abril 05, 2015

PASCUA 2015

Feliz y Santa Pascua de resurrección! Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz!


Cantemos al Señor con la bella composición de Marcello Giombini:



Gloria, gloria a Dio nell'alto dei cieli gloria.
E pace, e pace in terra agli uomini
di buona volontà.
Noi ti lodiamo, ti benediciamo,
ti adoriamo, ti glorifichiamo,
ti rendiamo grazie per la tua gloria immensa.

Signore, figlio unigenito,
Gesù Cristo, Signore Dio,
Agnello di Dio, figlio del Padre,
tu che togli i peccati, i peccati del mondo
abbi pietà di noi, abbi pietà di noi.
Tu che togli i peccati, i peccati del mondo,
accogli, accogli la nostra supplica.

Tu che siedi alla destra, alla destra del Padre,
abbi pietà di noi, abbi pietà di noi.

Perché tu solo il santo. Tu solo il Signore,
tu solo l'Altissimo, Gesù Cristo.
Con lo Spirito Santo nella gloria di Dio Padre. Amen.



Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este Domingo de Pascua, 5 de abril:


PASCUA


Con este domingo se cierra el Triduo Pascual. Celebramos la Pascua del Señor. Solemnidad de solemnidades, ninguna fiesta cristiana está a su nivel. Ella es la que da razón de ser todas las demás.

¡El Señor ha resucitado, como anunciaron las Escrituras! Es día grande para todos: ¡Estamos salvados! Siempre en la conciencia cristiana tenemos esta pregunta clave: ¿Aceptamos este gran don?

No nacimos para la esclavitud, ninguna esclavitud, pues cualquiera de ellas no queda solo en la persona siempre tiene repercusiones en quienes la rodean, llega a marcar su ambiente social.

La peor de las esclavitudes es la del pecado, pues, aunque alguien encuentre auto-complacencia en alguno de ellos, siempre sea auto-degrada. Cuando la persona lo percibe, ve su propio proceso de descomposición moral, y –como no nacimos para esto– se siente mal y busca una real salida. Cuanto más tarde en encontrarla y asumirla, más se angustiará, se enfermará y se perjudicará hasta morir y matar.

El pecado es fruto de la acción del maligno que desea destruir la obra de Comunión Creadora-Salvadora-Santificadora de Dios. Él, para ayudarnos, nos enriquece con la cercanía de su Gracia.

Dejarse atrapar por el pecado es darle poder destructivo en nosotros y en nuestro mundo. Ésa es la naturaleza del mal, éste vive de la importancia, atención y capacidad de dominio que le damos.

Aceptar la Salvación de Dios significa vivir en Cristo Jesús y en su Comunidad: dando vida, construyendo unidad con cada actitud de la vida y, ante el error –cosa normal– convirtiéndonos sin cesar.

Quien busque aprender a obedecer al Señor de la vida, tendrá, en Él, su seguro y feliz futuro.

Estamos llamados a vivir como resucitados en Cristo sólo así el mundo podrá creer en el Señor.

Dios, al enviar a su Hijo como testigo y comunicador de su Amor, pensó siempre y solo en nosotros

Pasó por el mundo haciendo el bien y sanando a los que estaban oprimidos por el mal.

Descripción perfecta del apóstol Pedro al referirse a Jesús.

La vida del Maestro fue estar atento a la Voluntad del Padre para llenar de vida y alegría a los que se acercaban confiándole su necesidad de liberación del mal, físico, psíquico, moral o religioso.

Dios es suprema Comunión Trinitaria de Amor y Vida, por eso el pecado no tiene el poder definitivo

Dios nos libera pidiéndonos que nos fijemos solo en Él, pues somos sus hijos amados y Él es nuestro Padre, Maestro y Horizonte de grandeza y desarrollo infinito. Él es quien resucitó a su Hijo de entre los muertos para que su Vida fluyera a nosotros y nos llenara.

Él nos da su Espíritu, invitándonos –con constancia renovada– a vivir aceptándolo como Padre, como lo vivió Jesús, hombre cabal y perfecto, en quien se cumple el único y eterno Plan del Padre.

Jesús nos llama a vivir como resucitados y así invitar, y enseñar, a nuestros hermanos a creer

Vivir como resucitados es vivir en la sencillez de mirar siempre al Señor para seguirle. Estar atentos a lo que nos va indicando y saber descubrir su presencia y Amor en los signos que nos ofrece.

Este estilo de vida es capaz de renovar el mundo sin hacer ruido, pero con suma eficiencia, como levadura, nos da la capacidad de superar todo límite y esclavitud, sobre todo el pecado.

Toda persona y toda generación hace su propio camino. En ello vemos el maravilloso éxito de Dios –Padre Providente, Hijo Fiel y Espíritu Renovador– que lleva a todos y a cada uno a la Santidad.

Pedimos a María nos enseñe a vivir todos los días como resucitados, dando Vida, Perdón y Paz.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO B – TIEMPO PASCUAL – DOMINGO I

Ser cristiano es ser de Cristo en su Comunidad y alimentarnos de Él. Somos responsables de dar al mundo, hoy, la Salvación del Señor resucitado.

Hch. 10, 34a.37-43:
...«Ya saben lo que ha pasado últimamente en todo el país de los judíos, comenzando por Galilea... Me refiero a Jesús de Nazaret... pasó por todas partes haciendo el bien y dando la salud a todos los que estaban bajo el dominio del demonio porque Dios estaba con Él... lo mataron colgándolo de una cruz... Dios lo resucitó al tercer día... Él nos ordenó que predicáramos al pueblo... Todos los profetas dan testimonio a su favor... quien cree en Él recibe el perdón de sus pecados en su nombre».

Salmo 1171-2.16ab-17.22-23: Este es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos en Él.

Col. 3, 1-4:
Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha del Padre, ...no las de la tierra... su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es la vida de Uds., también Uds. se manifestarán con Él, llenos de gloria.

Jn. 20, 1-9: El primer día de la semana muy de mañana... María Magdalena se fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo... y les dijo: «Se han llevado... al Señor...» ...salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos... llegó Simón Pedro..., entró en el sepulcro y vio las vendas en el suelo y también el sudario... enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo...: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según las Escrituras, Él debía resucitar de entre los muertos.




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