Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 30 de noviembre, día en que entramos a un nuevo año litúrgico, y, como dice nuestro padrecito José María: "...comenzamos un nuevo año en el que el Señor nos guiará, con su Palabra de Amor y Vida nueva, hacia nuevos niveles de vida cristiana, si le somos dóciles. Como siempre, iniciamos este camino preparando la celebración de la llegada del Hijo de Dios en carne mortal, Jesús, el hijo de María, encomendado a la paternidad de José, el creyente esposo de María."
“¡Estén prevenidos!” Dios es claro. Jesús no dora la píldora a nadie; tampoco busca alarmar a ninguna persona, tal solo hacernos notar que la vida personal –y también la social– es seria y que todas las decisiones tienen sus consecuencias en la vida personal y en la social, en la temporal y la eterna. No debemos vivir engañados: quien asume sus responsabilidades madurará y ayudará a madurar su ambiente, quien no lo haga, no solo perjudicará a muchos, sino que se perjudicará a sí mismo. Dios nos ama con sinceridad y lo mostró dando su propia vida, pues Él desea que superemos todo lo que nos atrapa en nosotros mismos y nos aleja de los demás, alejándolos, de ordinario, del Señor de la Vida y de la Paz.
Todo pecado nos perjudica, por eso Dios, en Cristo, nos ha dado su Espíritu y, con Él, nos ha llenado de todos los dones necesarios para que seamos constructores de Vida nueva en Cristo y de concordia en nuestros ambientes, invitándonos y llevándonos a corregir todo lo que vaya en contra de esto. Dios es fiel. ¿Lo somos nosotros con Él? Él nos ha confiado tantas tareas maravillosas, ¿cómo aprendemos cada día a desarrollarlas para la gloria de Dios y el bien de los que nos rodean? Estemos atentos, pues todo lo que hagamos a los hermanos, se lo hacemos al Señor, que está en medio de nosotros en cada hermano, grande o pequeño.
Cristo es nuestra riqueza, su resurrección nos lleva por el camino de la conversión. Pidamos a María que nos enseñe la humildad de reconocer nuestros errores para convertirnos cada día.
Unidos en oración con María, al Madre bondadosa que nos anima a ser cada día mejores:
P. José Mª Domènech SDB
El pecado, si está presente en la vida, nos hunde, pero la Misericordia de Dios es más grande y nos eleva. La consecuencia lógica, según la realista cordura de la humildad, es la confianza del que busca convertirse al Dios que ama sin condiciones y –por fidelidad a Él– persevera en su incesante esfuerzo de cambio.
La Fe en Cristo nos pone en un camino nuevo, pero es necesario recorrerlo. Las primeras comunidades lo comenzaron con todo entusiasmo esperando el pronto regreso del Señor: ¡debían estar preparados! Pero el tiempo pasaba y el Señor ‘no volvía’ y comenzó el ‘acomodarse’ al medio-ambiente y los problemas.
¿No pasa ahora algo similar? ¿Muchos no nos hemos adaptado a nuestras ‘costumbres modernas’?: ¡queremos ‘ser normales’! Pero ser cristiano, si lo tomamos en serio, nos hace un poco ‘raros’ en mentalidad, en el sentido moral, en las exigencias religiosas. ¿No nos pide nuestro mundo que nos acomodemos a él?
La vida de Fe, es decir, seguir al Señor de verdad tiene sus exigencias reales y concretas. ¿Quién es nuestro Salvador, Maestro, Guía y Señor? ¿A quién nos confiamos, escuchamos, agradecemos, nos debemos? Ninguna vida es juego, tampoco la del Señor y su entrega constante por nosotros. ¡Él nos es fiel!
La fidelidad del Señor nos llama a estar cada día más atentos a su constante y segura llegada a nuestra existencia: en cada hermano y en toda invitación a celebrar el don de su Vida para poder vivir como Él en medio de nuestro mundo incrédulo y resistente a toda Fe que le saque de sus cómodas ‘seguridades’.
La actitud de atención supone estar comprometidos sinceramente en lo que se nos confió por naturaleza, siendo personas cabales en nuestro medio; por redención, viviendo como testigos del Amor salvador de Dios, y por vocación personal, madurando todo lo recibido para ser servidores de toda persona siempre.
Dios siempre cumple lo que promete; al pedir que venga, profundizamos nuestro deseo y apertura a Él
El pueblo se ha olvidado de Dios; eso le ha traído los problemas y angustia propios del egoísmo agresivo.
Los fieles a Dios reconocen su pecado y le piden que venga a despertar sus conciencias y a salvarlos.
Tal vez nosotros necesitaríamos intimar más con Dios para darnos cuenta de nuestra necesidad de Él.
