Este domingo, reunidos en familia, nos corresponde encender también la segunda velita de nuestra Corona de Adviento y, al mismo tiempo, decimos la siguiente oración:
A continuación, tenemos las palabras y el comentario enviados por el querido padre José María.
¿No les parece que el tiempo corre veloz? Eso parecería, pero no es así, tal vez somos nosotros los que deberíamos vivirlo a mayor intensidad espiritual para sacarle todo el fruto, pues Dios no se cansa de hacer sus maravillas cada día, pero no siempre nosotros estamos tan atentos como para darnos cuenta.
Pidamos al Señor, que nunca deja ninguna obra a medias, nos dé la sabiduría de abrirnos a la conversión continua aprendiendo a conocer su Voluntad, a secundarla y a enriquecer a los que nos rodean con todo lo bueno que a diario el Señor nos da.
María Inmaculada es la Maestra de Don Bosco, ella nos enseñe a vivir cada día más dócilmente abiertos a la Presencia Providente y Salvadora de Dios en nuestra vida, invitándola, una y otra vez a la conversión que le renovará una y otra vez desde dentro haciéndole vivir la alegría de ser nuevo en la constante novedad juvenil de Dios para estar siempre al servicio de todos los que le piden ser cercano y prolijo en la respuesta a sus problemas... El hace todos los "esfuerzos posibles", pero, lastimosamente, nuestra necia e infinita capácidad de capricho nos lleva a perder, una y otra vez, multitud de oportunidades que después le reclamamos a Dios... ¡¿Qué más puedo hacer, nos dice, que no haya hecho ya?!
Suerte que su amor nunca se cansa de enviarnos profetas que nos muestren que está siempre más cerca y disponible de lo que pudiéramos pensar o pedir.
Dios nos bendiga a todos con su materno cariño y paterna cercanía.
¡Feliz fiesta de la Inmaculada!
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
Cambiar la propia realidad no es fácil para nadie, tampoco lo fue para Jesús. Siempre surgen resistencias, unas vienen de fuera y otras de dentro, pero las verdaderamente peligrosas son las de dentro, pues las de fuera se pueden superar, si nosotros decidimos hacerlo; pero si tenemos bloqueos en nuestro interior, aunque afuera no los haya o sean superables, nada avanzará, ya que, de hecho, es la persona interior la que construye la historia, elevándola o hundiéndola.
El pecado de Israel, es decir, su resistencia a vivir en la Voluntad de Dios, le llevó a la dispersión y a su destrucción como nación. El profeta ve claramente que Dios tiene la voluntad firme de reconstruirlo, pues, si se abren, ¡son Su Pueblo! Él lo hará, como lo hizo sacándolo de Egipto. Será maravilloso, digno de ser celebrado y despertará la admiración de todos.
Celebrar la gloria de Dios a favor de su Pueblo lleva a éste a la docilidad. Ésta le hará madurar como Pueblo de Dios, testigo de un Amor que salva, reconstruye y libera permanentemente, pues las obras de Dios están en continua renovación y perfeccionamiento.
Jesucristo es el testigo perfecto del Amor del Padre, su Padre: absolutamente entregado a su Voluntad de Vida y Salvación. Juan nos prepara para que lo recibamos y el mejor modo es convertirnos de corazón; quitar todo lo que nos estorbe en el esfuerzo de ser cada día más dóciles.
Dios tiene pensadas cosas maravillosas, para el bien de toda persona, sin exclusión alguna
Mientras viva en el tiempo, nadie tiene su vida perdida definitivamente, pues Dios, su Padre, siempre ofrece la salvación en toda circunstancia haciendo todo lo que sea necesario.
Es capaz de las cosas más maravillosas para salvar a sus hijos, a todos, absolutamente a todos, pero lo que jamás puede hacer es sustituir nuestra responsabilidad, pues sería anularnos.
Se requiere un profundo diálogo entre su Voluntad salvífica y nuestra decisión de secundarle
El Apóstol nos asegura que nuestra Fe tiene la garantía de un Amor eterno, firme e infalible.
El éxito de nuestra vida está asegurado por el Amor de Dios, pero es necesario aceptar y fiarnos de ese Amor que nos cuida, desde que nos creó, para que no fallemos en el camino. Es básico un diálogo íntimo y constante con Dios. Él nos hace Comunidad servidora de la vida.
