Tenemos el mensaje y sugerencia homilética que el querido Padre José María se preocupó de enviarnos en vísperas de su partida a la Argentina.
Desde anteayer, el Padre se encuentra en Buenos Aires, desde donde, en unos días, partirá a su misión en la ciudad de Caleta Olivia, al sur del país.
Desde aquí, les invitamos a encomendar esta nueva etapa pastoral del padre a nuestra Auxiliadora, para que rinda muchos frutos y, principalmente, inspire a varios jovencitos a seguir las huellas de Don Bosco, tal como lo hace el padre José María.
La celebración de Cristo Rey es una fiesta reciente, pero importante. No tiene nada que ver con ninguna reivindicación de poder o de dominio, pues Dios no la necesita, ni a la Iglesia le sirve para su Misión Evangelizadora, aunque no todos piensen exactamente lo mismo.
Jesús lo dijo muy claro: "No pueden servir a Dios y al dinero; no se puede servir a dos Señores..." y para la mayoría de les seres humanos, el poder no es, como nos lo presenta Jesús, servicio, sino dominio y soberanía. Supone sujetar a los que no se dejen sujetar... y, si es necesario usar medios no favorables al respeto de la dignidad y la vida, pues se usarán, pues este tipo de poderosos son tan limitados y poco señores que no dominan, en realidad, nada, ni a sí mismos ni a lo que tienen, pues sus posesiones los poseen a ellos y por ellas son capaces de arriesgar su vida o la de otros...
No. El Reino de Jesús absolutamente no tiene nada que ver con esta perversión del poder y del dominio. Su dominio está basado en la Verdad, en la Vida y en su garantía y fuente: el Amor que genera vida desde la Verdad.
Él es Rey porque nos da su vida, que es eterna y salvadora de toda muerte y destrucción. Solo nos pide confianza, como Él la vivió, como hombre que fue, respecto de su Padre, en disponibilidad absoluta a su Voluntad que es de Verdad, Vida y Salvación.
La fiesta de Cristo Rey nos invita a ponernos a Dios posición de lo que el Señor nos pida en favor de la vida de los que nos rodean, primero de le familia y después de los que nos están próximos.
El Señor les bendiga y que el año litúrgico que viene, que comenzará el 29 de noviembre con el primer domingo de Adviento, nos encuentre más atentos y disponibles al Señor de la Vida en el Amor y la Verdad para la Paz.
Oremos unos por otros estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
Ser como Dios, ¿qué mayor majestad, soberanía y grandeza definitiva puede ansiarse?
Pero, ¿quién es como Dios? El humilde; el servicial; el que ama incondicionalmente; el que adora a Dios de tal modo, que su Palabra y Voluntad se convierten en Ley de vida y criterio de conversión. Su aceptación de la Verdad, de la Vida y del Bien de toda persona lo liberan.
Al Hijo del Hombre se le concede la soberanía, después que ha sido presentado ante el “anciano venerable”, imagen del Dios Soberano y Todopoderoso. Él no la conquista, “se le da”.
La persona que desprecia o niega -teórica o prácticamente- a Dios, nunca podrá ser como Él y, si pretende ser algo parecido, lo que logrará es acabar en la soberbia prepotente, atrapado en el deseo de vivir como grande, soberano y con mucho poder, es decir, con ‘dominio’ sobre otros y sobre otras realidades a las que deseará someter, de ordinario, anulándolas, si no destruyéndolas. Acaban siendo los señores de nada que propagan la muerte casi a todo nivel.
La realeza de Jesucristo, realidad pensada por el Padre, desde toda la eternidad, para toda persona humana, es la realeza del Don de la Vida que libera y engrandece a quienes le rodean; realeza respetuosa de la Verdad de lo que es cada persona y son las realidades en medio de las que nos encontramos. Libre de todo interés partidario y buscando el desarrollo de todos.
El Rey, soberano servidor de la Vida, es testigo de la Verdad ante sí y ante todos, por eso es constructor de Paz en todas partes. Pero, para eso, necesita la humildad que le lleve a respetar y superar toda adversidad con la grandeza interior del respeto hacia toda persona.
La verdadera realeza no entra en contienda con nadie, porque es como Dios
El ‘Hijo del Hombre’ es figura del ser humano en su plenitud de desarrollo por la acción del Espíritu Santo, a quien secunda con responsable y creativa docilidad. Esta realidad se da hasta su perfecta dimensión en Cristo Jesús, pero a ella todos estamos llamados.
Ser rey es vivir como Dios, el Soberano de todos los reyes de la tierra. No se trata de dominio, sino de impulsar el desarrollo que lleve a la persona a superarse y ser cada día más.
