enero 26, 2013

«Él me envió para llevar la buena noticia a los pobres»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 27 de enero.

Jesús se nos presenta como el Consagrado por el Espíritu para llenarnos de la Gracia y Libertad que son fruto de la apertura al Amor Misericordioso de Dios que nos da su Año de Gracia para la redención de todos los cautivos, atrapados en tantísimas esclavitudes de hoy y de siempre.

¡Ojalá que nosotros sepamos escuchar como lo hizo el pueblo, según se nos narra en la primera lectura: con un corazón abierto y dispuesto a recibir la Ley de santidad que el Señor les regalaba para su vida, paz y alegría, todos dones de Dios!

Que nuestro corazón no se endurezca, atrapado en la soberbia del que cree saberlo ya todo y dominarlo todo, como le pasó a los conciudadanos de Jesús, al que rechazaron en su propio pueblo, puesto que ya lo conocían y no les cabía en la cabeza que les estuviera anunciando que en Él se realizaban las promesas de las Escrituras. Creo que no hay nada peor que “ya saber”; creer que no necesitamos de Dios, pues nosotros somos nosotros y, por tanto, superiores a todos y casi en todo...

¿No podríamos decir que ‘el diálogo que se rechaza es condenación para el futuro’?
Creo que podemos decir con razón que la experiencia histórica, no solo de la propia vida, sino también de la ajena, que la soberbia es el mejor presupuesto para impedir la propia maduración y preparar todo tipo de desastres, que después obligaremos a soportar y a tener que superar a las generaciones futuras...

Dios siempre nos está cerca, pero no creamos jamás que se nos impondrá... Nunca lo hizo y jamás lo hará... Si le aceptamos, recibiremos su bendición, si le rechazamos, a la larga, veremos lo que perdimos, pero no lo podremos recuperar, aunque la misericordia de Dios, que nos conoce bien, siempre tiene dones especiales para cada uno, esté en la situación en la que esté,: si se abre, los gozará y, con él, los que le rodean, pues los dones de Dios nunca son individuales, por muy personales e íntimos que sean, sino que siempre son para el Bien Común de la Comunidad en la que la persona concreta está ahora.

María nos ayude –ella la mujer atenta a Dios y a los hombres– a vivir abiertos a los dones de Dios y a la Gracia de su cercanía misericordiosa: Año de Gracia y Amor.

Dios nos lleve a tener un corazón humilde y abierto a Él para estarlo a los hermanos que nos rodean.

Unidos en oración con María:

P. José Mª Domènech SDB

«Él me envió para llevar la buena noticia a los pobres»

Israel, por aquel entonces, era un país ocupado. No era fácil vivir lo que la ley pedía al Pueblo de Dios y se leía cada sábado. Por tanto, todo anuncio de libertad, claridad, dignidad y respeto era regenerador.

¿No vivimos una situación similar? No estamos ‘ocupados físicamente’ por una fuerza extrajera, pero hoy en día no es nada fácil vivir nuestra Fe; más todavía, no atinamos a formarla y profundizarla. ¿Estamos vacíos? Se nos ha opacado todo y nos cuesta creer en algo estable, salvo en nuestras creencias particulares.

Jesús se presenta a sus paisanos como el Mesías prometido, anunciado y esperado.

¡Sorprendente!

¿Nos llega este anuncio de Jesús? ¡¡Es muy actual!! ¿Lo creemos, lo proclamamos como personas y Comunidad que sigue el camino de Jesús porque cree en Él y con Él forma un solo cuerpo por el Espíritu que nos une y nutre con la Palabra, los sacramentos y la vida de intimidad con el Padre en el Hijo?

La persona que escucha la Palabra de Dios en la Comunidad cristiana tiene la certeza de que es el mismo Dios quien se comunica con ella. Aprovecharla dependerá de su atención, sencillez, humildad y apertura. No hacerlo es quedarse solo. Por eso Jesús nos pide que volvamos a la sencillez de los niños para dejar entrar a Dios en nuestra vida. Los de Nazaret quedaron sorprendidos, pero ¿qué pasó después?

La Palabra de Dios es poderosa; su influencia es decisiva en la vida de las personas y Comunidades que la escuchan con el corazón abierto y disponible por el Amor en el que viven. Transforma y plenifica.

Saber escuchar con corazón abierto y saber valorar la Palabra recibida, nos lleva a la paz y la alegría

Si el fiel está honestamente abierto a la Palabra de Dios, ésta le libera y llena de Vida, para eso nos vino.

La real conversión siempre es motivo de alegría para Dios y el pecador, por la renovación de su Amor

Dios, nuestro Padre, nos hace un solo cuerpo en Cristo para que el mundo conozca y reciba su salvación

Somos el Cuerpo de Cristo para desarrollar, con su mismo Espíritu, la Misión que el Padre le confió.

En diversidad de dones, todos viviendo con la misma docilidad de Cristo, ofrecemos al mundo el testimonio del poder regenerador y enaltecedor de la Gracia del Amor de Dios que nos salva y santifica.

Jesús quiere anunciar a los suyos, de ayer y de hoy, el año de gracia para el que el Padre le ha enviado.

Jesús es el Mesías que durante tantos siglos ha esperado el Pueblo elegido, ...nosotros. Lo dice claro.

Era el Hijo de Dios encarnado quien se lo anuncia y lo que ofrece era maravilloso: los aplastados por la cautividad, esclavitud y miseria, serán liberados, los ciegos verán, trae el año de gracia del Señor.

La reacción de los de su pueblo, primero, fue de asombro y, después, de rechazo. ¿Y la nuestra cuál es?

Pidamos a María saber escuchar atentos y recibir a nuestro Salvador cada día asumiendo su Palabra.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO III

Jesús proclama que ha sido enviado para liberarnos de toda esclavitud. Formamos en Él un solo cuerpo para que ofrecer al mundo su Vida y Libertad.

Neh. 8, 2-4a.5-6.8-10:
"El Sacerdote Esdras trajo la ley ante la Asamblea... leyó el libro en la plaza... en presencia de los hombres, de las mujeres y de los que podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley... Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro en tierra... Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas... dijeron a todo el pueblo: «Éste es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren... porque la alegría del Señor es la fortaleza de ustedes»".

Salmo: 188-10.15: "Tus palabras, Señor, son espíritu y vida"

1Cor. 12, 12-30:
"Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno; y estos miembros... no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo –judíos y griegos, esclavos y libres– y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembro de este cuerpo".

Lc. 1, 1-4; 4, 14-21: "...después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo he decidido escribir para ti... a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido... Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió por toda la región... Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró, como de costumbre, en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías...: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió para llevar la buena noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor». Jesús cerró el libro... Todos... tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír»".





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