Hoy, 24 de diciembre, recibiremos al niño Dios en nuestras casas y nuestros corazones.
Desde aquí, nuestro deseo porque todos tengamos una hermosa Navidad, llena de amor a nuestros familiares y amigos sí, pero también por aquellos que más lo necesitan.
Porque todo lo que hacemos, hasta al más pequeño, lo hacemos a Él.
A continuación, el mensaje que el querido Padre José María nos ha preparado para esta fecha tan especial, y sus dos sugerencias homiléticas, tanto para la misa de Nochebuena como para mañana 25, la misa de Navidad.
¡Feliz Navidad a todos nosotros!
Ya estamos a las puertas de la Navidad. El Señor nos conceda a todos vivir en creciente profundidad estos días de espacial Gracia de Dios. Esta bien que la naturaleza humana haya dado a estas fiestas unas características que nadie había pensado en sus inicios, pero no lo vamos a cambiar con palabras, sino con vida y, sin duda, nosotros no lo veremos cambiado en nuestro ambiente si no lo cambiamos en nuestro corazón y no nos llenamos de Jesús, si no le dejamos entrar en nuestra vida. Es verdad no hay navidad sin Jesús, pero no hablamos del Jesús religioso, sino del real, del humano, del que camina en nuestras calles en los niños, jóvenes, y persona adultas o ancianas que se nos acercas de algún modo. Él en cada persona nos invita a bien-tratarlo, a sonreírle (¡cuán difícil en una gran ciudad y en ciertos ambiente donde esta actitud puede ser mal interpretada), a saludarle, aun del modo más simple, a bendecirle, aunque sea en silencio, esa bendición se traducirá, de algún modo en el rostro...
Dios llega a nosotros ¿qué haremos con Él? Un día llegó en carne y hueso, como hoy, y sabemos lo que hicieron otros... hoy día nosotros somos los que estamos llemados a reaccionar... Dejémosle entrar en nuestra vida...
Los pastores fueron sencillamente, desde su fe y vieron al Señor, en ese pequeño cuerpo, en esa oscura cueva o establo, entre estos sencillos padres y pobres animales... ¿Podremos verle nosotros? ¿Tenemos suficiente Fe para eso, porque los ángeles también nos lo han anunciado en la Iglesia, en la Palabra, en la Tradición...
Que no se diga que vino a los suyos, a sus discípulos, llamados a ser testigos del Amor hecho carne y de la Paz hecha Resurrección-Comunidad-Sacramento y sonrisa, y éstos no le recibieron porque no se dieron cuenta, no porque son malos, no pudieron ni siquiera rechazarlo porque no se dieron cuenta de su presencia...
¡¡¡Feliz Navidad!!! Es decir, felices nosotros que logramos ver al Señor y acogerlo en nuestra vida; dejarnos integrar en su débil, sencilla, limitada, superimperfecta Comunidad (¡cómo no va a serlo si estamos nosotros!), pero llena de su Vida, de su Amor, de su Espíritu, Cuerpo del Hijo Amado del Padre que lo envió para que se encarnada y se quedara entre nosotros como carne mortal que ha llegado a la Inmortalidad Glorificada.
Este Padre que nos lo envía también a Él, humano, le concedió una familia y le pidiró que la respetara construyéndola con su aprendizaje, obediencia, servicio y testimonio de lo que iba aprendiendo a vivir... Jesús, una vez más nos enseña a vivir, a ser familia, a acoger a los hermanos, a perdonar, a vivir con los diferentes para que, entre todos nuestro mundo sea un lugar supervariado donde todo tipo de vida tiene derecho a existir para el bien de la vida de todos, también la suya.
Si vivimos así, ¡cómo no va a ser feliz y próspero el año que viene! Será imposible que no lo sea, pero es necesario que acojamos a Jesús.
Dios les bendiga con todo su cariño. Nunca los olvido y me encomiendo a su oración.
