noviembre 28, 2009

"A Ti elevo mi alma, Señor mío" - I Domingo de Adviento

Este domingo 29 de noviembre empezamos un nuevo año litúrgico, el Adviento, y también la Novena de nuestra Madre Inmaculada.

Podemos encender la primera vela de nuestra Corona de Adviento, mientras elevamos la siguiente oración:

Encendemos, Señor, esta luz,
como quien enciende su lámpara para salir,
en la noche,
al encuentro del amigo que viene.
En esta primera semana de Adviento
nos levantamos para esperarte preparados
y recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven
y muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes
porque tú nos traes
la luz más clara,
la paz más inmensa
y la alegría más profunda.
¡Ven, Señor Jesús!


El padre José María nos envío temprano en la semana su mensaje y comentario a las lecturas del domingo, dado que tenía programadas varias actividades como parte de su nueva misión. Demos gracias a Dios por este envío y acompañemos al querido padre José con nuestra oración, al igual que a todos los hermanos de la próxima Inspectoría Salesiana de Ceferino Namuncurá, nuestro santito de la Patagonia. Que el amor que tuvo Ceferino por sus compatriotas no deje nunca de inspirar el trabajo pastoral de los salesianos al sur de nuestro continente.



Comezamos un año nuevo con una invitación a tomar en serio la vida...
¡Una vez más!

Tal vez nosotros nos cansemos de insistir y muchas veces estamos tentados de dejar a alguien como un ser en el que es inútil invertir vida... Mirado desde los ojos de Dios, Su Padre, ¡¡¡no hay nada más equivocado!!! Dios nunca se cansa de insistirnos, de invitarnos, de acompañarnos, de estimularnos con su Providencia, porque Él ama de verdad y sin descanso a su hija e hijo. Nos cansaremos antes nosotros de maltratarlo a Él, que Él de acompañarnos y amarnos a nosotros.

También es verdad que, cuando se cumpla el tiempo de las decisiones y concluyan las oportunidades de definirnos, lo que hayamos decidido nosotros será definitivo en forma absoluta, pues Dios no juega con nuestra libertad: somos libres y lo que decidimos será nuestro futuro eterno.

Es por eso que Dios a nadie deja jamás solo: contamos y contaremos con todos los apoyos que el Amor de Dios nos brinda a todos, absolutamente a todas las personas humanas sin ninguna excepción para que no nos equivoquemos, sobre todo en el momento final de cada vida, en el que solo Dios está con su hijo, que debe definirse si le acepta o no como Padre.

Por eso en el Evangelio se nos invita a mantenernos depié, seguros de Su Amor, ampliamente demostrado por Él y aceptado por nosotros; sí, seguros en la presencia de Dios con la certeza de la dignidad de ser sus hijos, a los que el amor entrañable, aunque sea inicial, los mantiene depié, seguros y entusiasmados ante un Dios como Éste: Comunión Trinitaria: todo Él volcado en un Amor irrestricto a cada uno de sus hijos, a los que les ha dado y da todo, Todo, TODO.

Su autoridad es indiscutible porque su servicio a la Vida en la Verdad del Amor nos salvó de toda esclavitud, hasta matar la muerte, que solo, desde su Entrega, tendrá poder en los que se le sometan al rechazar conscientemente el Amor Salvífico de Dios.

No se trata de ser de una u otra religión sino de vivir en el Amor del Señor, de creer en Él, de desembarazarse de todo lo que nos puediera separar de Él en cualquier tiempo y situación... Porque solo el Señor es nuestro bien y solo Él merece nuestra vida. Lo demás son engaños; tristes y muy lamentables engaños.

Dios nos bendiga para que comencemos muy bien este año preparando su constante llegada a nosotros en todo hermano y circunstancia.

¡Oremos intensamente para que Dios nos abra ojos y manos para verle y servirle siempre!

