Tenemos el mensaje del querido padre José María, además de su sugerencia homilética para este domingo 13 de febrero.
Quien cree saber mucho, no suele, por desgracia, escuchar a los demás; pero quien sabe de verdad, no teme escuchar a los demás, pues puede distinguir lo que es verdadero de lo que no lo es y la sabiduría le ha hecho sensible para recibir y aprovechar toda riqueza que se le ofrezca, venga de donde viniere.
Dios siempre escucha a todos y da su Sabiduría a quien se la pide con la debida sencillez y dignidad, pues vive con la intención de usar de Ella, no para sí mismo, sino para el bien de todos y de todo, favoreciendo la vida, y su desarrollo, allí donde ésta esté.
Quien pide egoísticamente e impone prepotentemente, cava su propia tumba, pues lo que no está bien en su vida es él mismo y al primero que amenaza con su forma de vivir es a su propia persona.
Dios no impone nada, pero tampoco favorece nada que no lleve al Bien, que es toda vida en creciente plenitud.
Los mandamientos de Dios se generaron en la pedagogía de la Paternidad de Dios, que siempre nos acompaña a todos y, conociéndonos como nos conoce, se nos adelanta indicándonos los mejores caminos para el bien de la vida de todos, pues ninguna vida nos es indiferente.
Ninguno de los mandamientos de Dios es de segunda clase, pues todos llevan a que el Amor, al primar en nuestras relaciones, ayuden a favorecer todo lo que es un beneficio para la persona y la Comunidad que ésta está llamada a construir, si quiere desarrollar su propio futuro. Por eso Dios no impone, porque esto perjudica a la persona, pero tampoco se deja presionar, puesto que esto viene de una persona ya perjudicada y a este tipo de personas hay que ayudarles, no secundar sus errores: es necesario hacerle notar que está desenfocada, desubicada y desequilibrada, aunque crea, en su error, que tiene poder, cualquiera que sea éste, y que, por eso, le asiste la razón.
Para Dios no hay ninguna religión mejor que otra.
Él no hace caso a ninguna religión, sino tan solo a quienes viven como hijos suyos, así como Su Hijo les enseñó, y le celebran con el don de su propia vida como nos lo mostró Su Propio Hijo en su encarnación. Lo demás es mucho menos valioso para Él, solo la persona como tal, sea quien sea, y porque ella está llamada a ser grande como Él, Comunión Trinitria. Ésta es la Sabiduría de Dios que Pablo nos confió.
Jesús nos enseñó a buscar Conocer a Dios. No para dominar a Dios, sino para Amarle como Él desea ser amado, de tal modo que su Grandeza vaya siendo nuestra honra y nuestra tarea, y así nosotros, sus Siervos inútiles pero obedientes como hijos de Dios en el Hijo, movidos por el mismo Espíritu del Hijo, vivamos según la Sabiduría del Amor de Dios.
Así nuestras Comunidades serán reflejo y expredión de la Comunión Trinitaria.
Cumplir es bueno, pero vivir como imagen de Dios es nuestra vocación, claro que esto es imposible si no tratamos de interiorizar su Voluntad haciéndola nuestra, pues de ello se beneficiará todo el mundo. Por eso Jesús nos dice que si nuestra justicia no es superior a la de los escribas y fariseos (totalmente centrados en las normas que interpretaban y desarrollaban la Ley, pero desconociendo el corazón del Padre) no seremos parte del Reino Dios.
Jesús nos enseña a vivir dando plenitud a la Ley, es decir, conociendo el corazón del Padre y para que su Voluntad sea la nuestra y nuestros hermanos reciban todo el beneficio de su Amor hecho cercanía e historia en nuestras decisiones.
El Señor nos ayude a ser como Él en medio de nuestros hermanos.
Dios nos bendiga y nos haga su bendición para todos los que nos rodean.
Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:
P. Jósé Mª Domènech SDB
Una norma es honesta, si busca el Bien Común, y no cierto dominio por parte de alguien, grupo o persona. Éste es un peligro del que ninguna norma humana se libra fácilmente y es una sospecha contra las normas de Dios. Sospecha que, frecuentemente, nos lleva a la rebeldía.