Unidos en oración con María, nuestra Auxiliadora:
P. José Mª Domènech SDB
En muchas circunstancias el Señor se ha dado y se da a conocer a lo largo de la historia para que reconozcamos su Voluntad de Amor, Grandeza y Vida de eterna felicidad.
A veces nos arredramos, pero Él nos pide serena valentía: su plan es nuestra salvación.
Si acogemos la Voluntad de Dios con corazón abierto, nuestras tinieblas, poco a poco, se aclararán. Dios no abandona jamás, pero es básico fiarse de Él, aunque cueste o duela.
La fiesta de Navidad es la fiesta del cariño de Dios y de la confianza del hombre. Después de todo se lo merece, pues ya nos lo dio todo. No estamos ante promesas todavía vacías, sin garantía, sino ante realidades concretas y eficientes, pero, en nuestra historia, son opción.
Dios se hace niño para que nuestro amor sea libre y sencillo. Nos pide que lo acojamos como niños porque, si no lo hacemos así, no entraremos en el Reino de los Cielos, ni viviremos en su Paz, ni nos dejaremos animar por su Espíritu y su alegría y paz no será la nuestra.
Hoy nos ha nacido el Salvador y nos ofrece su Vida, Vida Nueva para nosotros: de Dios.
¿Qué haremos con la oportunidad de Vida Nueva que nos ofrece? Él es nuestra Luz, nuestra Paz, nuestro Consejero... ¡el Mesías!, ¡el Señor! Se nos pide una respuesta. El ángel se lo planteó a los pastores al anunciarles el nacimiento del niño-Salvador. ¡Nos sorprende! ¡¿Cómo podría ser el Salvador un pobre bebe envuelto en pañales en una cueva para animales?!
Nos toca decidir. Los pastores escucharon, creyeron, fueron, vieron, proclamaron y glorificaron a Dios. ¿Y nosotros? ¿Qué actitud vamos a asumir? No decidirnos es declarar que es mucho riesgo y que no vale la pena arriesgar tanto simplemente por este niño-Señor.
El Niño de la Ciudad de David ¡hace nuevas todas las cosas!
Novedad sustancial: el Amor de Dios, eterna juventud, da Vida Nueva a todo: abre horizontes de Verdadera Justicia y Paz interior, más allá de todos los tratados. Pide a todos asumir la vida con tal plenitud y libertad que sean capaces de entregarla por el bien de los que les rodean, aun cuando dar la vida traiga consigo, como de hecho sucede, trabajo y dolor.
La navidad, en la gran familia humana, hijos todos de Dios, es la fiesta del don del Amor en la alegría por la Paz y la Vida Nueva. A ella están llamados todos sin excepción, de cualquier sexo, tiempo, lugar, situación social y económica, realidad cultural...
Jesús entrega su vida sin restricciones y durante toda la historia para el bien de todos
En cada Eucaristía y Reconciliación, en cada sacramento, Cristo es don de vida eterna.
La navidad es una fiesta que beneficia a toda la humanidad, aunque, sin duda, los cristianos tenemos la gran responsabilidad de manifestar la profundidad de sus alcances.
La navidad nos pide aprender a vivir y ofrecer con más humildad la presencia de Dios en la historia. Él no quiere imponerse, pero tampoco se esconde ni desea quedar ignorado.
Conocerlo, valorarlo y amarlo es un derecho de toda persona. Por esto es un deber grave de todos los cristianos profundizar vitalmente estos misterios para saberlos presentar, desde el testimonio de la propia vida, personal y familiar, a los que nos rodean en todas partes.
María, Maestra de acogida sincera y compromiso responsablemente solidario, nos ayu-de a estar siempre disponibles al Señor para que todos puedan conocer la Salvación de Dios y, con nuestro testimonio de vida y su auxilio oportuno, la sepan acoger y vivir hoy y aquí.
