agosto 08, 2013

«Al que mucho se le dio, se le pedirá mucho»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 11 de agosto.

El domingo decimonono nos presenta al Señor dándonos ánimo: el Padre ya decidió, desde toda la eternidad, darnos el Reino, pero es necesario que lo aceptemos, pues, una vez más lo decimos, Dios no impone nada. Por eso Jesús nos pide que renunciemos a todo lo que nos ata. Sólo hay una cosa importante: que Jesús sea el centro de nuestra vida, nuestra única riqueza... Todo lo demás pasa y se pierde con el tiempo. La vida se nos confió para servir a los hermanos: el gozo vendrá...

La Fe llevó al éxito la vida de nuestros padres en la Fe y, por otro lado, la codicia de grandeza y poder efímero hundió a los egipcios y sigue hundiendo a todos los que buscan ser poderosos, grandes y gozar descuidando sus tareas a favor de los demás. ¡¡Y no se dan cuenta!! Por eso, ¡deja todo ábrete al Amor que Dios te regala y al camino que te indica como camino de Vida y Paz!

El domingo vigésimo refuerza lo que la Palabra nos pidió el domingo anterior: centren su vida en la Voluntad del Señor. Sí, pero no basta esto ¡llénense de su Espíritu, de su fuego, de su Amor, de sus ganas de llamar a vida renovada y llena de salvación a todos los que les rodean!

Son muchos los que han dado su vida caminando en la fidelidad al Señor, aun con el sacrificio de toda su vida para llenar a los hermanos, no nos desalentemos jamás, renovemos nuestro fuego acercándonos a la Palabra, intimando con Cristo, recibiendo los dones de Dios en los sacramentos vividos con compromiso real y diariamente renovado, aun reconociendo nuestra debilidad.

Solo Dios puede darnos todo lo que necesitamos; acerquémonos, abrámonos, no nos dejemos engañar creyendo que con cumplir algunas normas y no hacer graves disparates estamos bien. No. Eso es no tener el fuego del Amor de Dios que animó a Jesús y sus verdaderos discípulos.

Dios, nuestro Padre, nos llene de su Espíritu y a todos nos lleve por los caminos de la vida nueva, libre de toda atadura que no sea el Amor de Dios, es decir, como verdaderos resucitados en Cristo, de modo que todos, viendo nuestras obras llenas de su fuego, glorifiquen al Padre del cielo.

Unidos en oración con María, Maestra de libertad y vida nueva, la llena del Amor de Dios:

P. José Mª Domènech SDB


«Al que mucho se le dio, se le pedirá mucho»

¿Dónde tenemos nuestro corazón? Es decir, ¿cuál es nuestro real tesoro?, ¿qué es lo que más apreciamos?, ¿qué cuidamos y vigilamos para no perderlo jamás? ¿Cuál es nuestro verdadero señor?

Preguntas ‘clave’ para saber qué es lo más importante –realmente – para nosotros en la vida.

Nos las hace Jesús. Él nos lo pide todo para que heredemos todo lo que el Padre decidió darnos.

Los egipcios se entregaron al poder; eso los llevó a pelearse y el mar de la codicia se los tragó.

Nuestros padres en la Fe se entregaron al Señor, que los guiaba, y Él los llevó a la vida y paz.

Jesús el domingo pasado nos decía: No sean necios, no se entreguen a la avaricia, pues ella es camino de perdición no solo para la persona, sino que también afecta a toda familia, a cualquier grupo y a toda sociedad que no aprendan a defenderse de ella y sus sutiles engaños.

Este domingo el Señor nos hace notar que todos en la vida tenemos una misión y a todos se nos pedirá cuentas de lo que decidamos. Pero no todas las misiones son idénticas: las hay que tienen gran influencia sobre otros y entonces la responsabilidad se multiplica. No nos engañemos.

En la vida jamás faltan los problemas, pero quienes viven en Dios, aceptan su ayuda y los superan

La libertad no depende de las circunstancias, sino de las actitudes. El poder y la codicia nos impiden estar alertas a las obras de Dios. Los patriarcas estuvieron atentos y se lo enseñaron a sus hijos, por esto ellos gozaron de la liberación. A ello estamos llamados, pero necesitamos atención.

Por la Fe toda persona de buena voluntad vive en paz porque escucha y hace lo que Dios le indica

La Fe cristiana es un compromiso dinámico de la persona, no solo de la mente o el sentir. La Fe real lleva a la obediencia por eso Dios puede hacer sus maravillas, pues le escuchan y hacen caso.

La Fe abre caminos de vida y paz que llevan a la salvación –hasta la plenitud– a quien los sigue.

Fiarse de Dios, nuestro Padre, y hacerle caso, es la mejor decisión de la vida, pues Él nos cuida

No está de moda seguir a Jesús; Él es muy exigente, no hay medias tintas: o con Él o contra Él.

Hoy son pocos los que siguen a Jesús; Él nos pide que no nos desalentemos: todo está asegurado.

El Reino nos llama a ser libres y nos lleva a un gran futuro. Ahora lo luchamos, después nos llenará. Si seguimos a Jesús con atención y esfuerzo, viviremos en libertad, paz y alegría constante.

Pidamos a María vivir desprendidos de nosotros mismos y abiertos a Cristo Jesús para seguirlo.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO C – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XIX

La verdadera Fe tiene la concreta decisión de vivir según la Voluntad de Dios sobre todo: esto es lo más vital de la vida cristiana, lo demás pasa

Sab. 18, 5-9:
Como los egipcios habían resuelto hacer perecer a los hijos pequeños de los santos –...uno solo se salvó– ...Tú... los hiciste perecer a todos juntos en las aguas impetuosas. Aquella noche fue dada a conocer a nuestros padres, para que... se sintieran reconfortados. Tu pueblo esperaba, a la vez, la salvación de los justos y la perdición de sus enemigos; porque Tú... nos cubriste de gloria, llamándonos a Ti. Por eso, los santos... ofrecieron sacrificios... y establecieron de común acuerdo esta ley divina: que los santos compartirían igualmente los mismos bienes y los mismos peligros y ya entonces entonaron los cantos de los padres.

Sal. 32 1.12.18-20.22: ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!

Hb. 11, 1-2.8-12:
La Fe es ganancia de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros padres fueron considerados dignos de aprobación. Por la Fe Abraham, obedeciendo a Dios, partió... sin saber a dónde iba; Por la Fe, vivió como extranjero en la tierra prometida... lo mismo que Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa... También por la Fe, Sara recibió el don de concebir... porque juzgó digno de Fe al que se lo prometía...

Lc. 12, 32-48: Jesús dijo a sus discípulos: «No temas, mi pequeño rebaño, porque el Padre de Uds. ha querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón. Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su Señor, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el Señor encuentre así velando a su llegada! Les aseguro que Él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos... Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada.»... «El servidor que, conociendo la voluntad de su Señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que Él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que, sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que mucho se le dio, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.»




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