Acusaban a Jesús de romper normas. Pero Jesús no propone negar la norma, sino superarla, ir más allá, comprender su profundidad y vivirla desde el corazón y la mente de quien la dio: Dios. Se trata de vivir las actitudes propuestas por Dios, no tanto cumplir, o no, normas.
Él respeta seriamente la libertad de la persona y ésta recibirá en su vida lo que decida recibir. Y esto no solo en la tercera y definitiva etapa de su vida, sino ya en esta segunda, que es la etapa de la definición y orientación de la propia vida. En esta etapa decidimos según la libertad, aunque ésta sea incipiente e inmadura, pero la conciencia ayuda y Dios asiste a quien le escucha y atiende su voz. La decisión, con su gloria o desgracia, es nuestra y solo nuestra.
Debemos examinar con seriedad qué mueve nuestra vida; qué nos dicen nuestras reac-ciones y nuestras decisiones, pues ellas nos hablan de la dinámica que hay en nuestro interior. Qué es importante para nosotros; a qué, de hecho, hacemos caso; que nos orienta.
La verdadera libertad está en la voluntad de decidir eligiendo lo mejor en orden a la Verdad y al Bien, más allá de gustos y conveniencias pasajeras, que siempre las habrá.
La voluntad de Dios, que le llevó a crear a la persona humana, es que ésta Viva feliz como Él
El vivir humano es orientar la vida en libertad para el bien y vida de todo lo circundante, como Dios hace con nosotros. Para eso recibimos la libertad: para gozar del mérito de haber construido desde el Bien y para la Vida, aunque a veces duela y nos exija esfuerzo diario.
No nos dejemos engañar: toda decisión, por sí misma, genera sus consecuencias. Si Dios es nuestro horizonte, la felicidad eterna de Dios será la que también gozaremos: así nos hizo.
La sabiduría de Dios es la que llevará a plenitud nuestras grandes, pero débiles, posibilidades
Los hombres creen dominar y saber, pero la experiencia secular demuestra otra cosa.
Dios es tan Sabio y Señor que no se impone jamás: no necesita hacerlo. Aceptarle es aprender a ser grande y Señor cómo Él, en la pequeñez de nuestras múltiples limitaciones.
La ley de Dios es camino de libertad para quien busca conocer y amar a Dios honestamente
No se trata de suprimir las leyes, sino de conocerlas bien, vivirlas y respetarlas en su fin.
Jesús nos pide entender el valor y fin real de lo que Dios nos dice, sin banalizar la norma.
Se trata no de cumplir, sino de comprender la Voluntad de Vida y Paz de Dios al darlas.
Pidamos a María nos ayude a vivir en la concretez de la Sabiduría del Espíritu de Dios.
Sir. 15, 15-20: "Si quieres puedes observar los mandamientos y cumplir lo que agrada al Señor... Ante los hombres están la vida y la muerte: a cada uno se le dará lo que prefiera. Porque es grande la sabiduría del Señor… A nadie le ordenó ser impío ni dio a nadie autorización para pecar".
Sal. 118: "Felices los que siguen la ley del Señor".
1Cor. 2, 6-10: "Es verdad que anunciamos una sabiduría…, pero no la sabiduría de este mundo ni la que ostentan los dominadores de este mundo… Lo que anunciamos es la sabiduría de Dios, misteriosa y secreta que Él preparó para nuestra gloria desde antes de la creación del mundo… Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu…"
Mt. 5, 17-37: "No piensen que vine a abolir la ley y los profetas… vine a darle plenitud… el que cumpla y enseñe estos mandamientos será considerado grande en el Reino de los Cielos. Si su justicia no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Han oído que se dijo a sus antepasados… Pero yo les digo… si al presentar tu ofrenda ante el altar, te percatas que tu hermano tiene algo contra ti, deja ahí tu ofrenda y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y solo entonces vuelve a presentar tu ofrenda… si tu ojo… si tu mano… te es ocasión de escándalo… es preferible que se pierda uno de tus miembros a que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno… Yo les digo:… no juren de ningún modo… Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo demás viene del Maligno".
