diciembre 29, 2012

La Sagrada Familia

Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 30 de diciembre.



La Sagrada Familia

Crecer significa asumir la responsabilidad de buscar la verdad y el bien para poder dar vida a todos.

La familia de Jesús no tuvo nunca las cosas fáciles: la madre afrontó un parto no pensado; sí se le pidió el consentimiento, pero otro era quien programaba. El padre vivió una muy dolorosa sorpresa que lo sumió en angustiosa incertidumbre y dura decisión; Dios le aclaró y le pidió algo inaudito. Él aceptó, sí, pero nunca dominó la situación, salvo en su confianza. El hijo, como todos, tuvo que aprenderlo todo en
la obediencia: así se prepara a una soberana libertad interior que le llevaba a una obediencia sin límites.

La fortaleza de María, José y Jesús para desarrollar su difícil misión fue la Fe firme y el Amor vivo y concreto al Padre que se la ofreció porque confió en ellos. Es la misma actitud que tiene con nosotros, pero nosotros ¿tenemos la misma actitud con Él? ¿Nos apoyamos en Él? ¿Aceptamos su Voluntad?

Las familias serán fuertes, felices y fecundas, dentro y fuera, si confían y escuchan de verdad al Señor.

Somos Hijos, pero necesitamos aprender a serlo como Dios quiere: Él es la fuente de nuestra filiación. Enseñar a ser Hijo es tarea de los padres, por naturaleza, y de la Comunidad cristiana por misión.

Dios siempre nos da, a su tiempo, lo debido, pero lo aprovecharemos sólo manteniéndonos disponibles

La familia más rica es la que sabe que sus hijos son don de Dios y aprende ponerlos en manos de Él.

Así los hijos aprenden de sus padres que el Amor crece siempre según la Voluntad Providente de Dios.

El Amor del Padre nunca ha sido mezquino, lo que nos tiene reservado es maravilloso, abrámonos a Él

Jesús vivió un Amor –don de vida– sin límites ni restricciones, hasta escandalizar a los “buenos”.

Como Él, somos hijos de Dios, ¿vivimos como Él? ¿Nuestro Amor es don de vida o autocomplacencia?

Llamados a ser como Dios, si vivimos en su Amor –como Jesús– llegaremos a serlo por el Espíritu.

María y José fueron aprendiendo a vivir atentos a los pasos de Dios en su vida; de ellos aprendió Jesús

Lucas hace notar la absoluta libertad de Jesús y su maduración con obediencia pronta y responsable.

María y José no quedaron exentos de las angustias de toda paternidad ni de sus perplejidades en la tarea educativa, pero supieron resolver los problemas con la verdad, el respeto por la persona y el bien.

Dios pasa por la vida de todos, pero es necesario que estemos atentos para crecer y madurar en todo.

María y José nos ayuden a estar más atentos al paso de Dios en la vida de cada miembro de la familia.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO DE NAVIDAD – DOMINGO I

Somos hijos de Dios. Nuestro hogar de vida nueva y paz es su Casa, que es su Amor, el que nos debemos unos a otros, el único que construye la familia

1Sam. 1, 20-22.24-28:
"Ana... dio a luz un hijo al que puso el nombre de Samuel... Su marido, Elcaná, subió... para ofrecer al Señor el sacrificio anual y cumplir su voto. Pero Ana no subió... Cuando el niño dejó de mamar, lo subió con ella... y lo condujo a la Casa del Señor en Silo... se lo llevaron a Elí. Ella le dijo: «Perdón, Señor mío,... Era este niño lo que yo suplicaba al Señor, y Él me concedió lo que le pedía. Ahora yo, a mi vez, se lo cedo a Él: para toda su vida queda cedido al Señor»...".

Salmo: 832-3.5-6.9-10: "Señor, felices los que habitan en tu casa".

1Jn. 3, 1-2.21-24:
"¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce es porque no lo ha reconocido a Él.Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, pues lo veremos tal cual es... Su mandamiento es éste: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos los unos a los otros como Él nos ordenó... sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado".

Lc. 2, 419-52: "Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron... y, acabada la fiesta... María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén... [Ellos] comenzaron a buscarlo entre parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén... Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas... Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?». Ellos no entendieron lo que les decía. Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres".



diciembre 22, 2012

"Feliz de ti por haber creído"

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 23 de diciembre.

¿Está todo listo en mi corazón, en mi vida, en mis relaciones? ¿Estoy convirtiéndome? ¿En qué? ¿El Señor se siente cómodo en mi vida, aun con sus límites y errores? Es decir, ¿camino hacia Él y como Él desea o me he acomodado a mis criterios y comodidades?

Para Dios no importa tanto el cómo estemos, sino que estemos ahí, ante Él y dispuestos a recibir lo que nos desea entregar, pues Él nos ama y su amor, si es recibido con sinceridad, puede transformar la vida, aunque sea muy lentamente. A nosotros lo que nos debe importar estar atentos para recibirlo lo mejor posible.

Él viene a salvarnos, a llenarnos de vida, a liberarnos, a darnos su Paz, su Alegría, su libertad... Lo demás depende de nosotros.

Tal vez seamos pequeños como Belén, pero Él desea nacer en nosotros. O despreciados como Nazaret, pero Él desea formarnos en su grandeza. O nos reconozcamos pecadores como Israel, pero Él es quien nos ofrece santificarnos en su Amor y Vida nueva.

Con Él nada se pierde y nada se desprecia.

¿El cuerpo falla? No importa, Él lo asumió y nos demostró a qué grandeza puede llegar.

Jesús todo lo aprendió, como hombre que era, en su familia, gracias a María y a José, educadores maravillosos por su dócil apertura al Señor de la Vida y grandeza humana.

Que nuestras familias sepan aprender de ellos a educar la filiación divina de sus hijos, pues ésa es su principal tarea y responsabilidad más grave, en realidad la única vital.

María nos abra el corazón para recibir a Jesús en todos los que nos rodean.

Dios nos bendice cada día, estemos atentos a su presencia y permitámosle nacer en nuestros corazones con una cada día más dócil atención a su Palabra.

Unidos en oración con María, la Madre de la dulce espera:

P. José Mª Domènech SDB

"Feliz de ti por haber creído"
«La Madre de mi Señor» “Mi Señor”, es una expresión que, en los evangelios, se refiere al Resucitado.

Isabel aparece como la primera creyente en María como la Madre del Señor resucitado. A través de ella siente la presencia salvífica y santificadora de Jesús, el Salvador y Redentor, el Mesías muy esperado.

Nuestra identidad humana tiene al cuerpo como parte esencial de sí misma. Jesús la acepta plenamente y, por a ella, no solo se integra en nuestra cultura, sino que la puede redimir asumiéndola plenamente.

Así entra en nuestra historia y la redime, sanándola y elevándola, por su obediencia de Amor pleno.

Nuestra pequeñez y debilidad, limitación o errores, no son un estorbo para Dios, pues el Todopoderoso nos ama desde toda la eternidad y siempre actúa con todo su poder para llevarnos a completar el futuro de grandeza y felicidad que tiene pensado para cada uno, y que todos deseamos con todo el ser.

Hemos escuchado ya varias veces que la historia personal y global, fruto de la primera, y sus cruces, acabará bien. Está en las manos de Dios, Padre de Amor y Vida plena, pero que nosotros la gocemos como Dios, y nosotros, deseamos, ya no depende de Él, sino de nuestras decisiones personales.

María aceptó ponerse a disposición de Dios y de su Amor Providente; Isabel acogió la gracia que se le ofrecía sin ella pedirlo ni esperarlo; el pueblo de Israel esperaba según su religión, pero, la mayoría, se cerró en su religión y se olvidó de lo que su Dios le pedía contantemente, porque no le escuchaba a Él.

¿Qué haremos nosotros? Somos gravemente responsables no solo de nuestro futuro personal, sino de lo que aportamos cada día a nuestro ambiente con nuestra forma de vivir la Fe que decimos profesar.

Lo pequeño y débil es el camino de Dios para ofrecernos la salvación, así ningún poder la desvirtuará

Creer no es fácil, pues es necesario aprender a ver, en las circunstancias no claras a simple vista. Sólo Dios nos da ojos que nos permiten ver más allá. El profeta lo ve, María lo ve, Isabel lo ve; ¿y nosotros?

La alegría del cristiano nace de su Fe, que le lleva a la convicción de que Dios jamás nos falla. ¡Y es así!

La naturaleza humana es el camino elegido por Dios, en Cristo, para reparar la primera desobediencia

Jesús fue muy concreto: educado por María y José, siendo humano, aprendió a ser hijo de Dios.

Nuestra rebeldía nos separó y separa de Dios. La filiación divina supone, como toda real filiación, obediencia: aceptación real de la Voluntad del Padre, aunque ésta, más de una vez, nos resulte dura.

Hemos sido creados para la grandeza de Dios, y ésta solo tiene un modelo: ¡el mismo Dios!

María Santísima, y la Iglesia, madre de nuestra Fe, nos llevan a madurar la Fe en Jesús, el Salvador

Lucas, en labios de Isabel, proclama que Jesús, el hijo de María, es el Mesías, Dios encarnado, el Señor.

María, por su apertura de Fe, comunica la Salvación que el Dios de la Vida ofrece en Cristo Jesús.

Isabel, dócil al Espíritu que la llena, confiesa alborozada la presencia del Salvador, que llenó a su hijo.

María adentra a Isabel en el misterio de la Salvación de Dios y desea introducirnos también a nosotros.

Pidamos a María ser creyentes concretos e inteligentes, que saben escuchar y seguir al Maestro de vida.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO IV

Jesús nos acepta plenamente, asume nuestra naturaleza y, desde ella, por su obediencia de amor plena al Padre, nos libera, redime, eleva y santifica.

Miq. 5, 1-4:
"Así habla el Señor: «Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel... Por eso el Señor los abandonará hasta el momento en que dé a luz la que debe ser madre; entonces el resto de sus hermanos volverá junto a los israelitas. Él se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor... Él será grande hasta los confines de la tierra. ¡Y Él mismo será la paz!»."

Salmo: 792-3.15-16: "Restáuranos, Señor del universo".

