noviembre 17, 2013

«Tengan cuidado, no se dejen engañar»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 17 de noviembre.

Vivir en la Voluntad de Dios, es lo único que nos salva del caos que se vive en muchos lados, fruto del desconcierto que invade a nuestra cultura. Todas las fuerzas del mal parecen intentar hacerse dueñas de ella y se va esparciendo en el mundo intelectual y social lo que pretende ser el imperio de la superficialidad de pensamiento y, más todavía, de vida personal íntima, con los signos del individualismo y del hedonismo que llevan a la muerte de toda vida y amor auténtico y esforzado.

¡Cómo será feliz una persona que cree que atándose a las cosas y a los gustos personales será libre y vivirá en paz, cuando las cosas son perpetua precariedad, al igual que los gustos personales! Lo estable está en el íntimo de la persona y solo en ella, pues es allí donde vive, como en su casa, el mismo Dios de la Vida y del Amor eterno, aunque no se le tome en cuenta. ¡Su Amor puede más!

Dios viene a salvarnos a todos los que trabajamos en este mundo con esfuerzo diario para ser cada día más fieles al servicio de la persona, cada persona, pero, sobre todo, a la que más necesita del verdadero servicio a la vida y a la dignidad personal en la verdad y el bien. Este servicio es el que nos permite mostrar el Amor de Dios y glorificar su Nombre aceptando que sea Él el que gobierne nuestra vida y lo que ésta construya, en medio de lo que sea y con todo el esfuerzo que se requiera.

Esta fidelidad al Señor y a la persona, son garantía de que el camino que vivimos nos lleva a gozar de la gloria de Dios ya aquí, aun en la persecución, que parece se va acentuando en muchas partes de nuestra sociedad y cultura occidental. Ésta ha dado la espalda a la Fe que la formó y ahora está pagando las consecuencias de su religiosidad superficial, que se contenta con palabras, pero que necesita reconstruir toda su interioridad en Cristo o dejará hasta aparentemente cristiana. Es la pura verdad: o somos y vivimos como Cristo o no somos cristianos en absoluto, por muchos sacramentos que hayamos recibido... Jesús lo dice muy claro: “No quedará piedra sobre piedra”.

Pero eso pasará, sin duda alguna, a los que se contentan con ‘cumplir’, pero no se convierten cada día; para los demás, dice el profeta, el Día del Señor es sol radiante que trae Vida en sus rayos. Dios cuida a sus siervos y ni un solo cabello se perderá... Nada; ningún dolor y trabajo será inútil.

Dios está con nosotros cada día; nos acompaña con el eterno e infinito deseo de que nuestra vida se comprometa a una renovada y profundizada conversión de fidelidad a su Amor. Él sabe muy bien que el resultado es de Vida Nueva no solo para nosotros, sino para todos los que nos rodean.

Unidos en oración con María, la Madre fiel y trabajadora incansable en el Reino de Dios:

P. José Mª Domènech SDB

«Tengan cuidado, no se dejen engañar»

El domingo pasado la Palabra de Dios nos hablaba del ‘más allá’; este domingo, nos habla del ‘más acá’: ambos vitales para el desarrollo de la persona: uno nos lleva a la esperanza y el otro al realismo.

Son muchos los sueños y luchas que éstos despiertan. Una pregunta que surge es ¿vale la pena?

Pues las injusticias se renuevan constantemente: es una lucha sin fin, generación a generación y no solo con los que llamamos ‘malos’, sino también en los que nos creemos buenos o creyentes o en el camino de la Fe. Esto hace vacilar a muchos y alejarse, dicen que de la religión, pero, de hecho, desechan muchos dones que el Señor les ofrece, por no encontrar lo que ellos buscan o como lo desean.

Ésta es una persecución callada y dolorosa –como todas– para los que tratan de ser cada día más fieles al Señor, encontrado o no –en su Comunidad o fuera de ella– las cosas como deberían ser.

El profeta nos anima a seguir manteniéndonos fieles: el Día del Señor será justicia y felicidad para los fieles. Esto supone un trabajo constante para que la justicia de Dios llegue a todos, la acepten o no. Lo demás, todo lo que no esté en esta dimensión de cosas, es pasajero, por brillante que sea.

Tendamos al Señor, siempre, solo a Él: Él está en su Comunidad. No busquemos nuestras ideas, ni nuestros caminos, ni nuestros gustos, ni grandeza alguna, real tentación del enemigo de la Vida.

El profeta no busca amenazar y atacar, sino prevenir y alertar a los malos y animar a los buenos

Hace cincuenta años que el pueblo regresó del destierro y la relajación e infidelidad crecen día a día. Cuesta mantener la Fe. Ahí el profeta lanza su grito de esperanza: el Señor llega con su justicia.

Los que viven la Voluntad del Señor, gozarán de su gloria y felicidad, los demás serán consumidos.

Pablo nos anima a no cruzarnos de brazos: si el Señor viene, debemos comprometernos en su obra

Si Cristo trabajó para instaurar el Reino de Dios, igual nosotros: el trabajo es responsabilidad de todo creyente en Cristo, así asume en su vida el valor histórico-salvífico de la entrega del Señor.

Al creyente le es ineludible el compromiso social. No trabajar por el bien del hermano y el desarrollo de la Comunidad es como estar ‘muerto’ en vida y no tiene sentido ‘alimentar’ a un muerto.

Lo valioso de la vida está en la fidelidad a la Salvación del Señor y no en nuestras obras: todo pasa

Toda obra humana es transitoria, hasta las que consideramos más sagradas o de las que estamos más orgullosos. Toda nuestra vida es caminar hacia la etapa eterna de la misma, la vida en Dios.

La fidelidad al Señor es lo único que da sentido permanente a la vida, aunque ésta sea perseguida y atacada: Dios es fiel, por eso necesitamos mantenernos unidos sólo a Él en la Comunidad.

Aunque todo caiga, Dios mantiene firme su Amor hacia nosotros y nos cuida maternalmente.

Pidamos a María trabajar por el Reino como el Señor y cuidarnos de todo lo que nos separe de Él.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO C – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXIII

El futuro de la persona humana está asegurado de parte de Dios, pero ¿cómo debe vivir ella mientras avanza en esta segunda etapa de su vida?

Mal. 3, 19-20a:
Llega el Día, abrasador como un horno. Todos los arrogantes y todos los que hacen el mal perecerán como paja; el día que llega los consumirá, dice el Señor..., hasta no dejar ni raíz ni rama. Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el Sol de justicia, que trae la Salud en sus rayos.

Sal. 975-6.8-9: El Señor viene a gobernar los pueblos.

2Ts. 3, 6-12:
Les ordenamos, en nombre del Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida ociosa... ya saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. ...trabajábamos duramente... hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes.... En aquella ocasión, les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar que no coma. ...nos enteramos de que algunos de ustedes viven ociosamente... entrometiéndose en todo. A éstos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo que trabajen en paz para ganarse su pan.

Lc. 21, 5-19: Como algunos... decían [del templo] que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «...todo será destruido.» Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿...cuál es la señal de que va a suceder?» Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi nombre, diciendo: “Soy yo” y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin.» Después les dijo: «Se levantará nación contra nación... Habrá grandes terremotos, peste y hambre... y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo esto, los detendrán, los perseguirán...serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre; y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de Mí. ...no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados por sus propios padres y hermanos... y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»



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