Is. 9, 1-6: "El pueblo que avanzaba entre tinieblas ha visto una gran luz... les has llenado de una alegría inmensa... «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado... Consejero-prodigioso, Dios-héroe, Padre-por-siempre, Príncipe-de-la-paz.»"
Salmo 95: "¡Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor!"
Tt. 2, 11-14: "Se ha revelado el Amor de Dios que quiere salvar a todos los hombres y nos enseña... para que vivamos en este mundo una vida de sobriedad, justicia y piedad mientras esperamos... que se manifieste la gloria de Jesucristo... Él se entregó por nosotros..."
Lc. 2, 1-14: "«No tengan miedo. Les anuncio una noticia que traerá una gran alegría a todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor...» «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.»"
Son muchas las religiones en el mundo y todas se esfuerzan por encontrar a Dios. Son muchas, y constantes, las búsquedas que los hombres hacen para encontrar el camino de la felicidad, de la eterna juventud y de una paz estable en vida personal y social.
Muchos con buena voluntad, pero efímeros los resultados y decepcionante su duración.
Muchas veces pensamos que el dios resolutor de problemas y proporcionador de soluciones y seguridad es una falla. Y… no nos equivocamos: lo es, porque ¡nos lo hemos inventado!
¿Cuál es la verdad? ¿Dónde están los verdaderos caminos de la paz y felicidad?
Y se sigue ensayando... Nos hablan de la Globalización, de la “New Age”, de la ‘Fraternidad Universal’. Acusan de las desavenencias a las religiones monoteístas: su único Dios, sus doctrinas verdaderas y moral fija son un problema porque no se adaptan a las ‘nuevas realidades y necesidades’. Entre ellas, las mismas religiones están en conflicto: o se rechazan o se desprecian o se condenan. ¡Cómo nos cuesta dialogar desde la religión! ¿Serán todas iguales?
Dios, como nuestro Padre-Madre que es, pensó siempre en nosotros desde su Amor personal
La Fe cristiana bien vivida –dado que es Vida, más que religión, aunque se exprese en formas religiosas– no busca a Dios, sino que le acoge con sencilla y dócil humildad, como María, pues ha sido el Dios amoroso quien nos visitó y nos invitó a aceptarle en nuestra propia vida como a Padre Providente, Hijo Salvador y Espíritu Santificador, Comunión Trinitaria, a la que nos invita a unirnos con los derechos propios de sus hijos. Nos lo ha dicho de múltiples formas y desde el principio. ¿Quién le acoge y hace caso? ¡Ése es nuestro problema!
El cristiano es la voz del mensajero que anuncia a la humanidad la Buena Noticia: ¡Dios nos viene a salvar y que nos trae la Paz, la suya, la eterna! Sí, con mayúscula, la Paz de Dios, la que Él puso en el propio interior del hombre, la que Dios nos ofreció gozar desde que nos creó en el seno materno en cada concepción. ¡¡Es por eso que todos deseamos ser felices!!
Dios constantemente viene a nosotros para salvarnos de toda lo que nos quite vida y alegría.
La propuesta divina de Vida Nueva nos fue comunicada no por un mensajero, oráculo o sueño o por iluminadas intuiciones y convicciones vitales. Sino por el Hijo, el mismo Hijo Único de Dios. Sí, se hizo hombre y aprendió a vivir desde la naturaleza humana como hijo de Dios. Él compartió nuestra vida hasta su entrega total y definitiva por nuestra liberación.
Por eso Él es el Señor del Universo, el modelo acabado de persona humana, por Él recibimos siempre todos los beneficios de Gracia y Vida Eterna como parte vital de nuestra historia y cultura. Dios, Padre de todos sin excepción, nos llama a ser sus amigos y apóstoles.
