febrero 29, 2012

«Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 4 de marzo.



El mensaje que el Señor nos ofrece este domingo es claro: NO TEMAN, YO LES CUIDO, PERO FÍENSE DE MÍ, NO LES FALLARÉ.

¡Cuánto tememos fiarnos de Dios!

Creo que, de ordinario, es porque no lo conocemos y no lo conocemos porque tenemos poca intimidad con Él.

Nos resulta bastante lejano y, la verdad, creo que no hay nadie más cercano que Él, ni nosotros mismos. Él nos conoce perfectamente y nos ama con amor eterno y concreto, por eso existimos y vamos superando, poco a poco, los distintos momentos de dificultad que se nos van presentando: unos porque nos los creamos nosotros mismos y otros porque son consecuencia de los que otros deciden a nuestro al rededor y, como no puede ser de otro modo, nos afecta directa o indirectamente.

¡Cuántas veces el Señor nos pide cosas difíciles, pero no temamos, todo está bajo control en las manos de Dios!

¡¡Lástima que nosotros desearíamos que estuvieran bajo el control en nuestras manos para que las cosas nos fueran (creemos) más fáciles !! Pero la vida nos va demostrando que esto es ilusorio, hasta, en última instancia, para los que se creen poderosos... Siempre, al final de cuentas, se encuentran con la horma de su zapado y casi siempre ésta les resulta estrecha, pues están acostumbrados a lo que ellos quieren y la horma del zapato no obedece nuestros criterios sino los de la realidad.

El dolor jamás faltará, pero, si aprendemos a escuchar a Cristo Jesús y obedecer su Espíritu, que es la Voluntad del Padre, todo saldrá objetiva y definitivamente bien, aunque hayan unos cuantos detalles (muchos para nuestro gusto) que no nos complazcan, pero no estamos, en esta segunda etapa de la vida, para auto-complacernos, sino para servir y construir, como Cristo Jesús, el bien y la vida para los que nos rodean, que, al fin de cuentas, acaban resultando nuestro bien y nuestra vida.

El Señor ha resucitado para la gloria divina y éste es nuestro futuro, si aceptamos adoptar sus criterios y actitudes para nuestro personal vivir hoy y aquí, pase lo que pase.

¡¡¡FÍENSE DE MÍ, nos dice el Señor, CREO QUE SOY DE FIAR: EL TRIUNFO ES MÍO Y LO QUIERO COMPARTIR CON Uds.!!!

Que María nos dé la valiente cordura de aprender a escuchar al Señor y seguir su voluntad haciéndola totalmente nuestra.

Dios nos bendiga a todos y nos haga vivir en su Amor y Vida.

Unidos en oración con María:

P. José Mª Domènech SDB

«Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo»


¿Qué padre, en su sano juicio, asesinaría a su hijo, al único, al largamente esperado, al muy amado? El que Dios lo pida parece una locura, a no ser que haya garantías superiores…

Es una prueba que Abraham, y Jesús, debieron superar: ¿Dios es garantía de superación definitiva de toda muerte? Lo creyeron y actuaron en consecuencia. La realidad les dio la razón.

El salmo nos invita a fiarnos también nosotros y seguir los caminos del Señor, aunque nos parezcan inusitados, una desgracia y hasta peligrosos para nuestra seguridad y ‘conveniencia’.

¿Cuál es nuestra seguridad? ¿Cuál es nuestra verdadera conveniencia? Tal vez sea éste el problema de nuestra vida cristiana: no la tenemos puesta en el Señor; no le escuchamos bien.

Mientras nuestra seguridad vital dependa de nuestros criterios, estamos en peligro grave.

No somos señores de nuestra vida: Dios la cuida y pide confianza, pues sus planes nos superan

La experiencia de Abraham debe haber sido extremadamente intensa. Sólo la Fe le permitió asimilarla resultando de ella una persona mucho más fuerte y grande que ella misma.

