julio 27, 2011

«Denles de comer ustedes mismos»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo, junto a su saludo cariñoso por las fiestas patrias de Perú.

Un saludo muy agradecido para nuestro querido padre, quien es, como él mismo dice, "peruano nacido en Barcelona". Que Dios le bendiga y le premie por tanto bien que hizo y hace a nuestro país, aún ahora que está más al sur.

Mañana es el día patrio del Perú: son 190 años que Sanmartín leyó la proclama de independencia...

¡Feliz fiesta para nuestros hermanos peruanos! Comienzan también, en esta fecha un nuevo gobierno. ¡Que sea defensor de la vida y de la dignidad de los últimos: ahí se juega cualquier patria!

El himno nacional del Perú, comienza con las palabras "Somos libres". Como en muchos himnos nacionales de América del sur, se toca sentidamente el tema de la libertad.

¿Somos libres los pueblos que construimos esta gran Patria de América? Es decir, ¿nuestra vida sigue los caminos de la Vida y del Amor que da vida dando la propia vida?

Creo que éste es el criterio primero de libertad, si no el único camino para ser libres: ser cada día más profunda y responsablemente yo para poderme dar cada día mejor a los que nos rodean y requieren nuestro servicio para vivir con mayor, más profunda y mejor dignidad, base de la libertad...

No se trata de tener algún poder, sino de tener tal libertad interior y tal dominio del propio ser, que soy capaz de arriesgar algo de mi vida, y hasta toda la vida, como Jesús, para que mi hermano tenga lo necesario para ser él mismo y madurar como él es, sin copiar nada de otro, salvo lo que él considere lo más valioso, no porque se lo impone nadie, sino porque percibe que esto lo hace mejor a él y al ambiente en el que influye.

Ser libre es una tarea para ser persona madura que saber "darse a comer", como Jesús en la vida y Eucaristía.

En nuestra realidad tan sometida a las ideologías, tecnologías, egoísmos, miedos y fobias solapadas, ser libre es ir contracorriente.

No es fácil, nunca lo ha sido nunca, ser libre de verdad, desde dentro, ir contracorriente con sentido, responsabilidad y en forma constructiva.

Pero Dios, el Dios soberano, el que da alimento al mundo y, sobre todo, se da a sí mismo como Alimento del mundo que está destinado a la Vida Eterna, siempre va contracorriente de los poderosos, pues es muy difícil encontrar entre ellos, cuando se dejan aplastar por la vorágine del poder y del 'prestigio', personas suficientemente honestas y libres de la prepotencia de los capitales y de las presiones de los potentes nacionales y más de los internacionales.

¿Por qué hay hambre en el mundo? ¿Por qué tenemos que escuchar noticias como la de que en estos años morirán de hambre más de diez millones de personas en el este del África si no se envía ayuda a tiempo?

¿El mundo no produce suficientes alimentos o hay demasiada manipulación de precios y de intereses de muerte por parte de los que detentan los diversos poderes?

Jesús nos lo dice: ¡DENLES USTEDES DE COMER!

¿A quién da de comer mi vida?

Si la dinámica de nuestra vida fuera dar vida, es decir, dar de comer a los que nos rodean, junto a nosotros no habría hambre.

DAR VIDA

¿Qué vida?

Todo tipo de vida: formación ciudadana seria y profunda, que enseñe disciplina, profundidad en las propias tareas y serio respeto a los que nos rodean, sean quienes sean. Dar vida, para los cristianos, es vivir y alimentar seria y responsablemente nuestra Fe, escuchando a nuestro Maestro cada vez que nos quiere hablar en su Comunidad, en cada Eucaristía, aprendiendo de Él a vivir entre los nuestros. Dar vida para los educadores, sean padres de familia o los profesionales de la educación, es vivir de tal modo que nuestra juventud pueda seguir nuestros pasos sin estrellarse, pues les enseñamos con nuestra vida a madurar, a escuchar, a respetar, a aprender, a vivir, a colaborar, a dar y recibir de todos con gratitud real. Dar vida para los trabajadores significa hacer bien todas las cosas no por la ganancia, de cualquier tipo, que podamos obtener, sino por la dignidad que tenemos y por el respeto que todos merecen al recibir nuestro servicio, directo o indirecto.

Este domingo el Señor nos ayuda a entender que lo más importante es el amor que le ponemos a lo que hacemos, pues esto es lo que permite que todo se multiplique. Así lo hace continuamente Dios en nuestra vida.

Que María nos ayude a ser, como ella, buenos servidores de la vida en el Amor y, así, alimentadores del mundo que nos rodea.

Dios nos bendiga a todos.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

«Denles de comer ustedes mismos»

La prensa mundial ha dado una alarmante noticia, que ha provocado un llamado urgente de la ONU: en el cuerno de África, Eritrea, y tendiendo a extenderse a los vecinos, pueden morir de hambre en estos años, si no se acude urgentemente en su ayuda, más de 10 millones de personas, sobre todo niños. Y los poderosos del mundo del dinero, sometidos al señor de la muerte y de la destrucción y adoradores de sus criterios, buscan cómo ganar más en la bolsa.