Navidad: Dios se hizo de nuestra naturaleza invitándonos a ser sus íntimos amigos y apóstoles
Pablo fue claro: “para mí vivir es Cristo” (Flp. 1, 21): sólo en Cristo tiene sentido mi vida. Acogerle todos los días en mi vida y en toda persona que nos rodea es adelantar la eternidad, hacerla historia viva en el hoy de cada persona y cultura llenándola de la paz y alegría de Dios.
Jesús es Palabra viva de Dios, aprendemos de María a estar atentos a la Presencia de Dios en nosotros cada día. Ella nos pide hacer con todos hoy lo que Él nos diga. Le pedimos nos enseñe a vivir siempre así; de este modo todos los días será Navidad en nuestros ambientes.
Is. 52, 7-10: "¡Qué alegría sentir en las montañas los pasos del que anuncia la paz y nos trae la Buena Nueva, que nos anuncia la salvación... escucha qué exclamaciones de gozo: ven cara a cara cómo el Señor vuelve a Sión..."
Salmo 97: "De un extremo al otro de la tierra todos han visto al Salvación de nuestro Dios".
Hb. 1, 1-6: "En diversas ocasiones y de muchos modos, Dios antiguamente había hablado a nuestros padres por boca de los profetas, pero ahora, en estos días,... nos ha hablado a nosotros en la persona del Hijo... «Que se postren ante Él todos los ángeles de Dios»."
Jn. 1, 1-18: "Al principio ya existía quien es la Palabra... Existía quien es la Luz verdadera... estaba presente al mundo… pero el mundo no la reconoció... Quien es la Palabra se hizo hombre y puso su tienda entre nosotros y hemos contemplado su gloria... A Dios nadie jamás le ha visto, el Dios Hijo único, quien está en el seno del Padre, es quien nos lo ha revelado."
Desde aquí, nuestro deseo porque todos tengamos una hermosa Navidad, llena de amor a nuestros familiares y amigos sí, pero también por aquellos que más lo necesitan.
Porque todo lo que hacemos, hasta al más pequeño, lo hacemos a Él.
A continuación, el mensaje que el querido Padre José María nos ha preparado para esta fecha tan especial, y sus dos sugerencias homiléticas, tanto para la misa de Nochebuena como para mañana 25, la misa de Navidad.
¡Feliz Navidad a todos nosotros!
Ya estamos a las puertas de la Navidad. El Señor nos conceda a todos vivir en creciente profundidad estos días de espacial Gracia de Dios. Esta bien que la naturaleza humana haya dado a estas fiestas unas características que nadie había pensado en sus inicios, pero no lo vamos a cambiar con palabras, sino con vida y, sin duda, nosotros no lo veremos cambiado en nuestro ambiente si no lo cambiamos en nuestro corazón y no nos llenamos de Jesús, si no le dejamos entrar en nuestra vida. Es verdad no hay navidad sin Jesús, pero no hablamos del Jesús religioso, sino del real, del humano, del que camina en nuestras calles en los niños, jóvenes, y persona adultas o ancianas que se nos acercas de algún modo. Él en cada persona nos invita a bien-tratarlo, a sonreírle (¡cuán difícil en una gran ciudad y en ciertos ambiente donde esta actitud puede ser mal interpretada), a saludarle, aun del modo más simple, a bendecirle, aunque sea en silencio, esa bendición se traducirá, de algún modo en el rostro...
Dios llega a nosotros ¿qué haremos con Él? Un día llegó en carne y hueso, como hoy, y sabemos lo que hicieron otros... hoy día nosotros somos los que estamos llemados a reaccionar... Dejémosle entrar en nuestra vida...
Los pastores fueron sencillamente, desde su fe y vieron al Señor, en ese pequeño cuerpo, en esa oscura cueva o establo, entre estos sencillos padres y pobres animales... ¿Podremos verle nosotros? ¿Tenemos suficiente Fe para eso, porque los ángeles también nos lo han anunciado en la Iglesia, en la Palabra, en la Tradición...
