junio 29, 2014

Fiesta del Papa - Inno Pontificio



Inno Pontificio

Roma immortale di Martiri e di Santi,
Roma immortale accogli i nostri canti:
Gloria nei cieli a Dio nostro Signore,
Pace ai Fedeli, di Cristo nell'amore.
A Te veniamo, Angelico Pastore,
In Te vediamo il mite Redentore,
Erede Santo di vera e santa Fede;
Conforto e vanto a chi combate e crede,
Non prevarranno la forza ed il terrore,
Ma regneranno la Verità, l'Amore.

Salve Salve Roma, patria eterna di memorie,
Cantano le tue glorie mille palme e mille altari.
Roma degli apostoli, Madre guida dei Rendenti,
Roma luce delle genti, il mondo spera in te!
Salve Salve Roma, la tua luce non tramonta,
Vince l'odio e l'onta lo splendor di tua beltà.
Roma degli Apostoli, Madre e guida dei Redenti,
Roma luce delle genti, il mondo spera in te!

junio 08, 2014

«Reciban el Espíritu Santo» - Pentecostés

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo de Pentecostés, 8 de junio.


“¡La Paz esté con ustedes!” Son las palabras de Jesús a sus discípulos preparándolos a la misión que les va a confiar y nos confía a nosotros. Para que podamos ser fieles y nos mantengamos en la esfera de la paternidad materna de Dios, Éste nos envía al mismo Espíritu que guió a la gloria a Jesús. La misión del Espíritu es llevar a la plenitud la obra salvadora desarrollada por el Hijo según el eterno y maravilloso plan del Padre. ¡Todo Dios para nosotros! ¿Qué más queremos?

El Dios amor confía a nosotros y desea que nos dejemos inflamar por su Amor eterno y creador-salvador-santificador. Se nos manifiesta en la imagen de un viento fuerte que remueve todos los papeles y basura que tapan lo fundamental; desea indicarnos lo permanente, la verdadera dirección de la vida: ¡nos toca escuchar y dejarnos guiar por Él!

Toda salvación que se hace efectiva en la historia es obra del Espíritu Santo y eso en toda persona que se pone a su alcance, es decir, que se abre a Él. No lo olvidemos: no violenta nada, aunque se presente como viento violento, pero respetuoso de cada intimidad y de cada voluntad. Si insiste es porque sabe lo importante que es lo que nos está ofreciendo y que para que tenga efecto en nosotros es indispensable que aceptemos secundar lo que nos propone. Él no duerme ni dormita, dice el salmo, y otro dice que renueva la faz de la tierra... Lo tenemos todo a nuestra disposición

Es el Espíritu de la Verdad, del Perdón, de la Unidad, de la Paz, de la Alegría, del Éxito seguro.

Que la Madre del Hijo encarnado, mujer dócil al Espíritu, nos abra para vivir su misma actitud.

Unidos en oración con María, la siempre dócil al Espíritu Santo:

P. José Mª Domènech SDB

«Reciban el Espíritu Santo»

El Señor, como Padre Universal de todos y de cada uno de los seres humanos, nos ha creado con un plan maravilloso: que seamos, como imagen suya que somos, Comunión de personas y, por vivir así, un solo pueblo universal. Por eso nos ha infundido su propia vida: seres. Pero nada se mostrará, hasta que nosotros aceptemos vivir como el Señor nos ofrece en su maravilloso plan.

La Comunión personal es la base para la del pueblo. Para que sea efectiva la unidad, tiene que ser experiencia personal, directa o indirecta; pues, si no es así, no será vida propia y no nos comprometerá realmente. Por eso Dios nos crea en una familia y nos llama y lleva a formarnos pueblo.

La actitud individualista, que se ha favorecido en nuestra época, cediendo al egoísmo humano, ha construido una estructura cultural y generado muchas y perniciosas ideologías de ahora, rompiendo toda dinámica de Comunión, pervirtiendo el amor, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, económicas y políticas y hasta dificultando seriamente la vida de muchas comunidades cristianas.

El Espíritu de Dios, donde puede actuar con libertad, crea Comunión y lleva a los creyentes a formar Comunidades en Cristo y las hace crecer con el aporte de cada uno de ellos, esté como esté y sea quien sea.

El Espíritu Santo, con el Padre, nos hace uno en Cristo para la vida y el bien de todos. Él nos llena de su Paz, la ganada por Cristo con el don de su propia Vida y no sólo nos otorga el perdón, sino que nos hace ministros del mismo, porque éste es camino de Comunión.

En el Espíritu tenemos la verdadera unidad de la Comunión en la paz y la justicia propia del Amor en la Verdad. Él es el don del Padre y del Hijo Resucitado, y, como tal, hace fecundo el perdón.

Sólo este perdón permite que los corazones se unan y entiendan el mensaje del Dios de la vida que nos llama a dejarnos renovar por su Espíritu, remover por su viento impetuoso y quemar por su fuego de Amor a cada persona humana, especialmente a los más débiles, pobres y marginados.