¿Qué damos sin esperar nada a cambio? Podemos colaborar con la vida del prójimo. ¿Qué compartimos de nuestras muy variadas posesiones: espirituales, culturales y materiales?

Todos tenemos hambres que pueden ser remediadas con al apoyo de todos: de alimento y cariño; de respeto y dignidad; de conocimientos y educación; de diálogo y justicia, de paz y perdón; de vida y formación; de compañía y esperanza. El hambre del mundo es responsabilidad de todos. El mundo tiene un hambre radical, que, si no se atiende, se come la vida: es el hambre de Dios, del Dios de la Vida y de la Paz. Sin duda, es negada por muchos, pero ahí está.

Le echamos la culpa a Dios de tantas cosas, de casi todo lo que nos disgusta. Pero Dios nos confió el mundo para que lo “ordenáramos”. ¡Qué hacemos!; ¿hacia dónde vamos: hacia la vida o hacia la muerte? ¿Por qué no queremos asumir nuestra responsabilidad personal-social?

Quien se pone en las manos del Señor sabe que todo está bien orientado: basta fiarse.

Cristo quiere contar con nosotros. Él ya lo dio todo, ahora es nuestra oportunidad de ser grandes como Él. Es nuestra decisión comunitaria, humilde, sencilla, creativa y perseverante.

¡Que nada se pierda, pues todo sirve para dar vida, si es bueno!

La gratuidad es el elemento clave de toda la acción de Dios y de la madurez humana

Isaías escribe en el exilio. Lo que Dios quiere es la vida de todos, sobre todo los últimos.

El profeta pretende hacernos descubrir que la gran necesidad que todos tenemos, más que de pan, es de la Presencia de Dios en nuestra vida, presencia que la Palabra nos descubre.

Este amor de Dios que se nos da sin cálculos egoístas nos llena de seguridad y esperanza

Cristo muestra cuán estable, gratuito y eficiente es el Amor de Dios para toda persona.

Pablo lo sabe por dolorosa experiencia personal y nos lo comparte para fortalecernos.

Aprender de Dios a responder a las necesidades de la vida del hermano, es nuestra tarea

Jesús da a sus discípulos la tarea que Dios les confiará. Deben aprender a ponerlo todo a disposición, aunque parezca que no tienen nada. Dios hace las maravillas, nosotros servimos.

Mateo presenta el gesto de Jesús con forma eucarística, pues es éste el alimento de la Fe.

Pidamos a María valorar nuestra tarea en los dones de Dios, sobre todo en la Eucaristía.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.



CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XVIII
El Señor siempre alimenta nuestra vida con su Amor fiel y liberador: nos invita a enriquecernos cada día para alimentar a los demás.

Is. 55, 1-3:
"Así habla el Señor: «¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga dinero, venga también! Coman gratuitamente… ¿Por qué gastan dinero en algo que no alimenta… en algo que no sacia. Háganme caso… Presten atención y vengan a mí, escuchen bien y vivirán. Yo haré con ustedes una alianza eterna, obra de mi inquebrantable amor a David»."

Sal. 144: "Abres tu mano, Señor, y nos colmas de tus bienes"

Rm. 8, 35.37-39:
"¿Quién podrá separarnos del Amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, las persecuciones, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a Aquel que nos amó. Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados… ni ninguna otra creatura podrá separarnos jamás del Amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor".

Mt. 14, 13-21: "Jesús se alejó… a un lugar desierto para estar a solas…la gente… lo siguió a pie... Jesús… compadeciéndose de ella, sanó a los enfermos… Al atardecer, los discípulos… le dijeron: «…despide la multitud, para que vayan a las ciudades para comprarse alimentos» Jesús les dijo: «No es necesario… denles de comer ustedes mismos». Ellos respondieron: «Aquí no hay más que cinco panes y dos pescados». «Tráiganlos aquí», les dijo. Y… tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los dio a sus discípulos… Todos comieron hasta saciarse y, con los pedazos…, se llenaron doce canastas…"




julio 23, 2011

El Reino de los Cielos


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo.

Éste lo podríamos llamar el domingo de la Amorosa Sabiduría de Dios.

Somos invitados a confiar en Él como Salomón, que considera que Dios, de quien está convencido que le ama, no le puede dar nada mejor que su Sabiduría; por eso se la pide por encima de todo, porque está súper convencido de que la tarea paterno-política que ha recibido de su padre, David, y por él del mismo Dios, es muy superior a sus fuerzas.

¡Ojalá nuestros padres, superiores y gobernantes que se dicen cristianos o creyentes estuvieran también convencidos de lo mismo!