Que no se diga que vino a los suyos, a sus discípulos, llamados a ser testigos del Amor hecho carne y de la Paz hecha Resurrección-Comunidad-Sacramento y sonrisa, y éstos no le recibieron porque no se dieron cuenta, no porque son malos, no pudieron ni siquiera rechazarlo porque no se dieron cuenta de su presencia...
¡¡¡Feliz Navidad!!! Es decir, felices nosotros que logramos ver al Señor y acogerlo en nuestra vida; dejarnos integrar en su débil, sencilla, limitada, superimperfecta Comunidad (¡cómo no va a serlo si estamos nosotros!), pero llena de su Vida, de su Amor, de su Espíritu, Cuerpo del Hijo Amado del Padre que lo envió para que se encarnada y se quedara entre nosotros como carne mortal que ha llegado a la Inmortalidad Glorificada.
Este Padre que nos lo envía también a Él, humano, le concedió una familia y le pidiró que la respetara construyéndola con su aprendizaje, obediencia, servicio y testimonio de lo que iba aprendiendo a vivir... Jesús, una vez más nos enseña a vivir, a ser familia, a acoger a los hermanos, a perdonar, a vivir con los diferentes para que, entre todos nuestro mundo sea un lugar supervariado donde todo tipo de vida tiene derecho a existir para el bien de la vida de todos, también la suya.
Si vivimos así, ¡cómo no va a ser feliz y próspero el año que viene! Será imposible que no lo sea, pero es necesario que acojamos a Jesús.
Dios les bendiga con todo su cariño. Nunca los olvido y me encomiendo a su oración.
Unidos en oración con María, nuestra Auxiliadora:
P. José Mª Domènech SDB
El Señor llega a salvarnos
En muchas circunstancias el Señor se ha dado y se da a conocer a lo largo de la historia para que reconozcamos su Voluntad de Amor, Grandeza y Vida de eterna felicidad.
A veces nos arredramos, pero Él nos pide serena valentía: su plan es nuestra salvación.
Si acogemos la Voluntad de Dios con corazón abierto, nuestras tinieblas, poco a poco, se aclararán. Dios no abandona jamás, pero es básico fiarse de Él, aunque cueste o duela.
La fiesta de Navidad es la fiesta del cariño de Dios y de la confianza del hombre. Después de todo se lo merece, pues ya nos lo dio todo. No estamos ante promesas todavía vacías, sin garantía, sino ante realidades concretas y eficientes, pero, en nuestra historia, son opción.
Dios se hace niño para que nuestro amor sea libre y sencillo. Nos pide que lo acojamos como niños porque, si no lo hacemos así, no entraremos en el Reino de los Cielos, ni viviremos en su Paz, ni nos dejaremos animar por su Espíritu y su alegría y paz no será la nuestra.
Hoy nos ha nacido el Salvador y nos ofrece su Vida, Vida Nueva para nosotros: de Dios.
¿Qué haremos con la oportunidad de Vida Nueva que nos ofrece? Él es nuestra Luz, nuestra Paz, nuestro Consejero... ¡el Mesías!, ¡el Señor! Se nos pide una respuesta. El ángel se lo planteó a los pastores al anunciarles el nacimiento del niño-Salvador. ¡Nos sorprende! ¡¿Cómo podría ser el Salvador un pobre bebe envuelto en pañales en una cueva para animales?!
Nos toca decidir. Los pastores escucharon, creyeron, fueron, vieron, proclamaron y glorificaron a Dios. ¿Y nosotros? ¿Qué actitud vamos a asumir? No decidirnos es declarar que es mucho riesgo y que no vale la pena arriesgar tanto simplemente por este niño-Señor.
El Niño de la Ciudad de David ¡hace nuevas todas las cosas!
