mayo 17, 2014

«Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida»

Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 18 de mayo.



Cristo nos lleva al Padre, Dios, quien nos conoce y nos ama desde siempre y para siempre. Es maravilloso saber no solo que somos esperados y que nuestra partida de esta segunda etapa de la vida inmortal que el Señor nos ha dado, no la haremos solos, así como no estuvimos solos cuando pasamos de la primera –en el seno materno– a la segunda al llegar a este mundo-sociedad en el que aprendimos a crecer como seres humanas e hijos de Dios en Cristo. No. El Señor Jesús vendrá a buscarnos, Él nos lo asegura. Lo importante es que sepamos a dónde vamos y cuál es el camino:

Vamos al Padre, como Cristo Jesús. Él mismo nos comunica que es el Camino que nos lleva al Padre, también nos aclara que también es Él quien nos comunica toda la Verdad necesaria sobre Dios, sobre nosotros mismos y la realidad en la que nos encontramos y Él es la Vida plena y eterna de nuestra existencia. Conocer al Padre en creciente intimidad es lo más vital de nuestro existir y lo haremos sólo en la medida que intimemos con Jesucristo. No podía ser más claro. no necesitamos buscar a este Cristo Jesús, pues está junto a nosotros, nos acompaña en nuestro vivir; Él nos ha integrado a su Cuerpo místico –que es su Comunidad– y nos ha confiado su propia Misión, nos ha integrado en su sacerdocio a favor de toda la humanidad, haciendo de nuestro cuerpo y de nuestra Comunidad su templo vivo, y solo es a través de nuestra vida consagrada a Él y a su Reino como podremos darle real y concreto culto en espíritu y verdad, como Él mismo lo expresó en su diálogo con la samaritana: así lo escuchamos el tercer domingo de cuaresma.

Ser cristiano, por tanto, no es pertenecer a una religión, sino vivir unido a una persona: a Cristo, y no por estar en un registro, sino por una creciente intimidad con Él, que el domingo pasado nos decía que era nuestro Buen Pastor y la Puerta por la que se entra a una Comunión de vida plena.

Dios nos bendice en Cristo, siempre está presente y actuante en nuestra vida comunitaria. Dejemos que nos guíe por su Camino, nos diga su Verdad y nos llene de su Vida. No perdamos el horizonte. Vivamos en su presencia, centremos nuestra atención y esfuerzo en vivir su Palabra y hacer de nuestra vida un culto agradable al Padre para que todos conozcan al Hijo guiados por el Espíritu.

Unidos en oración con María, la Madre auxiliadora, cuya novena empezamos:

P. José Mª Domènech SDB

«Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida»

Estamos llamados a creer en el Señor, que nos cuida, que nos prepara el futuro y que nunca nos dejará.

Jesús es el Camino al Padre, no hay otro; Él es la Verdad de nuestra realidad y la Vida de nuestra vida.

Desconocer al Señor desde la Fe es como no verlo, pues no se capta su realidad profunda, sino apariencias. Ver a Jesús es ver al Padre: sus obras de vida son testimonio del Amor de Dios entre nosotros.

Nuestra respuesta a la vocación cristiana pasa hoy por creer-vivir a Jesús, Dios encarnado, presente.

Cristo no garantiza que no tengamos errores, pero sí que Él jamás nos abandonará, y, si no le dejamos, sabremos caminar por su Camino, viviremos en su Verdad, compartiremos su Vida y haremos sus obras.

En su Cena, cada Eucaristía, Él mismo es el que nos anima, nos orienta, nos asegura su presencia, alimenta nuestra Fe, fortalece nuestra Esperanza, alienta nuestra Caridad y Él nos da la seguridad de

ser escuchados, siempre que vivamos en su Amor, pues éste transforma y da fecundidad a nuestra vida ordinaria.

Dificultades jamás faltarán, pero tampoco la Sabiduría del Amor de Dios para que nunca dejemos el esfuerzo de caminar cada día como Pueblo de Dios, regio y sacerdotal: orante y constructor de la Paz.

La primera Comunidad tuvo problemas y buscó solucionarlos, para eso señaló sus prioridades en la Fe.

Lo importante no es ser eficaz, sino siempre fiel al Evangelio, lo demás lo genera la vida evangélica.

Pedro asume su función de orientador de una vida comunitaria fiel a la Misión confiada por el Señor.

Pedro nos anima a vivir como lo que somos: Pueblo sacerdotal y regio que ofrece la Vida nueva a todos.

Cristo nos ha hecho, por el don de su vida en el Amor, miembros del Pueblo de Dios: Él es la base, la piedra angular, rechazada por los constructores; Él nos hace piedras vivas del templo de Dios en el mundo.

El resucitado nos ha constituido sacerdotes en Él para ofrecer nuestra vida, consagrar al mundo en el que actuamos como parte del Reino de Dios y ser testigos del Amor del Padre que nos Salva en Cristo.

Jesús quiere enseñarnos a profundizar nuestra visión de Él: Camino-Verdad-Vida, Presencia del Padre.

Sólo Jesús nos conduce al Padre: es el único Camino que lleva a Él, la única Verdad que le expresa –y nos expresa como sus hijos amados–, la única Vida eterna, la única a la que vale la pena consagrarse.

Sólo Jesús es el Hijo unigénito que se consagró con su propia vida hecha don salvador que pide perdón.

Cristo en sus obras guía nuestra vida y es la verdad que nos define como gestores de la vida y la paz.

Pidamos a María a ser uno en Cristo, fieles a su persona y Misión para el bien de los que nos rodean.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO A – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO V

Si vivimos centrados en lo básico: la oración y la Palabra, seremos uno con el Señor, como Él lo es con su Padre, y eso dará vida nueva a nuestro servir.

Hch. 6, 1-7:
Como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos, porque se desatendía a sus viudas... los Doce convocaron a todos... y les dijeron: «No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas. Es preferible, hermanos, que busquen entre Uds. a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea. De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra.» La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron [a los siete]. Los presentaron a los apóstoles y éstos... les impusieron las manos. La Palabra de Dios se extendía cada vez más...

Sal. 321-2.4-5.18-19: Señor, que descienda tu Amor sobre nosotros.

1P. 2, 4-10:
Al acercarse al Señor, piedra viva rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa a los ojos de Dios, también Uds., a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo... Ustedes son “una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido” para anunciar las maravillas de aquél que los llamó de las tinieblas a su admirable Luz. Ustedes, que antes no eran pueblo, ahora son Pueblo de Dios; Uds., que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.

Jn. 14, 1-12: Jesús dijo a sus discípulos: «No se inquieten; crean en Dios y crean también en mí: en la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, ¿les habría dicho a Uds. que voy a prepararles un lugar? Cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también Uds. Ya conocen el camino que lleva al lugar a donde yo voy.» Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?» Jesús le respondió: «Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, si no por mí. Si Uds. me conocen, conocerán también a mi Padre...» Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.» Jesús le respondió: «Felipe, tanto tiempo que estoy con Uds. y aún no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?... Créanme, yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que creen en mí, hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre.»








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