Pero lo que aparece en muchos de ellos no es precisamente eso, sino todo lo contrario; parecerían tener cierta convicción de que ellos pueden cambiar el país o la región o la ciudad o la familia o el grupo humano por su cuenta y no necesitan a Dios para casi nada (no sé si han constatado, no imagino cómo, que Dios no entiende nada de política, economía, administración, educación y que estas cosas son para gente hábil y experimentada en estos afanes). Lo que sí le piden a Dios es que debe estar listo para cuando llegan desgracias o desconciertos descomunales, algo así como que sea un buen y eficiente ‘bombero’, o que sea el secretario ejecutivo para las emergencias insalvables... Daría la impresión que algunos pensaran: “¡Para eso es ‘Todopoderoso’!, si no ¿para qué está, para qué sirve?”

Es sorprendente ver con cuánta superficialidad nos hemos acostumbrado a pensar y actuar… Y no pocas veces lo hacemos público, y hasta como quien da lecciones, como si tuviéramos razones suficientes para criticar a Dios. Desgraciadamente es así en demasiados campos. No tenemos absolutamente en cuenta que Dios todo lo tiene organizado para el bien de los que le aman, es decir, de los que se fían de Él, de los que le escuchan, de los que celebran su amor, de los que buscan su Vida, de los que le hacen caso, por muy débiles y pecadores que sean! ¡¡Eso no es, en absoluto, un problema para nuestro Padre Todopoderoso, que, con sumo respeto y delicadeza, nos guía y anima a madurar cada día y a cada momento!!

No deja a nadie sin la oportunidad, pero, como no puede, porque no quiere, impone nada. Los que no lo tienen en cuenta, ellos solos se auto-excluyen de los dones gratuitos y maravillosos de Dios. ¡¡¡Triste, muy triste, pero objetiva realidad… de la que, de paso, pagamos todos las consecuencias!!!

Para Dios, nuestro Padre-Salvador-Santificador, somos lo más importante, la perla más preciosa jamás encontrada, y por eso Él, personalmente Él, lo ha dado todo para ‘comprarnos’, a cada uno y a cada una de nosotras personalmente, al precio de su propia sangre. ¡¡¡Qué más queremos!!!

Una pregunta queda en el aire y en la conciencia: ¿qué valor tiene Dios para nosotros, es nuestro tesoro escondido, es decir, que requiere ser descubierto? ¿Estamos atentos a los nos lo señalan y nos indican cómo, dónde, cuándo y por qué vale la pena encontrarlo? ¿Sabemos aprovechar toda la riqueza que el Señor nos ofrece a lo largo de los tiempos?

Cuándo Dios eche la red, ¿seremos de los peces que van a los canastos o de los que son tirados como inservibles porque están vacíos y podridos por dentro? La pregunta no será si pertenecen a la Iglesia Católica o a una de las Iglesias Evangélicas, sino si pertenecen a Cristo, si aceptaron vivir como hijos de Dios al estilo de Jesucristo o decidieron hacerlo todo como a cada uno le parecía, porque, como muchos dicen: “¡No te metas, yo ya sé!” “Yo soy cristiano a mi manera”.

Que María nos ayude a vivir siempre atentos a la Palabra de Vida que el Señor nos da cada día en su Comunidad y, guiados por ella, convertirnos al Señor de la vida para que nuestra vida esté al servicio de la vida de todos los hermanos, sobre todo los últimos y los más marginados.

Dios les bendiga.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

El Reino de los Cielos

Todos, en nuestra vida, vendemos y compramos, pero ¿qué?, ¿a qué precio?, ¿por qué?, ¿hasta dónde vale la pena arriesgarse para comprar algo? ¿Qué hacemos con nuestra vida? ¿Qué es lo más sabio y prudente en nuestra vida? ¿Hacia dónde dirigimos nuestra vida? ¿A qué damos importancia nosotros y a qué da importancia Dios? Son todas preguntas vitales.

Según lo que valoremos, nos estamos valorando. Si Dios es lo más importante, nosotros estamos orientados hacia las maravillas que Él ha pensado para nosotros desde toda la eternidad. Si nuestras visiones del mundo y nuestros minúsculos proyectos e intereses, por grandes que pa-rezcan o nos parezcan, son lo más importante y queremos poner a Dios al servicio de ellos o lo dejamos a un lado para que no nos estorbe, estamos construyendo nuestro seguro e inevitable fracaso, ya que sólo Dios es garante de nuestra Grandeza, pues estamos hechos a su medida.

La realidad se nos impone: hemos progresado en tecnología, pero hemos disminuido en dignidad humana y en seguridad personal, sobre todo, se deprecia el valor de la vida y más la de los débiles, y, con todo, ésta es la medida última de la dignidad humana: la medida de Dios.

Una persona es más persona cuanto más y mejor defiende y construye la vida en sí y, sobre todo, junto a sí: en su ambiente normal de vida, ante la pequeñez y la debilidad.

La sabiduría de Dios es no sólo creadora de la vida, sino que la conserva y la hace crecer cada día mejor y más profundamente para que sea libre de toda esclavitud.

Para Dios nada es más importante que sus propios hijos: toda, cada persona humana.

