diciembre 06, 2014

Fiesta de la Inmaculada Concepción

Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este lunes 8 de diciembre, fiesta de María Inmaculada:

Fiesta de la Inmaculada Concepción de María


Padres y educadores saben que sus hijos y educandos tienen predisposiciones para un modo de vida y para determinada actividad o profesión. Deberán descubrir y ayudar a madurar estas dotes naturales y tenerlas siempre en cuenta para que cada uno sea formado en la línea de su vocación.

Por su lado, el adolescente deberá aprender a vivir atento a lo que el Señor, a través de otras personas, le pide para su maduración; cada día ser más fiel a su vocación y dócil a lo que se le indica.

Todos estamos llamados a ser grandes; por eso Dios nos hizo libres. La decisión original de la humanidad fue no fiarse de Dios y la consecuencia, desde entonces, es la guerra interior, la insolidaridad y la cobardía, constantemente reflejadas en las relaciones que se viven en la sociedad.

María tuvo su llamada de Dios –vocación–, como la tenemos todos. Ésta se dio en lo más profundo de su ser pidiendo una responsable y diaria respuesta personal.

La vocación es un continuo diálogo con Dios y en él no hay substitutos, Dios llama y nosotros, con nuestras actitudes, respondemos. Este diálogo vocacional, nos dice Pablo, nos lleva a ser hijos irreprensibles en Cristo, aunque no nos libra de límites y errores. Dios nos conoce y nos sabe frágiles. Tendremos éxito, si, humildemente, reconocemos nuestros límites y nos convertirnos cada día.

Dios, si se lo aceptan, hace su Voluntad y todo está destinado al mayor bien de cada persona en su realidad concreta: pobre y frágil, pero siempre amada y renovada en Cristo Jesús.

La vocación humana depende de nuestra respuesta a lo que Dios nos ofrece, su Vida es única.

El tercer capítulo del Génesis describe el problema de siempre: no reconocer la propia responsabilidad y culpar a otros. Es decir, guerra y mentira y, con ello, incapacidad de superar del pecado. Ésta es la enorme tara que nos carcome, mostrando lo destructivo que el pecado resulta ser siempre.

María, la pura, es nuestro modelo: siempre atenta y libre, ¡lista para aprender, dar y servir!
En ella lo más importante y rico fue su vida y actitud interior: su serena y dócil apertura a Dios

Dios nos pensó, desde antes de la creación del mundo, para ser como Él en su Hijo Jesucristo

Debemos buscar que Dios vuelva a ser el centro único de nuestra vida, así, ésta se convierte en un nuevo canto de alabanza por las maravillas de la misericordia redentora de Dios en todos.

Sólo si vivimos en la sencilla libertad de María, será posible vivir esta experiencia de redención continua y glorificar el nombre de Dios. María, la Inmaculada, desde el inicio de su existencia, se centró en Dios, siempre humildemente disponible a lo que el Señor de la Vida le pedía.

Dios, buscando la grandeza humana, dialoga con cada persona para que sea ella quien le acepte

María se sabe limitada, indigna de las maravillas de Dios, pero acepta que el Señor tenga todos los derechos de libre disposición sobre ella: se pone en sus manos. Lo conoce bien y tiene experiencia de su respeto por todos; sabe bien que Dios potencia al infinito todo lo bueno, aún limitado.

María jamás tuvo en su vida otro centro que no fuera Dios; no tuvo otro criterio fuera de la gloria de Dios y del bien de los que vivían a su lado, como Dios se lo enseñaba cada día en su Palabra. Vivía la pureza del amor de Dios y respetaba, desarrollándolos, los bienes que de Él se derivan.

María es la Inmaculada por la aceptación plena de la Voluntad de Dios de ella. Dios la preparó para sí y encontró en ella la perfecta respuesta de fidelidad, disponibilidad y entrega total.

Pidámosle nos enseñe y ayude a vivir en conversión continua para ser fieles a nuestra vocación.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA

María, la virgen servidora, al aceptar y vivir la propuesta de Dios, vence el poder del pecado y nos abre a toda bendición y Vida nueva de Dios

Gn. 39-15.20:
...Dios llamó al hombre...: «¿Dónde estás?...» «Oí tus pasos... y tuve miedo... porque estaba desnudo...» «¿Quién te dijo que estabas desnudo?... ¿Acaso has comido del árbol que te prohibí?»... «La mujer que pusiste a mi lado me dio del fruto y comí...» El Señor dijo a la mujer...: «¿Cómo hiciste tal cosa?»... «La serpiente me sedujo...» El Señor Dios dijo a la serpiente: «Pondré enemistad entre ti y la mujer. Entre tu descendencia y la suya. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón»...

Sal. 971-4: Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas.

Ef. 13-6.11-12:
Bendito sea Dios... que nos ha bendecido en Cristo... y nos ha elegido..., antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprensibles en su presencia por el amor... nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo... constituidos herederos... para alabanza de su gloria.

Lc. 126-38: El ángel Gabriel fue enviado por Dios... a una virgen... y la saludó diciendo: «¡Alégrate, llena de gracia el Señor está contigo!... No temas, María,... Concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús...» María dijo...: «¿Cómo puede... si yo no tengo relación con ningún hombre?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti... Por eso el niño será santo y será llamado Hijo de Dios...» María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra.»









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