Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 8 de setiembre.
Este domingo Jesús nos enfrenta a una realidad esencial a la vida cristiana: o Él es el centro real de ella o la supuesta vida cristiana no es real. Podremos tener muchos errores, pero lo que no nos podemos consentir es dejar a Jesús de lado y tener otros ‘amores’ que le hagan competencia, pues, en este caso, Jesús nos dice con plena claridad: “no eres digno de Mí” y perderás tu vida porque tus intereses son muy diversos a los míos. También en otro lugar lo dice, aunque de otro modo, pero con el mismo contenido: “O conmigo o contra Mí”. ¿Qué más claridad queremos?
Son muchas las preguntas que de ahí se pueden derivan. Veamos algunas:¿Somos cristianos o solo simpatizantes de Jesús? ¿Somos discípulos de Cristo o solo miembros inscritos por la familia en una institución secular llamada Iglesia Católica? ¿Es Cristo el amor-eje-fundamental de nuestra vida o es uno más al que se le dedica el tiempo que ‘podemos’ –o nos sobra– dentro de nuestros múltiples compromisos? ¿Entendemos qué significa celebrar la Eucaristía a la que nos invita el mismo Jesús, en la que Él mismo nos une con su Comunidad –cada vez un poco más–, nos da su Perdón, su Palabra, su Vida, su Paz, se nos da como Alimento, nos da su Bendición y hasta nos confía su propia Misión? ¿El Señor se puede fiar de nosotros o le queremos obligar a competir con otros ‘amores’ que nos quitan tiempo, atención y mucha de nuestra energía?
Si el Señor no es el centro de nuestra vida, al final, acabamos siéndolo nosotros mismos con lo que nos parece bien o nos complace o creemos que nos conviene –según nuestros criterios–. ¿Entendemos que solo Dios puede liberarnos de nuestros egoísmos e individualismos mortales que asedian constantemente nuestra vida?
Dios es nuestra sabiduría; si de Él sabemos algo es porque Él nos lo ha revelado. Nos toca decidir qué vamos a confiarle. Lo que no confiemos a su Amor, se nos deshará en nuestras manos, pues en nosotros prima la ignorancia de lo más profundo de nuestra vida y, precisamente es eso, lo que la define y le da sentido y felicidad. Nos conviene abrirnos a Él y entregarnos a su Amor.
Dios nos dé la Sabiduría de vivir poniéndolo a Él en el centro de nuestra vida y amarlo, de verdad, por encima de todo. Él nos tiene en el centro de su existir y nos da lo mejor de sí... ¡Seamos como Él! Que el día 7 esté todo él centrado en dar vida y paz a todos y orar por la paz constantemente.
Unidos en oración con María, Madre de la Paz y de la Vida, que nos enseña a amar desde dentro:
P. José Mª Domènech SDB
Este domingo podríamos vivirlo como el domingo del examen de conciencia: ¿Cuál es la calidad de nuestra vida cristiana? ¿Somos cristianos o solo simpatizantes de Jesús? ¿Somos discípulos de Cristo o solo miembros inscritos en una institución secular llamada Iglesia Católica?
¿Es Cristo el amor eje-fundamental de nuestra vida o es uno más al que se le dedica el tiempo que ‘podemos’, dentro de nuestros múltiples compromisos, o el tiempo que nos sobra?
¿Entendemos qué significa celebrar la Eucaristía a la que nos invita el mismo Jesús, en la que Él mismo nos compromete, cada vez un poco más, con su Comunidad, nos da su Perdón, su Palabra, su Vida, su Paz, se nos da como Alimento, nos da su Bendición y hasta nos confía su propia Misión?
¿El Señor se puede fiar de nosotros o le queremos obligar a competir con otros ‘amores’ que nos quitan tiempo, atención y mucha de nuestra energía que debería ser para Él, pues solo Él ya lo ha dado todo por cada uno de nosotros, puesto que nos quiere libres y felices como Él?
¿Nos damos cuenta de que, si el Señor no es nuestro centro, al final acabamos siéndolo nosotros mismos con lo que nos parece bien o nos complace o nos conviene –según nuestros criterios–?
¿Entendemos que solo Dios puede liberarnos de nuestros egoísmos e individualismos mortales?
Ser libres supone ser dueños de nosotros mismos y para eso el Señor dio su vida. ¿Y nosotros?
En san Pablo Dios nos propone cederle a Él nuestros derechos, pues Él es el único capaz de defenderlos de verdad: ¡ya lo demostró con el don de su vida y resucitando de entre los muertos!
¿Qué sabemos de Dios que Él no nos lo haya dicho? ¿Qué somos que Él no nos lo haya dado?
La verdadera sabiduría viene de Dios. Pero Él nos es desconocido, pues nos falta intimida con Él.
Nunca nos deja solos: envía su Espíritu a nuestro corazón y su Hijo a nuestra historia ¿qué más?