El verdadero rey es dador y propulsor de la vida ante todos y en toda circunstancia
Dar vida es una riqueza universal: tarea y responsabilidad de toda persona y autoridad. Nacimos para ser señores, es decir, tan libres y dueños de nosotros mismos que seamos capaces de dar la propia vida para el bien de los que nos rodean, desde la Verdad más objetiva.
Dios está de nuestra parte: nos ha dado vida y presencia constante del Hijo y nos llena de su Espíritu de Sabiduría, Entendimiento, Ciencia, Consejo, Fortaleza, Piedad y Temor cariñoso de hijos para el éxito de todas nuestras responsabilidades al servicio del bien de los demás.
El verdadero rey es alguien que vive en la Verdad y va más allá de los intereses particulares
Jesús, el Rey del Universo, es testigo-siervo de la Verdad de Dios y de todo ser humano.
La acción política, partidaria o ciudadana, es realmente buena si camina por esta senda.
Pidamos a María Reina, nos auxilie en nuestras responsabilidades políticas de cristianos.
Dn. 7, 13-14: "Mientras miraba, vi venir como un Hijo de Hombre, se acercó al anciano venerable, lo presentaron ante Él y le fue dada la soberanía, la gloria y la realeza y todos los pueblos, tribus y lenguas le rindieron homenaje. Su soberanía es eterna… Su realeza no caducará".
Salmo 92: "El Señor es rey y va vestido de majestad"
Ap. 1, 5-8: "Jesucristo, el testigo fiel, el primer resucitado de entre los muertos, el soberano de los reyes de la tierra. Él nos ama y nos ha liberado de nuestros pecados… para hacer de nosotros una casa real, sacerdotes dedicados a Dios, su Padre… Yo soy el alfa y omega, dice el Señor; el que es, el que era y el que ha de venir: Dios del Universo".
Jn. 18, 33b-37: "Pilatos dijo a Jesús: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Jesús contestó: «¿Lo preguntas por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?... Mi realeza no es de este mundo… Tienes razón, soy rey. Mi misión es ser testigo de la Verdad, para eso he nacido y he venido a este mundo: todos los que son de la Verdad, escuchan mi voz»."
Desde anteayer, el Padre se encuentra en Buenos Aires, desde donde, en unos días, partirá a su misión en la ciudad de Caleta Olivia, al sur del país.
Desde aquí, les invitamos a encomendar esta nueva etapa pastoral del padre a nuestra Auxiliadora, para que rinda muchos frutos y, principalmente, inspire a varios jovencitos a seguir las huellas de Don Bosco, tal como lo hace el padre José María.
La celebración de Cristo Rey es una fiesta reciente, pero importante. No tiene nada que ver con ninguna reivindicación de poder o de dominio, pues Dios no la necesita, ni a la Iglesia le sirve para su Misión Evangelizadora, aunque no todos piensen exactamente lo mismo.
Jesús lo dijo muy claro: "No pueden servir a Dios y al dinero; no se puede servir a dos Señores..." y para la mayoría de les seres humanos, el poder no es, como nos lo presenta Jesús, servicio, sino dominio y soberanía. Supone sujetar a los que no se dejen sujetar... y, si es necesario usar medios no favorables al respeto de la dignidad y la vida, pues se usarán, pues este tipo de poderosos son tan limitados y poco señores que no dominan, en realidad, nada, ni a sí mismos ni a lo que tienen, pues sus posesiones los poseen a ellos y por ellas son capaces de arriesgar su vida o la de otros...
No. El Reino de Jesús absolutamente no tiene nada que ver con esta perversión del poder y del dominio. Su dominio está basado en la Verdad, en la Vida y en su garantía y fuente: el Amor que genera vida desde la Verdad.
Él es Rey porque nos da su vida, que es eterna y salvadora de toda muerte y destrucción. Solo nos pide confianza, como Él la vivió, como hombre que fue, respecto de su Padre, en disponibilidad absoluta a su Voluntad que es de Verdad, Vida y Salvación.
La fiesta de Cristo Rey nos invita a ponernos a Dios posición de lo que el Señor nos pida en favor de la vida de los que nos rodean, primero de le familia y después de los que nos están próximos.
El Señor les bendiga y que el año litúrgico que viene, que comenzará el 29 de noviembre con el primer domingo de Adviento, nos encuentre más atentos y disponibles al Señor de la Vida en el Amor y la Verdad para la Paz.
