Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 26 de mayo.
Creo que lo más importante a lo que debemos prestar atención respecto al misterio de la Santísima Trinidad es que Dios es Amor. Y no es concebible el Amor real en una existencia solitaria, pues el Amor, por su propia identidad, es relación y construcción de Comunidad como objetivo fruto de la Comunión de las personas.
Dios es Comunión Trinitaria: tres personas diversas que viven una tal relación de Amor son y aparecen como un solo Dios: en Él, el Padre es el Padre, creador. Su comunicación con su Hijo –cuya identidad es de Hijo, absolutamente identificado con su Padre, al que lo refiere todo– es una relación con la voluntad de construir amor en toda relación –interna y sobre todo externa–, por eso el Hijo es el Redentor del ser humano, creación del Padre teniendo como modelo al Hijo de Amor. La Comunicación del Padre y del Hijo con el Espíritu Sato está basada en la identidad de Éste, que es Vida de Amor en el Padre y en el Hijo y entre ellos, identificando todas sus relaciones, con evidente beneficio en las externas: la creación y, sobre todo, la persona humana, a la que cuida y orienta para se escuche al Hijo y viva según el eterno Plan de Amor y Vida del Padre.
Los textos nos muestran la relación de ellos en la creación –primera lectura–, en la redención y vida evangélica –segunda– y en la orientación de toda la Salvación –tercera lectura–.
Dios, Uno y Trino, nos siga bendiciendo para que vivamos según la Voluntad del Padre, enseñada por el Hijo y constantemente recordada y profundizada en nosotros por el Espíritu Santo.
Unidos en oración con María, la Madre Auxiliadora, por la que alabamos a Dios:
P. José Mª Domènech SDB
Dios, que nos ama desde siempre. Se nos mostró tal cual es, sin secretos, como lo hace el Amor.
A nosotros nos cuesta entenderle como es, pero éste es nuestro límite, no el de Dios. Él es simple, Eterna Comunión Trinitaria, es decir, tres personas que, con su propia identidad personal, se aman tan intensamente que son un solo Dios desde siempre y para siempre y... ¡PARA NOSOTROS!
La identidad de Dios es el Amor; Éste es la Vida de cada una de sus personas y las lleva a una perfecta comunicación eterna entre ellas con un solo Plan de Vida: la eterna felicidad del hombre.
El Amor nos lleva a comunicarnos buscando los mejores modos y momentos para hacerlo.
La Fe nos lleva a creer a Dios y lo que nos comunica; no pide pruebas: su Amor es la prueba.
Dios nos ha revelado los secretos de su Amor en su Hijo encarnado, y siguen revelándonoslos por obra de su Espíritu, que nos orienta y nos guía para que amemos al modo de Dios: dando la propia vida para llenar de vida a los que nos rodean, tratando llevarles a vivir-gustar el don de la libertad, de la paz y de la alegría en el perdón que el mismo Dios nos confió en Cristo Jesús.
Creer significa saberse-sentirse amado por Dios y optar por amarle como Él desea, aquí y ahora, en la persona de nuestros hermanos, seguros de la esperanza de que nuestra vida –personal y comunitaria– será un feliz éxito que no defraudará a nadie que se mantenga fiel al Amor de Dios.
Dios nos ama desde y para siempre: es eternamente fiel a su Amor, a nosotros, cada ser humano.
La sabiduría de Dios –su Hijo y su Espíritu– nos precede y acompaña siempre con su Amor eterno
La Sabiduría de la que habla el texto es la personificación de la acción divina en el mundo; san Pablo la identifica con Cristo Jesús, que viene del Padre a guiarnos y que se queda en su Espíritu.
Desde la creación de mundo Dios –Comunión Trinitaria– está con nosotros, aunque no lo percibamos. También el bebé, al principio, no identifica a sus padres como tales, aun viviendo con ellos.
Por la Fe Cristo nos reconcilia con nuestro Dios: Padre-Hijo-Espíritu y nos garantiza la salvación
La Salvación nos viene del Padre por medio del Hijo encarnado y es preservada de toda degradación por el Amor del Espíritu Santo que el Padre y el Hijo nos han enviado como nuestro Abogado. Él es seguridad absoluta de que nuestro avanzar hacia el Padre no se corromperá porque nos recordará todo lo que Cristo nos ha enseñado y nos irá indicando cómo afrontar cada circunstancia.