Dios invita a todos a pedir lo que queramos: los dones de Dios dependen de nosotros

Como Buen Padre que es, Dios jamás concederá lo que pueda perjudicar a su hijo.

A Dios le alegra sobre manera ver a sus hijos aprender a orar con cordura. Así será su oración si busca el bien de los demás por encima del propio y, más todavía, si pide la Sabiduría del Espíritu para decidir, en todo momento, según la Voluntad de Dios, que nuestro sumo bien.

Todos hemos sido creados para la Gloria, y Dios todo lo organiza para que lo logremos.

Dios jamás fracasa, pero nosotros sí podemos fracasar. ¡Atención: es nuestra decisión!

Tengamos confianza: el dócil a Dios, no puede fracasar. Dios lo tiene todo pensado y organizado para nuestro bien. Quien de Él se fía, sin duda, consigue el éxito, como Cristo.

Dios es nuestro principal tesoro porque nosotros somos el suyo y ya lo dio todo para ganarnos

¡Ojalá para nosotros Dios sea nuestro tesoro!: vale la pena que lo demos todo por Él.

Para Dios nosotros somos la perla inestimable, por esto lo da todo para ‘comprarnos’

En la vida, al final, solo vale lo que es valorado por Dios como bueno y lleno de vida.

Sabio es quien valora todo y se queda con lo mejor y más profundamente lleno de vida.

Pidamos a María abrirnos a la Sabiduría del Espíritu para valorar los dones de Dios.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.



CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XVII
El Señor nos ofrece lo mejor y nos cuida con esmero, pero necesitamos valorar su oferta. Su alegría es grande si le pedimos su Sabiduría


1R. 3, 5.7-12:
"El Señor se apareció a Salomón… y le dijo: «Pídeme lo que quieras». Salomón respondió: «Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor…, a mí, que soy apenas un muchacho… Concede, entonces, a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo… De lo contrario, ¿quién sería, capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?» Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido y le dijo: «Porque tú has pedido… el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo… te doy un corazón sabio y prudente…»".

Sal. 118: "¡Cuánto amo tu ley, Señor!"

Rm. 8, 28-30:
"Sabemos que el Señor dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que Él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera Él el primogénito entre muchos hermanos… los llamó… los justificó y… los glorificó".

Mt. 13, 44-52: "Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo… a un negociante que…, al encontrar una perla de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró. El Reino de los Cielos se parece también a una red que… recoge toda clase de peces. Los pescadores… la sacan a la orilla y recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos… ¿Comprenden todo esto?...»".




julio 15, 2011

La buena semilla


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado con anticipación para este domingo 17 de julio.

El padre se encuentra en sus ejercicios espirituales y cuenta con nuestras oraciones oraciones por él. Ciertamente, no lo defraudaremos!

Me adelanto a enviarles esta sugerencia homilética porque durante esta semana, del 11 al 16 de julio, estaré de Ejercicios Espirituales y no podré mandarles nada. Confío y les agradezco desde ahora sus oraciones, pues necesito convertirme cada día más profundamente al Señor de la Vida que me trata con toda su misericordia y paciencia, como nos dice este domingo XVI.

Sí. Él es paciencia infinita, misericordia sin fin y atención materna a las necesidades profundas que cada uno de nosotros tenemos.

¡Ése es al verdadero poder de Dios: su Misericordia y capacidad infinita de perdón, mientras se lo pidamos!

Sólo los verdaderamente soberanos, poderosos, omnipotentes, señores y grandes son misericordiosos, comprensivos, atentos al débil y al menesteroso.

Dios jamás nos ha dejado ni nos dejará solos, pues, primero, somos sus hijos y nos ama entrañablemente y, por otro lado, nos conoce perfectamente y sabe que si quedamos solos estamos perdidos, pues ni entendemos lo suficiente sus planes de Vida, ni precibimos todo el abismo de mal que asedia a cada persona, abierta o solapadamente, y no podemos afrontar el poder histórico que el mal ha ido acumulando por todos los que lo han apoyado, entre los que nosotros no quedamos fuera ya que también nosotros, tantas veces, tal vez en cosas aparentemente pequeñas, hemos cedido y/o apoyado lo no bueno o lo abiertamente malo, aunque después nos hayamos arrepentido. Todo pecado ayuda a que el Maligno esparza su veneno en el alma humana y los incautos y soberbios se lo beben y se envenenan, pero no mueren, sino que, en su vivir la Fe en forma superficial o en su negarse a vivirla o en su no secundar su buena conciencia, esparcen el mal, tal vez con apariencia de pequeño, pero mal que perturba a los buenos, desalienta a los débiles y hace caer a los ya inclinados, descorazonados o desconcertados.

Ante esta realidad solo el poder absoluto de Dios, siempre respetuoso de cada decisión, puede actuar con realismo y adecuada prudencia, sin condenar a ningún pecador, sino ofreciéndole su misericordia para que se arrepienta y tenga Vida Nueva y Eterna, pero sin justificar ningún pecado, pues éste siempre es muerte para alguno o muchos de sus hijos y no hay padre verdadero que pueda soportar impasible tal destrucción del amor de su vida.