Juan nos indica los derroteros de este diálogo: apertura - renovación - testimonio fiel y abierto
Escuchemos a Juan: es vital abrir la vida a la verdad y a la fidelidad de Dios-Amor. Para poder ver las maravillas de la Salvación del Padre, éste es el camino. O conversión o muerte.
Aprendamos de María a renovarnos como testigos fieles del Amor del Dios que nos Salva.
Ba. 5, 1-9: "Jerusalén, quítate el vestido de dolor y aflicción y engalánate para siempre con la Gloria del Señor… Por siempre tendrás este nombre: ‘Posesión-pacífica-del-bien’ y ‘Gloria-del-culto-a-Dios’... se reúnen tus hijos de levante y de poniente; canten de alegría recordando la obra de Dios... Dios conducirá a Israel lleno de alegría, bajo la luz de su Gloria con aquella bondad y amor que le son propios".
Salmo 125: "Es magnífico lo que hace el Señor a favor nuestro: celebrémoslo llenos de gozo".
Flp. 1, 4-6.8, 11: "…Estoy convencido de una cosa: Dios, que ha comenzado en ustedes un trabajo magnífico, lo llevará a término hasta el día de Jesucristo… Lo que constantemente yo pido en mi oración es que el amor de ustedes se enriquezca más y más, hasta desbordar lleno del conocimiento y fineza del Espíritu para que sepan apreciar los auténticos valores y lleguen puros y sin obstáculos al día de Cristo, cargados de aquellos frutos de justicia que están dando por Jesucristo…"
Lc. 3, 1-6: "…Juan, hijo de Zacarías, acogió la Palabra de Dios en el desierto y fue por toda la comarca del Jordán predicando un bautismo de conversión para obtener el perdón de los pecados… «Una voz grita en el desierto: “Abran una ruta al Señor, allánenle el camino. Que se alcen los barrancos y se abajen las montañas y colinas… todos verán la Salvación de Dios”.»"
Los profetas mantenían encendida
la esperanza de Israel.
Nosotros encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto...
La humanidad entera se estremece
porque Dios
se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida
para que brotes,
para que florezcas,
para que nazcas.
Y mantengas encendida la esperanza
en nuestro corazón.
¡Ven pronto Señor!
¡Ven Salvador!
la esperanza de Israel.
Nosotros encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto...
La humanidad entera se estremece
porque Dios
se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida
para que brotes,
para que florezcas,
para que nazcas.
Y mantengas encendida la esperanza
en nuestro corazón.
¡Ven pronto Señor!
¡Ven Salvador!
Tomado de El Pan del Alma
A continuación, tenemos las palabras y el comentario enviados por el querido padre José María.
¿No les parece que el tiempo corre veloz? Eso parecería, pero no es así, tal vez somos nosotros los que deberíamos vivirlo a mayor intensidad espiritual para sacarle todo el fruto, pues Dios no se cansa de hacer sus maravillas cada día, pero no siempre nosotros estamos tan atentos como para darnos cuenta.
Pidamos al Señor, que nunca deja ninguna obra a medias, nos dé la sabiduría de abrirnos a la conversión continua aprendiendo a conocer su Voluntad, a secundarla y a enriquecer a los que nos rodean con todo lo bueno que a diario el Señor nos da.
María Inmaculada es la Maestra de Don Bosco, ella nos enseñe a vivir cada día más dócilmente abiertos a la Presencia Providente y Salvadora de Dios en nuestra vida, invitándola, una y otra vez a la conversión que le renovará una y otra vez desde dentro haciéndole vivir la alegría de ser nuevo en la constante novedad juvenil de Dios para estar siempre al servicio de todos los que le piden ser cercano y prolijo en la respuesta a sus problemas... El hace todos los "esfuerzos posibles", pero, lastimosamente, nuestra necia e infinita capácidad de capricho nos lleva a perder, una y otra vez, multitud de oportunidades que después le reclamamos a Dios... ¡¿Qué más puedo hacer, nos dice, que no haya hecho ya?!
Suerte que su amor nunca se cansa de enviarnos profetas que nos muestren que está siempre más cerca y disponible de lo que pudiéramos pensar o pedir.
Dios nos bendiga a todos con su materno cariño y paterna cercanía.
¡Feliz fiesta de la Inmaculada!