«Quien me ve a mí ve al Padre», dice Jesús; y Pablo identifica a Jesús como “imagen del Dios invisible” y con la “sabiduría de Dios”. El mismo dolor, en Amor del Espíritu, nos lleva a la gloria.
Sólo con el Espíritu el discípulo de Cristo madura su relación viva con el Padre y los hermanos
Dios no es un ser solitario, sino una Comunión de amor de tres personas iguales, aunque diversas.
El Plan eterno del Padre nos es revelado por el Hijo para que lo podamos aceptar y vivir y el Espíritu nos enseña a comprenderlo, a ubicarnos en él y a comprometernos para que se haga historia en nuestra historia concreta, con todas sus contradicciones, perversiones y hasta desquicios.
El Padre y el Hijo –unidos– nos envían su Espíritu para que nos defienda de todo engaño –mental, psicológico, personal o social– y siempre optemos por la Vida, según la Verdad y para la Paz en todo.
Pidamos a María ser dóciles al Espíritu al escuchar la Palabra de Cristo para ser fieles al Padre.
Prov. 8, 22-31: "Dice la Sabiduría de Dios: «El Señor me creó como primicia de sus caminos, antes de sus obras, desde siempre. Yo fui formada desde la eternidad, desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra... Cuando Él afianzaba el cielo, yo estaba ahí... cuando Él afirmaba los cimientos de la tierra, yo estaba a su lado como un hijo querido... y mi delicia era estar con los hijos de los hombres»."
Sal. 8 4-9: "¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!"
Rm. 5, 1-5: "Justificados por la Fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo... Por Él nos gloriamos de la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce la constancia... virtud probada... esperanza. Y la esperanza no quedará defraudada, porque el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado".
Jn. 16, 12-15: "Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: «Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero Uds. no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad... Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a Uds. Todo lo que es del Padre es mío; por eso les digo que recibirá de lo mío y se lo anunciará a Uds.»".
Creo que lo más importante a lo que debemos prestar atención respecto al misterio de la Santísima Trinidad es que Dios es Amor. Y no es concebible el Amor real en una existencia solitaria, pues el Amor, por su propia identidad, es relación y construcción de Comunidad como objetivo fruto de la Comunión de las personas.
Dios es Comunión Trinitaria: tres personas diversas que viven una tal relación de Amor son y aparecen como un solo Dios: en Él, el Padre es el Padre, creador. Su comunicación con su Hijo –cuya identidad es de Hijo, absolutamente identificado con su Padre, al que lo refiere todo– es una relación con la voluntad de construir amor en toda relación –interna y sobre todo externa–, por eso el Hijo es el Redentor del ser humano, creación del Padre teniendo como modelo al Hijo de Amor. La Comunicación del Padre y del Hijo con el Espíritu Sato está basada en la identidad de Éste, que es Vida de Amor en el Padre y en el Hijo y entre ellos, identificando todas sus relaciones, con evidente beneficio en las externas: la creación y, sobre todo, la persona humana, a la que cuida y orienta para se escuche al Hijo y viva según el eterno Plan de Amor y Vida del Padre.
Los textos nos muestran la relación de ellos en la creación –primera lectura–, en la redención y vida evangélica –segunda– y en la orientación de toda la Salvación –tercera lectura–.
Dios, Uno y Trino, nos siga bendiciendo para que vivamos según la Voluntad del Padre, enseñada por el Hijo y constantemente recordada y profundizada en nosotros por el Espíritu Santo.
Unidos en oración con María, la Madre Auxiliadora, por la que alabamos a Dios:
P. José Mª Domènech SDB
SANTÍSIMA TRINIDAD
Dios, que nos ama desde siempre. Se nos mostró tal cual es, sin secretos, como lo hace el Amor.
A nosotros nos cuesta entenderle como es, pero éste es nuestro límite, no el de Dios. Él es simple, Eterna Comunión Trinitaria, es decir, tres personas que, con su propia identidad personal, se aman tan intensamente que son un solo Dios desde siempre y para siempre y... ¡PARA NOSOTROS!
La identidad de Dios es el Amor; Éste es la Vida de cada una de sus personas y las lleva a una perfecta comunicación eterna entre ellas con un solo Plan de Vida: la eterna felicidad del hombre.
El Amor nos lleva a comunicarnos buscando los mejores modos y momentos para hacerlo.
