septiembre 04, 2010

Jesús nos pide ser el centro de nuestra vida

Como cada semana, nuestro querido padre José María nos envía su mensaje y reflexión sobre las lecturas del domingo, para que nos iluminen la semana:

Dios les bendiga a todos.

La Sabiduría de Dios busca siempre los mejores caminos para que el hombre no quede atrapado en la vorágine de las noticias, teorías, mentalidades y posturas de los que son considerados, o se consideran a sí mismos, "científicos" y objetivos conocedores de la realidad, capaces de orientarnos y a los que muchas veces hacemos caso, aunque sus posturas cambien de tanto en tanto como si nosotros fuéramos animalitos de laboratorio con los que se puede ensayar... y lo que ayer era verdadero, hoy es falso; lo que era bueno, hoy no lo es tanto (o es, para ellos, abiertamente malo) y lo que ayer era adecuado, según lo que la naturaleza de la persona humana, hoy ya no lo es porque, por lo visto, la naturaleza ya cambió...

La verdad es que lo que decide el corazón, que de ordinario sique a la cabeza, es lo que construye nuestros ambientes sociales y así las personas transformanos los ambientes físicos para nuestro bien o nuestra desgracia.

El mundo de la física y la química tiene sus leyes y no las vamos a cambiar, apenas podemos irlas conociendo poco a poco, y, si nosotros actuamos irresponsablemente desde nuestra ignorancia o prepotencia, pagaremos las consecuencias y no habrá remedio o éste será muy costoso.

Dios desea que no nos carguemos con dolores que no son justos por ser fruto de la injusticia e imprudencia. Ya tenemos suficiente con los que nos viene de nuestras múltiples limitaciones.

El Señor siempre está junto a nosotros para indicarnos el camino de la libertad, dignidad, salvación, pero es indispensable que le demos la importancia que tiene objetiva y realmente.

De no hacerlo quedamos abandonados a nuestra suerte y al capricho de los inmisericordes señores de este mundo, siervos del señor de las tinieblas, que dijo a Cristo que los reinos y riquezas de este mundo eran suyos y se los daba a quien él quería, si le adoraba.

Fiémonos de Jesús, maestro y fuente de vida, felicidad, alegría y paz.

María nos ayude a ser generosos al entregarnos a Él: todos se beneficiarán y nadie quedará perjudicado. Dios nos acompaña, dejémonos guiar con docilidad.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

Jesús, centro de nuestra vida

El nuestro es un mundo de muy poca reflexión integral, seria y profunda. Todo nos invita a decidir rápido, sólo con los datos que nos dan las noticias, presentadas como otros nos las quieren hacer escuchar y entender; nos llenan de llamativas propagandas y nos presionan.

Nos dicen que decidamos por nosotros mismos, que no dejemos que nos impongan las cosas, que seamos libres, pero quienes lo dicen nos dan prisa, no nos dejan tiempo para reflexionar, analizar, ver opciones y entrar en el propio corazón para profundizar en nosotros mismos la dirección que deseamos dar a nuestra vida. Nos quieren hacer creer que todo lo trascendente es mentira, pérdida de tiempo, atraso, fruto de la ignorancia, siempre manipulable.

Parece que el nuestro es el tiempo de la prisa, de las decisiones precipitadas y dirigidas por la moda, por la ‘ciencia’ presuntuosa y miope, pero no por la sabiduría.

El Señor nos salva de la superficialidad de este tiempo de muerte y desconcierto por ideologías, muy bien orquestadas por la ‘ciencia’ y la tecnología, pero sin la Verdad ni el Bien.

Si nos atrevemos a fiarnos de Dios conoceremos la alegría de la Vida, libres de ser aplastados por los diversos y brillantes dominadores de este mundo, a los que no les importamos.

¡Es nuestra decisión! Lo fue para Filemón y lo es para todo discípulo de Jesús. Él no impone, pero las decisiones personales marcan la vida de cada uno y la de su ambiente.

Dios nos da su Sabiduría para que no nos perdamos en el enredo de las opiniones humanas

El peso de la debilidad interior que nos embarga y de la desorientación que nos envuelve, hace imposible que podemos entender los planes de Dios sin el don de su Gracia de Amor y Sabiduría para la Salvación y Vida Plena en el Espíritu Santo.

Los dones de Dios son siempre gratuitos, pero si no se piden y esperan, aunque estén a nuestra disposición, no nos enteramos, pues ni nuestro espíritu está suficientemente abierto a ellos ni nuestro mundo nos ayuda. El mismo Dios viene en nuestro apoyo, si lo pedimos de veras

No siempre es fácil percibir la presencia del Espíritu Santo en medio de las circunstancias

Pablo pide a Filemón que tenga, sobre su esclavo Onésimo, una mirada de Fe y lo reciba como lo que ahora es: su hermano en Cristo. Las leyes no cambiarán, pero si cambia el corazón, al fin, cambiará la sociedad que éste construye. ¡Ésta es la Sabiduría del Dios que nos creó!

Siempre la decisión está en nuestras manos: Dios da su Vida cada día, ¿y nosotros qué?

Jesús es el Maestro y Salvador y nos pide lo pongamos a Él como único centro de nuestra vida

Si Cristo no es el centro de nuestra vida, quiere decir que otro ya ocupó este lugar, y las consecuencias no serán las mismas. Somos responsables de lo que hacemos vivir a los demás.

Jesús nos invita a tomar siempre en serio todas sus indicaciones: son fruto de su Vida.

Ser discípulo de Jesús es una decisión que abarca todas las dimensiones de la vida.

Pidamos a María saber recibir la Sabiduría de Dios y vivir como discípulos de su Hijo.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXIII

Las limitaciones del hombre son inmensas, pero las posibilidades de Dios son absolutas: lo inteligente es dejarlo todo y fiarse solo de Él

Sab. 9, 13-18:
"¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios o hacerse una idea de lo que quiere el Señor?... esta morada de arcilla oprime a la mente con muchas preocupaciones… ¿Quién habría conocido tu voluntad su Tú mismo… no hubieras enviado de lo alto tu Santo Espíritu? Así se enderezaron los caminos de los que están en la tierra… por la Sabiduría fueron salvados".

Salmo 89: "¡Señor, Tú has sido nuestro refugio!"

Flm. 9b-09.12-17:
"Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico a favor de mi hijo Onésimo… Te lo envío como si fuera una parte de mi mismo ser… Tal vez él se apartó de ti por un instante a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como esclavo… sino como un hermano querido… Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mí mismo".

Lc. 14, 25-33: "Jesús iba con un gran gentío y... les dijo: «Cualquiera que venga a Mí y no Me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me siga, no puede ser mi discípulo… cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo»."

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