Al pecado se le condena, al pecador se le busca salvar.

Por eso hemos recibido el Espíritu Santo. Confiemos en Él y seámosle dóciles. Lo único que nos puede pasar es que cada día nos parezcamos más a Dios y esto es, precisamente, aquello a lo que somos todos los días llamados: ésa es nuestra Vocación, la Santidad.

María nos ayude a vivir atentos a tanto amor y dóciles a sus invitaciones de grandeza y libertad.

Dios les bendiga.

Tengan la caridad de rezar por mí todos los días. Un sacerdote santo, son más opciones para los fieles que le encomendó el Padre Dios. Recemos por todos los sacerdotes, tengan el ministerio que tengan en la Comunidad.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

La buena semilla

¿Cuándo se acabará el mal en el mundo? Cuando el Señor sea aceptado plenamente.

Él nos ofrece la Salvación; nos toca a nosotros profundizarla constantemente, todos los días, pues muchos no la aceptan y no pocos trabajan fuerte para hacerla lo más inútil posible.

La tentación de destruir a los que hacen daño o se portan realmente mal siempre está presente, y a veces con violencia. Tal vez nos preguntemos ¿por qué Dios los soporta?

La misma pregunta, si somos honestos, nos ayuda a reflexionar sobre nosotros mismos. Preguntémonos: si Dios permitiera que se destruyera todo el mal del mundo, ¿dónde quedaría nuestra vida? ¿A caso no hacemos, aun sabiéndolo, tantas cosas que están mal? ¿Por qué le pedimos a Dios que tenga paciencia con nosotros, pero deseamos que sea duro con los demás: los creemos peores que nosotros? ¿Somos nosotros buenos? ¿Cuántos nos tienen que aguantar?

Si Dios nos obligara a ser buenos con amenazas, imponiendo su poder absoluto o despertando miedo, ¿dónde quedaría nuestra libertad?, ¿cómo podríamos sentirlo Padre bueno?

¿Dónde hay más poder: en la prepotencia o en la misericordia educativa y regeneradora?

Dios tiene la fuerza del Amor que crea, salva y santifica, por eso, para hacerlo, respeta a todos

Podemos estar serenos y en paz: nuestro Dios no necesita imponer, pues es el Señor de todo y el Padre de todos: a todos busca salvar y por esto comprende con paciencia y bondad.

Éste es su verdadero poder y nos enseña que debemos ser tolerantes con todos para que brille la verdad y se extienda el bien, al menos de parte nuestra y de nuestra Comunidad de Fe.

Esto nos impide mostrar como bueno o verdadero lo que no lo es, puesto que haría daño a todos, sobre todo a los más débiles, ya que pueden desorientarse y llegar a vivir en el error.

Dando su Espíritu nos posibilita el secundar sus planes de Vida y Grandeza feliz y eterna

Ante la gran limitación de la persona humana para comprender los infinitos planes de Dios, sólo el mismo Espíritu de Dios puede ayudarnos con su luz, plegaria y gracia.
Dios siempre escucha la voz del Espíritu que resuena en cada texto bíblico y en cada oración litúrgica; lo que tenemos que hacer es unirnos a Él, hacerlo nuestro y dejarnos guiar.

La paciencia de Dios tiene un fin: la verdad para la Vida plena de todos, sin discriminación

Dios es el Dios de la Vida y ésta es la razón de toda su intervención en nuestra historia.

Él planta vida en nuestra persona y en nuestra sociedad, con la presencia viva de Cristo.

Es necesario secundar los planes de Dios pues el mal que nos asedia y nos rodea: atención, docilidad, paciencia y reacción son actitudes vitales para no dejarnos seducir por el mal.

Pidamos a María vivir atentos a la presencia de Dios y fuertes ante las insidias del mal.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.



CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XVI
Sólo Dios tiene la Gracia y poder de Salvarnos y nos la ofrece en Cristo con el Don del Espíritu Santo: nos toca ser fieles y perseverantes

Sb. 12, 13.16-19:
"Fuera de Ti, Señor, no hay otro dios que cuide de todos… tu fuerza es el principio de tu justicia y… te hace indulgente con todos… Como eres dueño absoluto de tu fuerza, juzgas con serenidad y nos gobiernas con gran indulgencia, pues con solo quererlo puedes ejercer tu poder. Al obrar así, Tú enseñaste… que el justo debe ser amigo de los hombres y colmaste a tus hijos de una feliz esperanza, porque después del pecado, das lugar al arrepentimiento".

Sal. 85: "Tú, Señor, eres bueno e indulgente".

Rm. 8, 26-27:
"El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede con gemidos inefables. Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor del pueblo santo está de acuerdo a la Voluntad de Dios".