La Fe nos lleva a creer a Dios y lo que nos comunica; no pide pruebas: su Amor es la prueba.
Dios nos ha revelado los secretos de su Amor en su Hijo encarnado, y siguen revelándonoslos por obra de su Espíritu, que nos orienta y nos guía para que amemos al modo de Dios: dando la propia vida para llenar de vida a los que nos rodean, tratando llevarles a vivir-gustar el don de la libertad, de la paz y de la alegría en el perdón que el mismo Dios nos confió en Cristo Jesús.
Creer significa saberse-sentirse amado por Dios y optar por amarle como Él desea, aquí y ahora, en la persona de nuestros hermanos, seguros de la esperanza de que nuestra vida –personal y comunitaria– será un feliz éxito que no defraudará a nadie que se mantenga fiel al Amor de Dios.
Dios nos ama desde y para siempre: es eternamente fiel a su Amor, a nosotros, cada ser humano.
La sabiduría de Dios –su Hijo y su Espíritu– nos precede y acompaña siempre con su Amor eterno
La Sabiduría de la que habla el texto es la personificación de la acción divina en el mundo; san Pablo la identifica con Cristo Jesús, que viene del Padre a guiarnos y que se queda en su Espíritu.
Desde la creación de mundo Dios –Comunión Trinitaria– está con nosotros, aunque no lo percibamos. También el bebé, al principio, no identifica a sus padres como tales, aun viviendo con ellos.
Por la Fe Cristo nos reconcilia con nuestro Dios: Padre-Hijo-Espíritu y nos garantiza la salvación
La Salvación nos viene del Padre por medio del Hijo encarnado y es preservada de toda degradación por el Amor del Espíritu Santo que el Padre y el Hijo nos han enviado como nuestro Abogado. Él es seguridad absoluta de que nuestro avanzar hacia el Padre no se corromperá porque nos recordará todo lo que Cristo nos ha enseñado y nos irá indicando cómo afrontar cada circunstancia.
«Quien me ve a mí ve al Padre», dice Jesús; y Pablo identifica a Jesús como “imagen del Dios invisible” y con la “sabiduría de Dios”. El mismo dolor, en Amor del Espíritu, nos lleva a la gloria.
Sólo con el Espíritu el discípulo de Cristo madura su relación viva con el Padre y los hermanos
Dios no es un ser solitario, sino una Comunión de amor de tres personas iguales, aunque diversas.
El Plan eterno del Padre nos es revelado por el Hijo para que lo podamos aceptar y vivir y el Espíritu nos enseña a comprenderlo, a ubicarnos en él y a comprometernos para que se haga historia en nuestra historia concreta, con todas sus contradicciones, perversiones y hasta desquicios.
El Padre y el Hijo –unidos– nos envían su Espíritu para que nos defienda de todo engaño –mental, psicológico, personal o social– y siempre optemos por la Vida, según la Verdad y para la Paz en todo.
Pidamos a María ser dóciles al Espíritu al escuchar la Palabra de Cristo para ser fieles al Padre.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO C – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO VIII
SANTÍSIMA TRINIDAD
Dios desde siempre está con nosotros y a nuestro favor, sólo necesita que nos fiemos más de Él y nos acerquemos para recibir lo que nos ofrece
SANTÍSIMA TRINIDAD
Dios desde siempre está con nosotros y a nuestro favor, sólo necesita que nos fiemos más de Él y nos acerquemos para recibir lo que nos ofrece
Prov. 8, 22-31: "Dice la Sabiduría de Dios: «El Señor me creó como primicia de sus caminos, antes de sus obras, desde siempre. Yo fui formada desde la eternidad, desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra... Cuando Él afianzaba el cielo, yo estaba ahí... cuando Él afirmaba los cimientos de la tierra, yo estaba a su lado como un hijo querido... y mi delicia era estar con los hijos de los hombres»."
Sal. 8 4-9: "¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!"
Rm. 5, 1-5: "Justificados por la Fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo... Por Él nos gloriamos de la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce la constancia... virtud probada... esperanza. Y la esperanza no quedará defraudada, porque el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado".
Jn. 16, 12-15: "Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: «Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero Uds. no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad... Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a Uds. Todo lo que es del Padre es mío; por eso les digo que recibirá de lo mío y se lo anunciará a Uds.»".