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB


"A Ti elevo mi alma, Señor mío"
- I Domingo de Adviento -

Comenzamos un nuevo año litúrgico. Una vez más, el Señor nos ofrece caminar con Él en la Voluntad del Padre siendo, en este mundo, lo que Él nos pide: hijos, testigos de su Amor a la Vida en la Verdad para lograr que la humanidad vaya caminando en la Paz para poder construir, todos aquí, la familia humana en el Amor de Dios, Comunión Trinitaria.

La lozanía y frescor de la vida, que se llama, de ordinario, ‘juventud’ no depende tanto de los años, cuanto de la apertura a lo que la Voluntad de Dios, en cada momento de la vida, nos va sugiriendo a través de multitud de mediaciones, unas gratas y otras no tanto.

Solo será joven quien ama como Dios; quien vive abierto a todo lo bueno del presente, favoreciéndolo, construyéndolo y estimulando que se haga fecundo y pueda ser alimento de los que desean vivir en la verdad para el bien; quien acepte vivir la santidad de Dios en su creciente servicio fraterno para ofrecer al hermano la Verdad de la Salvación.

Jesucristo es Maestro y Salvador: Él nos enseña a vivir como hijos del Padre, el Bueno, es decir, Santos; Él nos purifica constantemente con el don permanente de su vida; Él es nuestro único bien porque es imagen perfecta del Padre en el Espíritu; Él es el Señor, a Él seguimos y a Él miramos y del Él nos alimentamos para no dejarnos atontar por los engaños que se nos van ofreciendo, por oleadas, en esta etapa en la que definimos la vida.

Ideales positivos vividos con coherencia dan sentido al presente y proyectan un futuro valioso

Es verdad, no todos los ideales son saludables, pero caminar sin ellos es consumirse sin razón de ser. Los mejores ideales son los que, al vivirlos, nos liberan y nos llevan a trascender.

El pueblo de Israel reconoce la fidelidad de su Dios: Él les guía, sin fallarles jamás, a pesar de lo mal que le tratan. Pueden fiarse de Él, confiarle su vida y futuro y vivir en Paz. Pero…

Nuestras infidelidades conducen por caminos de tristeza y depresión; sinsentido y desconcierto; destrucción y muerte. Dios siempre nos asiste con su Providencia paciente, serena, animadora. Serle fiel significa, no ‘cumplir’, sino vivir su Voluntad de dar vida para el bien de todos.

El amor vivo y estimulador del presente nos garantiza la vida de nuestro futuro

Pablo nos llama a crecer en el amor a todos, en el servicio a la Paz para el bien mutuo y en la integridad y vitalidad de la Fe en el Señor que llega como Señor de la Vida en el Amor.

La Fe cristiana es garantía dinámica de futuro feliz, pero en el Señor, no en otros criterios.

El peligro de perder el horizonte, y destruir el futuro, siempre está al acecho.

Jesús nos advierte de peligros muy concretos. No debemos descuidarnos: sería nuestra ruina. Él viene a liberarnos de toda atadura y muerte. Tiene el poder, pero debemos serle fieles.

Pidamos a María nos ayude a mantenernos fieles y dóciles a la Providencia del Señor.

Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO I


Jr. 33, 14-16:
"…haré nacer para David un germen bueno que se comportará en el país con justicia y bondad. Aquellos días será salvado el país de Judá… Y le llamarán: “El-Señor-es-nuestro-bien”."

Salmo 24: "A Ti elevo mi alma, Señor mío"

1Ts. 3, 12-4, 2:
"El Señor haga crecer, hasta derramarse, el amor, que se tienen unos a otros y a todos, tal como nosotros se lo tenemos a ustedes. Que reafirme sus corazones para que sean santos y limpios de toda culpa delante de Dios… les pido que avancen cada día más…"

Lc. 21, 25-28.34-36: "…verán al Hijo del Hombre… con gran poder y majestad… levanten la cabeza porque muy pronto serán liberados. Estén atentos sobre ustedes mismos: que el exceso en el comer, beber o en las preocupaciones de la vida no les aturdan el corazón de tal modo que se convierta en una trampa, cuando de improviso llegue ese día, porque así vendrá… Estén alertas orando en toda ocasión… Así podrán presentarse seguros ante el Hijo del Hombre".


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