¡Era su hijo!, pero más, mucho más, como él, era hijo de Dios y Dios le pide que lo reconozca con su entrega obediente. Sólo Dios sabía que el resultado era infinitamente superior.

La vida cristiana, al ser nuestra, tiene muchas crisis, pero el Padre de Cristo es nuestra defensa

La vida cristiana es propia de personas llenas de limitaciones, errores y crisis de todo tipo. La condena está siempre al acecho, pero debemos confiar, pues es el mismo Dios quien, en el don de la vida de Cristo, el resucitado, nos garantiza que, en Él, el éxito está asegurado.

Lo necesario no es portarse bien, sino confiar en la misericordia de Dios y vivir según su Voluntad, como Abraham, Moisés, Elías, María y los santos, todos personas comunes.

Nunca será fácil confiar, creer, obedecer al Señor, por ello es vital y necesario escuchar a Jesús

La experiencia de la transfiguración tiene como finalidad alimentar la incipiente confianza del creyente, que siempre verá tentada su Fe, por un lado, por sus exigencias, que les pide vivir con los criterios de Dios, y, por el otro, por su debilidad y los criterios prepotentes del mundo.

Sólo hay un camino para el triunfo ante las tentaciones: escuchar a Dios en su Hijo muy amado, el Hijo del hombre, Jesús, el Cristo.

El escuchar a Cristo se expresa de un modo muy concreto: la obediencia. ¡El ‘aquí estoy’!

Pidamos a María ser como ella: escuchar y vivir la Palabra de Dios, hasta entregar la vida.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO DE CUARESMA – DOMINGO II
Decidir según la Voluntad de Dios, obedeciendo sus indicaciones, es la mejor garantía de grandeza y éxito definitivo que tenemos


Gn. 22, 1-2.9-13:
"Dios puso a prueba a Abraham; lo llamó: «¡Abraham, Abraham!». Él respondió: «Aquí estoy» Dios siguió diciendo: «Toma a tu hijo único, a quien tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria y ofrécemelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré» Cuando llegaron... Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar... El ángel del Señor le dijo: «No... le hagas ningún daño [al muchacho]. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único... Juro por mí mismo... porque... no me has negado a tu hijo único, te colmaré de bendiciones... por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz»".

Salmo: 115: "Caminaré en tu presencia, Señor".

Rm. 8, 31b-34:
"Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con Él toda clase de favores?... Dios es quien justifica; ¿quién se atreverá a condenarlos? ¿Será... Cristo Jesús, el que murió, más aún, el que resucitó... e intercede por nosotros?"

Mc. 9, 2-10: "Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan y los llevó… a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos... Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús... Pedro... no sabía qué decir... pues estaban llenos de temor... una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: «Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo»... miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo... Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que... resucitara de entre los muertos..."





febrero 24, 2012

«Conviértanse y crean»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 26 de febrero.



Ya, prácticamente, hemos llegado a la Cuaresma, cuarenta días de formación en la Fe a través de la Palabra que nos enseña a vivir en la presencia de Dios, disponibles lo que Él quiera, que siempre, sin duda alguna, es lo mejor.

Este domingo somos invitados por Dios a la conversión: es decir a volver a Él.
No se trata de comportamiento, aunque éste quedará implicado cuando nos encontremos con Dios, sino de actitud de Amor hacia quien nos ama 'locamente' hasta dar su vida por nosotros, ¡y la da todos los días!, en cada Eucaristía. Y está se queda, en el Sagrario, esperándonos, aunque, de ordinario, no encuentre en nosotros la respuesta que Él merecería y nosotros necesitamos vitalmente, pero no nos percatamos de ello.

La narración que nos recuerda la experiencia del diluvio, leída desde la Fe del Pueblo, nos ayuda a percibir las consecuencias, inevitables, del pecado. Pero esta experiencia también nos recuerda que los que se fiaron de Dios, se salvaron, no tanto porque eran los mejores, sino porque se atrevieron a fiarse de Dios, el Salvador.