Mt. 13, 24-/30/-43: "Jesús propuso esta parábola: «El Reino de los cielos se parece al un hombre que sembró buena semilla en su campo. Cuando creció… apareció también la cizaña. Los peones… le dijeron: “Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en el campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?” Él les respondió: “Esto lo ha hecho algún enemigo” Los peones le replicaron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?” “No, les dijo el dueño,… porque corren peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla; luego recojan en trigo en mi granero”»…"



julio 10, 2011

«¡El que tenga oídos que oiga!»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 10 de julio.

Caminar al ritmo del Espíritu de Dios es caminar seguros hacia el éxito final y convencidos de ser los generadores más profundos de la recuperación de la salud de nuestra naturaleza a todos los niveles.

El Dios Creador-Redentor-Santificador no descuida ninguna de sus creaturas, pues todas ellas son buenas y cuidadas con amor. Le toca a la persona humana elevar la dignidad y sentido de ellas al asumirlas, también a la naturaleza no racional e inanimada, en su cuidado y respeto. Ése fue el primer mandato que recibió de su Padre, Dios.

Es evidente que la primera criatura que la persona debe cuidar es al otro ser humano, sobre todo al más débil e indefenso.

Para nuestro éxito el Señor jamás ha dejado de orientarnos, pero, al ser nosotros inteligentes y libres, toda propuesta, también las que nos dirige la Palabra de Dios, debe ser aceptada, asumida y hecha historia en las desisiones personales y sociales.

Sea como sea nuestra respuesta, cada propuesta nos da una responsabilidad y ante ninguna de las Palabras de Dios quedamos libres de ella, pues solo tenemos dos opciones: aceptar o no aceptar, tomarla en cuenta o no tomarla en cuenta; y cada una de ellas trae consigo unas consecuencias.

La Palabra de Dios siempre vuelve a Él con una respuesta: de Vida asumida, para los que la aceptan, o de Vida no asumida, para los que la desechan.

Los frutos de esta Vida que nos ofrece la Palabra se desarrollarán según la interioridad e integridad de la persona que la recibe y no hay ninguna excusa posible. La superficialidad, que tiene también en su interior el dejarse llevar por lo inmediato o lo que vemos como urgente o como 'vital para nosotros', es, en el fondo, idolatria hacia nosotros mismos, la propia comodidad o desidia; y la distracción, en el fondo, es poner a Dios en el lugar inferior de nuestra vida, como quien lo tiene en el depósito 'para cuando sea necesario a nuestros planes', por tanto lo importante son nuestros planes, es decir, nosotros mismos: "egolatría".

O Dios es Dios para nosotros o nos tratamos a nosotros mismos como si fuéramos dios, con todas las necesades que esto trae consigo.

Sin duda no somos perfectos, y Dios lo sabe muy bien, pues vive en nuestro interior, pero siempre podemos responder que sí a su Voluntad, aunque después, en el esfuerzo cotidiano, no todo, o casi nada, nos salga como el Señor nos pedía y nosotros así lo queríamos hacer. Entonces daremos fruto y tendremos paz, aunque tengamos también que reconocer nuestras debilidades y errores.

María con conceda estar cada día más atentos a la voz de Dios que resuena en todas partes, pero sobre todo en nuestra conciencia.

Pidámosle que agudice nuestros sentidos espirituales para escuchar, entender y decidir siempre a favor de la vida, que es la garantía de que vivimos en la Vida eterna, la de Dios, de la que el Espíritu desea enriquecernos cada día a todos nosotros.

Dios nos bendiga.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

«¡El que tenga oídos que oiga!»

Todos podemos ofrecer pensamientos o propuestas a los demás; pero la respuesta de-pende de la apertura que tenga el oyente. Lo sabemos todos, pues todos lo hemos vivido. Con Dios a más sincera y comprometida atención y docilidad, mejor futuro y más vida.

Nuestra realidad nos enfrenta a múltiples crisis: culturales, políticas, económicas, educativas, ecológico-ambientales, religiosas, eclesiales, personales, conyugales, familiares, sociales, comunitarias… El problema es con qué criterios se afronta la crisis y eso, hoy en día, es lo que las hace más terribles, pues los valores están tergiversados y la destrucción, a todo nivel, nos acecha continuamente gracias al individualismo y la superficialidad imperante en todos los campos, incluso, a veces, y no pocas, también en la vida de Fe y en las relaciones eclesiales.

Con Dios no se juega. Cuando Dios propone, jamás queda sin respuesta: o se le acepta, y vienen los frutos, siempre buenos, o no se le toma en cuenta y llega la paulatina degradación.

Decir sí a Dios tiene consecuencias y todas ellas implican un costo de trabajo y, a veces, también una cuota de dolor, pero Pablo nos invita a tener una mirada amplia y profunda.

El Evangelio, como la segunda lectura y la primera, nos invita al optimismo: nada es inútil en el Reino de Dios. Todo lo recibido del Señor tiene resultado eterno y feliz. ¡No temamos!