La primera comunidad es convocada por la experiencia de Comunión generada por el Espíritu

El Espíritu nos libera, une e integra en la Comunión Trinitaria metiéndonos entre los hombres para ayudarles a recibir los dones de Dios: somos testigos de la presencia y acción de Dios.

Dios, espíritu puro, siempre está entre nosotros trabajando a nuestro favor. Seamos dóciles.

Todos los dones llegan del Espíritu de Dios y cada uno es para la maduración de la Comunidad

Toda persona es beneficiaria de los dones del Espíritu Santo, pero la inmensa mayoría de la humanidad no lo sabe: ¡debemos comunicárselo! siendo dóciles a la Voluntad de Dios, Uno y Trino, y generosos en la construcción comunitaria y el cumplimiento de la Misión a alla confiada.

Cristo nos da su vida para que recibamos los dones de Dios, y ellos nos llevan a la Comunión.

La resurrección, fruto del Amor de Dios, con el don del Espíritu, da la Paz y el perdón para todos

Jesús resucitado sopla sobre los apóstoles –como una nueva creación– y les da el Espíritu.

Con el don del Espíritu recibimos la misma Misión encomendada por el Padre a su Hijo, el Cristo: construir la Paz en la Verdad por la fuerza del Amor, que nos lleva al Perdón. Verdadera Vida Nueva, por la Comunión con Dios, que permite una comunidad humana en renovación constante.

Pidamos a María vivir abiertos al Espíritu y siempre más dóciles a lo que nos pide en sus dones.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

DOMINGO DE PENTECOSTÉS – X DEL TIEMPO ORDINARIO

El don de Jesús es el Espíritu Santo, fuente de Unidad, Paz y Perdón; Él reparte sus dones para el bien de todos: así es como lo transforma todo

Hch. 2, 1-11:
...el día de Pentecostés, estaban todos reunidos... De pronto, vino del cielo como un ruido... de viento que resonó en toda la casa... vieron aparecer unas lenguas como de fuego que descendieron... sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo... Habían en Jerusalén judíos piadosos venidos de todas las naciones... cada uno les escuchaba hablar en su propia lengua... y decían: «¿No son galileos todos éstos que nos hablan?... ¿Cómo es que les escuchamos proclamar las grandezas de Dios en nuestra propia lengua?»...

Sal.: 1031ab.24ac.29b-31.34 Señor, envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra.

1Cor. 12, 3b-7.12-13:
Nadie puede decir “Jesús es el Señor” si no está impulsado por el Espíritu Santo. Ciertamente hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu... En cada uno el Espíritu se manifiesta para el bien común... todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo –judíos o griegos, esclavos o libres–...

Jn. 20, 19-23: Al atardecer del primer día de la semana los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús llegó y, poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La Paz esté con Uds.!... Como el Padre me envió a Mí, yo también los envío a ustedes». Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados les serán perdonados a quienes ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.»












junio 01, 2014

«Yo estaré con ustedes todos los días»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 1° de junio.


Éstos son, los que concluimos esta semana séptima de pascua, los cincuenta días en los que Cristo se ha esmerado en profundizar su relación personal con los apóstoles para ayudarles a vivir asimilando los dones y compromisos que implica de su Resurrección.

Es ésta, la resurrección, la que ha transformado la existencia del Pueblo de Dios, el elegido con Abraham y cada uno de los patriarcas; el rescatado de la esclavitud a través de Moisés y sostenido por el mismo Dios con cada uno de los profetas, es decir, Pueblo que ha madurado y profundizado su existencia siguiendo el camino –con todos sus límites y defectos– según los planes históricos de Dios. Ahí, como sucede con todas las experiencias formativas, los hay que comenzaron con mucho entusiasmo, pero se quedaron por el camino, unos perdidos en sí mismos, como Judas –el que lo entregó–; otros centrados en sus visiones y pareceres, como los buenos de los fariseos –que no estuvieron dispuestos a ceder ante las ‘pretensiones’ de Jesús– y otros que, por varios motivos, habiéndose desviado –como Pedro o los discípulos desilusionados que dejaban la Comunidad e iban a Emaús–, retomaron a una creciente intimidad Jesús y compromiso con su Comunidad.

Una cosa que me parece evidente en esta historia es que para Jesús esa “su Comunidad” es vital para poder vivir, comprender y aprovechar lo que significa su Resurrección y los maravillosos frutos de Vida nueva que ofrece a todos sin excepción. Los defectos y los errores no son ningún impedimento, solo lo es la cerrazón y terquedad ante la paciente gracia de Dios que a todos llega.

Jesús solo pide apertura al Espíritu, que es que ahora se va a quedar con ellos, como, hasta ahora, lo estuvo Él. El Espíritu los guiará y los alentará. Él les enseñará a profundizar. Él los orientará para que cumplan, con frutos permanentes, el Plan de Padre, que fue la Misión del Hijo.