Jesús, el Cristo, es fiel, Él nos ha dado todo y nos fortalecerá para que nos mantengamos en su Voluntad
La fidelidad de Dios es incuestionable, lo muestra la historia, pero nuestra visión es pobre y egoísta.
Con el Bautismo recibimos el Espíritu Santo: nos toca vivir su gracia y su fidelidad sirviendo como Jesús.
Cristo nos redimió: debemos conocerle y vivir el don de su Vida en las exigencias de su resurrección.
Tenemos todo. Él nos apoya, pero no puede asumir nuestras responsabilidades personales y sociales.
La redención del mundo nos compromete en las tareas que Dios nos ha encomendado: Él está y volverá
El Señor, con su muerte y resurrección, nos ha liberado de las tinieblas y desconcierto de nuestro mundo.
La primera y básica tarea que nos ha dado es ser testigos hoy, con nuestra vida, de su Amor y Salvación.
No podemos distraernos, pues nuestro mundo es hábil para engañar y nos gana, pues somos débiles.
La Fe nos pide vivir en constante apertura a lo que Dios nos dice, nos pide y nos indica con su Espíritu.
Pidamos a María vivir en el esfuerzo atento de ser, como ella, cada día más dóciles al Dios que ya llega.
Is. 6316b-17.19b; 642b-7: ¡Tú, Señor, eres nuestro Padre; “Nuestro Redentor” es tu nombre desde siempre! ¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte? ¡Vuelve, por amor a tus servidores...! ¡Si rasgaras el cielo y descendieras...! ...Tú vas al encuentro de los que practican la justica y se acuerdan de tus caminos... nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra Ti. ...toda nuestra injusticia es como un trapo sucio. Nos hemos marchitado como el follaje y nuestras culpas nos arrastran como el viento.
Sal. 792ac.3bc.15-16.18.19: Restáuranos, Señor del universo.
1Cor. 13-9: Llegue a Uds. la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre... No dejo de dar gracias a Dios por Uds., por la gracia que Él les ha concedido en Cristo Jesús. ...Uds. han sido colmados... en la medida en que el testimonio de Cristo se arraigó en Uds. Por eso, mientras esperamos la revelación de Jesucristo... Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de [su] venida. Pues Dios es fiel, y Él los llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
Mc. 13,33-37: Jesús dijo a sus discípulos: «Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela. Estén prevenidos... No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a Uds. se lo digo a todos:¡Están prevenidos!»
“¡Estén prevenidos!” Dios es claro. Jesús no dora la píldora a nadie; tampoco busca alarmar a ninguna persona, tal solo hacernos notar que la vida personal –y también la social– es seria y que todas las decisiones tienen sus consecuencias en la vida personal y en la social, en la temporal y la eterna. No debemos vivir engañados: quien asume sus responsabilidades madurará y ayudará a madurar su ambiente, quien no lo haga, no solo perjudicará a muchos, sino que se perjudicará a sí mismo. Dios nos ama con sinceridad y lo mostró dando su propia vida, pues Él desea que superemos todo lo que nos atrapa en nosotros mismos y nos aleja de los demás, alejándolos, de ordinario, del Señor de la Vida y de la Paz.
Todo pecado nos perjudica, por eso Dios, en Cristo, nos ha dado su Espíritu y, con Él, nos ha llenado de todos los dones necesarios para que seamos constructores de Vida nueva en Cristo y de concordia en nuestros ambientes, invitándonos y llevándonos a corregir todo lo que vaya en contra de esto. Dios es fiel. ¿Lo somos nosotros con Él? Él nos ha confiado tantas tareas maravillosas, ¿cómo aprendemos cada día a desarrollarlas para la gloria de Dios y el bien de los que nos rodean? Estemos atentos, pues todo lo que hagamos a los hermanos, se lo hacemos al Señor, que está en medio de nosotros en cada hermano, grande o pequeño.
Cristo es nuestra riqueza, su resurrección nos lleva por el camino de la conversión. Pidamos a María que nos enseñe la humildad de reconocer nuestros errores para convertirnos cada día.
Unidos en oración con María, al Madre bondadosa que nos anima a ser cada día mejores:
P. José Mª Domènech SDB
Tiempo de Adviento: Domingo I
El pecado, si está presente en la vida, nos hunde, pero la Misericordia de Dios es más grande y nos eleva. La consecuencia lógica, según la realista cordura de la humildad, es la confianza del que busca convertirse al Dios que ama sin condiciones y –por fidelidad a Él– persevera en su incesante esfuerzo de cambio.
La Fe en Cristo nos pone en un camino nuevo, pero es necesario recorrerlo. Las primeras comunidades lo comenzaron con todo entusiasmo esperando el pronto regreso del Señor: ¡debían estar preparados! Pero el tiempo pasaba y el Señor ‘no volvía’ y comenzó el ‘acomodarse’ al medio-ambiente y los problemas.