La Palabra de Dios jamás es superflua, siempre despierta una consecuencia interior

El profeta llama al pueblo a la conversión, y también hoy día nos llama a nosotros; y, para que no nos desalentemos, ni lo tomemos superficialmente, nos narra esta pequeña parábola.

Cuando Dios interviene, nada queda igual: su presencia tiene siempre consecuencias, aunque no las ‘veamos’ ahora: Dios siempre salva a los que viven su propuesta… Los demás…

Dado que es Dios quien hace la primera propuesta, el resultado queda garantizado para todos

El pecado, tan presente en nuestra sociedad y vida, ha dejado su marca en la misma naturaleza con sus desgracias. Todos deseamos ser libres. De ello también la naturaleza se beneficiará. Dios la desea transformar en el ser humano, pero, para eso, el hombre debe decidirse.

Ante nuestra debilidad y desconcierto, no estamos solos: Dios nos ha dado su Espíritu, garantía Vida Nueva, pero debemos seguir sus mociones para caminar en la Vida de Dios, eterna.

Lo importante es cómo vivimos, pues de eso depende nuestra respuesta y de ella nuestro futuro

Los cerrados a la Palabra de Dios, los que carecen de ‘oídos’ espirituales, los soberbios que creen no necesitar que les enseñen, se quedan sin comprender los dones que Dios nos concede y desorientados en lo importante, aunque digan estar muy seguros y cerca de Dios.

Dios da sus dones a todos, pero aprovecharlos depende del interior de cada persona. No sirve echar la culpa a otro: yo puedo hacer caso a los demás o a Dios, eso depende sólo de mí.

Pidamos a María saber estar atentos y ser dóciles a la Palabra que Dios siempre nos da.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XV
Toda Palabra de Dios despierta una respuesta; si ésta es de vida, liberará a la persona y a su entorno, y la llevará a dar frutos fecundos

Is. 55, 10-11:
"Así habla el Señor: «Como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, haberla fecundado y hecho germinar para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que quiero y cumple la misión que yo le encomendé»."

Sal. 64: "La semilla cayó en buena fértil y dio mucho fruto".

Rm. 8, 18-23:
"Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria… que se revelará en nosotros… toda la creación espera con ansia la revelación de los hijos de Dios… también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios… nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior anhelando la plena realización de nuestra filiación adoptiva, la redención de nuestro cuerpo".

Mt. 13, 1-9-23: "Jesús… les decía: «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir la semilla, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros se las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso… y brotaron enseguida porque la tierra no era profunda; pero cuando salió el sol se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas y, al crecer éstas, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos que oiga!...»".



julio 01, 2011

«Vengan a Mí los que están cansados y agobiados»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 3 de julio.

Todo Puerto Deseado está vestido de blanco. Desde las 12 hasta las 14,30 hrs. hemos tenido una soberana nevada, primero con viento y después sereno: todo se llenó, claro que sin exagerar. Donde más se transita desaparecerá con cierta rapidez, tal vez en uno o dos dìas. El problema vendrá cuando esta noche hiele o escarche, como dicen aquí.

Todo es bendición

Domingo éste de mensaje maravilloso el que se nos avecina.

Dios está tan cerca que, no solo se nos quedó como pan, sino que nos invita a que nos acerquemos con confianza: ¡no importa cuán heridos estemos, cuán desorientados, cuán desalentados, cuán cansados ni de cuántas cosas tenemos ganas de quejarnos, y, a nuestra opinión, con sobrada razón!

Dios nos invita a confiar en Él, que es manso y humilde de corazón, a pesar de ser, probablemente, la persona más despreciada de este mundo, teniendo en cuanta que Él es el único que tiene relación con todos los sres humanos, pues a todos nos habla al corazón, pues en él vive.

Él no se ofende por nuestros descuidos o nuestros olvidos o nuestros desplantes o nuestras exigencias casi mandándole que nos sirva sin ni siquiera tener la delicadeza de escuchar lo que nos tiene que decir para que entendamos lo que nos propone. Parecería que con total autoridad le dijéramos: "Tú, calla y haz lo que te digo y como te lo digo; después veremos si tengo tiempo para escucharte, pues tengo muchas cosas importantes que hacer y Tú no es estás en ninguna de ellas"... ¿Imaginación exagerada? ¡¡¡Ojalá!!! Pero ¡en cuántos momentos y personas no es demasiado exagerada!

Él hoy nos dice con toda calma: "Vengan, confíen, Yo estoy cerca; siempre cerca, muy cerca, mucho más de lo que creen".

A Dios no le interesa tener ningún poder sobre nosotros, porque ya lo tiene sin competencia y no necesita más, pues aun aquellos que lo desprecian, dependen de Él para existir y, si pueden despreciarlo, o vivir como si Él no existiera, es porque es precisamente Él quien les mantiene en la existencia. Su único interés es el que nos dijo Jesús: "He venido [enviado por su Padre, nuestro Dios] para que tengan Vida y la tengan en la máxima plenitud".

