mayo 25, 2014

«Si ustedes me aman cumplirán mis mandamientos»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 25 de mayo.

Cristo se despide, pero nos asegura que no nos dejará: nos enviará otro defensor o consolador.

No quedaremos huérfanos. La vida sigue y, si queremos que dé fruto en nosotros, como la de Dios, de quien estamos llamados a ser imagen, debemos ser fieles al Maestro.

Dios no impone nada y lo que no le permitamos hacer en nosotros, no lo hará.

Este Defensor es el Espíritu de la Verdad para que la Vida sea verdadera y fecunda en la plenitud de Dios.

Los hombres no necesitan la maravilla que somos nosotros, pues todos somos maravilla de Dios y nosotros no somos mejores que nadie; los hombres necesitan las maravillosas grandezas de Dios. Maravilla de plenitud equilibrada, de fecundidad serena y estimulante, de sabiduría luminosa y enaltecedora, de paz profunda y estable, de amor dador de vida y de esperanza; maravilla de consuelo vitalizante, de perdón renovador, de fortaleza constante, de bondad educadora, de piedad liberadora y obediente a la Voluntad de Dios sobre todo para con los más pobres y necesitados de Vida nueva y dignidad concreta y actual. Todo esto nos pide apertura y voluntad de ponernos en las manos en quien puede transformar nuestra pobre riqueza en obra maravillosa de Dios.

No importan las dificultades, pues todo, en las manos de Dios, nos eleva y lleva a su grandeza.

Que en Cristo Dios nos bendiga: Él nunca nos deja, abrámonos a su Palabra y Amor. Él nos guíe para que aprendamos, dóciles a su Espíritu, a ser testigos-misioneros de la Vida nueva del Resucitado siempre y en todas partes.

Que nuestra Madre Auxiliadora nos ayude a vivir su petición clara: “Hagan lo que Él les diga”.

¡Feliz fiesta! Unidos en oración con María, la Madre auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB


«Si ustedes me aman cumplirán mis mandamientos»

La permanencia de Jesús con nosotros, y su obra-Misión, es segura, pero, que nosotros la vivamos y nos beneficiemos de ella como actores reales, no depende de Él, sino de nosotros: de nuestra fidelidad.

La experiencia de orfandad no la mejor manera de madurar como persona o Comunidad. Jesús no quiere eso para sus discípulos, pero los que debe dejar para ir al Padre. Deben aprender a ser dóciles y fieles a lo que el Señor resucitado les ofrece y pide. Es un aprendizaje vital y continuo, sin descanso, como la vida.

Jesús nos asegura ‘otro Defensor’, Consolador de los pobres y amenazados: Espíritu de la Verdad.

Espíritu anclado en la Verdad y Verdad como fidelidad a la Vida, Dignidad y Paz. Pero Jesús aclara que el mundo –los que no siguen al Señor, aunque en algunos momentos lo busquen de usar– no puede recibir.

Este Espíritu nos hará testigos de la Verdad del Amor de Dios y de la cercanía del Padre a los más necesitados y deseosos de una vida que merezca llevar este nombre. Nos hace testigos de la fuerza de su Perdón y Aliento para que vivamos fieles a los criterios del Amor de Dios, Amor que salva y renueva.

Dar el Espíritu de Jesús es fortalecer a los hermanos y llenarlos de la Sabiduría de Dios que nos permite profundizar en la verdad de toda realidad para servirnos de ella para el bien de los que nos rodean.

No hay otro modo de glorificar a Dios en Cristo Jesús que vivir según la Vida interior que nos infunde su Espíritu, el que lo animó a Cristo y lo resucitó de entre los muertos. Éste nos mueve una esperanza que supera todo desaliento, pues se basa en la fidelidad de Dios al que nos mantenemos fieles pase lo que pase, aun en medio de las persecuciones, a veces no aparentes, pero igualmente reales e hirientes.

La docilidad y obediencia a Cristo y a su Espíritu es vital para que la redención llegue a toda persona.

Sin duda nos llevará, más de una vez, por el camino del dolor, pero el fin es la Gloria de Dios y nuestra.

La Iglesia, empujada por el Espíritu, sale a proclamar el Evangelio de Jesús y la respuesta es generosa.

La Iglesia, animada por el Espíritu, sale de Jerusalén. El diácono Felipe anuncia a Cristo resucitado a los hermanos samaritanos y despierta, por la fuerza del poder de Dios, su conversión.

Pedro y Juan confirman, con el don del Espíritu, el compromiso de los que creen en el Señor resucitado.