¿No pasa ahora algo similar? ¿Muchos no nos hemos adaptado a nuestras ‘costumbres modernas’?: ¡queremos ‘ser normales’! Pero ser cristiano, si lo tomamos en serio, nos hace un poco ‘raros’ en mentalidad, en el sentido moral, en las exigencias religiosas. ¿No nos pide nuestro mundo que nos acomodemos a él?
La vida de Fe, es decir, seguir al Señor de verdad tiene sus exigencias reales y concretas. ¿Quién es nuestro Salvador, Maestro, Guía y Señor? ¿A quién nos confiamos, escuchamos, agradecemos, nos debemos? Ninguna vida es juego, tampoco la del Señor y su entrega constante por nosotros. ¡Él nos es fiel!
La fidelidad del Señor nos llama a estar cada día más atentos a su constante y segura llegada a nuestra existencia: en cada hermano y en toda invitación a celebrar el don de su Vida para poder vivir como Él en medio de nuestro mundo incrédulo y resistente a toda Fe que le saque de sus cómodas ‘seguridades’.
La actitud de atención supone estar comprometidos sinceramente en lo que se nos confió por naturaleza, siendo personas cabales en nuestro medio; por redención, viviendo como testigos del Amor salvador de Dios, y por vocación personal, madurando todo lo recibido para ser servidores de toda persona siempre.
Dios siempre cumple lo que promete; al pedir que venga, profundizamos nuestro deseo y apertura a Él
El pueblo se ha olvidado de Dios; eso le ha traído los problemas y angustia propios del egoísmo agresivo.
Los fieles a Dios reconocen su pecado y le piden que venga a despertar sus conciencias y a salvarlos.
Tal vez nosotros necesitaríamos intimar más con Dios para darnos cuenta de nuestra necesidad de Él.
Jesús, el Cristo, es fiel, Él nos ha dado todo y nos fortalecerá para que nos mantengamos en su Voluntad
La fidelidad de Dios es incuestionable, lo muestra la historia, pero nuestra visión es pobre y egoísta.
Con el Bautismo recibimos el Espíritu Santo: nos toca vivir su gracia y su fidelidad sirviendo como Jesús.
Cristo nos redimió: debemos conocerle y vivir el don de su Vida en las exigencias de su resurrección.
Tenemos todo. Él nos apoya, pero no puede asumir nuestras responsabilidades personales y sociales.
La redención del mundo nos compromete en las tareas que Dios nos ha encomendado: Él está y volverá
El Señor, con su muerte y resurrección, nos ha liberado de las tinieblas y desconcierto de nuestro mundo.
La primera y básica tarea que nos ha dado es ser testigos hoy, con nuestra vida, de su Amor y Salvación.
No podemos distraernos, pues nuestro mundo es hábil para engañar y nos gana, pues somos débiles.
La Fe nos pide vivir en constante apertura a lo que Dios nos dice, nos pide y nos indica con su Espíritu.
Pidamos a María vivir en el esfuerzo atento de ser, como ella, cada día más dóciles al Dios que ya llega.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO B – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO I
Dios está comprometido con nuestra felicidad: dio su vida y renueva su don en cada Eucaristía; debemos mantenernos fieles a Él, que confía en nosotros
Dios está comprometido con nuestra felicidad: dio su vida y renueva su don en cada Eucaristía; debemos mantenernos fieles a Él, que confía en nosotros
Is. 6316b-17.19b; 642b-7: ¡Tú, Señor, eres nuestro Padre; “Nuestro Redentor” es tu nombre desde siempre! ¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte? ¡Vuelve, por amor a tus servidores...! ¡Si rasgaras el cielo y descendieras...! ...Tú vas al encuentro de los que practican la justica y se acuerdan de tus caminos... nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra Ti. ...toda nuestra injusticia es como un trapo sucio. Nos hemos marchitado como el follaje y nuestras culpas nos arrastran como el viento.
Sal. 792ac.3bc.15-16.18.19: Restáuranos, Señor del universo.
1Cor. 13-9: Llegue a Uds. la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre... No dejo de dar gracias a Dios por Uds., por la gracia que Él les ha concedido en Cristo Jesús. ...Uds. han sido colmados... en la medida en que el testimonio de Cristo se arraigó en Uds. Por eso, mientras esperamos la revelación de Jesucristo... Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de [su] venida. Pues Dios es fiel, y Él los llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
Mc. 13,33-37: Jesús dijo a sus discípulos: «Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela. Estén prevenidos... No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a Uds. se lo digo a todos:¡Están prevenidos!»