diciembre 12, 2009

"¡Alégrense!" - III Domingo de Adviento

Nos toca encender hoy tres velas de nuestra Corona de Adviento rezando con la familia la siguiente oración:

En las tinieblas se encendió una luz,
en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia:
"¡El Señor llega!
Preparen sus caminos
porque ya se acerca.
Adornen sus almas
como una novia se engalana
el día de su boda"
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz,
sino el que nos anuncia la luz.
Al encender estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes.
¡Ven, Señor, ven a salvarnos,
envuélvenos en tu luz,
caliéntanos en tu amor!

Tomado de El Pan del Alma


A continuación, el mensaje y sugerencia homilética que el padre José María nos envió el lunes pasado.

Antes de emprender el viaje a la Comunidad en la que el Señor me pide que me integre para anunciar el Reino de Dios con mis hermanos, deseo enviarles ya la reflexión sobre los textos del domingo que viene, el penúltimo de este camino espiritual que nos ayuda a abrirnos al Señor que llega en cada Navidad y en cada momento de la vida invitándonos a recibir su gracia a través del don de nuestra vida a los hermanos que pone a nuestro lado en cada circunstancia de nuestro día, unas fáciles de asumir y otras no tan fáciles y hasta generadoras, en nuestro interior, de normal rebeldía.

¡¡¡Álegrense!!! Nos dice el profeta y el Apóstol. Alégrense porque el Señor está en medio de Uds. como Salvador, pero no basta que esté, es necesario aprender cada día a acogerle para que su Paz nos llene el alma y podamos compartirla, pues solo compartimos lo que llevamos en el corazón... "La boca habla lo que lleva el corazón" Santa Teresa, la andariega de Castilla, una empresaria del Espiritu, nos invita a un amor tan íntimo y constante con el Señor que su Nombre se nos caiga de los labios como quien no puede contenerlo en el corazón.

La Alegría del Señor sea nuestro horizonte y nuestra fortaleza.

Juan nos indica que no se trata de salvar a nadie ni de ser "el profeta" sino de vivir para anunciar al Señor de la Vida y de la Salvación a través de todos los poros de nuestra vida. No temamos, el Señor jamás nos fallará... Nos lo decía san Pablo el domingo pasado: Dios llevará a término la obra que ha comenzado en nosotros... En cada uno. Pues bien, no se trata de nuestra obra, sino de la suya... O le somos fieles en lo que nos pide o le somos traidores... O damos su Vida, Amor y Verdad, porque es eso lo que nos llena y lo que alimentamos, o damos lo que tenemos: vacío de Dios (llenado por muchas pequeñas cosas -como son las cosas puramente humana- que no logran llenar el interior trascendente que todas las personas tienen, lo sepan y acepten o no) y, por tanto, necedad vaciante con peligro de ser también asesino-suicida.

Seamos felices porque Dios nos llena y ofreceremos serenidad y gozo a los que nos rodeen, lo acepten o no, pero sabrán que es posible y se les quedará como semilla de vida y paz para todos.

Feliz fiesta de María Inmaculada para todos.

Dios les bendiga copiosamente.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

"¡Alégrense!"


¿Quién no desea ser feliz? La alegría, el gozo, o brota de dentro y es estable o resulta tan efímera que más parece una burla de la vida o una mofa de nuestra naturaleza, que nos reclama incesantemente el derecho a ser feliz, pero esto parecería negársenos como realidad definitiva.

La felicidad, el gozo, la alegría que todos deseamos no está atada a ningún aspecto de nuestra psicología o de nuestro cuerpo, sino que abarca toda la realidad del ser humano, la íntima-espiritual, la psicológica, la física y la social. No somos animales, sino personas para la comunión; lo que no camine por esta vía, está desenfocado. La comunidad es una codificación social de la Comunión Humana, pero no la agota; cuanto más cerrada es la comunidad, más se aleja de la felicidad que necesitamos para ser personas íntegras, psicológica y espiritualmente sanas.

Al domingo de hoy se le llama ‘domingo de la alegría’. Los textos nos invitan a ella y nos indican el camino seguro: acoger al Señor, orar y ser solidarios sin componendas interesadas.

La eucaristía es la agradecida celebración de la Comunidad de discípulos del Señor de la Vida por la Vida que el Él nos entrega, confiándonosla para el bien de la humanidad entera.

Cristo nos ofrece la alegría de vivir plenamente en el Espíritu que hace historia la Salvación.

Alegrarse sí, pero desde dentro, porque nuestra sed de felicidad en Dios su fuente y fuerza

Sofonías, invita a Israel a la alegría porque Dios le asegura su amor y le salva permaneciendo con él. La seguridad y alegría de Israel debe basarse en el amor del Dios Providente que vive en medio de él. ‘¡Aclamemos al Señor!’: es la exclamación natural del que se sabe amado incondicionalmente y desde dentro. Todos estamos llamados a esa alegría porque nuestra felicidad no tiene origen fuera de nosotros sino en nuestro interior, donde Dios habita como Padre de amor materno: atento, delicado, cercano, lleno de bondad, misericordia, respeto y justicia.

El Señor poderoso está entre nosotros como el Salvador que llena nuestra vida de proyección

La oración construye vida siempre nueva para el bien de todos; así garantiza nuestro bien haciendo madurar el bien que nos rodea y purificando el ambiente en el que nos alimentamos.

El Amor de Dios lleva a esta oración. Ésta se centra en el querer de Dios y el bien concreto de los que nos rodean, trayendo como fruto la paz personal y comunitaria.

Juan nos llama a la solidaridad que nace del fuego de Amor propio del Espíritu del Mesías

Juan, amigo del Mesías, vive en la verdad clara y orientadora. Sin ventajas, muestra lo que pide la conversión fiel al bien y a la justicia del Espíritu: defensa de la vida, sin componendas.

Pidamos de María vivir en la alegría de su atenta docilidad al Espíritu del Bien y la Vida.

Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO III

Alégrense; el Señor poderoso está aquí: oren para ser testigos de su Espíritu y así superar los problemas

So. 3, 14-18a: "Grita de gozo, ciudad de Sión… El Señor ha expulsado… a tus enemigos. Tienes en tu interior a tu Señor… no verás nunca más ningún desastre… dirán a Jerusalén: «No temas…, no desfallezcas, el Señor… habita en ti como el Salvador poderoso… Él te renueva su Amor…»."

Is. 12: "Aclama, llena de gozo, porque el Santo de Israel es grande en medio de ti".

Flp. 4, 4-7:
"Alégrense en el Señor. Se lo repito, vivan felices. Que todos los distingan como gente amable. El Señor está cerca. No se dejen inquietar por nada… En toda ocasión oren… con acción de gracias. Así la paz de Dios… custodiará sus corazones y pensamientos en Cristo Jesús."

Lc. 3, 10-18: "La gente preguntaba a Juan: «…¿qué tenemos que hacer?». Él les respondía: «El que tenga… que comparta también con los otros». Entre los que se iban a bautizar también había unos cobradores de impuestos… Igualmente unos policías le preguntaban… La gente… se preguntaba si Juan no sería el Mesías. Él respondió a todos: «Yo les bautizo solo con agua, pero viene el que es más poderoso que yo… Él les bautizará en el Espíritu Santo y el fuego…» …Juan anunciaba al pueblo la buena noticia".

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