Novedad sustancial: el Amor de Dios, eterna juventud, da Vida Nueva a todo: abre horizontes de Verdadera Justicia y Paz interior, más allá de todos los tratados. Pide a todos asumir la vida con tal plenitud y libertad que sean capaces de entregarla por el bien de los que les rodean, aun cuando dar la vida traiga consigo, como de hecho sucede, trabajo y dolor.
La navidad, en la gran familia humana, hijos todos de Dios, es la fiesta del don del Amor en la alegría por la Paz y la Vida Nueva. A ella están llamados todos sin excepción, de cualquier sexo, tiempo, lugar, situación social y económica, realidad cultural...
Jesús entrega su vida sin restricciones y durante toda la historia para el bien de todos
En cada Eucaristía y Reconciliación, en cada sacramento, Cristo es don de vida eterna.
La navidad es una fiesta que beneficia a toda la humanidad, aunque, sin duda, los cristianos tenemos la gran responsabilidad de manifestar la profundidad de sus alcances.
La navidad nos pide aprender a vivir y ofrecer con más humildad la presencia de Dios en la historia. Él no quiere imponerse, pero tampoco se esconde ni desea quedar ignorado.
Conocerlo, valorarlo y amarlo es un derecho de toda persona. Por esto es un deber grave de todos los cristianos profundizar vitalmente estos misterios para saberlos presentar, desde el testimonio de la propia vida, personal y familiar, a los que nos rodean en todas partes.
María, Maestra de acogida sincera y compromiso responsablemente solidario, nos ayu-de a estar siempre disponibles al Señor para que todos puedan conocer la Salvación de Dios y, con nuestro testimonio de vida y su auxilio oportuno, la sepan acoger y vivir hoy y aquí.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
(Misa de la noche) – El Señor llega a salvarnos desde la sencilla pequeñez de nuestra naturaleza, solo pide acogida y sincera docilidad
(Misa de la noche) – El Señor llega a salvarnos desde la sencilla pequeñez de nuestra naturaleza, solo pide acogida y sincera docilidad
Is. 9, 1-6: "El pueblo que avanzaba entre tinieblas ha visto una gran luz... les has llenado de una alegría inmensa... «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado... Consejero-prodigioso, Dios-héroe, Padre-por-siempre, Príncipe-de-la-paz.»"
Salmo 95: "¡Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor!"
Tt. 2, 11-14: "Se ha revelado el Amor de Dios que quiere salvar a todos los hombres y nos enseña... para que vivamos en este mundo una vida de sobriedad, justicia y piedad mientras esperamos... que se manifieste la gloria de Jesucristo... Él se entregó por nosotros..."
Lc. 2, 1-14: "«No tengan miedo. Les anuncio una noticia que traerá una gran alegría a todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor...» «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.»"
Natividad del Señor
Son muchas las religiones en el mundo y todas se esfuerzan por encontrar a Dios. Son muchas, y constantes, las búsquedas que los hombres hacen para encontrar el camino de la felicidad, de la eterna juventud y de una paz estable en vida personal y social.
Muchos con buena voluntad, pero efímeros los resultados y decepcionante su duración.
Muchas veces pensamos que el dios resolutor de problemas y proporcionador de soluciones y seguridad es una falla. Y… no nos equivocamos: lo es, porque ¡nos lo hemos inventado!
¿Cuál es la verdad? ¿Dónde están los verdaderos caminos de la paz y felicidad?
Y se sigue ensayando... Nos hablan de la Globalización, de la “New Age”, de la ‘Fraternidad Universal’. Acusan de las desavenencias a las religiones monoteístas: su único Dios, sus doctrinas verdaderas y moral fija son un problema porque no se adaptan a las ‘nuevas realidades y necesidades’. Entre ellas, las mismas religiones están en conflicto: o se rechazan o se desprecian o se condenan. ¡Cómo nos cuesta dialogar desde la religión! ¿Serán todas iguales?