No hay servidor más humilde de la vida del hombre que su Padre, Dios.

Pero es necesario que, para que esta Vida se desarrolle en cada persona, que ella acepte recibirla, secundarla, aprovecharla y hacerla madurar en uno mismo con la atención, apertura, docilidad, sencillez y obediencia.

No basta la sencillez de Dios, es necesario que también la nuestra y que secundemos sus invitaciones, que jamás se nos imponen, pues la filiación no se impone: lo único que se impone es la esclavitud y no estamos llemados a ser esclavos, sino hijos en el Hijo y lo que se nos ha dado es el Espíritu de hijos para que seamos libres; y, en la libertad del Espíritu, demos la vida dando vida como el Hijo de Dios.

¡Bendito sea Dios por su amor concreto y paciente!

María nos ayude a vivir cada día más cercanos al cariño materno de Dios, nuestro Padre-Madre.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

«Vengan a Mí los que están cansados y agobiados»


La base de la alegría y paz del cristiano está, no en que todo le vaya bien, cosa buena, sino en vivir Dios siempre cerca como Padre, Señor, Hermano y Amigo, que comprende y sabe acudir en nuestro auxilio con sencillez y eficacia, sin juzgar ni condenar, aunque sabe, mucho mejor de lo que nosotros podamos saber en nuestra conciencia, qué es lo que merecemos.

El Espíritu de Dios es de Misericordia real y concreta ¡y para todos!, sin jamás marginar. Si en algún momento juzga, es para aquilatar hasta dónde necesitamos su Misericordia, la que su Amor Creador-Salvador-Redentor tiene reservada para cada persona.

Jesús vivió unido a este mismo Espíritu del Padre y nos ha dado para que vivamos con y como Él nos indique, en medio de nuestro mundo tan enfermo de soberbia, prepotencia, manipulación, degradación de lo más sagrado, idolatría y violencia a todo nivel y de todo género.

Podemos tener confianza y serenidad en toda circunstancia. Nada puede perdernos, salvo el que nos alejemos de Dios, seamos indóciles a su Espíritu y desconfiemos de su Bondad.

Sólo hay un modo de bendecir al Señor: meditar su Palabra y su Amor; conocer su Voluntad para vivirla; reconocer su Providencia y Misericordia en los distintos momentos de nuestra vida; dejarnos llevar por su Espíritu y proclamar su bondad ante nuestros hermanos, cuando se dé la ocasión.

El que gobierna lo debe hacer en nombre de Dios y debe hacerlo como un humilde servicio

Los primeros reyes de Israel montaban asnos, no soberbios caballos, pues Dios era el verdadero rey de Israel. Éste es el Dios de la Paz y la Vida y su Mesías será así y así su Reino.

La victoria real, la permanente, es la da Dios y Éste se la hace gozar a quien se le acerca con humildad para aprender y recibir de Él la gracia para buscar en todo el Bien Común.

El único que nos permite vivir al estilo de la grandeza de Cristo es su Espíritu, que nos supera

Jamás debemos olvidar que, cerrados en nosotros mismos, acabaremos engañados y dominados por el pecado y no podremos vivir la grandeza y libertad del Amor de Dios, que su Espíritu nos da. Recibimos todo bien del Espíritu y sólo con Él deberíamos comprometernos.

El Espíritu de Dios, como a Cristo, nos hace servidores de la vida de los hermanos al liberarnos del engaño y necedad propia de la soberbia y de la búsqueda del poder como tal.

El Señor nos conoce bien y siempre está dispuesto a pacificarnos, si nos abrimos a Él

Dios abre su Vida a todos, pero sólo los humildes y sencillos perciben su Amor y bondad. Esto se lo niegan quienes se creen sabios y grandes, pues viven cerrados en su necedad.

El Espíritu nos revela al Padre en el Hijo y nos pide buscar la verdad y bien para todos. Vivir en el Señor no es cómodo, pero es sereno y pacífico, si se vive en su intimidad de Amor.

Pidamos a María nos enseñe la humildad y mansedumbre de Jesús, para vivir en su paz.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XIV
Alegrémonos, pues tenemos un Dios bueno y pacífico, que no juzga ni condena, pero pide sencillez, cercanía y docilidad para ayudarnos


Zac. 9, 9-10:
"…¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno… cría de una asna… el arco de guerra será suprimido y proclamará la paz a las naciones. Su dominio se extenderá de un mar al otro… hasta el confín de la tierra."

Sal. 144: "Bendeciré tu Nombre eternamente".

Rm. 8, 9.11-13:
"Ustedes no están animados por la carne, sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en Uds. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en Uds…. también dará vida a sus cuerpos mortales por el mismo Espíritu que habita en ustedes. Nosotros no somos deudores de la carne para vivir carnalmente… Si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán".

Mt. 11, 25-30: "Jesús dijo: «Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelados a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo, sino el Padre; así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo de lo quiera revelar. Vengan a Mí los que están cansados y agobiados y Yo los aliviaré. Acepten mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera".