diciembre 20, 2009

"Que brille tu rostro sobre nosotros" - IV Domingo de Adviento


Hoy, cuarto domingo de Adviento, encendemos las 4 velas de nuestra corona mientras decimos la siguiente oración:


Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en ella, la Virgen,
tu madre y nuestra madre.
Nadie te esperó con más ansia,
con más ternura,
con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en ella
com el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor; ven a salvarnos!

Tenemos el mensaje y sugerencia homilética preparados por el padre José María:

El Señor piensa tanto en nosotros que nunca deja de estar cerca como nuestro salvador.

A Él no le estorba nuestra pequeñez, después de todo nos creó de la nada y nos ama solo porque Él es Él y nosotros lo necesitamos para vivir en creciente plenitud y grandeza, que es lo que Él desea porque para esto nos creó.

¡Qué absolutamente errados andan los que piensan que Dios nos quiere dominar y aplastar con su poder! En realidad, la concepción de poder que estas personas tienen es menos que el poder animal, que no desea matar, solo vivir en su territorio y dominio; quien no se meta en él no corre ningún peligro y quien sepa tratar con él tampoco... El poder del hombre será tal en la medida que se parezca al de Dios, que es tan poderoso, le sobra tanto el poder y está tan seguro de él que lo comparte con todos y a todos nos llama a compartirlo con Él porque el poder de Dios es el Amor que da la vida viviendo en constante actitud providente... Siempre pensando y construyendo el bien profundo y creciente de cada uno de los seres existentes, según la naturaleza e identidad de cada uno: unos individuales-correlativos, otros gregarios, otros 'comunitarios' y otros, los humanos, para la comunión trascendente...

Adviento es el tiempo que nos ayude a abrirnos al Dios que piensa tanto en su hijo, cada persona humana, que para que logre entender a qué le llama exactamente, se hace Él mismo humano y aprende a vivir como tal, incluso con la tarea de aprender a conocer al Padre Dios, desde una cultura determinada, la judía, para hacernos ver que el ser humano es capaz, en su naturaleza, de caminar como hijo de Dios y llegar a cumplir el plan maravilloso del Padre, que le llama a participar en su misma Comunión Trinitaria por toda la eternidad.

La pequeñez es normal y propia de la naturaleza humana, con todos sus errores, limites y desvíos, pero nada es problema para Dios: ni la limitación y pequeñez económica, cultural o social de Belén o Nazaret; ni la 'no relación' de María con varón; ni la debilidad, miedo y abandono que se vive ante el dolor y la persecución; ni la esterilidad; ni la dureza del corazón de los discípulos; ni la dificultad o resistencia para creer; ni la durísima experiencia de ser miserable pecador o de sentirse profundamente alejado del Amor de Dios o de sentirlo a Él totalmente alejado de nosotros.

Nada es problema para Dios si encuentra un corazón que se abre y abandona como el de Jesús y el de María... De ellos aprendieron todos los santos de todo tipo y de todos los tiempos y de todas las religiones, aunque nosotros solo podamos hablar de los que conocemos en nuestra comunidad católica... Pero para Dios las religiones no son nada más que medios caducos... Todas terminarán, solo el Amor, su Amor dador de vida y salvación es el que se mantendrá por los siglos eternos, puesto que esa es su identidad eterna.

Dios se hace persona humana para todas las personas humanas, que lo conozcamos y vivamos solo los cristianos, eso es otro asunto y nuestra responsabilidad... ¿Colaboramos lo suficiente con nuestro Padre Dios desde la profundidad de nuestro corazón? ¿En qué éste está abierto y en qué cerrado? ¿Somos navidad para los que nos rodean? ¿Cómo lo pueden notar? Porque navidad es Jesús que viene a llenarnos de esperanza, alegría, paz, concordia, comprensión, apertura, acogida, bondad, vida, serenidad...

María, portadora de Dios nos enseñe a ser navidad y a llenar de alegría y fiesta la vida de los que estén con nosotros.

¡¡¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS EN EL SEÑOR JESÚS!!!

Se la deseo muy feliz, porque Dios no falla y se fía infinitamente de nosotros, de todos.

Unidos en oración con María, la Madre Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB


"Que brille tu rostro sobre nosotros" - IV Domingo de Adviento

Las virtudes exigen esfuerzo para desarrollarse y elevar a la persona humana; en cambio los defectos, como mala hierba, crecen sin pedir permiso. Entre las virtudes, una de las más importantes -identidad de Dios, fuente de todas ellas- es la fidelidad, virtud preciosa y, por eso, rara.

