abril 30, 2013

Mes de MA-MA 2013



El día 23 iniciamos el mes de preparación para la fiesta de nuestra Madre, María Auxiliadora.

Pensemos en agradarla, todos los días, para ir viviendo su fiesta desde ahora!

Podemos empezar dedicándole un Avemaría, un Angelus, o un Rosario, por las intenciones del Santo Padre, por nuestros hermanos católicos y cristianos que no pueden expresar su devoción abiertamente por la situación política de su nación, por los niños por nacer, por el aumento de vocaciones religiosas y sacerdotales, por tantos que necesitan de nuestra oración!

Y por qué no, con esta hermosa melodía, que recoge el sentir de todos los que amamos a María Auxiliadora:



Auxiliadora y Madre

Auxiliadora y Madre, Virgen María,
mientras busco la senda eres mi guía.


1. En tu templo yo mi historia comencé,
que eres Madre yo lo supe desde niña;
me enseñaste, Auxiliadora,
que la fe y la esperanza
y el amor nos dan la vida.

2. En mis ojos tu mirada se prendió
y aprendí a descubrir en cada niño,
en el rostro de aquel pobre,
en la mano del mendigo,
tu dolor y el de tu Hijo.

3. En tus manos yo mi vida entregué,
tu presencia es lo que siempre yo anhelo;
por la vida voy sembrando,
por la vida voy cantando
porque eres mi consuelo.

abril 28, 2013

«Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros»

Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 28 de abril.


«Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros»

El amor ¿no es el profundo anhelo de toda persona? ¿No es natural amar? ¿Cómo se puede mandar amar a otro? Sí, es el sueño de todos: por ser hijos de Dios –que es Amor–, lo tenemos en nuestra naturaleza interior; pero también es verdad que el amor nos supera del todo, como el mismo Dios.

Amar implica muchos sentimientos; pero el verdadero amor: dar vida al otro ahora, así como estoy, eso, no es sentimiento –siempre pasajero– sino es una decisión personal que implica toda a la persona y su historia: la pasada –pues me forjó–, la presente –la vivo– y la futura –me compromete–.

El amor verdadero reclama presencia real, y lo más íntima posible, por eso Pablo y Bernabé por amor al Señor y a las Comunidades de sus hermanos en el Señor; las visitan y asumen todas las consecuencias, gratas e ingratas, de los viajes y de los encuentros. Es duro, pero enaltecedor.

Ningún amor es, ni será, fácil y gratuito, tiene su costo, como el nacimiento y el compromiso. El Amor busca la Comunión y ésta da felicidad aún en la lucha por una renovada Fidelidad creciente.

A Jesús le costó la vida: así nos dio la Nueva Vida, abierta y ofrecida a todos, aun sabiendo que muchos la rechazarían y otros dirían aceptarla, pero la manipularían con dudosos intereses.

Quien acepta amar como Jesús –ésta es la novedad más profunda de su mandamiento– purificará su vida y, en la eternidad, gozará la plenitud de la gloria del mismo Dios en Cristo.

La experiencia de su fidelidad al Señor en la Misión lleva a la exhortación al esfuerzo sacrificado

Pablo y Bernabé tienen que luchar para evangelizar y animar a la perseverancia. Lucha que todos tienen que vivir en su Comunidad de Fe. Sin ello no es posible ser fiel al Señor cada día.

Las persecuciones, internas y externas, son propias de toda vida comunitaria y más si el criterio de vida –amar como Dios– supera la mentalidad natural de cualquier persona o cultura.

El Amor de Dios por su pueblo, lo purifica y enaltece en la medida que éste se confía a sus manos

El Amor de Dios es envolvente de toda la persona: la llena y la transforma en la medida que ella se abre. Dios no tiene problemas con nuestros límites, sólo con nuestra decisión de aislarnos de Él.