Que María, la Madre de Jesús, siempre dócil al Espíritu, nos enseñe a vivir en la misma actitud.

Unidos en oración con María, la Madre misionera de la Iglesia misionera:

P. José Mª Domènech SDB

«Yo estaré con ustedes todos los días»

Si no hay cierta plenitud y grandeza en el horizonte de una persona, sin esperanza de algo mejor, sin el deseo de lograrlo y sin empeño en el esfuerzo, no crece nada. En la vida nada es automático. Ni siquiera el crecimiento físico: mientras el organismo tiene opciones de crecimiento y maduración, lo hace; cuando se le acaba esta perspectiva, empieza la declinación, la física, la psíquica, la moral o la espiritual y el resultado es la muerte. Si hay ideales y esperanza, se lucha y se gana, más o menos, pero se gana.

El poder de Dios es poder salvador. Él se fía tanto en nosotros, que nos lo confía para que esta experiencia vital llegue a todos los hombres sin excepción ni restricción alguna, aun a los que dicen no creer en Él. Les tocará a ellos aceptar o resistirse: eso es entera responsabilidad personal.

¿Vale la pena esforzarse, si lo que nos espera es la muerte? Evidentemente las ganas se esfuman y con razón sobrada. Pero no estamos solos: el Señor nos acompaña. Se fue al Padre para estar más cerca de todos: Es vital que lo entendamos, valoremos y aceptemos en toda su riqueza y en su real dimensión para no desalentarnos al llegar –porque llegarán– las dificultades y la horrible presencia de la muerte.

Si vivimos abiertos al Señor, que enaltece a toda persona, podremos anunciar a todos que Cristo, en su humanidad, fue glorificado por su libre disponibilidad al Padre. Con nosotros será igual, ¡no lo dudemos!

La obra de Cristo es puesta por Éste en manos de sus apóstoles: deben abrirse a la presencia del Espíritu

Jesús es enaltecido a la Gloria del Padre con toda su humanidad, pues fue con toda ella que supo aceptar y vivir la Voluntad del Padre, Voluntad de Salvación y Vida Eterna para todos sus hermanos, la humanidad.

Cristo se queda con su Espíritu y volverá con toda su Gloria a glorificar a los que vivan como Él en el día a día.

Debemos comprender y asumir lo que el Amor de Dios pide a sus discípulos para vivirlo y compartirlo

El Señor recibe todo el poder de Dios, eso significa ‘sentarse a la diestra de Dios Padre’, para interceder por nosotros. Pablo desea que entendamos lo que esto significa a favor nuestro y captemos los beneficios que nos trae.

Cristo es nuestra cabeza: Él nos forma como Su Comunidad, pues somos sus discípulos. Como Él piensa y vive, así debemos aprender, todos los días, a pensar y actuar nosotros en medio y a favor de nuestros hermanos.

Jesús, con todo el poder de resucitado, nos envía al mundo para que todos le conozcan, amen y sigan

El Señor nos promete que siempre estará con nosotros. Él cumple. Nos toca a nosotros no fallarle a Él. Muchas veces, sin duda, no nos sea fácil creer –no lo fue para los primeros discípulos de Jesús, ni siquiera cuando lo veían y lo tocaban y comían con Él– pero, si somos dóciles a su Espíritu, hasta daremos testimonio de su Amor y Vida.

En su absoluto Poder Redentor, es su explícita deseo que su Gracia de Salvación llegue a todos, fuertes y débiles, sin rechazar a nadie, por eso nos llama a todos, nos pide formar su Comunidad de Vida Nueva y nos envía.

Pidamos a María aceptar la Voluntad del Señor Glorificado, ser dóciles al Espíritu y anunciar su Salvación.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO A – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO VII
ASCENSIÓN DEL SEÑOR
El Señor ha sido glorificado, pero se quedó con nosotros. Nos pide que nos abramos a su Espíritu para poder anunciar su Salvación según su Voluntad.

Hch. 1, 1-11:
...Después de su pasión, Jesús se manifestó a [sus discípulos] dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se les apareció y les habló del Reino de Dios. En una ocasión... les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y que esperaran la promesa del Padre: «La promesa –les dijo– que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero Uds. serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días... recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre Uds. y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y en Samaría, y hasta los confines de la tierra.» Dicho esto los apóstoles lo vieron elevarse y una nube lo ocultó de la vista de ellos... se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que... fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir.»

Sal. 462-3. 6.9: El Señor asciende entre aclamaciones.

Ef. 1, 17-23:
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria... ilumine sus corazones para que puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia... y la extraordinaria grandeza del poder con que Él obra en nosotros... poder que Dios manifestó en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo... Él puso todas sus cosas bajo sus pies y lo constituyó... cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo...

Mt. 28, 16-20: Después de la resurrección del Señor, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús les había citado. Al verlo se postraron delante de Él; sin embargo algunos todavía dudaron. Acercándose Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo los que Yo les he mandado. Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.»