noviembre 09, 2014

Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 9 de noviembre, fiesta de la Basílica de San Giovanni in Laterano.
“Destruyan este templo y en tres días volveré a levantarlo.” Jesús, aclara san Juan, se refería a su cuerpo, no el templo de piedra. Esto sería pretender un manejo mágico del poder de Dios. Dios no actúa así. Dios nos respeta, aunque nosotros no lo respetemos y hasta algunos se mofen burda y absurdamente de Él desde una supuesta ciencia o arte. Dios nos quiere grandes como Él, pero esto supone que le aceptemos como Padre y Maestro y eso, muchos que se creen liberados, no lo hacen.

San Pablo nos recuerda que nosotros, por ser cristianos, somos templo de Dios y terreno en el que Él trabaja para que produzca los mejores frutos, pero, como le sucede al campesino, no basta que él siembre y trabaje bien el terreno, es indispensable que éste esté preparado para la semilla y responda a lo que el campesino experto hace en él. Si no es así, deberá dejarlo como negativo. Dios nunca hace eso con nosotros hasta que no hayamos dicho la última palabra.
La obra de Dios en su templo siempre está llena de vida fecunda que todo lo sana. ¡Abrámonos!
Cristo Jesús nos ayude a abrirnos a los dones de Dios y nos haga dóciles a las maravillas que Él desea hacer surgir en nuestra vida para fecundarla. María, sin descanso, nos anima a ello.

Unidos en oración con María, el templo más perfecto y el terreno más fecundo de Dios:

P. José Mª Domènech SDB


La casa de Dios, que no es tanto el templo de piedra, sino nuestra Comunidad en Cristo, es casa de vida y salvación. ¿No la llama el Papa hospital de campaña? Vamos por el mundo con la misión de anunciar la Salvación del Señor y su signo de vida: sanar y liberar del mal.

Dios hace ineludibles maravillas, que nuestra vida esté siempre en el esfuerzo de hacerlas patentes.

Dios, por el bautismo en Cristo, nos ha consagrado como su templo santo en medio de un mundo atrapado en esclavitudes, que dan cierto gozo, pero efímero y que se come la propia vida, le quita su sentido, la paz estable, la fecundidad propia de la vida y su necesidad de compartirla para llenar de vida a otros.

Dios nos ha dado su Espíritu: Él nos hace fecundos y capaces de sanar a los hermanos con nuestra intimidad con el Señor Jesús, quien nos enseña a vivir abiertos a la Voluntad del Padre y al bien que necesitan los hermanos.

Pero necesitamos ser honestos, no buscar beneficiarnos, respetar su Casa y vivir abiertos a su Voluntad.

La presencia de Dios en medio de nosotros es fuente de Vida nueva para cualquiera que se acerque a Él.

El templo de Dios es, por obra de Dios en él, fuente de vida y de sanación personal y social: Dios es Vida.

Debemos dejar obrar a Dios en nosotros: la distancia y la resistencia impiden la fecunda acción de Dios.

El cristiano no debe desalentarse: Dios está atento a lo que necesitamos para ser sus hijos ahora y aquí.

Nuestra vida debe estar centrada en vivir y proclamar la presencia y salvación de Dios en nuestro mundo

Nuestra realidad corporal y Comunitaria es expresión de la presencia de Dios, como lo es un templo.

Es en nosotros donde se realiza la Salvación de Dios y así es como nos expandimos como Luz de Cristo.

El Espíritu de Dios nos vivifica para que nosotros seamos capaces, como Jesús, de sanar nuestro mundo.

Por esto es vital que vivamos a Cristo como centro y base de nuestra vida, pues solo Él es la Salvación.

Nuestra forma de tratar a Dios debe vivir libre de todo interés egoísta, pues el Salvador-Liberador es Dios

La misión de Jesús, el Mesías, es purificar de todo egoísmo la Casa de Dios: nuestra vida y Comunidad.

Los intereses individuales anulan la obra de Dios, en la persona y la sociedad, cerrándolas a la redención.

El Cuerpo de Cristo resucitado es la Comunidad cristiana: nada podrá destruirla, aunque sea rechazada.

La persona vivirá la Comunión con Dios y los hermanos, alimentándola y celebrándola en Comunidad.

Pidamos a María saber ser, cada día mejor, Cuerpo de Cristo que vive luminosamente su Fe hoy y aquí.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXII

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN

Los cristianos somos testigos de la Resurrección de Jesús y, por la Comunión con Él y entre nosotros, somos su Cuerpo: Comunidad de vida y servicio.

Ez. 40, 1b.3a; 47, 1-2.8-9.12:
La mano del Señor... me llevó a Jerusalén. Y vi a un hombre, que, por su aspecto, parecía de bronce. Él me hizo volver a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa... El agua descendía... del costado derecho de la Casa, al sur del altar... Entonces me dijo: «Estas aguas fluyen hacia el sector oriental... y van a desembocar en el mar... para que sus aguas sean saneadas. Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes... y habrá peces en abundancia... Al borde del torrente, sobre las dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos... porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento, y sus hojas de remedio.»

Sal. 452-3.5-6.8-9: Vengan a contemplar las obras del Señor.

1Cor. 3, 9c-11.16-17:
Ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios. Según la gracia que Dios me ha dado, yo puse los cimientos, como lo hace un buen arquitecto, y otro edifica encima. El fundamento ya está puesto y nadie puede poner otro, porque... es Jesucristo. ¿No saben que Uds. son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en Uds.?... el templo de Dios es sagrado y Uds. son ese templo.

Jn. 2, 13-22: Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió al templo y encontró en el Templo a los vendedores... y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo... y los echó del Templo, junto con sus ovejas y bueyes; derribó la mesa [de los cambistas] y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio.» Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu Casa me consumirá.” Entonces los judíos preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?» Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar.» Los judíos le dijeron: «Costó cuarenta y seis años levantar este Templo y ¿tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él se refería el templo de su cuerpo. Por eso cuando Jesús resucitó, los discípulos recordaron que Él había dicho esto y creyeron...








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