Cuando Dios promete algo, nunca defrauda y esto despierta, en quien le conoce de verdad y sin manipulaciones, la esperanza y, con ella, una gran confianza para seguir trabajando en lo que Dios propone, aunque no se perciban ahora ventajas tangibles.

Israel puede vivir sereno en su fidelidad al Señor de la Vida y de la Paz, pues Éste le asegura estar construyendo una historia de futuro feliz y eterno, aunque ahora haya que luchar y sufrir incluso el desprecio y abuso de los poderosos. María se pone en las manos del Señor y, por eso, no duda en ponerse al servicio de su prima y de la nueva vida que crece en ella. Jesús se abandona a lo que el Padre le indique: su vida es toda ofrenda para purificar la vida y llevarla a la plenitud que su Padre siempre tuvo pensada en una vivificadora renovación incesante.

Tal vez nuestro problema es que no somos conscientes de necesitar la salvación de Dios.

Lo que el Señor nos prepara supera absolutamente nuestras exceptivas, porque nace de Él

Dios jamás se queda corto al hacer sus obras. Los que empequeñecemos la creación, obra de Dios, somos nosotros por querer hacerlo todo a nuestro modo y sin valorar las propuestas que vienen de Dios. Pero Él nunca se cansa de hacérnoslas una y otra vez: ¡nos ama, busca lo mejor!

Miqueas le habla a un pueblo deshecho por las luchas y la inseguridad; por el miedo y la división y le promete, en nombre de Dios, un Mesías que será pastor de unidad y paz que nacerá donde nadie podría pensarlo: de la nada de ‘poder’, en la miseria, pero lleno de amor y apertura.

Es natural que nos pida absoluta disponibilidad, sin resistencias, pues de ello depende el éxito

Dios trabaja con lo que tiene, pero lo que no puede hacer, por respeto a nuestra naturaleza y a la suya, es dejar de lado nuestras decisiones: si estamos dispuestos a obedecerle veremos los frutos de Salvación hasta en la naturaleza. Lo que no sea obediencia será triste obra nuestra.

En la Eucaristía ofrecemos al Padre, en Cristo Jesús, a su propio Hijo hecho oblación para Vida y Salvación de los hermanos, según la Voluntad redentora del Padre de todos.

Servir sinceramente al prójimo es elemento clave para que la acción de Dios sea fecunda

María se deja educar por el Espíritu. Éste, fecundando su vida interior, le ofrece servir al Pueblo de Dios, la humanidad, como Madre del Hijo-Salvador. Ella acepta la tarea y aprende cada día a vivirla. Esto la mueve a llevar la Vida Nueva a quienes se le acerquen. Como Madre fecunda del Dios de la Vida, es su rostro de amor cercano y de sencillo, pero profundo, auxilio.

Pidamos de María vivir atentos a la Palabra para poder ser mejores servidores de la Vida.

Padre José María Domènech Corominas, sdb.



CICLO C – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO IV
El don generoso de mi vida a disposición del Dios-Salvador es la mejor oblación de Fe y Amor: ¡da Vida y engrandece!


Mi. 5, 1-4a:
"Esto dice el Señor: «Bet Lehem Efrata, demasiado pequeña como para figurar entre las familias de Judá, de ti saldrá el que ha de regir a Israel» Sus orígenes se pierden en los tiempos eternos… Se presentará como pastor con la majestad de su Dios, con la gloria del nombre del Señor… Él será nuestra paz."

Sal. 79: "Dios del universo, restáuranos; que brille tu rostro sobre nosotros y nos salve".

Hb. 10, 5-10:
"Cristo, al entrar al mundo, decía: «No quieres oblaciones ni sacrificios, pero me has formado un cuerpo… Por eso te digo… “Vengo, Dios mío, para hacer tu Voluntad”»… A nosotros nos ha santificado la oblación del cuerpo de Cristo, hecha una vez para siempre para cumplir esta Voluntad de Dios."

Lc. 1, 39-45: "María fue decididamente… a casa de Zacarías y saludó a Isabel. …Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó con todas sus fuerzas: «Bendita eres entre todas las mujeres. ¿Quién soy yo para venga a visitarme la madre de mi Señor… ¡Feliz tú que has creído! Ciertamente lo que el Señor te ha dicho, se cumplirá»."



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