Hay pérdidas que son una gracia de Dios, pues nos permiten conocernos y decidirnos mejor
El esclavo fugitivo de Filemón ha llegado a la Fe, como el mismo amo. Pablo, que los bautizó, desea salvar la Fe de ambos de una posible reacción de venganza: apela al Amor redentor de Jesús.
Si somos hermanos en Cristo centremos nuestras decisiones en su Amor: solo eso tiene sentido.
Jesús tiene muchos seguidores, pero Él quiere ser el único que centre nuestro amor y nuestra vida
Cristo nos pide que sea Él, y solo Él, el centro de todo nuestro amor, pues solo así todos los demás amores se verán libres de ser víctimas de la tentación de egoísmo que todo y a todos utiliza.
El verdadero discípulo solo entrega su vida a Cristo Jesús: Él lo enviará a quien sea necesario.
Se trata de ser solo y para siempre de Jesús, dando nuestra vida a los que Él quiera enviarnos.
Pidamos a María vivir siempre disponibles a lo que el Señor nos pida cada día, aunque nos duela.
Sb. 9, 13-18: ¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios o hacerse una idea de lo que quiere el Señor? Los pensamientos de los mortales son indecisos y sus reflexiones precarias, porque un cuerpo corruptible pesa sobre el alma y... oprime a la mente con muchas preocupaciones... lo que está a nuestro alcance lo descubrimos con esfuerzo... ¿quién habría conocido tu Voluntad si Tú mismo no hubieras dado la Sabiduría y envidado desde lo alto tu santo espíritu? Así se enderezaron los caminos de los que están sobre la tierra, así aprendieron los hombres lo que te agrada y, por la Sabiduría, fueron salvados.
Sal. 89 3-6.12-14.17: ¡Señor, Tú has sido nuestro refugio!
Flm. 9b-10.12-17: Querido hermano: Yo, Pablo, ya anciano, y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión. Te lo envío como si fuera una parte de mi... ser. Con gusto lo hubiera retenido a mí lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio. Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces sea... voluntario... Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor. Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mí mismo.
Lc. 14, 25-33: Junto con Jesús iba un gran gentío, y Él, dándose vuelta, les dijo: «Cualquiera que venga a Mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer, y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de Uds., si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él... ¿Y qué rey, cuando sale de campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Así, mientras el otro está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de Uds. que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.»
Este domingo Jesús nos enfrenta a una realidad esencial a la vida cristiana: o Él es el centro real de ella o la supuesta vida cristiana no es real. Podremos tener muchos errores, pero lo que no nos podemos consentir es dejar a Jesús de lado y tener otros ‘amores’ que le hagan competencia, pues, en este caso, Jesús nos dice con plena claridad: “no eres digno de Mí” y perderás tu vida porque tus intereses son muy diversos a los míos. También en otro lugar lo dice, aunque de otro modo, pero con el mismo contenido: “O conmigo o contra Mí”. ¿Qué más claridad queremos?
Son muchas las preguntas que de ahí se pueden derivan. Veamos algunas:¿Somos cristianos o solo simpatizantes de Jesús? ¿Somos discípulos de Cristo o solo miembros inscritos por la familia en una institución secular llamada Iglesia Católica? ¿Es Cristo el amor-eje-fundamental de nuestra vida o es uno más al que se le dedica el tiempo que ‘podemos’ –o nos sobra– dentro de nuestros múltiples compromisos? ¿Entendemos qué significa celebrar la Eucaristía a la que nos invita el mismo Jesús, en la que Él mismo nos une con su Comunidad –cada vez un poco más–, nos da su Perdón, su Palabra, su Vida, su Paz, se nos da como Alimento, nos da su Bendición y hasta nos confía su propia Misión? ¿El Señor se puede fiar de nosotros o le queremos obligar a competir con otros ‘amores’ que nos quitan tiempo, atención y mucha de nuestra energía?
Si el Señor no es el centro de nuestra vida, al final, acabamos siéndolo nosotros mismos con lo que nos parece bien o nos complace o creemos que nos conviene –según nuestros criterios–. ¿Entendemos que solo Dios puede liberarnos de nuestros egoísmos e individualismos mortales que asedian constantemente nuestra vida?
Dios es nuestra sabiduría; si de Él sabemos algo es porque Él nos lo ha revelado. Nos toca decidir qué vamos a confiarle. Lo que no confiemos a su Amor, se nos deshará en nuestras manos, pues en nosotros prima la ignorancia de lo más profundo de nuestra vida y, precisamente es eso, lo que la define y le da sentido y felicidad. Nos conviene abrirnos a Él y entregarnos a su Amor.
Dios nos dé la Sabiduría de vivir poniéndolo a Él en el centro de nuestra vida y amarlo, de verdad, por encima de todo. Él nos tiene en el centro de su existir y nos da lo mejor de sí... ¡Seamos como Él! Que el día 7 esté todo él centrado en dar vida y paz a todos y orar por la paz constantemente.
