marzo 14, 2009

El Templo

El querido padre José María nos envía su sugerencia homilética:

Las palabras del Señor son vida eterna para todo el que la escucha y hace acopio de ella para vivirla y construir su historia desde su riqueza.

A no pocos les molestan las normas y discuten la autoridad del que manda (pero ellos desean ser bien obedecidos y que no les discutan los que piden a los demás). ¡Qué débiles que somos a la hora de ser libres para dar la vida y aceptar las renuncias que este estilo de vida cristiano nos pide!

Los mandamientos no son peligrosos; no nos llaman a la sumisión, sino al libre y generos don de la propia vida en bien de los demás, sobre todo si son marginados o condenados como casi desheco social. Para lograrlo, es indispensable construir desde la renuncia a uno mismo, sus gustos y preferencias, si es necesario, es decir, desde la libertad, cada día más profunda y enaltecedora, para estar, como Jesús, disposición de todos.

El mayor absurdo de una vida es perderla en uno mismo y la obra más maravillosa es entregar la propia existencia para que otros gocen de la posibilidad de madurar y crecer hasta lo más alto que sean capaces. Jesús rompe con todo lo que ata a los hombres sea profano o, supuestamente, sagrado. No hay nada sagrado sino Dios y, en Dios, el hombre, mujer o varón, que ha sido creado para ser como Dios.

El Padre nos enseñe a caminar en su presencia, desde su Amor y con la libertad de darnos para que los que nos que nos rodean conozcan la alegría de una vida en cresciente plenitud de libertar para gozar la entrega que llena de vida a los que le rodean.

Lo que tú entregas nadie te lo podrá quitar y el don de la vida trae consigo la plenitud de la vida: la resurrección. Jesús es el testigo-testimonio privilegiado y universal.

Dios les bendiga a todos.
Unidos en oración con María:
P. José Mª Doménech SDB


III Domingo de Cuaresma


¿Actitud escandalosa la de Jesús o despertador de la conciencia de lo que se debe o no, en justicia, ante la Voluntad de Dios y el verdadero culto? Así lo leen los discípulos, algo intuyen los judíos, pero éstos, en lugar de preguntarse por lo que significa lo hecho por Jesús y por el mensaje que trae consigo, cuestionan, desde sus seguridades, la autoridad del que lo da. ¿No nos pasa algo parecido al descubrir que nos están corrigiendo en lo que estábamos muy acostumbrados, tal vez con más de un ventaja?

Dios nos pide obediencia, no manipulación, si queremos vida y maduración continua de la propia vida. Él tiene palabras de vida eterna, pero no al servicio de nuestras arbitrariedades y supuestas conveniencias, sean cuales sean éstas: culturales, sociológicas, económicas, administrativas, ideológicas, políticas, religiosas, familiares, personales...

La libertad de Dios es suprema y solo tiene un fin: la grandeza del hombre, mujer o varón, en libertad y la plenitud eterna de su vida, pues para eso le creo. Nada que someta y degrade al hombre es considerado bueno por Dios, no lo aceptará como positivo y hablará claro contra ello. Así se lo manda hacer a su Iglesia y ¡ay de ella si no lo hace!

Nada ha sido pensado por Dios para el dominio. No lo necesita. Él es, por naturaleza, El Señor. Dios solo piensa en el mayor bien del objeto de su amor: el hombre, todo hombre, sin discriminación ninguna, absolutamente ninguna. La discriminación es signo de debilidad y pobreza ¡y no va con Dios!, aunque sí con la persona humana, su imagen en formación.

Los mandamientos son el signo del amor preventivo de Dios: no desea que nos equivoquemos

Las leyes que nacen del Amor buscan el bien y la vida de todos. Tal vez no todos las entiendan ni acepten, pues tienen sus propias visiones o sus intereses, pero, objetivamente, son buenas porque buscan el bien de todos. Es el caso de los mandamientos de la ley de Dios.

Vivirlos con sinceridad, sin cálculos de qué es pecado y qué no lo es, nos trae la paz y la libertad para dar vida a los que nos rodean. Nos hace grandes como Dios.

El poder de Dios está en su Amor salvador, no en prodigios que encandilen a los hombres

Dios quiere es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

Jesús no vino ni a dar gusto ni a sancionar como verdadera ninguna religión, sino a mostrar hasta dónde llega el Amor de su Padre y el poder salvífico de su Misericordia a favor de los que la necesitan. Las maravillas de Dios se dan para construir el bien de sus criaturas.

La Palabra del Señor invita a la obediencia para que tengamos vida, felicidad y paz eternas

La verdadera obediencia es libre, no sumisión a una norma, sino aceptación amorosa de una persona a la que le reconocemos la voluntad de buscar nuestro bien, para lo que nos señala caminos de vida y libertad creciente, pidiéndonos aceptar incluso las renuncias que son indispensables para que el bien se haga, en cada uno de nosotros, historia personal y bien social.

La paz y la felicidad capaces de llenar a las personas solo se dan como fruto del bien.

María nos enseñe a vivir en el Señor, acogedores de su Amor y obedientes a su Voluntad.

P. José María Doménech Corominas, sdb


CICLO B – CUARESMA – DOMINGO III


Ex. 20, 1-17:"...«Yo soy el Señor, tu Dios, el que te saqué de la tierra de Egipto... No tendrás otros dioses fuera de Mí..., no uses el nombre de Dios en vano... Celebra el reposo sagrado... Honra a tu padre y a tu madre... No mates. No cometas adulterio. No robes. No declares falsamente... No codicies...»"

Salmo 18: "Señor, Tú tienes palabras de vida eterna."

1Cor. 1, 22-25:
"Los judíos quieren signos prodigiosos y los griegos sabiduría, pero nosotros predicamos un Mesías crucificado, escándalo para los judíos y para los demás absurdo... poder y sabiduría de Dios... sabiduría superior a la de los hombres... poder superior al de los hombres."

Jn. 2, 13-21: "...Jesús subió a Jerusalén y encontró a los vendedores... hizo un látigo de cuerdas y los sacó a todos... y dijo...: «Saquen esto de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre»... Los judíos le preguntaron: «¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para hacer esto?». Jesús les contestó: «Destruyan este santuario y yo lo reconstruiré en tres días»... Pero Él se refería al santuario de su cuerpo..."



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