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
El Señor hace maravillas de Salvación cada día
en los que confían a Él su vida y le son dóciles
en los que confían a Él su vida y le son dóciles
Cambiar la propia realidad no es fácil para nadie, tampoco lo fue para Jesús. Siempre surgen resistencias, unas vienen de fuera y otras de dentro, pero las verdaderamente peligrosas son las de dentro, pues las de fuera se pueden superar, si nosotros decidimos hacerlo; pero si tenemos bloqueos en nuestro interior, aunque afuera no los haya o sean superables, nada avanzará, ya que, de hecho, es la persona interior la que construye la historia, elevándola o hundiéndola.
El pecado de Israel, es decir, su resistencia a vivir en la Voluntad de Dios, le llevó a la dispersión y a su destrucción como nación. El profeta ve claramente que Dios tiene la voluntad firme de reconstruirlo, pues, si se abren, ¡son Su Pueblo! Él lo hará, como lo hizo sacándolo de Egipto. Será maravilloso, digno de ser celebrado y despertará la admiración de todos.
Celebrar la gloria de Dios a favor de su Pueblo lleva a éste a la docilidad. Ésta le hará madurar como Pueblo de Dios, testigo de un Amor que salva, reconstruye y libera permanentemente, pues las obras de Dios están en continua renovación y perfeccionamiento.
Jesucristo es el testigo perfecto del Amor del Padre, su Padre: absolutamente entregado a su Voluntad de Vida y Salvación. Juan nos prepara para que lo recibamos y el mejor modo es convertirnos de corazón; quitar todo lo que nos estorbe en el esfuerzo de ser cada día más dóciles.
Dios tiene pensadas cosas maravillosas, para el bien de toda persona, sin exclusión alguna
Mientras viva en el tiempo, nadie tiene su vida perdida definitivamente, pues Dios, su Padre, siempre ofrece la salvación en toda circunstancia haciendo todo lo que sea necesario.
Es capaz de las cosas más maravillosas para salvar a sus hijos, a todos, absolutamente a todos, pero lo que jamás puede hacer es sustituir nuestra responsabilidad, pues sería anularnos.
Se requiere un profundo diálogo entre su Voluntad salvífica y nuestra decisión de secundarle
El Apóstol nos asegura que nuestra Fe tiene la garantía de un Amor eterno, firme e infalible.
El éxito de nuestra vida está asegurado por el Amor de Dios, pero es necesario aceptar y fiarnos de ese Amor que nos cuida, desde que nos creó, para que no fallemos en el camino. Es básico un diálogo íntimo y constante con Dios. Él nos hace Comunidad servidora de la vida.
Juan nos indica los derroteros de este diálogo: apertura - renovación - testimonio fiel y abierto
Escuchemos a Juan: es vital abrir la vida a la verdad y a la fidelidad de Dios-Amor. Para poder ver las maravillas de la Salvación del Padre, éste es el camino. O conversión o muerte.
Aprendamos de María a renovarnos como testigos fieles del Amor del Dios que nos Salva.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO C – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO II
Ba. 5, 1-9: "Jerusalén, quítate el vestido de dolor y aflicción y engalánate para siempre con la Gloria del Señor… Por siempre tendrás este nombre: ‘Posesión-pacífica-del-bien’ y ‘Gloria-del-culto-a-Dios’... se reúnen tus hijos de levante y de poniente; canten de alegría recordando la obra de Dios... Dios conducirá a Israel lleno de alegría, bajo la luz de su Gloria con aquella bondad y amor que le son propios".
Salmo 125: "Es magnífico lo que hace el Señor a favor nuestro: celebrémoslo llenos de gozo".
Flp. 1, 4-6.8, 11: "…Estoy convencido de una cosa: Dios, que ha comenzado en ustedes un trabajo magnífico, lo llevará a término hasta el día de Jesucristo… Lo que constantemente yo pido en mi oración es que el amor de ustedes se enriquezca más y más, hasta desbordar lleno del conocimiento y fineza del Espíritu para que sepan apreciar los auténticos valores y lleguen puros y sin obstáculos al día de Cristo, cargados de aquellos frutos de justicia que están dando por Jesucristo…"
Lc. 3, 1-6: "…Juan, hijo de Zacarías, acogió la Palabra de Dios en el desierto y fue por toda la comarca del Jordán predicando un bautismo de conversión para obtener el perdón de los pecados… «Una voz grita en el desierto: “Abran una ruta al Señor, allánenle el camino. Que se alcen los barrancos y se abajen las montañas y colinas… todos verán la Salvación de Dios”.»"
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