Hb. 10, 5-10:
"Cristo, al entrar en el mundo dijo: «Tú no has querido sacrificio ni oblación; en cambio me has dado un cuerpo... Entonces dije: “Dios mío, aquí estoy, yo vengo... para hacer tu voluntad”»... Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo. Y en virtud de esta voluntad, quedamos justificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre".

Lc. 1, 39-45: "María partió y se fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas, esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor»."




diciembre 11, 2012

"Aclamemos al Señor con alegría"

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 16 de diciembre.

Éste podemos decir, como siempre se dijo, que es el domingo de la alegría.

La razón es que el Señor está cerca, es decir, está con nosotros, vive con nosotros, aunque muchos no lo sientan así, porque ellos no viven cerca de Él. Pero Él está en nuestro interior, está en nuestros sagrarios, está en la Palabra, esté en la Comunidad...

¡Qué triste que hayan tantos corazones lejos del Dios que vive en el centro de ellos!
¡Qué lástima que tantos escuchen tan poco la Palabra como lo que es, Palabra de Dios que nos vivifica, nos consuela, nos orienta, nos ayuda en nuestro camino de conversión! Claro que si no avanzamos con conciencia sincera, y esfuerzo, por el camino de la conversión, de poco sentimos que nos sirva la Palabra.

¡Cuántos sagrarios demasiado solos! ¡Cuántas personas entran en el templo y no se percatan de que el Señor está ahí y nos espera a todos y cada uno, también a ellas... ni siquiera le saludan con el mínimo de deferencia y respeto que se da a cualquier otra persona!

¿Valoramos nuestra Comunidad concreta? Sí, con sus defectos, pues toda Comunidad humana, también la cristiana es una Comunidad humana, los tiene, pues nos tiene a nosotros que estamos llenos de límites y defectos...

Dios está cerca, luchando nuestras batallas.

¿No tiene Él más interés que nosotros de vernos grandes y felices como Él? ¿No vivimos un tanto descuidados nosotros en este campo tan vital? ¡Y la pagan todos los que nos rodean y nuestra sociedad que tiene el derecho de que los cristianos le demos el testimonio que ningún otro le puede dar.

Seamos realistas, nos pide Juan el Bautista: “cada uno sabe dónde la aprieta el zapato”, dice el refrán, es decir, dónde su vida no camina tan bien como debería...
El Señor está cerca. Sí. Acerquémonos también nosotros a Él, y nuestra sociedad nos lo agradecerá.

Podemos también nosotros preguntarle: ¿qué debemos hacer?

María, la Madre Inmaculada, nos ayudará a tener corazón abierto y ojos limpios para escuchar al Señor y ver el camino de conversión que debemos retomar una y otra vez, sin desanimarnos.

Dios nos bendiga a todos y nos dé generosa docilidad, como la de María ante la Palabra de vida que le pedía su colaboración.

Unidos en oración con María, la Madre, Maestra, Inmaculada y Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB
"Aclamemos al Señor con alegría"
¡Alégrense! Maravillosa invitación. La razón dada, lo explica, y ¡no es para menos!: el Señor está cerca.

Esto lo entiende quien es movido por el amor y un creciente afán de vida libre y llena de pureza y salud, sin las trabas y presiones de los malos recuerdos y la esclavitud de las experiencias pasadas o presentes.

Es verdad, la pura verdad, EL SEÑOR ESTÁ CERCA. Nada es más verdad que esto. San Pablo piensa en dos cercanías: está cerca su regreso y está cerca de los que caminan en su Camino, sus discípulos.

Sofonías habla en el mismo sentido y nos invita a la alegría. Nos aclara que, con el Señor cerca– en medio de nosotros– no tenemos que temer ningún mal. Pues aunque éste se dé, el Señor nos llevará a superarlo. ¡¡¡El Señor está cerca de verdad!!! ¿Lo vivimos así, lo creemos, actuamos en consecuencia?

Con Juan nos encontramos con un profeta que nos invita a no quedarnos en gestos y apariencias, sino a ir a una vida veraz: que los hechos nos muestren convertidos al Señor que llega cada día a nuestra vida.

La conversión es una invitación universal, pero no lo son los caminos de conversión: cada uno tiene el suyo, a cada uno su personal responsabilidad y, ahí, no se puede culpar a otros: ¡mi camino es solo mío!

Debo asumir mi responsabilidad personal y social, pues toda actitud tiene su repercusión social.

Preparar la Navidad es asumir en serio esta responsabilidad de conversión personal. Esto es más urgente cuando no podemos descubrir en qué desea Dios que nos convirtamos: ¡¡es hora de pedir ayuda!!

Alégrate, hermano, el Señor te invita a aceptar corresponder a un nuevo compromiso de Amor con Él

El Señor nos pide vivir la experiencia de profundizar nuestro compromiso de serle fieles: necesitamos arrepentirnos más de una vez, pero el Amor de Dios que nos guía y anima nos sostendrá en el gozo.

El profeta insinúa que la batalla también la hace el Señor con nosotros, pero no puede sin nosotros.

Alegrémonos: el Señor camina con nosotros y nos enseña a caminar en Vida nueva para bien de todos

La alegría del cristiano se apoya en la presencia del Señor en nuestra vida; una presencia que nos llama a comprometer nuestra vida a llenar de vida y bondad a los que nos rodean.

La vocación cristiana es universal, como lo fue la del pueblo elegido en el primer período, Israel.

Estamos llamados a ser la alegría de Dios para todo el mundo. Apoyados en Él, nada debe angustiarnos.

Seamos honestos, no somos tan buenos: necesitamos convertirnos al Señor para la vida de los hermanos

Juan estaba convencido de que todo ser humano puede ser mejor y era muy consciente de lo que pasaba, por eso sus consejos son concretos y específicos. Así es el trato de Dios con todos.

¿Sabemos nosotros lo que tenemos que hacer para convertirnos? Las consecuencias de no avanzar en la conversión son negativas para todos. ¿Qué esperamos? ¿Queremos asumir esta grave responsabilidad?

Lo importante es cambiar el corazón y aprender a vivir buscando en todo el bien de los que nos rodean.

Pidamos a María ser cada día concretos en nuestra conversión para no negar a nadie la alegría de Dios.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO III

Vivamos alegres porque Dios está cerca y nos llama a una constante y concreta conversión: todo mal se superará si dejamos libertad a Dios en nosotros

Sof. 3, 14-18:
"...¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti: ya no tendrás ningún mal... El Señor... exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su Amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta".

Salmo: Is. 122-6: "Aclamemos al Señor con alegría".

Flp. 4, 4-7:
"Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada... recurran a la oración y a la súplica, acompañadas por acción de gracias, para presentar sus peticiones al Señor. Entonces la paz de Dios... tomará bajo su cuidado los corazones y pensamientos de ustedes en Cristo Jesús".

Lc. 2, 2b-3.10-18: "Dios dirigió su palabra a Juan Bautista... Éste comenzó a recorrer toda la región del Jordán... La gente le preguntaba: «¿Qué debemos hacer...?» Él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene...» Algunos publicanos... le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?» Él les respondió: «No exijan más de lo estipulado». Unos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?» Juan les respondió: «No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su paga». Como todo el pueblo estaba a la expectativa... si Juan no sería el Mesías, él... les dijo a todos: «Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo,... él les bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego...»"




diciembre 08, 2012

Oratorios FMA Perú

Hoy es el día del Oratorio, la obra más querida de Don Bosco!

Ahora que se acerca la Navidad, tenemos la oportunidad de compartir y hacer feliz a un pequeño, siendo sus padrinos para ayudarlo a participar de la Colonia Oratoriana 2013.





Para mayor información, por favor contactar con Sor Raquel Ibarra, fma, encargada de los Oratorios de María Auxiliadora:

Celular: 951-905-622
Correo: oratoriosperu@gmail.com

Para conocer más sobre esta maravillosa obra:
Oratorios fma Perú


Que nuestra Madre Inmaculada Auxiliadora nos bendiga.

Fiesta de la Inmaculada


¡Feliz Fiesta de nuestra Madre Inmaculada Auxiliadora!

Un gran abrazo a todos los Oratorios en su día.

diciembre 06, 2012

«Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor!»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 9 de diciembre.

En este segundo domingo aparece la figura de Juan Bautista invitándonos a la conversión, presentada como el esfuerzo de cambiar en nosotros todo lo que anda torcido, ensoberbecido y derrotado.

En realidad quien hace este trabajo es el Señor, pero necesita que nosotros nos abramos a su acción y le seamos dóciles.

¡Cuántas veces a nosotros nos cuesta tanto mantener el esfuerzo y lo vemos tan cuesta arriba, que nos desalentamos y estamos tentados de decir la frase de la derrota interior: “No puedo”! Por eso es importante fiarnos del Señor que nunca nos deja en ninguna lucha: Él es fiel, nos recuerda san Pablo, y es Él quien nos lleva por los caminos del mundo a la alegría interior, a la paz y al gozo del que el profeta nos invita a revestirnos.

No estamos solos jamás. No temamos la derrota, pues ésta, con el Señor, es imposible. Sí son posibles las caídas, pero no la derrota, pues eso solo se puede dar cuando termina el tiempo de la decisión personal y este tiempo solo termina con la muerte... Mientras hay vida hay esperanza de cantar triunfo, de modo que ¡a trabajar con el Señor!, pues con Él no es posible ningún fracaso real, es decir, definitivo. Él es nuestra victoria y para eso se hizo hombre y se quedó entre nosotros en su Palabra, en su Comunidad, en sus Sacramentos y nos entregó a su Madre Inmaculada, cuya fiesta estamos a las puertas de celebrar este sábado.

Confiemos a ella nuestro esfuerzo y pongamos en sus manos todas nuestras preocupaciones: Ella, como Buena Madre, sabrá acompañarnos y fortalecernos.

Dios nos ama y, para hacer sus maravillas, solo necesita que nos confiemos dócilmente a sus manos.

Saludos y bendiciones para todos.

Unidos en oración con María:

P. José Mª Domènech SDB

«Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor!»

Jesús no es una aparición. Nace, como cualquier otro, en una realidad socio-político-cultural muy concreta. Por eso Lucas comienza este capítulo de su evangelio de este modo. Jesús es una persona concreta. No deja indiferente. De Él se ocupan, generación tras generación, muchos intelectuales y artistas, ya sea para profundizar su realidad y sea para enturbiarla o atacarla. Jamás de nadie se ha escrito y hablado tanto.

El Adviento no prepara un recuerdo sentimental del nacimiento de Jesús, como quien añora. No. Nos lleva a revivirlo como un compromiso de confianza en nuestro Padre y de construcción de una fraternidad como Jesús nos enseñó. Lo demás es inútil y hasta contraproducente: ¡para que sirvió que viniera!

Juan no habla por cuenta propia. Toda liberación necesita sus enviados-constructores, con su misión: el profeta, Juan, Jesús, nosotros... Sí, cada uno de nosotros: sobre cada uno vino la Palabra en el Bautismo.

Palabra de conversión para el profeta, para Juan, para Jesús-pueblo, para nosotros. Responder es nuestra responsabilidad. Y es necesario el desierto, lugar de la verdad y de la lucha para la aceptación libre.

¿Quién no necesita convertirse? No percibirlo significa estar atrapado, enceguecido por el mal, aunque no parezca grave. No ver nuestro mal es sumamente grave, pues, para esa enfermedad, no hay salvación.

La conversión es base de alegría y paz; responsabilidad maduración social y progreso, ¡qué mejor!

Somos invitados a vestirnos de gloria: el Señor viene a nosotros y nos llevará por caminos de salvación

Baruc, secretario de Jeremías, trata, en nombre de Dios, de consolar al pueblo, que está en el destierro, con la promesa de la liberación. Ésta es segura y es para todos los que marchen con el Señor.

A nada se nos obliga, pero los frutos serán patentes ante todos los ojos. Donde está Dios está la Vida.

Somos débiles y la conversión cuesta; pero no temamos, Dios es fiel y nos llevará, felices, hasta el final

La alegría de Dios está en nuestro caminar, más que en los resultados. El final está en Sus Manos, pero la libertad de escucharle y hacerle caso está en las nuestras y esto es indispensable, pues no somos cosas.

La Navidad es una invitación a cambiar el corazón: para eso llegó Jesús. Lo vivieron lo primeros cristianos y los verdaderos de todas las épocas y, a pesar de todas las debilidades, llegaron felices al final.

Convertirse es abrirse al Señor, quitar todos los estorbos y profundizar en la vida que Dios nos ofrece.

El bautista, enviado por Dios con su palabra de Vida, nos invita a preparar nuestro interior para recibir al Señor de la Vida y de la Paz. Tarea: enderezar todo lo que está torcido y desviado en nuestra vida.

La respuesta es personal y sólo ésta, seria y responsable, podrá incidir en la transformación social.

El mundo no cambia ni con leyes, ni con magia, ni con ciencia, ni con poder; solo con vida interior.

Pidamos a María abrirnos a la Salvación de Jesús y convertirnos en todo lo que Dios nos pida hoy.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO II

Dios nos llama a confiar más en su Providencia: a ser constantes constructores de paz, amor y vida en la piedad, de solidaridad y respeto en la verdad

Bar. 5, 1-9:
"Quítate tu ropa de duelo y de aflicción, Jerusalén, vístete para siempre con el esplendor de la gloria de Dios, cúbrete con el manto de la justicia de Dios, coloca sobre tu cabeza la diadema de gloria del Eterno. Porque Dios mostrará tu resplandor a todo lo que existe bajo el cielo. Porque recibirás de Dios para siempre este nombre: “Paz en la justicia” y “Gloria en la piedad”... mira a tus hijos reunidos desde el oriente al occidente por la palabra del Santo, llenos de gozo, porque Dios se acordó de ellos... Porque Dios dispuso que sean aplanadas las altas montañas y las colinas seculares y que se llenen los valles hasta nivelar la tierra... conducirá a Israel en la alegría, a la luz de su gloria, acompañándolo con su misericordia y su justicia".

Salmo 1251-6: "¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!".

Flp. 1, 4-11:
"Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por todos Uds. Estoy firmemente convencido de que aquel que comenzó en Uds. la buena obra la irá completando hasta el día de Cristo Jesús. Y en mi oración pido que el amor de Uds. crezca cada vez más... a fin de que puedan discernir lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el día de Cristo...".

Lc. 3, 1-6: "El año decimo quinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Pocio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea..., bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Éste comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito...: «Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, la montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos. Entonces todos los hombres verán la salvación de Dios»."




diciembre 01, 2012

«Entonces se verá al Hijo del hombre venir»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 2 de diciembre.

Los cristianos, durante el año, profundizamos y celebramos nuestra Fe guiados por la Palabra de Dios. Tenemos dividida la Biblia en dos tipos de distribución de los textos: por un lado, la que elije los textos para las lecturas de los domingos: ésta tiene tres ciclos, uno por año. Este domingo comenzamos el ciclo “C”, el tercero. Como siempre, los ciclos comienzan con el Adviento. La segunda gran organización de los textos bíblicos para la liturgia los distribuye en años pares y años impares, de modo que, entre todo, se lea lo más posible y lo más importante de toda la Biblia.




Este domingo comienza el Adviento, que es nuestra preparación para vivir el misterio del Señor que llega para darnos su Libertad y Vida nueva. Lo hizo históricamente hace más de dos mil años; lo hace cada día en cada uno de nuestros ambientes, personas y en cada celebración cristiana y lo hará, con poder y gloria, al final de los tiempos. ¡Vale la pena prepararnos, pues su Amor es eterno y no falla, pero nosotros sí podemos fallar arriesgándonos a perderlo todo! Y eso no es ni sensato ni justo para nadie.

Sin duda conocemos, por haberla recibido alguna vez, como yo, esta historia: “Un soldado se acerca a su jefe y le dice: «–Uno de nuestros compañeros no ha regresado del campo de batalla. Solicito permiso para ir a buscarlo, señor». «–Permiso denegado –replicó el oficial–. No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto». No haciendo caso a la prohibición, el soldado sale, y una hora más tarde regresa mortalmente herido, pero transportando el cadáver de su amigo. El oficial, furioso, le grita: «–¡Ya le dije que había muerto! Dígame, ¿valía la pena ir allí para traer un cadáver arriesgando su propia vida?» El soldado, moribundo, responde: «–¡Sí, señor! Cuando lo encontré, estaba vivo y pudo decirme: ‘¡Estaba seguro que vendrías!’»”.

Es en estos casos se entiende que un amigo es aquel que se queda cuando todo el mundo se ha ido. Los verdaderos amigos no calculan costos, ni están midiendo gota a gota su propia entrega. Un verdadero amigo no sabe de ahorros, ni de moderaciones en la generosidad. «Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos» (Jn. 15, 31), decía Jesús antes de su propia entrega hasta la muerte, y muerte de cruz.

Cristo es nuestro Amigo, enviado por nuestro Padre, Dios, que nos ama desde toda la eternidad y jamás nos abandona. Abramos el corazón y llenémonos de esperanza y fortaleza para seguir en el esfuerzo de vivir según Él nos indica. Cada día un poco más, un poco mejor, sin desfallecer. Así viviremos en su alegría y gozaremos el triunfo final y definitivo que nadie nos quitará.

María, nuestra Madre y Maestra, es nuestro Auxilio, y ella nos enseña y ayuda. No temamos al fracaso, aunque nos equivoquemos, pues, a su lado y haciéndole caso, éste es imposible.

Dios nos bendice y Él nos ayuda a vivir siempre atentos a su Palabra aprovechando todas las riquezas de su Amor. No dejemos de esforzarnos por seguir a Jesús en su camino al Padre.

Unidos en oración con María, la Madre que nos enseña a recibir al Señor:
P. José Mª Domènech SDB

«Entonces se verá al Hijo del hombre venir»

Adviento: tiempo que prepara la celebración de la llegada del Señor. Para nosotros, ¿Él es el importante? o, más bien, ¿lo son más, en realidad, las cosas y símbolos con los que decimos celebrar la Navidad?

Comenzamos este año litúrgico con una clara invitación a vivir siempre alerta, basados la oración y una conducta digna de los discípulos de Jesús, en la que somos invitados a progresar constantemente.

Si vivimos así, estaremos a salvo de toda desgracia, sobre todo de la desgracia de quedar atrapados en las angustias de nuestro mundo y en su gran desconcierto ante la incesante, insaciable y parece que infructífera búsqueda de felicidad y de paz, que siempre aparecen como huidizas, frágiles y poco fiables.

Dios nos invita a prepararnos a la llegada del Salvador. Pero no la primera, sino la constante y definitiva. La salvación ya se hizo historia, nos toca a nosotros concretar hoy nuestra real aceptación.

¿Cuál es el centro de nuestra vida: la propuesta del Señor o nuestras costumbres o comodidades? No es una pregunta menor, ni es retórica, pues de ello depende el futuro real de nuestra vida profunda.

La sociedad tiene muchas carencias ¿cuál es nuestra viva y concreta respuesta a ellas?

La justicia, don del cielo, viene con el Salvador, pero no se puede imponer, debe ser vivida en persona

700 años antes de Cristo, Isaías, y 100 años después, Jeremías, hablan con ilusión y entusiasmo del germen de justicia que brotará del árbol de la dinastía de David, secado por la injusticia y el culto falso de sus dirigentes. Al final, llegará la salvación y la Justicia de Dios superará la maldad y para siempre.

Dios es soberano: su propuesta de Vida y Justicia es definitiva y para todos. Ahora nos toca decidir.

Desarrollemos nuestro deseo de vivir atentos a los dones de Dios para hacerlos crecer sin cesar

Pablo nos invita a ser cada día más eficientes en nuestra conversión para que ésta beneficie a todos.

Claro que antes deberíamos preguntarnos si sentimos necesidad de la conversión, porque, si no es así, la invitación del Apóstol queda en nada, pues creemos que, así como estamos, ¡ya estamos bien! Así lo sienten también los que mantienen sometida nuestra sociedad en la corrupción con todas sus injusticias.

Pidamos al Señor nos dé su Luz y Fuerza para convertirnos en todo lo que Él nos pide cambiar.

Estemos atentos, no nos aturdamos por los excesos, sino construyamos en el don de la libertad y el Amor

El lenguaje de Lucas desea hacernos notar que toda la sociedad vive en angustia constante ante la corrupción e injusticia imperante en casi todos los ámbitos decisivos de la vida personal y social.