Pedro nos invita a glorificar a Cristo con nuestra vida y a no dejarnos aturdir por los momentos difíciles

Lo que convence es la fidelidad hecha historia de vida plena de donación en el Amor a Cristo y en Él.

Ser testigos de Jesús casi nunca será fácil, pues son muchas las oposiciones, pero vale la pena ser fiel.

Debemos, por la meditación, celebración comunitaria de la Fe y intimidad personal con el Resucitado, estar listos para dar testimonio de lo que creemos y esperamos, pero hacerlo con el bien y para el bien.

Jesús nos llama a la fidelidad y la confianza; Él no nos abandona, nos da su Espíritu que nos guiará.

Amar al Señor es vivir en su Vida y Voluntad, eso es vital, lo demás es accidental, nunca central.

Se va, sí; pero no los dejará huérfanos: les enviará del Padre su Espíritu, el Espíritu de la Verdad.

El Espíritu nos abrirá los ojos de la Fe para que vivamos en la Comunión del Padre y del Hijo y esto lo expresaremos en nuestra filial obediencia a los mandamientos de Jesús, que nos llevan a la Comunión.

Pidamos a María ser dóciles al Espíritu de Jesús, y construir con Él la Comunión con los hermanos.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.



CICLO A – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO VI

La fidelidad al Señor Jesús, animada por el Espíritu, es la piedra de toque de la autenticidad de nuestra Fe, que se propaga aun en las persecuciones.

Hch. 8, 5-8.14-17:
Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo. Al oírlo y ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe... Y fue grande la alegría de aquella ciudad. ...los Apóstoles... les enviaron a Pedro y a Juan. Éstos... oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo... les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.

Sal. 651-3a.4-7a.16.20: ¡Aclame al Señor toda la tierra!

1P. 3, 15-18:
Glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor. Estén siempre preparados para defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que Uds. tienen. Pero háganlo con suavidad y respeto, y con tranquilidad de conciencia. Así se avergonzarán todos aquellos que difaman el buen comportamiento que Uds. tienen en Cristo... como [sus] servidores. Es preferible sufrir haciendo el bien... que haciendo el mal. Cristo padeció... por los pecados... para... llevarlos a Uds. a Dios.

Jn. 14, 15-21: Jesús dijo a sus discípulos: «Si ustedes me aman cumplirán mis mandamientos. Y Yo rogaré al Padre y Él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes lo conocen porque Él permanece con Uds. y estará con Uds. No los dejaré huérfanos, volveré a Uds. [...] Aquél día comprenderán que Yo estoy en el Padre y el Padre está en Mí y Yo en Uds. El que recibe mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama, y el que me ama será amado por mi Padre, y Yo lo amaré y me manifestaré a Él.»









mayo 17, 2014

«Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida»

Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 18 de mayo.



Cristo nos lleva al Padre, Dios, quien nos conoce y nos ama desde siempre y para siempre. Es maravilloso saber no solo que somos esperados y que nuestra partida de esta segunda etapa de la vida inmortal que el Señor nos ha dado, no la haremos solos, así como no estuvimos solos cuando pasamos de la primera –en el seno materno– a la segunda al llegar a este mundo-sociedad en el que aprendimos a crecer como seres humanas e hijos de Dios en Cristo. No. El Señor Jesús vendrá a buscarnos, Él nos lo asegura. Lo importante es que sepamos a dónde vamos y cuál es el camino:

Vamos al Padre, como Cristo Jesús. Él mismo nos comunica que es el Camino que nos lleva al Padre, también nos aclara que también es Él quien nos comunica toda la Verdad necesaria sobre Dios, sobre nosotros mismos y la realidad en la que nos encontramos y Él es la Vida plena y eterna de nuestra existencia. Conocer al Padre en creciente intimidad es lo más vital de nuestro existir y lo haremos sólo en la medida que intimemos con Jesucristo. No podía ser más claro. no necesitamos buscar a este Cristo Jesús, pues está junto a nosotros, nos acompaña en nuestro vivir; Él nos ha integrado a su Cuerpo místico –que es su Comunidad– y nos ha confiado su propia Misión, nos ha integrado en su sacerdocio a favor de toda la humanidad, haciendo de nuestro cuerpo y de nuestra Comunidad su templo vivo, y solo es a través de nuestra vida consagrada a Él y a su Reino como podremos darle real y concreto culto en espíritu y verdad, como Él mismo lo expresó en su diálogo con la samaritana: así lo escuchamos el tercer domingo de cuaresma.

