septiembre 21, 2014

«Vayan también ustedes a mi viña»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 21 de setiembre.

“Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que es justo.” ¡Cuándo no: confianza y justicia!

Dios desea elevar nuestra vida a su máximo de posibilidades, pero necesita que confiemos en Él, pues Él ya confía en nosotros. ¡¡Nadie es inútil para Dios!! Basta estar dócilmente disponibles.
Los hombres no sabemos aprovechar lo que cada uno es, pequeño o grande, sano o enfermo, maduro o inmaduro, con muchas o pocas riquezas, en situación ventajosa o en problemas. ¡Todos tenemos un mundo de posibilidades que, si no estamos despiertos a las oportunidades, se nos van a escapar de las manos con la grave responsabilidad de las consecuencias que generamos. Dios lo sabe muy bien y por eso nos invita a buscarle sin descanso, a estar listos para trabajar con Él.

Es la disponibilidad en la que vive san Pablo: lo importante es estar con el Señor, como y allí donde estemos a cada momento: siempre pensando en el bien de los que nos rodean, pues eso es lo que hace madurar a una persona como tal: hija de Dios, el soberano del Universo, servidor de la vida.

Demos gracias a Dios y bendigamos su bondad, pues Él siempre está atento a los que lo invocan.
María nos enseñe a vivir atentos como ella a todo lo que el Señor nos vaya haciendo entender en cada circunstancia, pues Dios nunca se desanima y por eso no deja de salir a buscarnos.

Unidos en oración con María, la Madre atenta, disponible y generosa:

P. José Mª Domènech SDB

«Vayan también ustedes. a mi viña»

Cuanto más profunda e integral es nuestra unión con el Señor, cuanto más abierta y disponible está nuestra vida a su Voluntad, más valor damos al momento en el que, dejadas las limitadas posibilidades de esta segundo estadio de nuestra vida, pasamos, a través de la puerta de la muerte, a la plenitud de la Vida eterna.

Ésta es la experiencia que nos confiesa el Apóstol en el texto de hoy. ¡Vive la perplejidad!: deseo intenso vivir plenamente en el Señor –en la Vida eterna–, pero, también, sincero deseo estar a su disposición para lo que Él quiera pedirle a favor de los hermanos. ¿Es también nuestra experiencia? ¡Bendito sea Dios!

Esto no se improvisa ni viene solo: se construye con una continua y esforzada búsqueda del Señor a través de nuestra limitada naturaleza, atrapada en tendencias marcadas por el pecado personal y social.

¿La naturaleza humana nos desvía? ¡No! Son nosotros con las decisiones sujetas a todo tipo de egoísmo.

¿Qué hacer? La indicación es clara: vivir disponibles a lo que el Señor nos pida y cuando nos lo pida.

Su pago es totalmente desconcertante: se nos da Él mismo y más allá de lo que podamos esperar y soñar.

El Señor está cerca, pero debemos buscarlo en nuestra personal historia; no se nos impone: ¡atención!

Es malo esperar que las cosas surjan solas. ¡Ninguna historia se construye así!: El éxito pide esfuerzo.

Buscar al Señor pide esforzarse por conocer y comprender la Voluntad de Dios para vivirla cabalmente. El pecado debe abandonarse, con sus aparentes ventajas. Dios nos conoce y nos ama: ¡Él nos apoyará!

El Amor de Dios nos lleva a desear vivir en su Casa; pero, antes, debemos servir a los hermanos como Él

¿La muerte es una ganancia? Para el cristiano consciente de su ser en Cristo, sí: es plenitud y liberación.

El cielo es un don previo, pero debemos aceptarlo: lo aceptamos si damos nuestra vida a los hermanos.

Lo mejor para el cristiano es vivir en el cielo, presencia viva y libre de Dios en nuestra vida, ya ahora.

San Pablo supera de la perplejidad cuando llega a esta constatación: es lo que debemos asumir nosotros.

La viña del Señor es esta vida y Él siempre sale a buscar quién esté a su disposición para hacer su obra.

La vida es una vocación: Él nos llama cada día a trabajar para y con el Señor. ¡El beneficio es nuestro!

Nadie llega tarde. La vida comienza ahora: pierdes oportunidades, pero no la vida. ¡Responde hoy día!

Ésta es la visión de Dios, no la nuestra; pero la que rige en la vida, al final, es la suya. ¡Despertemos!

No se trata de portarse bien, sino de dejarle a Dios total libertad de acción: ¡solo sabe hacer maravillas!

Pidamos a María buscar siempre al Señor, atentos a sus indicaciones para servir a todos como Jesús.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXV

Sólo gozará la grandeza y libertad del Reino de Dios, quien viva en la libertad de estar, cada día más, al servicio de la Salvación que Dios ofrece a todos.

Is. 55, 6-9:
¡Busquen al Señor, mientras se deja encontrar, llámenlo, mientras está cerca! Que el malvado abandone su camino, y el hombre perverso, sus pensamientos; que vuelva al Señor, y Él tendrá compasión, a nuestro Dios, que es generoso en perdonar. Porque los pensamientos de Uds. no son los míos, ni los caminos de Uds., son mis caminos... Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de Uds.

Sal. 1442-3.8-9.17-18: El Señor está cerca de aquellos que le invocan

Flp. 1, 20b-26:
Estoy completamente seguro de que... sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo. Porque, para mí, la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia... no sé qué elegir. Me siento urgido por ambas partes: deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de Uds. es preferible que permanezca en este cuerpo. Tengo la plena convicción que permaneceré junto a todos Uds., para que progresen y se alegren en la Fe. De este modo, mi regreso y mi permanencia entre Uds. les proporcionarán un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús.

Mt. 20, 1-16a: Jesús dijo a sus discípulos: «Muchos de los primeros serán los últimos y muchos de los últimos serán los primeros, porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y,... a otros desocupados... les dijo: “Vayan Uds. también a mi viña y les pagaré lo que sea justo.” Y ellos fueron. Volvió a salir a medio día y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde, salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: “¿Cómo se han quedado todo el día aquí sin hacer nada?” Ellos contestaron: “Nadie nos ha contratado.” Entonces les dijo: “Vayan también Uds. a mi viña.” Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: “Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros.”... recibieron cada uno un denario... los primeros, creyendo que iban a recibir algo más,... recibieron un denario. Y... protestaron contra el propietario... [Éste] respondió a uno de ellos: “Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a éste que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parezca? ¿Por qué tomas a mal el que yo sea bueno? Así los últimos serán los primeros y los primeros últimos.»













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