El Señor llega con su Libertad, pero ésta no se impone; debe ser aceptada y aprendida para dar a nuestro mundo sus frutos de vida, paz, diálogo, respeto, unidad y progreso personal y social.

Pero no todos reciben al Señor de la Vida y de la Libertad. Los justos será puestos a dura prueba; por eso se nos pide confianza: tengan ánimo, levanten la cabeza, dejen atrás el pasado y láncense a lo nuevo que les trae el Salvador que llega, Él hace realidad todo lo que podría verse como una utopía de justicia.

Abrámonos a Cristo Jesús, que ninguna preocupación nos desvíe de lo único vital: el Señor que llega.

Pidamos a María abrir nuestro ser al Señor que llega con su amor y dejar que llene nuestra vida de Él.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO I

Dios nos invita a estar alerta a las indicaciones del Señor para no quedar atrapados en los engaños y tener éxito definitivo en la vida personal y social

Jr. 33, 14-16:
"...en aquel tiempo, haré brotar de David un germen justo, y él practicará la justicia y el derecho en el país. En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén habitará segura. Y la llamarán así: “El Señor es nuestra justicia”."

Salmo 244-5a.8-10.14: "A Ti, Señor, elevo mi alma".

1Tes. 3, 12-4, 2:
"Que el Señor les haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes. Que Él fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables ante Dios... hagan mayores progresos todavía...".

Lc. 21, 25-28.34-36: "Jesús dijo a sus discípulos: ...Los hombres desfallecerán de miedo ante la perspectiva de lo que le sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir... lleno de poder y de gloria... tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación. Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos... para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes, como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre".



noviembre 30, 2012

Beata "Madrecita" Troncatti


La Madrecita ya es beata!

El 24 de noviembre, Macas se vistió de fiesta para homenajear a su Madrecita, Sor Maria Troncatti, fma.

La tan esperada ceremonia de beatificación fue presidida por el Cardenal salesiano Mons. Angelo Amato, Prefecto para la Congregación de los Santos. Monseñor declaró oficialmente Beata a Sor María Troncatti e indicó el 25 de agosto como la fecha para recordarla en la liturgia.

Un momento emocionante fue cuando Madre Yvonne y una de las sobrinas de Sor Maria Troncatti develaron el cuadro con el rostro de la nueva Beata, y su reliquia fue llevada al altar por la señora Yolanda Solórzano, quien recibió el milagro de la Madrecita.

Monseños Amato recordó que Sor Troncatti ofreció su vida para que terminaran las divisiones entre los colonos y los Shuar: “Ella mostró el rostro materno de Dios bueno y misericordioso”.

Pidamos a la Madrecita Troncatti que inspire y sostenga en su vocación a sus hermanas FMA en todo el mundo, especialmente en Latinoamérica.

La nota completa sobre la beatificación:
Sor Maria Troncatti es beata

Recordemos a la Madrecita:
Maria Troncatti, fma.

noviembre 22, 2012

«Mi realeza no es de este mundo»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 25 de noviembre.

“Mi reinita”, “Mi rey”. ¿No hemos escuchado estas cariñosas expresiones en algunos padres de familia u otras personas? Es una forma de decir que eres muy importante para mí; que estás, de algún modo, en el centro de mi vida o por ti lo doy todo... Alguno tal vez me dirá que son sólo palabras. Puede ser que en alguno sea así, pero no creo que al destinatario de estas palabras le parezca bien y quede muy contento, si se entera de esa falsedad.

Tal vez es lo que pasa en la relación entre Cristo Jesús y algunos de nosotros, cristianos. Pero creo que, si nos pasa a nosotros, estemos muy satisfechos de esta actitud. ¡Nos gustaría ser sinceros!

Después de todo, al decirlo, no estamos exagerando, pues lo que estaríamos haciendo es reconocer que devolvemos, en aceptación, atención, reverencia y obediencia, lo hecho por Él a favor nuestro.

Cristo es Rey y no por un título que tenga que ver con algún poder político o de otros tipo, sino que con esto estamos proclamando una realidad objetiva: sí, lo es por derecho de naturaleza y de conquista: nos rescató –con su propia vida– de las garras del mal, del dolor sin sentido y de la muerte que destruye todos los ideales, y nos abrió la posibilidad de vivir llenos de alegría y felicidad –su Felicidad–, abiertos a la Verdad y a la Vida eterna; caminando en Santidad por la Gracia del Amor misericordioso de Dios; construyendo la Justicia en el amor solidario, como el de Cristo Jesús, para una paz que llegue a todos y a todas las esferas de la vida y sea tan profunda que ya nada la pueda destruir.

¿Quién no quiere un rey así? Y en Cristo esto no es una promesa, sino realidad.
Es el gran vencedor de la muerte y su victoria se nos comunica con la sola apertura dócil a su Palabra, que nos enseña a vivir en creciente profundidad como hijos de Dios, su Padre, y con la aceptación de su acción constante en nosotros en cada uno de sus sacramentos.

María nos auxilie en nuestro esfuerzo cotidiano de acercarnos a Él para aceptarlo, escucharlo y seguirlo, aunque, a veces –muchas veces– tengamos que padecer algo. Después de todo Él nos dio todo y nos lo sigue dando en cada Eucaristía, todos los días, a cada momento, en todo el mundo.

Dios nos bendice siempre, abrámonos a tanto cariño de Dios.

Unidos en oración con María:

P. José Mª Domènech SDB

«Mi realeza no es de este mundo»

Jesús no viene a competir, no viene a quitarnos nada; viene a darnos lo que nos corresponde: hemos sido creados para ser, en Él, reyes verdaderos, no de los que ansían el poder y lo ejercen imponiéndose a los demás, como si fueran superiores a ellos, sino como el que es de verdad Señor de todo y, por eso, trabaja y sirve para el mayor bien de los más necesitados y de todo el conjunto. Éste es el real señorío.

Como Jesús, ¡para eso hemos nacido! Por eso nos es tan violento sentirnos disminuidos o maltratados, aunque algunos, degradando su naturaleza, actúen aplastando a otros, como si esto fuera lo correcto.

El libro de Daniel, escrito 164 años antes de Cristo, presenta una figura humana que supera todo límite y aparece unida naturalmente a Dios, de quien recibe todo señorío y poder. Dios es presentado en la figura de un anciano de majestad absoluta, pureza sin par –simbolizada en su blanco cabello– y dominio pacífico.

Esto contrasta con lo que presenta el evangelio, donde Jesús aparece humillado como delincuente a quien Pilato interroga desde su poder. Allí se dice la verdad sobre él: es Rey, ha venido a dar testimonio de la verdad, pero sin poder humano. Los hombres no deben temerle, pero sí deben abrirse a la
verdad.

¿Qué verdad testifica Cristo? El Amor misericordioso de Dios que da su vida para salvarnos.

El fin de la vida y del mundo está en el señorío del Hijo del hombre, Jesucristo, Rey-Señor de la historia

Cristo asume para sí el título que Daniel da al mesías triunfante: “Hijo del hombre”. Testigo de Dios.

Se le entrega todo dominio por su fidelidad absoluta a la Voluntad de Dios, que desea la salvación.

El testimonio de Jesús es soberano y fiel; quien desee el éxito en su vida, ábrase a Él, pues es el Señor

El señorío y realeza de Jesús se concreta en el don de su propia vida por nosotros. Se declara rey en el pretorio, no ante la multitud, que lo quería rey para su beneficio. Es Testigo fiel de la verdad del Amor.

El mundo comienza teniéndolo a Él como modelo y llegará a su plenitud aceptándolo como Maestro.

Sin la encarnación del Hijo de Dios, haciéndose hijo del hombre, no era posible la Salvación. Desde la libre desobediencia del hombre, era necesaria, para superar el peso del pecado en la historia, que el mismo hombre se abriera a Dios en obediencia fiel a un Amor que Salva y glorifica en la entrega oblativa.

Dios no se impone porque ya es el Señor: no necesita demostrar nada; propone y nos ayuda a responder

¿Quién le hace caso al Señor de la historia? Quien cree en Él en serio, más allá de palabras y religiones.

Dios no se impone, su realidad es lo que es y sólo depende de Él serlo. Aceptarle significa vivir en el Reino de la verdad, de la vida, de la santidad, de la gracia, del amor, de la justicia y de la paz.

Dios gobierna en la libertad y para ella; busca nuestra filiación, ¡para eso nos creó! No necesita que reconozcamos su poder, ¡ya lo tiene! Eso nos hace bien a nosotros, pues nos abre a su Amor y Providencia.

Ésa es la verdad: el Amor de Dios dirige el mundo a través de la libertad humana. ¡Qué más poder que éste! Es Señor, nos toca a nosotros decidir si lo aceptamos o no. Dios no compite con nadie: ¡ama a todos!

La verdad del Amor pasa por el don de la vida del Hijo amado: Cristo mostrará su gloria en la cruz y por ella, aceptando dar su propia vida, será glorificado, alcanzando para todos la Salvación y la Vida.

Pidamos a María aceptar a Jesús como nuestro Maestro y Rey y, como Él, saber dar la vida por todos.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXIV

El Señor Jesús es Rey por naturaleza propia, por el don de su vida para nuestra Salvación y por su victoria sobre toda esclavitud, muerte y pecado

Dn. 7, 13-14:
"Yo estaba mirando... y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el anciano y lo hicieron acercar hasta él. Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno, que no pasará, y su Reino no será destruido".

Salmo 921-2.5: "¡Reina el Señor, revestido de majestad!"

Ap. 1, 5-8:
"Jesucristo es el “Testigo fiel, el primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los reyes de la tierra”. Él nos ama y nos liberó de nuestros pecados, por medio de su sangre, e hizo de nosotros un reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A Él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén. Él viene sobre las nubes y todos lo verán, aun aquellos que lo habían traspasado... Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso".

Jn. 18, 33b-37: "Pilato llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús respondió: «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?» Pilato replicó: «¿Acaso yo soy judío?» Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?" Jesús respondió: «Mi realeza no es de este mundo... no es de aquí». Pilato le dijo: «Entonces tú eres rey?» Jesús respondió: «Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad escucha mi voz».




noviembre 16, 2012

"Protégeme, Dios mío, porque me refugio en Ti"

Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 18 de noviembre.

"Protégeme, Dios mío, porque me refugio en Ti"
¿Cómo acabará nuestro mundo? Con el triunfo de Cristo en todo el universo y, con Él, el triunfo de los justos, que vivieron y enseñaron a vivir en la santidad y misericordia de Dios, construyeron la paz y animaron todo lo que sea vida y dignidad personal y social. La perversión y la muerte serán aniquiladas.

Los poderes prepotentes, significados, en el gran escenario que presenta el evangelio, por el sol, la luna, los astros y las estrellas, tienen las de perder, aunque ahora parezcan muy fuertes, grandes y valiosos.

La venida gloriosa del Hijo del hombre es imagen del triunfo de Cristo, tanto en la persona de Jesús, como en la de su Iglesia, entendiendo por ésta como la Comunidad que acepta la salvación del Señor y le alaba con sus obras y su docilidad a la Voluntad del Padre y la acción del Espíritu Santo, más allá de cualquier confesión religiosa, siempre limitante –en la mentalidad de la mayoría– y limitada por su estructura, que, por otro lado, es necesaria, mientras vivimos en esta realidad temporal-material.

La muerte le llega a todos, éste es nuestro personal ‘fin del mundo’. Si hemos vivido construyendo nuestras actitudes para vivir en la justicia de Dios a favor de los más débiles, el final será feliz.

Cristo mismo, con el don –de efecto constante– de su vida, nos santifica para la gloria y Vida eterna.

El final de la historia está en la resurrección, no en la muerte, pero todos asumirán su responsabilidad.

El pueblo es perseguido, pero muchos judíos se mantienen fieles a la Voluntad de Dios. Daniel testifica, en nombre de Dios, que el final no es el polvo de la muerte, sino la gloria de la resurrección.

Los que sean fieles no se verán decepcionados jamás; los que vivan según sus criterios y el poder, abandonando la voz de Dios –que siempre nos está orientando–, vivirán en su terrible fracaso eterno.

Si nos mantenemos unidos al sacrificio de Cristo, éste nos da la segura confianza de nuestra salvación

Jesucristo dio su vida por nosotros de una vez para siempre. Así, si le aceptamos, nos libera de todo pecado. ¡No volvamos a someternos al poder del mal! Es nuestra decisión, pues la salvación es ya real.

La sangre de Cristo, el don de su vida para el bien de todos, se hace Vida nuestra, si aceptamos la lucha por ser cada día más fieles, como el Maestro constantemente nos enseña, a la Voluntad del Padre.

Esto lo celebramos en cada Eucaristía: sacrificio de Cristo, Magisterio de la Palabra, decisión nuestra.

Confiemos, el triunfo es seguro, basta aceptar y vivir al Señor y fiarse de la Voluntad del Padre cada día

No pensemos en el cómo ni cuándo será; hay algo más importante: ¡a qué hay que prestar atención!

El final llegará, pero el éxito del mismo está solo en nuestras manos, no en las circunstancias. ¡Estemos atentos a lo que la Palabra nos dice constantemente! Puesto que ésta no pasará, ¡no se dice en vano!

El mal no triunfará jamás, aunque, por momentos, cante himnos de victoria. Dios es la Vida y la Vida jamás podrá ser enterrada: ¡resurge nueva!; acaba rompiendo todas las losas que pretenden aplastarla.

Mantengámonos concreta y realmente unidos al Señor, viviendo sus dones y también en nosotros triunfará la vida, aunque parezca que nuestros defectos y errores nos ganan. ¡Cristo es nuestra victoria!

Pidamos a María vivir más y más unidos al Señor de la Vida para llenarnos de Fe, Caridad y Alegría.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXIII

Los errores e idolatrías que aplastan nuestro mundo llegarán a su fin, lo único que triunfará para siempre es el bien, la verdad y la justicia en el Amor

Dn. 12, 1-3:
"En aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto a los hijos de tu pueblo... En aquél tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se encuentra inscrito en el Libro. Y muchos de los que duermen en el suelo polvoriento despertarán, unos para la vida eterna y otros para... el horror eterno. Los hombres prudentes resplandecerán... y los que han enseñado la justicia brillarán como las estrellas por los siglos de los siglos".

Salmo 155.8-11: "Protégeme, Dios mío, porque me refugio en Ti".

Hb. 10, 11-14.18:
"...Cristo..., después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, se sentó para siempre a la derecha de Dios, donde espera que sus enemigos sean puestos debajo de sus pies. Y así, mediante una sola oblación, Él ha perfeccionado para siempre a los que santifica. Y si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos ninguna oblación".

Mc. 13, 24-32: "Jesús dijo a sus discípulos: «En aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán... y los astros se conmoverán. Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria. Y él enviará a sus ángeles para congregar a sus elegidos, desde los cuatro puntos cardinales... Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan sus hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano... Cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras
no pasarán. En cuanto al día y la hora nadie los conoce... ni el Hijo, nadie sino sólo el Padre»."




noviembre 08, 2012

«Esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 11 de noviembre.


¿Hasta dónde nos fiamos de Dios? ¿Qué le damos de nuestra vida? ¿Nos atrevemos a dársela entera? Parece fácil responder que todo lo nuestro es de Dios, pero la que, de verdad, responde es la misma vida personal, interior y exterior.

Hay un criterio infalible: la obediencia inteligente, sencilla y confiada. Esa virtud tan poco actual, tan desacreditada entre muchas personas intelectuales, poderosas y de cierta autoridad, incluidos no pocos religiosos y eclesiásticos. Todos personas, tan llenas de sí mismas, que lo discuten todo, si es que no va según sus criterios; ellos creen saber lo que está bien y lo que está mal y los que no piensen como ellos están equivocados, sean quienes sean. Sólo hay una autoridad fiable: ‘ellos’.

La viuda de Sarepta, por suerte, no era de este tipo de personas, sino una persona de corazón sencillo que creyó al profeta y por eso Dios pudo hacer maravillas con ella. Lo mismo la viuda de la que habla el evangelio de san Marcos y más todavía Jesús, el Mesías obediente hasta la muerte, que sufrió para abolir el pecado y liberarnos de toda esclavitud, si aceptamos ser liberados.

En realidad la paz y la alegría de nuestra vida dependen de nosotros, ya no más de Dios; Él ya hizo todo lo que podía hacer: dar su vida para que tuviéramos todas las opciones y las aprovecháramos.
Alguno se podrá preguntar, y, de hecho, la pregunta flota en los textos de este penúltimo domingo: ¿cómo acabará nuestro mundo? La respuesta es clarísima: con el triunfo de la verdad, el bien, la justicia, la paz, la vida y con la gloria de Dios-Amor en Cristo Jesús, el Señor.

Hay otra pregunta más importante, es ésta: ¿estaremos nosotros en este triunfo? Depende de nosotros, si nos comprometemos seriamente a colaborar en la construcción de su Reino en nosotros y nuestros ambientes, sí. Si de lo dejamos para los demás y ‘nos evitamos problemas’, no.

El final llegará para todos, personal y socialmente; pero cómo será éste en cada uno, eso es tarea personal. Dios ya no puede hacer más por nosotros. Desde que nos equivocamos al principio de nuestra historia, Él se comprometió y la transformó en ‘historia de Salvación’, pues para Dios no hay nadie y nada más importante que nosotros y nuestra salvación: ¡¡¡somos sus hijos!!!

¿A Él lo reconocemos y aceptamos como nuestro Padre, como lo es de Jesús, el Mesías? ¿Aceptamos al Señor Jesús como nuestro Maestro? ¿Acudimos, al menos dominicalmente, para aprender a vivir como Él? O nosotros no necesitamos que nos enseñen, pues ya lo sabemos todo... Todos los poderosos lo piensan así y se quedan en su soberbia, que los condena hasta que la depongan...

Pidamos a María nos enseñe a aprende a escuchar a Jesús para vivir en su Reino de Vida y Amor.

Unidos en oración con María, nuestra Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

«Esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera»

Elías, 800 años antes de Jesús, pide, en nombre de Dios, a la viuda hambrienta y a su hijo, una Fe al límite. Como diciéndole: “Si te fías de la Palabra que Dios te dirige a través de mí, te estás abriendo al auxilio seguro de Dios: dale todo a Dios y Él no te fallará”. La viuda creyó y recibió el beneficio.

La viuda del evangelio, como la de Sarepta, le da a Dios su vida, al ofrecer lo que tenía para vivir.

Jesús también da su vida para destruir el pecado –como Dios lo desea para bien de todos– así y sólo así, entra en el santuario del cielo y puede interceder por nuestra Fe, para que sea más clara, honesta y firme.

La fidelidad de Dios es inmutable, pero no basta esto, es necesario que nosotros trabajemos por ser también fieles a Él, puesto que Él no puede salvar a quien no desea, con los hechos, ser salvado.

¿Qué damos nosotros al Señor? ¡No se trata de cuánto damos! No es cuestión de dinero, sino de vida de Fe. ¿Qué ponemos en las manos del Señor? ¿Le confiamos nuestra vida: lo que somos y tenemos?

Domingos anteriores hemos tocado el tema del dinero, del poder, el matrimonio... ¿Cuántas cosas no nos van bien porque no le permitimos a Dios estar en el centro de ellas, sino que nos imponemos nosotros?

A la viuda de Sarepta, víctima de la hambruna, como los pobres del país, nadie la auxiliaba, sólo Dios

Las propuestas de Dios tienen la lógica de la libre aceptación de los riesgos de la Fe. Creer en el Dios de la Vida no obedece a programaciones y criterios humanos, demasiado unidos al poder y codicia.

O Dios es para nosotros de fiar –y le escuchamos y obedecemos– o no creemos de verdad en Él.

El don de Jesús, el Cristo, fue total y en amor oblativo, por eso su entrega es redentora y su gloria divina

El don de la vida de Jesús, por su amor, nos redime de toda esclavitud, fruto de las idolatrías a las que nos sometemos. Cristo no fue espectador de nada y ante nadie: siempre buscó el bien y la vida de todos, sobre todo de los más necesitados de ello. Es para nosotros un modelo de vida humana y cristiana.

Dar lealmente de lo que nos fue confiado para el bien de todos es un acto de justicia que nos diviniza

La viuda reconocía en el templo la presencia de Dios y a Él entregaba su vida, aunque los dirigentes, representados por los escribas, se aprovecharan de su sencillez para quedarse con lo que tenía, bajo pretextos religiosos. ¡Cuidémonos, nos advierte Jesús, de tal hipocresía y degradación religiosa!

Para el mundo moderno, dar lo que se tiene para vivir, es una locura, pero es lo único sabio; así es también en la naturaleza: la semilla, para producir, muere, da todo lo que tiene, y así es que se multiplica.

¿Somos libres para dar? Lo que no es indispensable, no es nuestro, sino de quien lo necesita.

Dios también desea ser Providencia a través de nosotros: ayudaremos a que otros vivan mejor.

Pidamos a María ser honestos en nuestras ofrendas para que otros se abran más al Dios de la vida.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXII

Decir que se cree en el Dios de la vida o es concreta y leal obediencia a lo que nos propone o es esconder idolatrías que nos llevan a diversas esclavitudes

1R. 17, 8-16:
"El Señor dijo a Elías: «Ve a Sarepta... y establécete allí...» Él partió... Al llegar... vio una viuda que estaba juntando leña... y le dijo: «Por favor, tráeme... un poco de agua para beber. ...tráeme también... un pedazo de pan» Pero ella respondió: «¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo pan... sino solo un puñado de harina... y un poco de aceite... Apenas recoja un manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y mi hijo; lo comeremos, y luego moriremos» Elías dijo: «No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero, antes, prepárame con eso una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así habla el Señor...: “El tarro de harina no se agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en el que el Señor haga llover sobre la superficie del suelo”» Ella fue e hizo lo que le había dicho Elías y comieron ella, él y su hijo durante un tiempo... conforme a la palabra que había pronunciado el Señor por medio de Elías".

Salmo 1456c-10: "Alaba al Señor, alma mía; ¡alábale!"

Hb. 9, 24-28:
"Cristo no entró en un santuario erigido por manos humanas... sino en el cielo, para presentarse delante de Dios a favor nuestro... Él se ha manifestado una sola vez en la consumación de los tiempos, para abolir el pecado por medio de su sacrificio... Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan".

Mc. 12, 38-44: "Jesús enseñaba a la multitud: «Cuídense de los escribas a quienes les gusta... pasearse..., ocupar los primeros asientos... devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Éstos serán juzgados con más severidad». Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna... Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir»".



octubre 27, 2012

Procesión 28 octubre


PROGRAMA
06:00 a.m.: SALIDA DE LA VENERADA EFIGIE DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS DE NAZARENAS, del interior del Santuario de Las Nazarenas en hombros de los Hermanos Cargadores, acompañados por los Grupos de las Hermanas Sahumadoras y Cantoras.

06:30 a.m. MISA EN HONOR AL SEÑOR DE LOS MILAGROS DE NAZARENAS. PRESIDIDA POR EL EMINENTÍSIMO SEÑOR CARDENAL JUAN LUIS CIPRIANI THORNE. ARZOBISPO DE LIMA Y PRIMADO DEL PERÚ, en la esquina de la Av. Tacna y el Jr. Huancavelica; después de la cual se dará inicio al Tradicional Recorrido Procesional de la Venerada Efigie del Señor de los Milagros.

RECORRIDO : Av. Tacna de Norte a Sur (pista derecha) Cdras. 4ta., 5ta. y 6ta. voltea a la derecha a la Av. La Colmena 4ta. y 3ra. Cdras., voltea a la izquierda al Jr. Cañete 7ma. y 8va. Cdras., llegando a la Av. Alfonso Ugarte de Norte a Sur (pista auxiliar izquierda), hasta ubicarse frente al HOSPITAL SAN BARTOLOMÉ, prosigue por la Av. Alfonso Ugarte hasta el Jr. Quilca, dobla a la derecha para tomar la Av. Alfonso Ugarte por la pista auxiliar (de Norte a Sur) dobla a la izquierda ingresando al HOSPITAL ARZOBISPO LOAYZA por la puerta de Emergencia, para salir después por la puerta auxiliar y continuar por la Av. Alfonso Ugarte, por la pista auxiliar derecha (de Norte a Sur) Cdra. 9na., voltea a la derecha al Jr. Pomabamba Cdras. 1ra., 2da., 3ra., 4ta. y 5ta., doblando a la izquierda al Jr. Jorge Chávez Cdras. 2da., 3ra., 4ta., 5ta. y 6ta., voltea a la izquierda a la Av. Bolivia Cdras. 8va., 7ma., 6ta., 5ta., 4ta., 3ra. y 2da., hasta la Av. Garcilaso de la Vega, desplazándose de sur a norte (pista derecha), Cdras. 12da., 11ra., 10ma., 9na., 8va. y 7ma., hasta llegar a la Av. Tacna Cdras. 6ta., 5ta. y 4ta., luego gira a la izquierda por el Jr. Huancavelica ingresando al SANTUARIO DE LAS NAZARENAS.


octubre 25, 2012

«Tu fe te ha salvado»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 28 de octubre.

Este domingo el Señor preguntará al ciego, y también a nosotros: “¿Qué quieres que haga por ti?”

Es una pregunta importante, básica. La respuesta presenta el camino en el que está nuestra Fe. Cuanto más adentro conduzca la respuesta, más profundo es el camino de nuestra Fe.

“¡Señor, que vea!”, contesta el ciego. ¿Reconocemos necesitar nosotros esto?

El pedido del ciego a Jesús era vital y profundo, y lo demostró su esfuerzo por hacerse escuchar y atender por Jesús. No le importó que los otros se fastidiaran. Lo que necesitaba era muy importante y vital, y reconocía que el único que le podía ayudar a conseguirlo era el mismo Jesús, el Hijo de David, título explícitamente mesiánico: no solo era importante la luz física, sino el sentido de toda su vida personal. Toda su interioridad pedía la Salvación, por eso Jesús le asegura que su Fe le ha salvado.

Dios puede, y quiere, transformar muestra vida, la puede levantar; ¡más!, nos llama para que ayudemos a otros a levantarse, a acercarse a Jesús, a recuperar la dignidad, la alegría, las ganas de vivir, la Felicidad, la Paz, la Vida en la dinámica divina de crecer en plenitud al alimentarse de la misma Vida de Dios, a través de la entrega del Sumo Sacerdote, Cristo, que no sólo habla sino que se da a sí mismo en sacrificio.

Estemos llamados a ser sacerdotes –cada uno en su ambiente y con su temperamento, estado de vida, profesión e historia– de la Vida nueva, de la Luz nueva, de la Paz nueva, de la Felicidad nueva, de Cristo, el Salvador.

No todos los ciegos gritarán como Timeo (“Hijo de la Justicia”, eso significa este nombre); a muchos habrá que despertarlos, pues no solo están ciegos, sino que están dormidos y sordos y mudos...

Dios quiere lo mejor para nosotros, pero no siempre nos encuentra atentos: por eso nos llamó a nosotros, para que ayudemos a nuestros hermanos: “¡Ánimo, levántate! El Señor te llama”, le dijeron al ciego... Otro tanto deberemos hacer nosotros en nuestros ambientes.

María nos asista y ayude en tan maravillosa y responsable tarea sacerdotal-misionera: así seremos verdaderos discípulos de de Cristo, la Verdad.

Dios nos bendiga y nos ayude a crecer en la Fe para que podamos ayudar a nuestros hermanos.

Unidos en oración con María; nuestra auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB
«Tu fe te ha salvado»


La única ‘identificación’ del ciego de Jericó es “Hijo de Timeo” –es decir, ‘hijo de la Justicia’, como san José–. ¿Por eso, una vez sanado, toma la decisión de seguir a Jesús en el camino de la entrega para rescatarnos? El camino de Jesús lleva a Jerusalén, dando su vida para que tengamos Vida abundante.

Lo que liberó al ciego fue su profunda Fe convencida, que le llevó a gritar, aunque lo recriminaran.

Muchos somos ciegos y mendigos, sentados al borde de la vida, de la alegría, de la paz de Cristo, al que no acabamos de asumir como nuestro Maestro. No somos malos, pero tampoco discípulos decididos.

Dios desea contar con nosotros, somos los sacerdotes del mundo: hijos de nuestra historia, con sus valores y sus miserias, pero Dios desea hacer sus maravillas con cada uno, pero no puede imponérsenos.

Aprendamos a escuchar las preguntas de Dios en nuestro ambiente y contestemos –gritemos– con el alma y la vida. Las preguntas de Dios nos despiertan y nos liberan de nuestras esclavitudes, nos regresan a nuestra tierra original: el Amor del Padre, la Salvación del Hijo, la Santidad del Espíritu: la Justicia.

Buscando a Dios en su justicia, lo encontraremos con su salvación: ¡sigámoslo en el don de la vida!

Dios puede transformar nuestra historia, personal y comunitaria, pero depende de nuestra docilidad

Dios hace maravillas en la medida que nos encuentra disponibles, no solo deseosos de serlo. No importa cómo estemos; Él puede liberarnos a todo porque es nuestro padre. ¿Lo vivimos como a tal?

Dios llama a personas como nosotros para que, en su nombre, nos lleven a encontrarnos con Él

Jesús mandó llamar a ciego. Puso unos intermediarios para que le hicieran llegar su llamado a la Vida nueva y le ayudaran en su aproximarse a Jesús. Por ellos el ciego vio la Luz –Cristo– y le siguió.

Es la tarea del sacerdote, de la Comunidad. En la Comunidad el sacerdote es la voz de Jesús para los hermanos; los hermanos son los ‘sacerdotes’, la voz, la presencia de Jesús, que se acerca para el mundo.

Seguir a Jesús es lo más vital, pero para eso necesitamos buscarlo y salir de nuestra ceguera hacia Él

El ciego, hijo de la justicia, reconocía su limitación y necesitar a Jesús, porque lo aceptaba como su Salvador, el enviado por Dios: el Hijo de David. Por eso está atento, busca, grita, insiste.

¿No estamos, también nosotros, ciegos? ¿No estamos demasiado centrados en nuestros
individualismos? Grave forma de ceguera, que nos mantiene fuera de la realidad objetiva, y de la que necesitamos salir.

¿No estamos, también nosotros, sentados al borde del camino, de las enseñanzas de Jesús, pues no las asumimos sinceramente y en primera persona? ¿Sentimos la necesidad de ver al que es la Luz?

Jesús le llama para renovar su vida, según su apertura, su justicia. Le dicen al
ciego: “¡Levántate!” (el verbo usado es el de la resurrección) “Te llama” (el mismo verbo usado al llamar a los apóstoles, la vocación). El ciego es dócil, está centrado en Jesús, no en sí mismo, por eso le sigue. ¿Y nosotros?

Pidamos a María que sepamos escuchar a Jesús que pasa y le pidamos nos dé su Luz y le sigamos.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXX

En la vida hay muchos momentos de ceguera: se nos invita a creer en Cristo Jesús y, por eso, a buscarlo, gritarle, suplicarle y seguirle a Él, nuestra Luz

Jr. 31, 7-9:
"Así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob...! ...digan: «¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!» Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí! Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo... Porque yo soy un padre para Israel y Efraín es mi primogénito".

Salmo 1251-6: "Grandes cosas hizo el Señor por nosotros".

Hb. 5, 1-6:
"Todo sumo sacerdote... es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir a favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios... Él puede mostrarse indulgente... porque él mismo está sujeto a la debilidad humana... Y nadie se arroga esta dignidad si no es llamado por Dios... Por esto Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser sumo sacerdote, sino que la recibió de aquél que le dijo: «Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy». Como también
dice en otro lugar: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec»."

Mc. 10, 46-52: "Cuando Jesús salía de Jericó..., el hijo de Timeo, Bartimeo,un mendigo ciego, estaba sentado al borde del camino. Al enterarse que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!» Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!» Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Ánimo, levántate! Él te llama». Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia Él. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?» Él le respondió: «Maestro, que yo pueda ver». Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». Enseguida comenzó a ver y lo siguió por el camino".



octubre 19, 2012

«El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 21 de octubre.



“Amar hasta que duela”, decía la beata Teresa de Calcuta. Cierto, pues Jesús con su ejemplo y palabra nos invita a amar-servir hasta dar la vida... ¡y eso duele!
Sólo tiene real autoridad el que sabe servir para llenar de vida a los que le rodean. No basta la autoridad formal, pues la real autoridad, el poder objetivo, que incide en el interior de las personas llenándolas de ganas de ser más y hacer mejor las cosas, ése solo lo da la vida.

Ser los ‘primeros’, le piden a Jesús. Y Él, con su vida, nos dice: sirvan dando la vida. Sean los primeros buscando el bien de las personas... Lo demás vendrá por añadidura a su tiempo.

Nacimos para ser grandes como Dios. Dios se define como ‘Amor’ y el Amor real, no el sentimental –que no pasa de apariencia y se esfuma en las pruebas graves y dificultades profundas–, es, por su naturaleza, fiel, permanente, generador de vida, despertador de esperanza y estimulador de la maduración, educador de la fe y del futuro y sanador de heridas. Pero esto supone estar dispuestos a dar vida dando la nuestra propia. La planta no nacerá si la semilla no muere. Debemos entenderlo si deseamos ser más y gozar la felicidad a la que estamos llamados.

En la primera lectura se nos muestra al siervo de Dios que acepta dar la vida, como la semilla, para llenarnos de vida en libertad y verdad para la construcción de un Reino eterno, el de Dios. En la segunda se nos muestra a Jesucristo, este siervo, que da su vida y con esto nos rescata y nos invita a un nivel infinitamente superior de vida para la vida de los que nos rodean. El evangelio se nos hace notar que soñar con la grandeza es ilusorio, y conflictivo, si no estamos dispuestos a dar la vida sirviendo y sacrificando lo que sea necesario para la vida de los que nos rodean.
Nuestro mundo no va mal porque haya dificultades –siempre las hubo–, sino porque los que nos llamamos cristianos hemos perdido el horizonte de Cristo y ya no buscamos ser como Él. No basta cumplir con...

Somos tan despistados que creemos que con el bautismo ya somos cristianos y eso no es cierto. El bautismo nos abre una real y maravillosa posibilidad, pero ésta se hará historia en nosotros, si vivimos muriendo a todo lo que no sea vida en Cristo para vivir, en creciente plenitud, como Cristo, al servicio de aquellos a los que somos enviados.

Eso no viene de la naturaleza física, no se crece con el pasar de los días. Es Vida de Dios y sólo Dios puede alimentarla, y ese alimento es Cristo Eucarístico, alimento poco valorado por la mayor parte de los llamados cristianos. ¿Grave falla educativa –familiar y catequética–? Junto con otras causas que no enfrentamos bien, creo que sí. Los cristianos tenemos una Palabra de Vida que ofrecer, pero primero debemos alimentarnos con ella, si no, jamás podremos ser misioneros ni en nuestra tierra ni fuera de ella.

Dios nos bendice: abrámonos cada día más a su bendición, a su Amor en Cristo Jesús, nuestro Maestro.

María nos ayude a madurar en un Amor real-concreto, como cristianos, ante las dificultades de nuestra época.

Unidos en oración con María, la Madre Misionera, nuestra Maestra:

P. José Mª Domènech SDB

«El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes»


Amar es la voluntad actual –permanente– de dar vida al que la necesita con más urgencia, sin intereses egoístas, escondidos o expresos. Sin amor no hay poder sano. Jesús es el Señor porque dio su vida como su Padre y mostrando el Amor universal, compasivo y misericordioso de Dios, el Padre de todos.

Seguir a Jesús, es decir, vivir como Él, pensar como Él, sentir como Él, nos llevará a reaccionar-decidir con sus criterios ante los diversas situaciones de la vida, con todas sus ‘sorpresas’ y exigencias.

Matrimonio, uso de las riquezas y poder: temas difíciles de enfrentar en la vida cotidiana y más en el tiempo actual, tan desorientado, también a nivel de dirigentes, pensadores y guías religiosos. Nunca fue fácil enfrentarlos porque entran a tallar la sensualidad, la codicia y el afán de dominio y grandeza.

También Jesús vivió en este mundo desconcertado, pero Él tenía un horizonte-criterio –que no siempre nosotros aceptamos–: el Padre-su Vida, con la que Él vivía conectado siempre –con la oración constante– y la Voluntad de su Padre, que Él la había hecho su propia voluntad personal y terea básica.

El sufrimiento y las dificultades no lo desviaron. Su fidelidad y entrega nos salvó: ¡Ejemplo vivo!

El Siervo de Dios, fiel al Padre, por Amor, está dispuesto a dar su vida para rescatar a sus hermanos.

Nuestras limitaciones y desvíos, pecados y degradaciones nos llenan de tristeza, desconcierto –pues no quisiéramos hundirnos así– y pobreza. No sabemos cómo liberarnos de tales cadenas. ¡Sufrimos!

Dios nos ama y, como tampoco desea nuestra desgracia, envía a su propio Hijo, quien, con Amor infinito, da su propia vida, en inmenso dolor, para rescatarnos del mal y de la muerte que nos amenazan.

Nuestro salvador es el sumo sacerdote que se ha ofrecido en rescate por nosotros: podemos fiarnos de Él

Cristo nos conoce bien y sabe muy bien qué es sufrir desde lo más profundo de la carne y del espíritu. Él es el Maestro de la libertad y del don de la propia vida para que sus hermanos sean libres y felices.

Podemos fiarnos de Él con seguridad. Sabe muy bien lo que nos conviene y cuál es el camino del éxito final y supremo, pues Él mismo lo ha recorrido y derrotó al mal y la muerte con su Resurrección.

Seguir a Jesús no supone privilegios, sino entregar la propia vida para llenar de vida a toda persona

Jesús acaba de anunciar, por tercera vez, su pasión; pero los discípulos no comprenden que lo que el Maestro les quiere decir es que sus discípulos deben aprender a vivir sirviendo y dando la vida.

Somos parte del Cuerpo de Cristo; su Misión es la nuestra: dar la vida –servir– para la Vida de todos.

A nadie le gusta sufrir, pero el sufrimiento es, para los creyentes en Cristo, un factor de purificación personal y de maduración de la propia libertad y grandeza, si se vive en Cristo y ofreciéndolo al Padre, en Él y como Él, para el bien de los otros. No hay dignidad más grande que beber el cáliz de Cristo y aceptar ser bautizado en su bautismo. Para que lo alimentemos y vivamos bien se nos da su Espíritu.

Pidamos a María vivir en Cristo todo servicio y ocasión de dolor para que sea camino de salvación.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXIX
La clave de todo verdadero y positivo poder es el servicio para el Bien Común, el bien de la persona más humilde, dar la vida, servir como Jesús

Is. 53, 10-11:
"El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de Él. A causa de tantas fatigas, Él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi servidor justo, justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos".

Salmo 324-5.18-20.22: "Señor, que descienda tu Amor sobre nosotros".

Hb. 4, 14-16:
"Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un sumo sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra Fe... Él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado. Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno".

Mc. 10, 35-45: "Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro...» Él les respondió: «¿Qué quieren...?» Ellos le dijeron: «Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria». Jesús les dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?» «Podemos», le respondieron... Jesús agregó: «Ustedes beberán el cáliz... y recibirán el mismo bautismo... En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo...» Los otros diez,... se indignaron... Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los que se consideran gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud»."


octubre 15, 2012

"Nada te turbe"

Wikipedia: Santa Teresa de Jesús

Nada te turbe, nada te espante,
todo se pasa, Dios no se muda;
la paciencia todo lo alcanza;
quien a Dios tiene nada le falta:
Sólo Dios basta.

Eleva tu pensamiento, al cielo sube,
por nada te acongojes, nada te turbe.

A Jesucristo sigue con pecho grande,
y, venga lo que venga, nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo? Es gloria vana;
nada tiene de estable, todo se pasa.

Aspira a lo celeste, que siempre dura;
fiel y rico en promesas, Dios no se muda.

Ámala cual merece bondad inmensa;
pero no hay amor fino sin la paciencia.

Confianza y fe viva mantenga el alma,
que quien cree y espera todo lo alcanza.

Del infierno acosado aunque se viere,
burlará sus furores quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos, cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro nada te falta.

Id, pues, bienes del mundo; id dichas vanas;
aunque todo lo pierda, sólo Dios basta.