Dios, como nuestro Padre-Madre que es, pensó siempre en nosotros desde su Amor personal
La Fe cristiana bien vivida –dado que es Vida, más que religión, aunque se exprese en formas religiosas– no busca a Dios, sino que le acoge con sencilla y dócil humildad, como María, pues ha sido el Dios amoroso quien nos visitó y nos invitó a aceptarle en nuestra propia vida como a Padre Providente, Hijo Salvador y Espíritu Santificador, Comunión Trinitaria, a la que nos invita a unirnos con los derechos propios de sus hijos. Nos lo ha dicho de múltiples formas y desde el principio. ¿Quién le acoge y hace caso? ¡Ése es nuestro problema!
El cristiano es la voz del mensajero que anuncia a la humanidad la Buena Noticia: ¡Dios nos viene a salvar y que nos trae la Paz, la suya, la eterna! Sí, con mayúscula, la Paz de Dios, la que Él puso en el propio interior del hombre, la que Dios nos ofreció gozar desde que nos creó en el seno materno en cada concepción. ¡¡Es por eso que todos deseamos ser felices!!
Dios constantemente viene a nosotros para salvarnos de toda lo que nos quite vida y alegría.
La propuesta divina de Vida Nueva nos fue comunicada no por un mensajero, oráculo o sueño o por iluminadas intuiciones y convicciones vitales. Sino por el Hijo, el mismo Hijo Único de Dios. Sí, se hizo hombre y aprendió a vivir desde la naturaleza humana como hijo de Dios. Él compartió nuestra vida hasta su entrega total y definitiva por nuestra liberación.
Por eso Él es el Señor del Universo, el modelo acabado de persona humana, por Él recibimos siempre todos los beneficios de Gracia y Vida Eterna como parte vital de nuestra historia y cultura. Dios, Padre de todos sin excepción, nos llama a ser sus amigos y apóstoles.
Navidad: Dios se hizo de nuestra naturaleza invitándonos a ser sus íntimos amigos y apóstoles
Pablo fue claro: “para mí vivir es Cristo” (Flp. 1, 21): sólo en Cristo tiene sentido mi vida. Acogerle todos los días en mi vida y en toda persona que nos rodea es adelantar la eternidad, hacerla historia viva en el hoy de cada persona y cultura llenándola de la paz y alegría de Dios.
Jesús es Palabra viva de Dios, aprendemos de María a estar atentos a la Presencia de Dios en nosotros cada día. Ella nos pide hacer con todos hoy lo que Él nos diga. Le pedimos nos enseñe a vivir siempre así; de este modo todos los días será Navidad en nuestros ambientes.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
(Misa del día) - Dios está tan interesado en la grandeza de la persona humana que vino a salvarnos y enseñarnos ser felices como Él
(Misa del día) - Dios está tan interesado en la grandeza de la persona humana que vino a salvarnos y enseñarnos ser felices como Él
Is. 52, 7-10: "¡Qué alegría sentir en las montañas los pasos del que anuncia la paz y nos trae la Buena Nueva, que nos anuncia la salvación... escucha qué exclamaciones de gozo: ven cara a cara cómo el Señor vuelve a Sión..."
Salmo 97: "De un extremo al otro de la tierra todos han visto al Salvación de nuestro Dios".
Hb. 1, 1-6: "En diversas ocasiones y de muchos modos, Dios antiguamente había hablado a nuestros padres por boca de los profetas, pero ahora, en estos días,... nos ha hablado a nosotros en la persona del Hijo... «Que se postren ante Él todos los ángeles de Dios»."
Jn. 1, 1-18: "Al principio ya existía quien es la Palabra... Existía quien es la Luz verdadera... estaba presente al mundo… pero el mundo no la reconoció... Quien es la Palabra se hizo hombre y puso su tienda entre nosotros y hemos contemplado su gloria... A Dios nadie jamás le ha visto, el Dios Hijo único, quien está en el seno del Padre, es quien nos lo ha revelado."