Quien cree saber mucho, no suele, por desgracia, escuchar a los demás; pero quien sabe de verdad, no teme escuchar a los demás, pues puede distinguir lo que es verdadero de lo que no lo es y la sabiduría le ha hecho sensible para recibir y aprovechar toda riqueza que se le ofrezca, venga de donde viniere.
Dios siempre escucha a todos y da su Sabiduría a quien se la pide con la debida sencillez y dignidad, pues vive con la intención de usar de Ella, no para sí mismo, sino para el bien de todos y de todo, favoreciendo la vida, y su desarrollo, allí donde ésta esté.
Quien pide egoísticamente e impone prepotentemente, cava su propia tumba, pues lo que no está bien en su vida es él mismo y al primero que amenaza con su forma de vivir es a su propia persona.
Dios no impone nada, pero tampoco favorece nada que no lleve al Bien, que es toda vida en creciente plenitud.
Los mandamientos de Dios se generaron en la pedagogía de la Paternidad de Dios, que siempre nos acompaña a todos y, conociéndonos como nos conoce, se nos adelanta indicándonos los mejores caminos para el bien de la vida de todos, pues ninguna vida nos es indiferente.
Ninguno de los mandamientos de Dios es de segunda clase, pues todos llevan a que el Amor, al primar en nuestras relaciones, ayuden a favorecer todo lo que es un beneficio para la persona y la Comunidad que ésta está llamada a construir, si quiere desarrollar su propio futuro. Por eso Dios no impone, porque esto perjudica a la persona, pero tampoco se deja presionar, puesto que esto viene de una persona ya perjudicada y a este tipo de personas hay que ayudarles, no secundar sus errores: es necesario hacerle notar que está desenfocada, desubicada y desequilibrada, aunque crea, en su error, que tiene poder, cualquiera que sea éste, y que, por eso, le asiste la razón.
Para Dios no hay ninguna religión mejor que otra.
Él no hace caso a ninguna religión, sino tan solo a quienes viven como hijos suyos, así como Su Hijo les enseñó, y le celebran con el don de su propia vida como nos lo mostró Su Propio Hijo en su encarnación. Lo demás es mucho menos valioso para Él, solo la persona como tal, sea quien sea, y porque ella está llamada a ser grande como Él, Comunión Trinitria. Ésta es la Sabiduría de Dios que Pablo nos confió.
Jesús nos enseñó a buscar Conocer a Dios. No para dominar a Dios, sino para Amarle como Él desea ser amado, de tal modo que su Grandeza vaya siendo nuestra honra y nuestra tarea, y así nosotros, sus Siervos inútiles pero obedientes como hijos de Dios en el Hijo, movidos por el mismo Espíritu del Hijo, vivamos según la Sabiduría del Amor de Dios.
Así nuestras Comunidades serán reflejo y expredión de la Comunión Trinitaria.
Cumplir es bueno, pero vivir como imagen de Dios es nuestra vocación, claro que esto es imposible si no tratamos de interiorizar su Voluntad haciéndola nuestra, pues de ello se beneficiará todo el mundo. Por eso Jesús nos dice que si nuestra justicia no es superior a la de los escribas y fariseos (totalmente centrados en las normas que interpretaban y desarrollaban la Ley, pero desconociendo el corazón del Padre) no seremos parte del Reino Dios.
Jesús nos enseña a vivir dando plenitud a la Ley, es decir, conociendo el corazón del Padre y para que su Voluntad sea la nuestra y nuestros hermanos reciban todo el beneficio de su Amor hecho cercanía e historia en nuestras decisiones.
El Señor nos ayude a ser como Él en medio de nuestros hermanos.
Dios nos bendiga y nos haga su bendición para todos los que nos rodean.
Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:
P. Jósé Mª Domènech SDB
"Felices los que siguen la ley del Señor"
Una norma es honesta, si busca el Bien Común, y no cierto dominio por parte de alguien, grupo o persona. Éste es un peligro del que ninguna norma humana se libra fácilmente y es una sospecha contra las normas de Dios. Sospecha que, frecuentemente, nos lleva a la rebeldía.
Acusaban a Jesús de romper normas. Pero Jesús no propone negar la norma, sino superarla, ir más allá, comprender su profundidad y vivirla desde el corazón y la mente de quien la dio: Dios. Se trata de vivir las actitudes propuestas por Dios, no tanto cumplir, o no, normas.
Él respeta seriamente la libertad de la persona y ésta recibirá en su vida lo que decida recibir. Y esto no solo en la tercera y definitiva etapa de su vida, sino ya en esta segunda, que es la etapa de la definición y orientación de la propia vida. En esta etapa decidimos según la libertad, aunque ésta sea incipiente e inmadura, pero la conciencia ayuda y Dios asiste a quien le escucha y atiende su voz. La decisión, con su gloria o desgracia, es nuestra y solo nuestra.
Debemos examinar con seriedad qué mueve nuestra vida; qué nos dicen nuestras reac-ciones y nuestras decisiones, pues ellas nos hablan de la dinámica que hay en nuestro interior. Qué es importante para nosotros; a qué, de hecho, hacemos caso; que nos orienta.
La verdadera libertad está en la voluntad de decidir eligiendo lo mejor en orden a la Verdad y al Bien, más allá de gustos y conveniencias pasajeras, que siempre las habrá.
La voluntad de Dios, que le llevó a crear a la persona humana, es que ésta Viva feliz como Él
El vivir humano es orientar la vida en libertad para el bien y vida de todo lo circundante, como Dios hace con nosotros. Para eso recibimos la libertad: para gozar del mérito de haber construido desde el Bien y para la Vida, aunque a veces duela y nos exija esfuerzo diario.
No nos dejemos engañar: toda decisión, por sí misma, genera sus consecuencias. Si Dios es nuestro horizonte, la felicidad eterna de Dios será la que también gozaremos: así nos hizo.
La sabiduría de Dios es la que llevará a plenitud nuestras grandes, pero débiles, posibilidades
Los hombres creen dominar y saber, pero la experiencia secular demuestra otra cosa.
Dios es tan Sabio y Señor que no se impone jamás: no necesita hacerlo. Aceptarle es aprender a ser grande y Señor cómo Él, en la pequeñez de nuestras múltiples limitaciones.
La ley de Dios es camino de libertad para quien busca conocer y amar a Dios honestamente
No se trata de suprimir las leyes, sino de conocerlas bien, vivirlas y respetarlas en su fin.
Jesús nos pide entender el valor y fin real de lo que Dios nos dice, sin banalizar la norma.
Se trata no de cumplir, sino de comprender la Voluntad de Vida y Paz de Dios al darlas.
Pidamos a María nos ayude a vivir en la concretez de la Sabiduría del Espíritu de Dios.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO VI
Dios respeta nuestra libertad. Fiarse de Él es nuestra salvación y gloria: así podemos liberarnos de engaños personales y falsas sabidurías
Dios respeta nuestra libertad. Fiarse de Él es nuestra salvación y gloria: así podemos liberarnos de engaños personales y falsas sabidurías
Sir. 15, 15-20: "Si quieres puedes observar los mandamientos y cumplir lo que agrada al Señor... Ante los hombres están la vida y la muerte: a cada uno se le dará lo que prefiera. Porque es grande la sabiduría del Señor… A nadie le ordenó ser impío ni dio a nadie autorización para pecar".
Sal. 118: "Felices los que siguen la ley del Señor".
1Cor. 2, 6-10: "Es verdad que anunciamos una sabiduría…, pero no la sabiduría de este mundo ni la que ostentan los dominadores de este mundo… Lo que anunciamos es la sabiduría de Dios, misteriosa y secreta que Él preparó para nuestra gloria desde antes de la creación del mundo… Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu…"
Mt. 5, 17-37: "No piensen que vine a abolir la ley y los profetas… vine a darle plenitud… el que cumpla y enseñe estos mandamientos será considerado grande en el Reino de los Cielos. Si su justicia no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Han oído que se dijo a sus antepasados… Pero yo les digo… si al presentar tu ofrenda ante el altar, te percatas que tu hermano tiene algo contra ti, deja ahí tu ofrenda y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y solo entonces vuelve a presentar tu ofrenda… si tu ojo… si tu mano… te es ocasión de escándalo… es preferible que se pierda uno de tus miembros a que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno… Yo les digo:… no juren de ningún modo… Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo demás viene del Maligno".
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