Oremos unos por otros estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
"El Señor es Rey"
Ser como Dios, ¿qué mayor majestad, soberanía y grandeza definitiva puede ansiarse?
Pero, ¿quién es como Dios? El humilde; el servicial; el que ama incondicionalmente; el que adora a Dios de tal modo, que su Palabra y Voluntad se convierten en Ley de vida y criterio de conversión. Su aceptación de la Verdad, de la Vida y del Bien de toda persona lo liberan.
Al Hijo del Hombre se le concede la soberanía, después que ha sido presentado ante el “anciano venerable”, imagen del Dios Soberano y Todopoderoso. Él no la conquista, “se le da”.
La persona que desprecia o niega -teórica o prácticamente- a Dios, nunca podrá ser como Él y, si pretende ser algo parecido, lo que logrará es acabar en la soberbia prepotente, atrapado en el deseo de vivir como grande, soberano y con mucho poder, es decir, con ‘dominio’ sobre otros y sobre otras realidades a las que deseará someter, de ordinario, anulándolas, si no destruyéndolas. Acaban siendo los señores de nada que propagan la muerte casi a todo nivel.
La realeza de Jesucristo, realidad pensada por el Padre, desde toda la eternidad, para toda persona humana, es la realeza del Don de la Vida que libera y engrandece a quienes le rodean; realeza respetuosa de la Verdad de lo que es cada persona y son las realidades en medio de las que nos encontramos. Libre de todo interés partidario y buscando el desarrollo de todos.
El Rey, soberano servidor de la Vida, es testigo de la Verdad ante sí y ante todos, por eso es constructor de Paz en todas partes. Pero, para eso, necesita la humildad que le lleve a respetar y superar toda adversidad con la grandeza interior del respeto hacia toda persona.
La verdadera realeza no entra en contienda con nadie, porque es como Dios
El ‘Hijo del Hombre’ es figura del ser humano en su plenitud de desarrollo por la acción del Espíritu Santo, a quien secunda con responsable y creativa docilidad. Esta realidad se da hasta su perfecta dimensión en Cristo Jesús, pero a ella todos estamos llamados.
Ser rey es vivir como Dios, el Soberano de todos los reyes de la tierra. No se trata de dominio, sino de impulsar el desarrollo que lleve a la persona a superarse y ser cada día más.
El verdadero rey es dador y propulsor de la vida ante todos y en toda circunstancia
Dar vida es una riqueza universal: tarea y responsabilidad de toda persona y autoridad. Nacimos para ser señores, es decir, tan libres y dueños de nosotros mismos que seamos capaces de dar la propia vida para el bien de los que nos rodean, desde la Verdad más objetiva.
Dios está de nuestra parte: nos ha dado vida y presencia constante del Hijo y nos llena de su Espíritu de Sabiduría, Entendimiento, Ciencia, Consejo, Fortaleza, Piedad y Temor cariñoso de hijos para el éxito de todas nuestras responsabilidades al servicio del bien de los demás.
El verdadero rey es alguien que vive en la Verdad y va más allá de los intereses particulares
Jesús, el Rey del Universo, es testigo-siervo de la Verdad de Dios y de todo ser humano.
La acción política, partidaria o ciudadana, es realmente buena si camina por esta senda.
Pidamos a María Reina, nos auxilie en nuestras responsabilidades políticas de cristianos.
P. José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXIV
SOLEMNIDAD DE CRISTO REY DEL UNIVERSO
SOLEMNIDAD DE CRISTO REY DEL UNIVERSO
Dn. 7, 13-14: "Mientras miraba, vi venir como un Hijo de Hombre, se acercó al anciano venerable, lo presentaron ante Él y le fue dada la soberanía, la gloria y la realeza y todos los pueblos, tribus y lenguas le rindieron homenaje. Su soberanía es eterna… Su realeza no caducará".
Salmo 92: "El Señor es rey y va vestido de majestad"
Ap. 1, 5-8: "Jesucristo, el testigo fiel, el primer resucitado de entre los muertos, el soberano de los reyes de la tierra. Él nos ama y nos ha liberado de nuestros pecados… para hacer de nosotros una casa real, sacerdotes dedicados a Dios, su Padre… Yo soy el alfa y omega, dice el Señor; el que es, el que era y el que ha de venir: Dios del Universo".
Jn. 18, 33b-37: "Pilatos dijo a Jesús: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Jesús contestó: «¿Lo preguntas por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?... Mi realeza no es de este mundo… Tienes razón, soy rey. Mi misión es ser testigo de la Verdad, para eso he nacido y he venido a este mundo: todos los que son de la Verdad, escuchan mi voz»."
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