Unidos en oración con María, Madre de la Paz y de la Vida, que nos enseña a amar desde dentro:
P. José Mª Domènech SDB
«Quien no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo»
Este domingo podríamos vivirlo como el domingo del examen de conciencia: ¿Cuál es la calidad de nuestra vida cristiana? ¿Somos cristianos o solo simpatizantes de Jesús? ¿Somos discípulos de Cristo o solo miembros inscritos en una institución secular llamada Iglesia Católica?
¿Es Cristo el amor eje-fundamental de nuestra vida o es uno más al que se le dedica el tiempo que ‘podemos’, dentro de nuestros múltiples compromisos, o el tiempo que nos sobra?
¿Entendemos qué significa celebrar la Eucaristía a la que nos invita el mismo Jesús, en la que Él mismo nos compromete, cada vez un poco más, con su Comunidad, nos da su Perdón, su Palabra, su Vida, su Paz, se nos da como Alimento, nos da su Bendición y hasta nos confía su propia Misión?
¿El Señor se puede fiar de nosotros o le queremos obligar a competir con otros ‘amores’ que nos quitan tiempo, atención y mucha de nuestra energía que debería ser para Él, pues solo Él ya lo ha dado todo por cada uno de nosotros, puesto que nos quiere libres y felices como Él?
¿Nos damos cuenta de que, si el Señor no es nuestro centro, al final acabamos siéndolo nosotros mismos con lo que nos parece bien o nos complace o nos conviene –según nuestros criterios–?
¿Entendemos que solo Dios puede liberarnos de nuestros egoísmos e individualismos mortales?
Ser libres supone ser dueños de nosotros mismos y para eso el Señor dio su vida. ¿Y nosotros?
En san Pablo Dios nos propone cederle a Él nuestros derechos, pues Él es el único capaz de defenderlos de verdad: ¡ya lo demostró con el don de su vida y resucitando de entre los muertos!
¿Qué sabemos de Dios que Él no nos lo haya dicho? ¿Qué somos que Él no nos lo haya dado?
La verdadera sabiduría viene de Dios. Pero Él nos es desconocido, pues nos falta intimida con Él.
Nunca nos deja solos: envía su Espíritu a nuestro corazón y su Hijo a nuestra historia ¿qué más?
Hay pérdidas que son una gracia de Dios, pues nos permiten conocernos y decidirnos mejor
El esclavo fugitivo de Filemón ha llegado a la Fe, como el mismo amo. Pablo, que los bautizó, desea salvar la Fe de ambos de una posible reacción de venganza: apela al Amor redentor de Jesús.
Si somos hermanos en Cristo centremos nuestras decisiones en su Amor: solo eso tiene sentido.
Jesús tiene muchos seguidores, pero Él quiere ser el único que centre nuestro amor y nuestra vida
Cristo nos pide que sea Él, y solo Él, el centro de todo nuestro amor, pues solo así todos los demás amores se verán libres de ser víctimas de la tentación de egoísmo que todo y a todos utiliza.
El verdadero discípulo solo entrega su vida a Cristo Jesús: Él lo enviará a quien sea necesario.
Se trata de ser solo y para siempre de Jesús, dando nuestra vida a los que Él quiera enviarnos.
Pidamos a María vivir siempre disponibles a lo que el Señor nos pida cada día, aunque nos duela.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO C – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXIII
Más por menos: ¡ésta es la propuesta de Dios! Él nos pide darle nuestro amor y vida y nos garantiza toda su Vida al servicio nuestra felicidad
Más por menos: ¡ésta es la propuesta de Dios! Él nos pide darle nuestro amor y vida y nos garantiza toda su Vida al servicio nuestra felicidad
Sb. 9, 13-18: ¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios o hacerse una idea de lo que quiere el Señor? Los pensamientos de los mortales son indecisos y sus reflexiones precarias, porque un cuerpo corruptible pesa sobre el alma y... oprime a la mente con muchas preocupaciones... lo que está a nuestro alcance lo descubrimos con esfuerzo... ¿quién habría conocido tu Voluntad si Tú mismo no hubieras dado la Sabiduría y envidado desde lo alto tu santo espíritu? Así se enderezaron los caminos de los que están sobre la tierra, así aprendieron los hombres lo que te agrada y, por la Sabiduría, fueron salvados.
Sal. 89 3-6.12-14.17: ¡Señor, Tú has sido nuestro refugio!
Flm. 9b-10.12-17: Querido hermano: Yo, Pablo, ya anciano, y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión. Te lo envío como si fuera una parte de mi... ser. Con gusto lo hubiera retenido a mí lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio. Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces sea... voluntario... Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor. Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mí mismo.
Lc. 14, 25-33: Junto con Jesús iba un gran gentío, y Él, dándose vuelta, les dijo: «Cualquiera que venga a Mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer, y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de Uds., si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él... ¿Y qué rey, cuando sale de campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Así, mientras el otro está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de Uds. que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.»
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