La Nueva Jerusalén simboliza la renovación de toda la creación en la que, por el Amor de Dios vivido a plenitud, se supera todo dolor y muerte y no hay peligros para la vida, la paz y la dignidad.

Cristo nos manda amarnos, porque el verdadero amor es la decisión de dar la vida como Él la dio.

Jesús se despide y confiesa que su actitud da gloria al Padre y el Padre se la dará a Él, llegado el momento: una sola es la razón: los une el Amor que se entrega para dar la Vida nueva a todos.

Ya no tiene tiempo y entrega lo más precioso: el secreto de la Vida nueva: el Amor que se da.

Este Amor, que fue dado al hombre desde la creación, quedó pervertido y deslucido por el pecado.

Cristo lo sanea con su vida y nos lo confía como identidad de sus discípulos: Amar como Él.

Pedimos a María aprender del Señor Jesús a amar como Él para la vida de los que nos rodean.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO V

El verdadero amor es la decisión de comprometerse a que el otro logre ser mejor ahora. Ése es el Amor de Dios y el que nos manda a nosotros.

Hch. 14, 21b-27:
"Pablo y Bernabé volvieron... a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y les exhortaron a perseverar en la Fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada Comunidad establecieron presbíteros y, con oración y ayuno, los encomendaron al Señor... Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalia. Allí se embarcaron hacia Antioquía, donde habían sido confiados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir... y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la Fe a los paganos".

Sal. 1148-13a: "Bendeciré tu nombre eternamente, Dios mío, el único Rey".

Ap. 21, 1-5a:
"Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva... el mar ya no existe. Vi la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, engalanada como una novia preparada para recibir a su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la casa de Dios entre los hombres: Él habitará con ellos, ellos serán su pueblo... Él secará todas sus lágrimas, y ya no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó». Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas»."

Jn. 13, 31-33a.34-35: "Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con Uds. Les doy un mandamiento nuevo: ámense unos a otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros. En esto todos reconocerán que Uds. son mis discípulos: en el amor que se tengan unos a otros»."



abril 23, 2013

Monseñor Romero: avanza su beatificación

Bella noticia. Ya no hay bloqueos a la causa de beatificación del recordado y muy amado mártir americano, Monseñor Arnulfo Romero.

La noticia fue publicada hoy por L'Osservatore Romano y difundida en la web por Aleteia:

Vía libre a beatificación de Monseñor Romero

Confiamos que pronto veremos en los altares a nuestro querido santo salvadoreño. Y esa alegría la compartiremos con SS Francisco I, quien es devoto de Monseñor Romero y está convencido de su santidad.

abril 21, 2013

«Mis ovejas... nadie podrá arrebatarlas de mis manos»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 21 de abril.

El cuarto domingo nos invita a fijar la mirada en el Buen Pastor, que nos conoce; pero ¿conocemos nosotros su Voz? ¿Le seguimos?

Este Pastor sigue hoy llamando a algunos de sus discípulos para que le estén a disposición para servir a quienes les envíe. Pero la pregunta es la misma: ¿Escuchamos su voz? ¿La reconocemos entre tantísimas voces que hoy nos reclaman atención y compromiso?

Pablo y Bernabé escucharon al Señor y le comprometieron su vida asumiendo todos los riesgos... ¿Cuántos riesgos estamos dispuestos a asumir nosotros?

Algunos podrán afirmar que por el Señor son capaces de asumir todos los riesgos, pero no por una institución como la Iglesia o como la Parroquia o la Comunidad o... digamos lo que queramos... Si rechazamos las mediaciones que Él mismo formó y aceptó con todos sus límites, ¿cómo sabremos que nos habla el Señor, y no la propia imaginación? Los apóstoles, como todos y cada uno de nosotros –sin ninguna distinción ni categoría– estaban llenos de límites. El Señor lo sabía por experiencia personal, pero aceptó la ‘carne’, el ‘barro’, con el que Dios, su Padre, que le envió, había formado el mundo y esta sociedad, en la que ahora es rechazado...

Si no aceptamos esto, estamos rechazando al mismo Señor, también Él formado de carne y hueso, en una cultura muy concreta y en una historia muy específica. Cierto que consagrado por el Espíritu, como todo bautizado, pero Éste no le quitó su concreta carne, no siempre muy colaboradora.

O creemos en la realidad concreta en la que Dios nos llama o todo es, en nuestra fe cristiana, carne no purificada en la sangre del Cordero y demasiado marcada por la soberbia con la que la envenenó el enemigo; esto nos distancia de Dios y de los que no piensen y vivan como nosotros.

El domingo quinto nos centra en lo más importante de la Fe cristiana: amar como Jesús: dando la vida para que los que nos rodean tengan la Vida nueva que Dios nos ofrece desde que nos creó: sólo eso hará que gocemos en la Nueva Jerusalén donde no existe ni dolor ni mal, pues éste ha sido destruido por el Amor –que es el mismo Dios–, que todo lo renueva dando su Vida.

Domingo del Amor, es decir, del don de la propia vida para que los que nos rodean, así como están, aprendan, paso a paso, como todos nosotros, a construir, con el don de la vida para el bien y la vida del otro. Así se renuevan familias, matrimonios, sociedades e instituciones en ellas. No hay revolución más profunda y fecunda que el Amor que Dios, en Cristo Jesús, nos enseña.

Es una decisión a favor de la vida que no puede ser sustituida con ninguna ley y, menos todavía, con ninguna revolución donde se señalan y condenan personas ‘culpables’, pues eso lleva a ampliar el reino de la muerte, del mal y del pecado –su raíz–. Este tipo de revoluciones viven del pecado, ciertamente disimulado de justicia, ciencia o religión, pero como todo pecado, engendran muerte y destrucción que después el Amor deberá superar. Así siempre ha sido en la historia.

Todos los apóstoles han acabado dando la propia vida superando los resultados, pues ésos dependen de la libertad de cada persona y no de lo que ellos hagan, aunque, sin duda, esto ayuda a ser escuchados y, de algún modo, aceptados por algunos.

Dios nos bendiga y nos enseñe a amar como el Buen Pastor, dando la propia vida.

María jamás vivió de otro modo y por eso es nuestra Maestra y Auxiliadora.

Unidos en oración con María:

P. José Mª Domènech SDB

«Mis ovejas... nadie podrá arrebatarlas de mis manos»

Evangelizar es ofrecer la salvación de Jesús a los que nos rodean, comenzando por los cercanos.

Los apóstoles así lo viven y se arriesgan al rechazo con tal de llevar a cabo la misión recibida del Maestro. Los destinatarios son todos, empezando por los que creen estar ya cerca de Dios.

Los apóstoles son conscientes de que cumplen la misma Misión de Cristo y le quieren ser fieles.

La imagen del pastor, muy conocida en Israel, lo es menos entre nosotros. Pastor es el que gobierna, pero Jesús se presenta como el que cuida, con la propia vida, lo que el Padre le ha confiado.

Las verdaderas ovejas conocen al Pastor. Él las guía y escuchan su voz. La Fe lleva a escuchar.

El Pastor las conoce personalmente, les da lo que necesitan de verdad, porque las conoce bien y las defiende al punto que nadie se las puede quitar, pues su Padre se las ha confiado, ya que son hijas del Padre –que es el Señor– y a Él nadie le puede quitar nada. El Padre y el Hijo son uno solo.

Con Cristo estamos seguros, nos defiende de todo riesgo, pero debemos seguirle: ¡escucharle!

Hoy el Señor sigue llamando a discípulos suyos para que acepten ser como Él: “sus pastores”.

Evangelizar nunca fue sencillo; genera resistencias por parte del dominador, interno o externo

Pablo y Bernabé, con gran energía, mantienen la fidelidad al que les ha enviado, superando las constantes dificultades que encuentran. Lo importante es que los que les escuchen se den cuenta de que son amados y cuidados por Dios, quien ha enviado a su propio Hijo para salvarnos.

Todos son destinatarios del gozo de Dios, pero a nadie se le puede obligar, pues no sería feliz.

El gozo de la gloria de Dios supone un corazón siempre abierto a los dones de Dios en Cristo

La gloria de los que siguen al Cordero se logra sólo con la fidelidad a su persona y Misión. El sufrimiento por Amor-Comunión con Él le va purificando de sus inevitables debilidades y caídas.

El Cordero nos conoce como Dios y nos llena de su Amor-Vida para purificar-sanar la nuestra. Lo que no puede hacer el Cordero es que le escuchemos y sigamos: ésa es nuestra responsabilidad.

Cristo hoy nos sigue guiando y sigue llamando otros pastores para que actúen con Él y como Él

Ser pastor pide mucha energía interior, sobre todo amor al rebaño –y al Pastor que le ha llamado y se lo ha confiado–, y valor para superar dificultades. ¿Quién nos alimenta esta energía y amor?

Aquí, para Jesús, el Pastor mayor es su Padre. Para nosotros es su Hijo Jesús, que nos conoce, nos ha redimido y nos ha confiado la Misión recibida por Él: la de evangelizar a nuestros hermanos.

La clave de la Comunión entre pastor y oveja, es la comunicación: “oyen mi voz y me siguen”. ¿Escuchamos a Cristo Jesús, intimamos con Él, le seguimos? ¿Conocemos y vivimos su Voluntad?

Cristo compromete toda su vida para guiar al rebaño y darle lo mejor: ¡hasta sacrificar su propia vida para defenderlo y llenarlo de la única Vida que el hará feliz para siempre: la Eterna!

Pedimos a María escuchar la voz del único Pastor y comprometer nuestra vida para serle fieles.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO IV

Cristo es nuestro Buen Pastor. Él nos lleva, por el mejor camino, a los más sustanciosos alimentos y da su propia vida por cada uno de nosotros.

Hch. 13, 14.43-52:
"Pablo y Bernabé continuaron su viaje... a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga... muchos judíos y prosélitos que adoraban a Dios siguieron a Pablo y Bernabé. Éstos conversaban con ellos, exhortándolos a permanecer fieles a la gracia de Dios. Casi toda la ciudad se reunió el sábado siguiente para escuchar la palabra de Dios. Al ver esa multitud, los judíos se llenaron de envidia y, con injurias, contradecían las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron: «Debíamos anunciar en primer lugar la Palabra de Señor a Uds., pero ya que la rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los paganos. Así nos lo ha ordenado el Señor: “Yo te he establecido para... llevar la salvación hasta los confines de la tierra”»... La Palabra del Señor se iba extendiendo... Pero los judíos instigaron... provocando una persecución contra Pablo y Bernabé... Éstos... se dirigieron a Iconio..."

Sal. 991b.3.5: "Somos su pueblo y ovejas de su rebaño".

Ap. 7, 9.14b-17:
"Yo, Juan, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar,... de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas... de pie... vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano... «Éstos son los que vienen de la gran tribulación, ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero... nunca más padecerán ni hambre ni sed... porque el Cordero... será su Pastor y los conducirá hacia los manantiales de agua viva. Y Dios secará toda lágrima de sus ojos»."

Jn. 10, 27-30: "Jesús dijo: «Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie podrá arrebatarlas de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa»."



abril 11, 2013

«¡Es el Señor!»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 14 de abril.

La fidelidad se mide, sobre todo, en los momentos difíciles; los fáciles hasta nos pueden llevar, si no estamos muy unidos en el Señor, a engaño y a creer que es nuestra obra y que tenemos éxito...

Si supiéramos que todos nuestros ‘éxitos’ son cosecha de la obra que el Señor lleva adelante en los corazones sin nuestro permiso y, muchísimas veces, sin nuestro concurso: fueron otros, antes que nosotros, (padres, amigos, otros creyentes) los que entregaron la vida y la palabra y, sobre todo, los hechos y el testimonio silencioso –y no pocas veces no valorado en la justa medida, que Dios sí tiene–, depositando una semilla que ahora está produciendo parte de su fruto...

Solo la humildad da la adecuada perspectiva de la realidad al ser humano y sobre todo al creyente.

Se me acaba de ocurrir –perdón si es atrevimiento– que éste domingo lo podríamos llamar “de los enamorados” que todo lo dan por el Señor y lo gozan con gran plenitud cuando están con Él.

En la primera lectura tenemos a los ‘enamorados’ sufriendo con el Señor y a causa de Él, por hacer su Obra, la que Él mismo les pidió que hicieran, aunque los poderosos, de cualquier vertiente y nivel, se lo prohíban. ¿Cómo puede prohibirse a la vida que fluya y se exprese? Podrás aplastarla por un poco de tempo, pero al final ella ganará: nos lo demuestra la naturaleza, nos lo demuestra la sociedad y nos lo hace ver la Fe. Que no callen nuestros hechos, ni nuestras palabras.

No nos adecuemos a nuestro tiempo que desea aplastar todo lo que no le complace o no le parece bien... y el Señor siempre ha sido –y lo será– bandera discutida, también entre los que se dicen creyentes y hasta consagrados, pero muy mimetizados con las ‘exigencias’ de su tiempo, pero no siempre priorizando el Evangelio como lo hace Pedro y todo los mártires de la historia...

Los cristianos debemos aprender a vivir como los apóstoles ante el sanedrín: ante el Evangelio no hay nada que sea ‘primero o más, políticamente, prudente’... Primero es el Señor y su Salvación, su Reyno, (ése es el Evangelio) y lo demás vendrá por inevitable añadidura. ¿No lo creemos?

El gozo que se presenta en el segundo y tercer texto es fruto de la fidelidad previa, en la que nos percatamos de la inagotable y creativa fidelidad de Dios. ¡Y así es cómo comenzó nuestro gozo!

El Evangelio se nos muestra la unidad de la Comunidad, fruto de su experiencia con el Señor; en su obediencia aun ante el fracaso que acaban de vivir; en el resultado superabundante y universal de esta obediencia de todos al Señor; en la absoluta entrega de su líder al lanzarse, dejándolo todo, hacia el Señor que les guía; en el gozo de ver que el Señor les tiene ya preparado su alimento y en el amor renovado sin miramientos: reconociendo los propios límites y errores, pero también el sincero y total amor y entrega al Señor por encima de todo y a cualquier costo.

María nos lleve a vivir en Comunión de Fe la obediencia, decisión y confianza de los apóstoles.

Dios no nos dejará jamás, Jamás, JAMÁS.

Caminemos cada día más enamorados de Él y de lo que nos pida, aunque nos parezca muy loco.

Creo yo que una de las cosas más locas para nuestro mundo, despistado, es que uno se atreva a obedecer en el Señor (¿Obedecer hoy?, ¡Qué locura! ¡Sería rebajarse!), a ser fiel (¡Qué dice! ¡Qué tontería!) o a entregar la propia vida aceptando, como un valor maravilloso, y beneficioso para los demás también, el sufrir... (¡Sufrir es una desgracia! Hay que evitarlo lo más que se pueda para pasarlo lo mejor posible)

¡¡¡Atrevámonos y seremos felices de verdad, ahora y para siempre, como Don Bosco lo deseaba!!!

Unidos en oración con María, nuestra Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

«¡Es el Señor!»

La persecución no sólo no desanima al enamorado, sino que lo refuerza. Eso les pasó a los apóstoles. ¿También a nosotros? La primavera de la Fe llegará si nos centramos de verdad en Jesús y su Evangelio. Cristo es el que lleva a los hermanos a la Fe, no son nuestros métodos o habilidades.

“Tiren la red a la derecha”. La indicación invita al optimismo, aunque las circunstancias sean malas y los fracasos claros. Tengamos confianza en las indicaciones del Señor, que nos llegan por su Palabra viva en la Comunidad. Dios siempre camina en y con la Comunidad y a ella nos lleva.

“Vamos también nosotros”. Criterio básico para ser de Cristo: unidad; como uno es Cristo con el Padre y el Espíritu. Somos miembros de un solo Cuerpo, de una sola ‘familia’ divina, aunque nosotros de divino solo tengamos su Espíritu, y todo lo demás parezca demasiado limitado y deficiente.

El amor por Jesús lleva a los apóstoles a una feliz fidelidad que no rehúye ningún sacrificio

Superado el miedo vivido ante la pasión del Señor, los apóstoles, fortalecidos por el Espíritu, arriesgan todo para no ser infieles a la Misión del Señor, pues Él les amó hasta darles su Vida.

La obediencia al Maestro no tiene límite; nadie la puede detener: ¡es la fuerza del Amor vivo!

La gloria de Dios solo es cantada por los que se le han mantenido fieles dándole la vida a plenitud

Después de llamar la atención a las siete Iglesias, todo concluye con la visión de la Gloria de Dios.

Todos participan de la Gloria de Dios gracias a la vida del Cordero que nos salva. ¿Y nosotros?

Cristo Jesús nos cuida y orienta para que nuestra vida no acabe en una noche de fracaso sin amor

La unidad de todos los creyentes en el Señor no es una de tantas opciones, sino la única opción que da credibilidad al Evangelio: o creemos en el Señor –y somos uno– o creemos más en nosotros mismos y en nuestras formas de vivir y sentir, visiones y modos de hacer y apartamos al Señor.

¡Jamás ‘creer’ en solitario!, pues se acaba viviendo centrado en uno mismo y dejando al Señor.

La Palabra de Jesús, escuchada en Comunidad y vivida en unidad, nos llena de entusiasmo y vida.

Pedro escucha al hermano y, descubierto el Señor, se lanza hacia Él abandonándolo y arriesgándolo todo. El Amor íntimo lo mueve, no volverá a ser infiel jamás: todo es del Señor que le Amó.

Pedimos a María vivir tan unidos a Cristo que para nosotros construir su Comunidad lo sea todo.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO III

Los apóstoles expresan su amor y fidelidad al Maestro con una obediencia que arriesga la vida con tal de no traicionar jamás lo recibido de Él.

Hch. 5, 27b-32.40b-41:
"Los apóstoles fueron llevados al Sanedrín; el sumo sacerdote les dijo: «Nosotros les habíamos prohibido expresamente predicar en ese nombre, y Uds. han llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre!» Pedro... respondió: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. [Él] ha resucitado a Jesús... A Él Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo jefe y salvador, a fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que le obedecen». Después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar... y los soltaron. [Ellos] salieron... dichosos de... padecer por el nombre de Jesús".

Salmo 292.4-6.11-12a.13b: "Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste".

Ap. 5, 11-14:
"Yo, Juan, oí la voz de una multitud de ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos... y exclamaban con voz potente: «El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza». También oí que todas las criaturas... decían: «Al que está sentado sobre el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder por los siglos de los siglos». Los cuatro seres vivientes decían: «Amén»..."

Jn. 21, 1-14: "...a orillas del mar de Tiberíades... estaban... Simón Pedro, Tomás..., Natanael..., los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar». ...le respondieron: «Vamos también nosotros». Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla... les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para comer?» Ellos respondieron: «No». Él les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán». Ellos la tiraron y... no podían arrastrarla. El discípulo que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!» Cuando [éste lo] oyó, se ciño la túnica... y se tiró al agua. Los otros... fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, pues estaban sólo a unos cien metros... Al bajar..., vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar». Simón Pedro... sacó la red a tierra, llena de peces grandes; eran 153, y..., la red no se rompió. Jesús les dijo: «Vengan a comer»... Ninguno... se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres?» porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos".


abril 07, 2013

«¡Felices los que creen sin haber visto!»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 7 de abril.

Los regalos de Dios son grandes y constantes, pero el mayor de todos, el único que lo llena todo, es su Hijo resucitado de entre los muertos que nos confía su Misión de misericordia y perdón y para eso nos da su Espíritu, Espíritu de Misericordia y Perdón, Espíritu de Paz y Concordia, Espíritu de Sabiduría y Serenidad, Espíritu de Cercanía y Amor comprensivo que sabe acercarse al que se resiste y esperar el momento oportuno para darle la mano y pedirle su aceptación.

El Hijo de Dios es portador, por su propia persona, de la Paz de Dios, por eso es lo primero que nos da, como siempre fue lo primero que Dios dio a su Pueblo y lo que le mandó que diera a sus hermanos al encontrarlos, donde fuera.

Nacimos para dar la bendición de la Paz de Dios y ésta pasa por el Perdón y la ruptura de lo que nos hace esclavos... No puede haber paz si hay esclavitud; ni el que esclaviza ni el esclavizado viven en paz. Ambos necesitan el perdón que les devuelve la dignidad de personas.

El individualismo moderno y el relativismo son una esclavitud, pues al no aceptar en nuestra vida ninguna verdad que nos oriente por encima de nosotros mismos, nos vemos obligados a someternos a la simple opinión, ya sea personal o ajena, pero, al fin y al cabo, sólo una opinión a la que le damos categoría de verdad, pero sólo transitoria, de modo que en nuestra vida nada es firme y así es imposible vivir en paz ni con uno mismo ni con los demás.

¡Sólo acepto lo que veo y toco! Es decir, solo acepto lo que a mí me parece correcto; bien, pero sin criterios mayores... Eso es pobreza e inseguridad permanente... Por eso andamos a la deriva.

Nosotros creemos en el Señor resucitado. Tomás, como nosotros, debió hacer su propio camino de Fe y éste pasa necesariamente, le dijo Jesús, por aceptar fiarse de la Fe de la Comunidad.

La tuya individual no salva a nadie, ¡ni a ti!; pero la de la Comunidad que vive en y de Cristo, recibe de Él la Salvación por su Resurrección de entre los muertos: por eso ella recibió la misión de testificarla, con obras y palabras, a todos, para que todos llegaran a la Paz por el Perdón, dones ambos del Espíritu Santo que nos llena y nos guía, en la medida que le somos dóciles.

Dios siempre interviene cuando es necesario, pero no substituye jamás.

María nos ayude a ser cada día más profundamente creyentes que se alimentan sin fin de la Fe vivida y celebrada en y por la Comunidad.

Dios nos acompaña y bendice siempre con su Espíritu: es Padre que jamás abandona a nadie.

Unidos en oración con María, la Madre del Resucitado:

P. José Mª Domènech SDB

«¡Felices los que creen sin haber visto!»
En la vida de Fe la duda es normal. Pero no es bueno que, por estas dudas, nos alejemos de la Comunidad y rechacemos los dones que, a través de ella, el Señor nos ofrece y, si aceptamos, da.

Quien se aleja de la Comunidad demuestra que solo cree en sí mismo; no se fía del Señor, que, de ordinario, hace pasar toda su Gracia por la medio de la Comunidad, por débil que sea.

Dios hace prodigios, pero a través de personas concretas que nos rodean y, sobre todo, de las Comunidades de Fe en las que nacimos a la Fe. Tomás tenía su visión y su camino, pero, lo malo fue que al compartir su experiencia la Comunidad, él exigió constatar por sí mismo, pues no se fiaba.

Desde el principio las Comunidades tuvieron problemas de separación, ausencia y falta de Fe.

Dios sabe bien de qué barro estamos hechos, por eso se encarnó y formó en una Comunidad, pues, solos, pedimos pruebas y, si no nos satisfacen, no creemos, tendemos al individualismo relativista y prepotente, que todo lo desea someter al propio criterio, tan pobre y limitado... ¡pero mío!

Dios hace maravillas, pero nos pide confianza fiel para aprender a vivir en y de la Comunidad

Los apóstoles, y la Comunidad, son testigos claros, explícitos y eficientes del Señor resucitado.

Su ardor y fidelidad al Maestro despierta unidad y fidelidad en los discípulos; esto llama mucho la atención a los conciudadanos, que, por un lado, no se atreven a mezclase con ellos, pero, por el otro, muchos de ellos quedan seducidos por su testimonio y se convierten al Señor.

La vida de la Comunidad cristiana nunca ha sido fácil, pero Dios siempre está cerca orientándola

Las primeras comunidades tuvieron sus dificultades; sus miembros eran personas normales y, tenían sus maravillas, fidelidades, heroísmos, pero también sus errores, debilidades y... traiciones.

Por eso Dios pide a san Juan, como sacerdote-profeta-pastor, que llame la atención y oriente.

Su tarea es transmitir, con fidelidad clara y a veces dolorosa, lo que Él le haga vivir y le diga.

La presencia de Jesús nos da su Paz y nos confía su Misión de Perdón; para eso nos da su Espíritu

Jesús da a los suyos la Paz, el Espíritu y el Perdón. La Comunidad recibe de Él su misma misión.

Tomás es creyente, pero independiente. Esto a veces lleva a la rebeldía e individualismo, dificultando la construcción comunitaria. La Comunidad comparte con él sus dones, pero no siempre le encuentra dispuesto a fiarse. Con paciencia educativa interviene Jesús: así nos llama a la fidelidad.

Pedimos a María recibir los dones de Jesús y vivir como Tomás, confesando nuestra Fe y Amor.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO II

Feliz el que se fía de Dios, le escucha y le es cada día más fiel haciéndole caso, sin dar la espalda a la Comunidad en la que Él lo ha integrado

Hch. 5, 12-16:
"Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos solían congregarse unidos en un solo espíritu bajo el pórtico de Salomón, pero ningún otro se atrevía a unírseles..., aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos. Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto varones como mujeres... La multitud acudía de las ciudades vecinas... trayendo enfermos o poseídos... y todos quedaban sanados".

Salmo 1172-4.22-27a: "¡Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su Amor!"

Ap. 1, 9-11:
"Yo, Juan, hermano de Uds., con quienes comparto las tribulaciones, el Reino y la espera perseverante en Jesús, estaba en la isla de Patmos, a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús... oí detrás de mí una voz fuerte... que decía: «Escribe en un libro lo que ahora vas a ver y mándalo a las siete iglesias que están en Asia» Me di vuelta... y vi... a alguien semejante a un Hijo de hombre... Al ver esto, caí a sus pies, como muerto; pero Él, tocándome..., me dijo: «No temas: Yo soy el Primero y el Último, el Viviente. Estuve muerto y ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y del Abismo. Escribe lo que has visto, lo que sucede ahora y sucederá en el futuro»."

Jn. 20, 19-31: "Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y, poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con Uds.!»... les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría... Jesús les volvió a decir: «¡La paz esté con Uds.! Como el Padre me envió a Mí, yo también los envío a Uds.» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que Uds. se los perdonen, y serán retenidos a los que Uds. se los retengan». Tomás, uno de los Doce,... no estaba con ellos... Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!» Él les respondió: «Si no veo la marca de los calvos en sus manos, si no pongo mi dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no creeré». Ocho días más tarde... apareció Jesús... y les dijo: «¡La paz esté con Uds.!» Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante, no seas incrédulo, sino hombre de Fe» Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»...".