada día una más viva intimidad con el Dios del gozo y de la paz.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XIV

El Reino de Dios, por la fuerza transformadora del Amor del Padre en la Cruz de Cristo, si la asumimos, es el reino de la paz y la alegría.


Is. 66, 10-14c:
"Alégrense con Jerusalén todos los que la aman… serán saciados de su consue-lo con abundancia… Esto dice el Señor: «Yo conduciré como un río hacia ella la paz y el bienestar… Como una madre consuela a su hijo, yo también les consolaré…» La mano del Señor se dará a conocer a sus servidores".

Salmo 65: "Aclama al Señor toda la tierra".

Gal. 6, 14-18:
"Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. En ella el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo… Lo único que vale es haber sigo creados como nuevas creaturas… yo llevo en mi cuerpo las marcas distintivas de Cristo…".

Lc. 10, 1-12.17-20: "El Señor designó a otros setenta y dos y los envió de dos en dos… Les decía: «La mies es mucha y los segadores pocos: pidan al dueño de los sembrados que envíe más segadores. Vayan. Sepan que les envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni zurrón, ni calzado; no se paren a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Paz a esta casa’. Si en ella vive una persona de paz, ésta reposará en ella, si no, volverá a ustedes... No vayan de casa en casa… curen a los enfermos que haya… Si no les quieren recibir… díganles: ‘Hasta el polvo que tenemos en los pies, se lo dejamos; pero sepan esto: el Reino de Dios está cerca de ustedes.’...» Cuando los setenta y dos regresaron felices, decían: «Señor, hasta los demonios se nos sometían…» Jesús les dijo: «Sí,… nada podrá hacerles daño. Pero… alégrense, más bien, porque sus nombres están escritos en el cielo»."