Procesión 18 octubre 2012



Tercer recorrido - jueves 18 de octubre

06:00 a.m.: SALIDA DE LA VENERADA EFIGIE DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS DE NAZARENAS, del interior del Santuario de Las Nazarenas en hombros de los Hermanos Cargadores, acompañados por los Grupos de las Hermanas Sahumadoras y Cantoras.

06:30 a.m.: MISA SOLEMNE PRESIDIDA POR EL EMINENTÍSIMO SEÑOR CARDENAL JUAN LUIS CIPRIANI THORNE. ARZOBISPO DE LIMA Y PRIMADO DEL PERÚ, en la esquina formada por la Av. Tacna y el Jr. Huancavelica; al término de la cual se dará inicio al Tradicional Recorrido Procesional.

RECORRIDO.- Av. Tacna de Sur a Norte (pista izquierda) Cdras. 3ra., 2da. y 1ra., llegando al Jr. Conde de Superanda, donde voltea hacia la derecha por las Cdras. 4ta., 3ra., 2da., y 1ra., ingresa a la Plaza Mayor, donde desde los Balcones del PALACIO DE GOBIERNO, recibirá el Homenaje del Señor Presidente Constitucional de la República y señores Ministros de Estado, luego voltea al Jr. De La Unión, hasta el PALACIO MUNICIPAL donde recibirá el Homenaje del Señor Alcalde de Lima y Regidores, luego gira para tomar el Jr. Junín en dirección al Arzobispado de Lima doblando a la derecha al Jr. Carabaya, deteniéndose frente a los balcones del PALACIO ARZOBISPAL donde el EMINENTÍSIMO SEÑOR CARDENAL JUAN LUIS CIPRIANI THORNE, ARZOBISPO DE LIMA Y PRIMADO DEL PERÚ, impartirá la BENDICIÓN PASTORAL a todos los fieles; continúa doblando a la derecha al Jr. Junín por las Cdras. 1ra., 2da., 3ra., 4ta. y 5ta., para doblar a la izquierda y llegar al CONGRESO DE LA REPÚBLICA, donde recibirá el homenaje del Poder Legislativo; regresando al Jr. Junín. continúa el recorrido doblando a la izquierda y tomando el Jr. Junín por las Cdras. 6ta., 7ma., 8va., 9na., 10ma. y 11ra., luego doblará a la derecha por el Jr. Huánuco ingresando al SANTUARIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN DE LIMA, para continuar por el Jr. Huánuco Cdras. 7ma., 8va. y 9na., doblando a la izquierda por el Jr. Puno Cdra. 15ta., doblando a la derecha por el frontis del HOSPITAL 2 DE MAYO, doblando a la derecha por la Av. Grau Cdras. 12da. a la 8va., pasando por el frontis del HOSPITAL DE EMERGENCIAS PEDIÁTRICAS, para doblar a la izquierda por el Jr. Cangallo e ingresar al patio de Emergencia del HOSPITAL GUILLERMO ALMENARA (Ex Obrero), prosigue por las Cdras. 1ra., 2da. y 3ra. del Jr. Cangallo, para luego doblar a la derecha por la Av. 28 de Julio, Cdras. 19na. a 13ra., para luego doblar a la izquierda por la Av. Iquitos, e ingresar al interior de la PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LAS VICTORIAS, donde pernoctará hasta el día siguiente.

octubre 12, 2012

«Ven y sígueme!»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 14 de octubre.



Los dones de Dios no se conquistan, no se ganan, no se merecen: sólo se aceptan con las actitudes personales traducidas en hechos concretos. Son un don gratuito de Dios, ya pensado por Él para nosotros desde el principio. Fuimos creados para gozarlos. No aceptarlos con sencilla y dócil humildad, como los niños, nos decía el domingo pasado el Señor, se convierte en una gran desgracia, de la que siempre nos arrepentiremos y, si lo hacemos demasiado tarde, lo lamentaremos para siempre sin remedio alguno, pues Dios toma muy en serio nuestras decisiones y por eso jamás nos deja a nuestra suerte, pues sabe muy bien que solos nada podemos hacer, ya que el pecado nos ha desequilibrado.

Dios mismo se nos da en Cristo Jesús, persona histórica y ahora Comunidad histórica. Lo que nos toca a nosotros es seguirlo, es decir, aceptar ser orientados por Él, confiar a Él nuestra vida y luchar por vivir en sus criterios, que son los mejores. ¡Ésta es nuestra responsabilidad! En esto nadie puede sustituirnos.

Alguno dirá que somos todos muy débiles y pecadores, es cierto; y, de ordinario, los que se creen mejores son los más lejanos del Señor, pues nada nos aleja más que centrarnos en nosotros mismos y nuestras ‘bondades’ o ‘maldades’... Dejemos lo que vivimos en las manos de Dios, que es Padre de misericordia. y preocupémonos tan sólo cada día de vivir siempre lo mejor posible en su Voluntad. Para eso necesitamos aprender la sabiduría de escuchar su Palabra con la sencillez del que cree de verdad en su Maestro y a amado Señor.

El problema del joven adulto, que nos presenta el evangelio, fue no fiarse de Dios, sino de sí mismo: quería más, pero dentro de sus criterios, y Jesús le invitaba a ser más libre y ahí es donde se estrelló: él tenía sus planes y éstos no coincidían con los del Señor, por eso se fue. Sin duda era buena gente y buen administrador, sin usura, pero no lograba vivir para favorecer la vida de los demás, como nos enseña Dios, el Padre de Jesús, y nuestro Padre, el Señor de la Vida, y por eso de la Justicia y de la Paz.

Pidamos a María, la Madre del servicio sencillo y humilde, lleno de vida abierta a todos y sus necesidades, que nos enseñe a estar a disposición de lo que Dios nos pida, ante todo para dar vida a los que nos rodean, sobre todo los más pobres, pues ya con eso nos parecemos más y más a Dios, nuestra única y sobre-abundante herencia desde toda la eternidad.

Dios nos bendiga para ser generosos con Él y como Él lo es con nosotros: eso es ser su hijo.

Unidos en oración con María, nuestra Madre y Maestra, Inmaculada y Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

«Ven y sígueme!»


Dos caminos, dos actitudes: El joven adulto, que tenía afanes de heredar los bienes de Dios y Jesús.

Ley y vida de Amor que se entrega para la vida de los últimos, de los marginados, de los atrapados en...

La sabiduría está en saber distinguir lo que me lleva a madurar, de lo que me atrapa en apariencias de bien; las sólo apariencias nos engañan y, al final, perjudican. Sólo la realidad objetiva es la verdad y por eso lleva al bien. No basta la ley, es básico desarrollar la vida que lleva a dar vida, lo otro es muerte.

Quien aprende escuchar la Palabra de Dios, fruto de la Sabiduría de Dios, se abre a una constante maduración y liberación de todo en el Amor de Dios: se abre a una vida creciente que le lleva a vivir como el Señor de la vida y, con Él, sin pretenderlo conquistar, heredará la Vida eterna, que es Dios.

¿Qué hacemos con nuestras ‘riquezas’? ¿Las ‘administramos bien’, para llevarlas a más y más, o las destinamos para favorecer en los pobres que nos rodean una vida más digna y productiva en el Amor?

Las riquezas no son nuestras: nos las han confiado para el bien de todos, comenzando por los últimos.

No hay nada más importante que tener la sabiduría para tomar las decisiones que nos llevan a la vida

Todos estamos llenos de riquezas, ¿sabemos cuáles son? ¿Qué hacemos con ellas? Nacimos para los demás, pues sólo ellos nos liberan al buscar, para ellos, mejor vida y su bien. Ahí está la sabiduría de Dios.

La Palabra de Dios nos penetra y nos ayuda a descubrir en qué debemos, cada día, madurar nuestra Fe

La Luz de la Palabra nos libera del egoísmo, codicia o afán de poder; nos evita dejemos engañar por apariencias de bondad o generosidad: lo importante es dar vida a los que menos tienen y más necesitan.

Si seguimos a Cristo, libres de toda atadura, ya tenemos en Él la Vida eterna y los bienes que ella trae.

El joven adulto no aparece como malo, era individualmente bueno, cumplía, pero no tenía como criterio el ser dador de vida como Dios. Llevaba bien las riquezas, sin afán de lucro, pero sin afán de dar oportunidades de vida más digna los más pobres. Jesús le pide ser como Él: ¡sal de ti; sé de los demás!

Ninguna riqueza es un mal; pero vivir deseándola y buscándola, sí, pues aleja de Dios y su Voluntad.

Sólo Jesús da la Vida eterna, porque Él es la Vida eterna. Ésta no se pude encontrar por otro camino.

¿Quién es el centro de mi corazón? ¿Dónde están mis mayores intereses? Si somos nosotros mismos, estamos perdidos: ¡qué difícil será que nos salvemos! Los ricos la tienen muy difícil, pues el centro de su vida son ellos, no los pobres.

¡Entreguémonos como Jesús, sigámosle! Ésa es la propuesta de Jesús.

Pidamos a María desprendernos de todo lo que nos impida seguir a Jesús sirviendo a los pobres.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXVIII

Sb. 7, 7-11:
"Oré, y me fue dada la prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el espíritu de Sabiduría... tuve por nada las riquezas en comparación con ella... todo el oro, comparado con ella, es un poco de arena... la amé más que la salud y la hermosura, y la quise más que la luz del día, porque su resplandor no tiene ocaso. Junto con ella me vinieron todos los bienes...".

Salmo 89, 12-17: "Señor, sácianos con tu Amor".

Hb. 4, 12-13:
"La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu... y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón... todo está... descubierto a los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas".

Mc. 10, 17-30: "Jesús se puso en camino. Uno corrió hacia Él y, arrodillándose, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos...» El hombre le respondió: «Maestro todo lo he cumplido desde mi juventud». Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve vende lo que tienes y dalo a los pobres... Después, ven y sígueme». Él... se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!» Los discípulos se sorprendieron..., pero Jesús continuó diciendo: «Hijos míos... Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios». Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros:«Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús fijando la mirada en ellos, les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Él todo es posible». Pedro le dijo: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, padre y madre, hijos o campos, por Mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno... en medio de las persecuciones; y, en el mundo futuro... la vida eterna»."