Eso es convertirse: aceptar fiarse de Dios, aceptar entrar en la obediencia de Fe, aunque hoy en día esta palabra (las dos: 'fiarse de Dios' y 'obediencia') nos resulten incómodas. Pero la experiencia nos muestra que también le resulta apta para el ridículo y el juego la palabra 'amor' a la persona que no ama con seriedad y respeto...

No le temamos a Dios, no desconfiemos de Él, aunque ésta sea la gran tara de nuestro tiempo... ¡y la estamos pagando caro con nuestros necios individualismos, con nuestras descaradas injusticias, y corrupciones subsiguientes, con nuestras desquiciadas y desquiciantes ideologías...

Me resulta profundamente ridículo ver cómo tantas personas inteligentes no se fían en absoluto de Dios, el Padre Providente, pero sí le creen a los adivinos, lectores de cartas, espiritistas, agoreros, magos, astrólogos (la mayoría charlatanes) y se someten a supersticiones e ideologías de todo tipo, aunque sean perjudiciales en sus bases y consecuencias... ¡Cuánta razón tiene el Apóstol al decir que Dios abandonó el corazón del soberbio a sus necios pensamientos y su en tontas fantasías!

Quien no quiere obedecer a Dios es porque obedece otros 'maestros' y a otras 'normas'. Pero nadie deja de obedecer...

Somos limitados y la obediencia es presupuesto de maduración... No hace falta que me crean a mí, miremos la realidad con ojos limpios y serenos.

Que María nos ayude a seguir a Jesús que nos invita a Convertirnos porque el Reino de Dios está cerca: Dios nos ama y nos cuida con su Presencia paterno-materna... Seamos más sencillos y dejémonos amar por el que nos conoce perfectamente porque vive en el centro de nuestro ser... Sólo Él es el Salvador de vivos y muertos, nos recuerda Pedro.

Que Dios nos bendiga a todos y nos ayude a vivir con la máxima profundidad que cada uno pueda este tiempo de Gracia del Amor de Dios.

Unidos en oración con María:
P. José Mª Domènech SDB


«Conviértanse y crean»

Cuaresma. Dios nos ofrece este tiempo de alegría por la oportunidad de volver al Dios que nos ama: escuchar su Palabra con atención, profundizando nuestra intimidad con Él; renunciar a lo que nos degrada y ejercitarnos en la libertad del control de nosotros mismos, superando gustos y frivolidades, para abrirnos más generosamente a la ayuda que necesiten nuestros hermanos.

La tentación es una realidad inevitable en nuestra vida. Las de dentro, basadas en nuestros deseos, muchas veces ni rectos ni sanos: gustos a todo nivel, diversas codicias, envidias...; y las de fuera, hoy, algunas de ellas, presentadas hasta como “derechos” o “necesidades”: ceder al asesinato de inocentes, corrupción política, estructuras de dominio o presión…

La persona humana, hasta Jesús, siempre ha sido tentada. Sólo es grande quien se eleva por encima de ella. Pero para esto es necesaria la disciplina interior que nos libera para ser dóciles al Espíritu. Éste no nos evita la tentación, pero nos indica caminos de libertad ante ella.

Se nos invita a volver a Dios: aceptar su Paternidad, que nos cuida y defiende de la destrucción de un diluvio que viene de ideologías desquiciantes y pervertidoras, no de la naturaleza.

El diluvio viene por el pecado, pero Dios se compromete a defendernos y guiarnos hacia el bien

El pecado y su violencia destruyen, como un diluvio, a la persona y convivencia humana.

La paciencia de Dios responde con la salvación, que se da a los que le aceptan y se fían.

La presencia de Dios siempre es renovadora y su alianza nos ofrece la posibilidad de retomar la vida como una nueva oportunidad de construirla en una paz serena, abierta a todos.

Cristo nos lleva al Padre con el don de su vida: Él es arca de la alianza, el ‘arcoíris’ de la paz

Pedro anuncia la soberanía redentora de Cristo, salvador por el don de su vida en la cruz: Él salva a todos, vivos y muertos, pero es necesario entrar en el arca de su vida y amor.

Cristo es el Señor que renueva la vida desde su raíz. Lo demás depende de nosotros.

El Bautismo nos introduce en la Vida de Cristo por el Espíritu, pero es vital aceptar la disciplina de vivir, con conciencia pura, como resucitados en Cristo en medio de este mundo.

El convertirse es tarea de la persona, pero, como Jesús, cuenta con la segura protección de Dios

El desierto tiene, en la Biblia, múltiples simbolismos: lugar de prueba, lugar de encuentro amoroso con Dios, morada del maligno, ámbito en el que se reconocen y superan los pecados.

Como nosotros, Jesús fue probado en todo, pues vivía en este mundo, pero Él no sucumbió al pecado. Si acogemos el Reino de Dios en nuestra vida y nos convertimos cada día, aceptando vivir en creciente intimidad con el Señor, también nosotros venceremos las tentaciones.

Pidamos a María abrirnos al Reino de Dios con una conversión diaria, sincera y profunda.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO DE CUARESMA – DOMINGO I

La paciencia de Dios es infinita, pero el tiempo del hombre no. Cristo Jesús nos invita a dejar de resistirnos a Dios y convertirnos por la Fe


Gn. 9, 8-15:
"Dios dijo a Noé y a sus hijos: «Yo establezco mi alianza con ustedes,...: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las aguas del diluvio, ni habrá otro diluvio para devastar la tierra... Éste será el signo de la alianza... para todos los tiempos futuros: yo pongo mi arco en las nubes como signo de mi alianza con la tierra...»".

Salmo: 24: "Guía nuestros pasos, Señor, por el camino de la Paz".

1P. 3, 18-22:
"Cristo padeció una vez por los pecados –el justo por los injustos– para que, entregado a la muerte en su carne y vivificado en el Espíritu, los llevara a ustedes a Dios. Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban prisioneros, a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca. En ella, unos pocos... se salvaron a través del agua... figura del bautismo, por el que ahora ustedes son salvados, el cual... es compromiso con Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo…"

Mc. 1, 12-15: "El Espíritu llevó a Jesús al desierto, donde fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Vivía entre fieras y los ángeles le servían. Después... Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia»".




febrero 08, 2012

«Lo quiero, queda purificado»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 12 de febrero.


En nuestra pequeña ciudad de Puerto Deseado y en nuestra diócesis, la más grande de Argentina, estamos a las puertas de la última peregrinación de este año Jubilar, en el que celebramos los cincuenta años de la creación de esta Diócesis de Río Gallegos, que abarca las dos provincias más australes de la Patagonia Argentina: Santa Cruz y Tierra del Fuego.

La peregrinación es a la gruta de de la Virgen de Lourdes, una formación rocosa natural de origen volcánico, que se descubrió hace 65 años en nuestra zona, y que se dedicó, de común acuerdo, a la Virgen de Lourdes por su parecido a la formación de Francia. Desde aquella época comenzaron las peregrinaciones y nunca se han detenido, sino que más bien se han ido ampliando, aunque no viene muchísima gente, pero es un flujo continuo.

Pido al Señor que nos ayude para que sea un verdadero encuentro con Él a través del Auxilio y cariño de nuestra Madre Universal.


Entramos en la semana sexta del tiempo ordinario y en ella el Señor, que nos libera de toda degradación humana, nos invita a acercarnos con sencillez, a suplicar con confiada sinceridad y a estar dispuestos a proclamar su Gloria con cada uno de nuestros actos, palabras y pensamientos.

No se trata de estar mejor nosotros, sino de ayudar, al mayor número posible, a encontrarse con el Señor Jesús como su Salvador, al que pueden pedirle, con la seguridad de ser escuchados, que les purifique de toda mancha y les libere de toda esclavitud.

Él lo hace sin cansancio, aunque, después, nosotros perdamos el ritmo y no sigamos sus huellas de Vida Nueva y Libertad.

Lo importante es saber suplicar sabiendo que necesitamos de Él. No tanto para que nos resuelva un problema, sino para que sane nuestra vida y purifique nuestra existencia de tanta degradación a la que nuestros egoísmos la han ido sometiendo y con los que nos hemos ido degradando, con todas las consecuencias sociales que esto conlleva y que a todos afectan, sobre todo a los más débiles y pequeños.

A la gruta de Lourdes de Francia muchos van a pedir la curación de tantas enfermedades.

Jesús este domingo se nos muestra como el que sana y salva, dejándonos a nosotros la tarea de anunciar su Amor y Bondad sanadora a todos los que quieran escucharnos y aceptarle.

Confiemos al Señor nuestras vida y Él las sanará de toda mancha, según sea nuestra confianza en Él.

El leproso se acercó, suplicó y proclamó la Gloria de Dios. Pablo nos invita a hacer lo mismo a lo largo de toda nuestra vida.

María nos ayude a acercarnos con sencilla confianza al Señor y a mantener nuestro compromiso de evangelizadores de nuestros hermanos para ganar para Cristo a los más posibles.

Dios nos bendiga a todos y nos dé la Gracia de su Amor para darlo a los que nos rodean.

Unidos en oración con María:

P. José Mª Domènech SDB

«Lo quiero, queda purificado»

La lepra es vista como una impureza que carcome a la persona desde dentro. Se trataba de una enfermedad que pone en peligro a todos. También hoy las actitudes, o procesos, perversos, que degradan a la persona y a la sociedad, son interiores y fluyen en actitudes destructivas.

Nuestro mundo se desarrolla, pero también está amenazado de muerte por un enemigo peor que cualquier lepra: vivir distanciados, de espaldas a Dios, buscarse a sí mismo, cerrarse al Amor que nos ha dado y nos sigue danto la vida y nos lleva hacia la plenitud: el Amor de Dios.

El desgaste y las enfermedades son inevitables. Pero, si personal y socialmente fuéramos personas interiormente sanas, todo sería mejor superado. La descomposición social que vivimos nace del corazón humano, que no logra, por sí mismo, mantenerse en la búsqueda del bien del otro como prioridad, y se deja atrapar por el egoísmo que degenera las relaciones y estructuras.

Sólo el Amor de Dios, expresado en Jesús, puede sanar el interior enfermo, pues lo libera de la lepra de su egoísmo, y lo centra en la Gloria de Dios, garantía de su grandeza y libertad.

El pecado distancia moralmente de la comunidad y pone en peligro a todos, persona y sociedad

El pueblo se defiende de la lepra con la exclusión –aislamiento– para no poner en peligro a toda la Comunidad. El leproso es parte del pueblo, si lo respeta, debe avisar que está enfermo.

La lepra era considerada castigo al pecado, por eso el profeta compara al servidor sufriente como un leproso, porque carga con los pecados de todos. Sólo Dios puede sanarlo y ¡lo hará!

La libertad en todo lo vivido está en que todo se haga para la gloria de Dios y el bien de todos

La experiencia de Pablo está centrada en Cristo y su decisión de hacer todo y sólo según la Voluntad del Padre, que es la salvación y vida para los hermanos. Para eso fue elegido.

Pide a la Comunidad que vivan en esta libertad. Nada de cerrarse en sí mismos, pues eso perturba toda relación y servicio, porque le quita la honestidad del Amor de Dios, que es libre.

Lo importante es ofrecer la salvación, sobre todo a los más débiles, y ayudarles a vivirla.

Cristo actúa desde una libertad que libera de toda impureza y proclama la misericordia de Dios

El sacerdote del Antiguo Testamento sólo constataba la presencia o superación de la lepra.

Sólo Dios –y el Mesías– puede liberar de esta mancha destructiva, signo de impureza.

Cuando Jesús sana al leproso, lo toca, pues le mueve el amor y éste supera la ley. En ello da el claro mensaje, de que lo importante para Él es librarnos de todo lo que pueda destruirnos. Y nada destruye más que el pecado. La ley vale por el amor que la implica, no por sí misma.

Pidamos a María amar con pureza de corazón buscando, siempre y en todo, la gloria de Dios y la salvación de todos los que el Señor ponga en nuestra vida, sin egoísmos que nos cierran.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO VI

La persona, unidad esencial, muchas veces vive que el mal físico habla de un interior desviado de la gloria de Dios. Sólo Él es el Salvador

Lv. 13, 1-2.45-46:
"El Señor dijo a Moisés y a Arón: «Cuando aparezca en la piel de una persona... un caso de lepra… será llevada al sacerdote... La persona afectada de lepra llevará la ropa desgarrada y los cabellos sueltos; se cubrirá hasta la boca e irá gritando: “Impuro, impuro”. Será impuro mientras dure su afección... vivirá apartado..., fuera del campamento»".

Salmo: 31: "Me alegras con tu Salvación, Señor"

1Cor. 10, 31-11, 1:
"...cualquier cosa que hagan, háganlo todo para Gloria de Dios. No sean motivo de escándalo... Hagan como yo, que me esfuerzo... no buscando mi interés personal, sino el del mayor número, para que puedan salvarse. Sigan mi ejemplo como yo sigo el... de Cristo"

Mc. 1, 40-45: "Se acercó un leproso a Jesús... y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme» Jesús, conmovido,... lo tocó diciendo: «Lo quiero, queda purificado». Y la lepra desapareció y quedó sano. ...Lo despidió advirtiéndole severamente: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote… para que les sirva de testimonio»... Apenas se fue, empezó a proclamarlo por todo el mundo... Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad... Y acudían a Él de todas partes".





febrero 04, 2012

"Alaben al Señor que sana a los que están afligidos"


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 4 de febrero.


Entramos en la semana quinta, y penúltima, antes de iniciar el tiempo de gracia que los cristianos llamamos "cuaresma".

El Señor nos invita a vivir atentos a su presencia para presentarle nuestros sufrimientos, confiárselos a Él y tener la experiencia de que en Él encontraremos la salvación de todo mal.

Job se nos presenta con una experiencia de dolor muy similar a la de todos los que sufren, la ventaja que él vivió, que le llevó a la superación de la crisis y a la "victoria" final contra el mal, fue que siempre se mantuvo unido, sincera y humildemente, al Señor, aun en los momentos de dura y violenta protesta, fruto de su perplejidad y tensión interior y exterior.

El Padre nos envía a su Hijo como nuestro Salvador, pero no basta que lo sea: es necesario que la Comunidad presente e interceda por sus enfermos, como los discípulos en favor de la suegra de Pedro, y que los aquejados por los diversos males se acerquen a Jesús, pues, digámoslo una vez más, Dios no impone nada a nadie.

No se trata de un acercarse físico, sino de un abrir el corazón a lo que el Señor nos quiera dar para ponerlo a su disposición para el bien de la Comunidad.

Por eso Pablo siente que anunciar el Evangelio es una exigencia de su propia vocación, como lo es de la nuestra, aunque sea en grados diversos.

Abramos el corazón a los hermanos, sobre todo a los que sufren, y oremos por ellos para que se abran al Señor y nosotros, al acercarnos a ellos, presentémosles la persona de Cristo como el verdadero y universal Salvador. Hacerlo es un bien para todos y significa vivir nuestra vocación bautismal.

María nos ayude a vivir atentos a la llegada de Jesús a nuestra vida cada día, y muy particularmente cada domingo, así podremos ofrecer su Amor a los que nos rodean...

Dios nos bendiga a todos y a todos nos haga testigos y apóstoles del Evangelio de la Vida y del Amor Providente.

Unidos en oración con María, la Madre Buena y, por eso, Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

"Alaben al Señor que sana a los que están afligidos"

El ‘espíritu inmundo’ –del mal– nos ‘cierra’ en la iglesia y, en el hogar, nos ‘enferma’. Jesús es liberador del mal y del espíritu que nos impida abrirnos al Señor y a los hermanos.

No hay peor enfermedad es cerrarnos en nosotros mismos y no servir ni a Dios ni a los hombres. Jesús es la mano liberadora para llevarnos a ser más fuertes que toda enfermedad. Es signo de eso abrirnos a los dones de Vida Nueva, gozo, libertad e intimidad con Dios y servir.

Quien acepta y vive la Gracia de los dones de Dios, los ofrece a los hermanos: evangeliza.

No hay nada peor para la salud humana que el vacío de sentido, pues eso es existencial. Ninguna enfermedad se resiste a la Misericordia providente de Dios; sólo la persona atrapada en su egoísmo, arriesga lo que el Señor le ofrece a través del ministerio de la Comunidad.

El dolor, experiencia inevitable, nos lleva a palpar lo que somos: seres tan limitados y frágiles

¡Cuánto nos cuesta hoy asumir con dignidad la realidad del dolor! Casi siempre intentamos evitarlo, huir de él y, de ese modo, lo hacemos más poderoso en su capacidad destructiva.

De la vivencia de Job, mucho es actual, es experiencia concreta hoy. Pero nos falta lo esencial de ella: su constante diálogo con Dios. Siente el peso mortal del dolor, pero no se deja vencer por él. Su confiada apertura al Dios de Misericordia, genera la superación de su depresión.

Si cualquier dolor se asume viviendo en el Amor de Dios, no nos perjudica, nos fortalece.

La experiencia personal de la salvación de Dios nos lleva a vivir la necesidad de Evangelizar

Pablo no puede callar la salvación que vive cada día, pues le llena de plenitud de vida y entiende que ésta está destinada a todos. ¡No puede callar! DEBE OFRECÉRSELA A TODOS.

La base para ser evangelizador está en vivir íntimamente el diálogo personal con el Dios que nos salva y nos renueva cada día en la experiencia de ser enriquecidos por su Amor.

Vivir, por la meditación, esta realidad tan concreta e histórica, nos llevará a no eludir los esfuerzos necesarios para llevar a otros a llenarse de tan liberadora y enaltecedora experiencia.

La salud integral, la que nos impulsa a servir en el Señor y como Él, es un don diario de Jesús

Jesús da vida y energía nueva para ser, como Él, dignos servidores de la comunidad.

Ésta pide por sus enfermos; si ellos dejan actuar a Jesús, encuentran sanación. Lo que da fortaleza y sentido profundo al actuar de Jesús, y de la Comunidad –y de sus apóstoles– es la intimidad con el Padre que los envía: la oración personal, y comunitaria, para vivir disponibles a todo.

Pidamos a María vencer todo mal para ofrecer el Evangelio de la vida siempre y a todos.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO V
En un mundo de dolor, somos, por vocación bautismal, anunciadores del hombre-Jesús que salva a toda persona que se le abra y confíe


Jb. 7, 1-4.6-7:
"Job habló diciendo: «¿No es una servidumbre los días del hombre en la tierra?... Como un esclavo que suspira por la sombra... me han tocado en herencia meses vacíos, me han sido asignadas noches de dolor... Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la felicidad".

Salmo: 146: "Alaben al Señor que sana a los que están afligidos"

1Cor. 9, 16-19.22-23:
"Si les anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no evangelizara!... se me ha confiado una misión… Predicar el Evangelio... siendo libre, me hice esclavo de todos para ganar el mayor número posible... Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio... por amor a la Buena Noticia..."

Mc. 1, 29-39: "Jesús fue, con Juan y Santiago, a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre y... Él se acercó... y la curó. Ella... se puso a servirlos. Al atardecer... la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos... y expulsó muchos demonios; pero no los dejaba hablar... Por la mañana... Jesús se levantó... y... estuvo orando... cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te andan buscando» Él respondió: «Vayamos a otra parte... porque para eso he salido» Y fue por toda Galilea predicando... y expulsando demonios".