Ser cristiano, por tanto, no es pertenecer a una religión, sino vivir unido a una persona: a Cristo, y no por estar en un registro, sino por una creciente intimidad con Él, que el domingo pasado nos decía que era nuestro Buen Pastor y la Puerta por la que se entra a una Comunión de vida plena.

Dios nos bendice en Cristo, siempre está presente y actuante en nuestra vida comunitaria. Dejemos que nos guíe por su Camino, nos diga su Verdad y nos llene de su Vida. No perdamos el horizonte. Vivamos en su presencia, centremos nuestra atención y esfuerzo en vivir su Palabra y hacer de nuestra vida un culto agradable al Padre para que todos conozcan al Hijo guiados por el Espíritu.

Unidos en oración con María, la Madre auxiliadora, cuya novena empezamos:

P. José Mª Domènech SDB

«Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida»

Estamos llamados a creer en el Señor, que nos cuida, que nos prepara el futuro y que nunca nos dejará.

Jesús es el Camino al Padre, no hay otro; Él es la Verdad de nuestra realidad y la Vida de nuestra vida.

Desconocer al Señor desde la Fe es como no verlo, pues no se capta su realidad profunda, sino apariencias. Ver a Jesús es ver al Padre: sus obras de vida son testimonio del Amor de Dios entre nosotros.

Nuestra respuesta a la vocación cristiana pasa hoy por creer-vivir a Jesús, Dios encarnado, presente.

Cristo no garantiza que no tengamos errores, pero sí que Él jamás nos abandonará, y, si no le dejamos, sabremos caminar por su Camino, viviremos en su Verdad, compartiremos su Vida y haremos sus obras.

En su Cena, cada Eucaristía, Él mismo es el que nos anima, nos orienta, nos asegura su presencia, alimenta nuestra Fe, fortalece nuestra Esperanza, alienta nuestra Caridad y Él nos da la seguridad de

ser escuchados, siempre que vivamos en su Amor, pues éste transforma y da fecundidad a nuestra vida ordinaria.

Dificultades jamás faltarán, pero tampoco la Sabiduría del Amor de Dios para que nunca dejemos el esfuerzo de caminar cada día como Pueblo de Dios, regio y sacerdotal: orante y constructor de la Paz.

La primera Comunidad tuvo problemas y buscó solucionarlos, para eso señaló sus prioridades en la Fe.

Lo importante no es ser eficaz, sino siempre fiel al Evangelio, lo demás lo genera la vida evangélica.

Pedro asume su función de orientador de una vida comunitaria fiel a la Misión confiada por el Señor.

Pedro nos anima a vivir como lo que somos: Pueblo sacerdotal y regio que ofrece la Vida nueva a todos.

Cristo nos ha hecho, por el don de su vida en el Amor, miembros del Pueblo de Dios: Él es la base, la piedra angular, rechazada por los constructores; Él nos hace piedras vivas del templo de Dios en el mundo.

El resucitado nos ha constituido sacerdotes en Él para ofrecer nuestra vida, consagrar al mundo en el que actuamos como parte del Reino de Dios y ser testigos del Amor del Padre que nos Salva en Cristo.

Jesús quiere enseñarnos a profundizar nuestra visión de Él: Camino-Verdad-Vida, Presencia del Padre.

Sólo Jesús nos conduce al Padre: es el único Camino que lleva a Él, la única Verdad que le expresa –y nos expresa como sus hijos amados–, la única Vida eterna, la única a la que vale la pena consagrarse.

Sólo Jesús es el Hijo unigénito que se consagró con su propia vida hecha don salvador que pide perdón.

Cristo en sus obras guía nuestra vida y es la verdad que nos define como gestores de la vida y la paz.

Pidamos a María a ser uno en Cristo, fieles a su persona y Misión para el bien de los que nos rodean.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO A – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO V

Si vivimos centrados en lo básico: la oración y la Palabra, seremos uno con el Señor, como Él lo es con su Padre, y eso dará vida nueva a nuestro servir.

Hch. 6, 1-7:
Como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos, porque se desatendía a sus viudas... los Doce convocaron a todos... y les dijeron: «No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas. Es preferible, hermanos, que busquen entre Uds. a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea. De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra.» La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron [a los siete]. Los presentaron a los apóstoles y éstos... les impusieron las manos. La Palabra de Dios se extendía cada vez más...

Sal. 321-2.4-5.18-19: Señor, que descienda tu Amor sobre nosotros.

1P. 2, 4-10:
Al acercarse al Señor, piedra viva rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa a los ojos de Dios, también Uds., a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo... Ustedes son “una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido” para anunciar las maravillas de aquél que los llamó de las tinieblas a su admirable Luz. Ustedes, que antes no eran pueblo, ahora son Pueblo de Dios; Uds., que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.

Jn. 14, 1-12: Jesús dijo a sus discípulos: «No se inquieten; crean en Dios y crean también en mí: en la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, ¿les habría dicho a Uds. que voy a prepararles un lugar? Cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también Uds. Ya conocen el camino que lleva al lugar a donde yo voy.» Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?» Jesús le respondió: «Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, si no por mí. Si Uds. me conocen, conocerán también a mi Padre...» Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.» Jesús le respondió: «Felipe, tanto tiempo que estoy con Uds. y aún no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?... Créanme, yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que creen en mí, hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre.»








mayo 15, 2014

Novena de María Auxiliadora 2014: Venid y vamos todos!



¡Empezamos la novena de nuestra Madre Auxiliadora! Preparemos la fiesta cantando, como tantos hermanos aquí en Sudamérica, nuestro himno preferido: Venid y vamos todos!



Venid y vamos todos

Venid y vamos todos con flores a porfía,
con flores a María, que Madre nuestra es (bis).


De nuevo aquí nos tienes, purísima doncella,
más que la luna, bella, postrados a tus pies.

Venimos a ofrecerte las flores de este suelo,
con cuánto amor y anhelo, Señora, tú lo ves.

Por ellas te rogamos, si cándidas te placen,
las que en la gloria nacen, en cambio, tú nos des.

Monseñor Santiago Costamagna, SDB


Hoy empiezan también, las misas y prédicas de la Novena en nuestra basílica santuario de María Auxiliadora en Lima, con el tema: "MARÍA AUXILIADORA, MADRE Y MISIONERA DE LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO". Aquí pueden descargar el programa, de la nueva web de las FMA Perú: FMA Perú: Novena María Auxiliadora 2014




mayo 04, 2014

«Quédate con nosotros porque es tarde y el día se acaba»

Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 4 de mayo.

La presencia de Dios en nuestra vida es constante y discreta, pero no banal ni indiferente. Él es muy eficiente en todo lo que hace, pero no es invasivo; espera que se le abra la puerta para entrar y que se le deje hablar para compartir su riqueza y que se le acepte en la propia casa o interior para manifestarse con el Señor y Salvador resucitado de entre los muertos.

Los discípulos que, abandonando la Comunidad en la que el Señor los había insertado, se dirigían a Emaús, hicieron la experiencia de caminar con Jesús sin saberlo, de escucharle sin percatarse de su presencia –pero sintiendo su cercanía e interés– y de vivir su redentor Señorío que se les daba como alimento que nos resucita a la vida. Ante tan convulsionante experiencia se les encendió el fuego evangelizador y volvieron corriendo a su Comunidad para enriquecerlos con lo que habían vivido y les había transformado la vida: ¡¡¡El Señor ha resucitado, está vivo y lo hemos visto!!! En la experiencia de todo convertido. Pedro nos pide tomar en serio nuestra Fe hoy y aquí.

La conversión no se da solo al inicio del camino de Fe. Ésta tiene distintos niveles de conversión, pero para que ésta se dé en nuestra experiencia personal, es necesario que aprendamos a abrirnos al Señor que camina con nosotros, que escuchemos su Palabra y nos unamos en la Comunidad.

El signo de su conversión fue que regresaron a su Comunidad, aunque los caminos, por la noche, fueran peligrosos. La vida que debían compartir era mucho más importante. ¿Qué representa para nosotros nuestra Comunidad de Fe? ¿O es que no es de Fe, sino de tradición o necesidad o gusto?

Dios nos bendiga a todos. Que el Señor renueve nuestra voluntad de convertirnos cada día a Él y dejar que su Palabra reoriente nuestra vida, nos llene de su Paz y perdón y nos enseñe a unirnos mejor en la Comunidad a la que el Señor nos ha integrado desde el día de nuestro Bautismo. El Espíritu del Resucitado nos guía en las crisis, vivamos cada día más abiertos y dóciles a Él.

Unidos en oración con María, la Madre que desea ver a todos sus hijos unidos en su Hijo amado:

P. José Mª Domènech SDB



«Quédate con nosotros porque es tarde y el día se acaba.»


La presencia de Jesús en nuestra historia es cierta y concreta: Palabra-Comunidad-Sacramentos. Vive atento a las necesidades más reales en nuestra historia interior y sus altibajos. Jamás se distrae.

Nuestros momentos se crisis le son de sumo interés, pues dio su vida para salvarnos de toda derrota.

Jesús, Dios y Señor del Universo, camina con nosotros y nos pide superar toda superficialidad; pues sin reflexionar en todo e ir a profundidad, nos quedamos esclavos de las apariencias, engaños y miedos.

Lo grave en todo discípulo es el desaliento que lo aísla de la Comunidad; Jesús nos sale al encuentro.

La proclamación de la resurrección del Señor es el mensaje más vital de la Fe cristiana: somos testigos

Los milagros de Jesús despertaron la esperanza y la cruz la quiso matar, pero Dios resucitó a su Hijo.

Somos testigos de la resurrección, respuesta del Amor de Dios a la necesidad de Salvación de sus hijos.

Pedro nos pide coherencia con nuestra Fe: el Padre, Juez de Misericordia, nos salvó por su Hijo amado

La vida humana es única e inmortal. Dios nos la toma en serio: lo que decidimos construye el futuro.

Creer en Cristo Salvador lleva a la conversión, pues nos enseña a confiar en el Dios de Amor y Vida.

Jesús camina con nosotros, muestra la acción de Dios en nuestra vida y nos pide volver a la Comunidad

Aceptar y escuchar a Jesús en nuestro caminar llena de fuego el corazón y nos lleva a la Comunidad.

Signo objetivo de la presencia de Jesús es que vamos a la Comunidad para llevarle la Buena Noticia.

La Palabra de Cristo, proclamada en la Comunidad, y la Eucaristía iluminan los ojos de nuestra Fe.

Pidamos a María saber descubrir a Cristo vivo en la Palabra y la Eucaristía vividas en la Comunidad.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO A – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO III

El Señor camina con nosotros, aunque no lo veamos; nos guía a darnos cuenta de cómo estamos y, siéndole dóciles, poder vivir las riquezas que tenemos

Hch. 2, 14.22-33:
El día de Pentecostés, Pedro... levantó la voz y dijo: «Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención porque voy a explicarles lo que ha sucedido. A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes por intermedio de... signos que todos conocen, a ese hombre... Ustedes lo hicieron morir clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo resucitó... porque no era posible que [la muerte] tuviera dominio sobre Él. En efecto, refiriéndose a Él, dijo David: “Veía sin cesar al Señor delante de mí, porque Él está a mi derecha para que no vacile. Por eso se alegra mi corazón... porque tú no entregarás mi alma al abismo, ni dejarás que tu servidor sufra la corrupción... y me llenarás de gozo en tu presencia.” Hermanos, permítanme decirles con toda franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado... Pero como él era profeta, sabía que Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría en su trono. Por eso previó y anunció la resurrección del Mesías... A este Jesús, Dios lo resucitó, y nosotros somos testigos...»

Sal. 151-2a.5.7-11: Señor, me harás conocer el camino de la Vida

1P. 1, 17-21:
Ya que ustedes llaman Padre a aquel que... juzga a cada uno según sus obras, vivan con temor mientras están en este mundo. Uds. saben que “fueron rescatados”... con la sangre preciosa de Cristo... Por Él ustedes creen en Dios, que lo ha resucitado y lo ha glorificado, de manera que la Fe y la Esperanza de ustedes estén puestas en Dios.

Lc. 24, 13-35: El primer día de la semana, dos de los discípulos iban a... Emaús... hablaban sobre lo que había ocurrido... Jesús se acercó y siguió caminando con ellos... algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: «¿Qué comentan por el camino?»... Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único... que ignora lo que pasó...?» «¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos le respondieron: «Lo de Jesús, el Nazareno,... un profeta poderoso en obras y en palabras,... cómo nuestros... jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera Él quien liberara a Israel. Pero... ya van tres días que sucedieron estas cosas... algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado; ellas fueron de madrugada al sepulcro y, al no encontrar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles asegurándoles que Él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho, pero a Él no lo vieron.» Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!...» Y, comenzando por Moisés y continuando por todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a Él. Cuando llegaron... Jesús hizo ademán de seguir adelante... ellos le insistieron: «Quédate con nosotros porque es tarde y el día se acaba.» Él entró... y, estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio... los discípulos... lo reconocieron, pero Él había desaparecido... Se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los once y a los demás que estaban con ellos... Ellos... contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.