septiembre 20, 2008

Buscar a Dios

El Padre José María nos envía su sugerencia homilética para este domingo.
Buscar a Dios

Hoy el Señor nos invita a buscar sinceramente a Dios. No es difícil hacerlo, pues Él está cerca de los que le buscan, pues solo buscarle con honestidad es ya invocarle. Pero no basta ni buscarle ni invocarle, es necesario que nuestro corazón cada día decida vivir más cerca de Él y, en consecuencia, más lejos de la búsqueda de los propios intereses, gustos o caprichos.

Para lograr esto necesitamos renunciar a lo que juzgamos nuestras seguridades como, por ejemplo, creernos mejores que otros, pues ellos no llegan a nuestro nivel de comportamiento, a nuestra generosidad, a nuestros compromisos, a nuestros conocimientos, a nuestras habilidades, nuestra calidad de pertenencia a la comunidad, ya sea por antigüedad o por fidelidad.

No se nos pide que seamos más que nadie, sino que amemos como el Señor ama, y a nadie juzga sirviendo a todos sin medida o con la única medida de la real necesidad de cada uno.

Los caminos del Señor no son los nuestros

La vida actual nos lleva a creer que tenemos poderes que en realidad no poseemos, pues los avances tecnológicos no nos dan más poder que antes de tenerlos, salvo la capacidad de manipu-lar algunas cosas más eficientemente, pero el verdadero poder es el de transformación de la realidad y éste lo adquirimos con la conciencia de nuestra dependencia de la naturaleza, de la comunidad y, sobre todo, de Dios, pues esta conciencia nos permite ubicarnos con sabiduría y desarrollar con humildad todo lo necesario para interactuar con realismo, sin creernos dioses.

El profeta nos lo hace notar y, en consecuencia, nos invita a volver al Señor, mientras le podemos encontrar. Resistirse a los dones de Dios, que siempre nos piden conversión, es suicida.

Lo importante es hacer del Señor el eje de nuestra vida

Sí. Lo importante es hacer del Señor el centro de nuestra vida. Más. Pablo nos invita a que no solo sea el centro de nuestra vida sino nuestra vida misma. Es decir, que si no vivimos en Cristo sintamos que no estamos viviendo de verdad. Por esto sigue diciendo que para él morir es una ganancia, pero morir no es solo dejar de vivir en esta etapa de la vida, sino también la entiende como consagrar su vida para la vida y necesidades de los hermanos.

Somos responsables de nuestras decisiones. Nada, en la vida cristiana, es mágico. La Fe es un don para ser compartido y tenemos responsabilidad personal en el bien de los que nos rodean, por eso los obispos en Aparecida nos llaman a comprometernos en la Misión continental, pues la vida en Cristo de nuestros hermanos es también nuestra responsabilidad.

Amando al Señor de tal modo que le sirvamos incondicionalmente y con sus criterios

Dios es generoso. No seamos mezquinos buscando solo nuestras ventajas. Es importante desarrollar cada una de nuestras áreas de maduración buscando el bien de todos. Seamos como Dios es con nosotros. Pedimos a María el don de ser de y como Cristo para poder dar a Cristo.

P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXV

Is. 55, 6-9: "Busquen al Señor ahora que se deja encontrar... Que los injustos abandonen sus caminos... que se conviertan al Señor y se apiadará de ellos... Porque... mis caminos y mis pensamientos están muy por encima de los de ustedes, tanto como distan el cielo de la tierra."

Salmo 144: "El Señor está cerca de los que le invocan."

Flp. 2, 20c-24.27a:
"Tanto si vivo como si muero, sé que Cristo será glorificado en mi cuerpo. Porque para mí vivir es Cristo y morir sería una ganancia... por un lado desearía morir para estar con Cristo... pero por otro, veo que es mejor para ustedes que yo siga aquí vivo... Lo que les pido es que lleven una vida digna del evangelio de Cristo."

Mt. 20, 1-16a: "El Reino de los cielos se parece a un propietario que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña... salió otra vez a media mañana... a medio día... a media tarde y una hora antes de concluir la jornada... Concluida la jornada llamó al encargado de los trabajadores y le dijo: «Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos y acabando por los primeros.» ...los primeros... protestaron. Él respondió a uno de ellos: «¿Qué daño te he hecho? ¿No quedamos en el jornal que has recibido?... ¿No puedo hacer lo que quiera en mi casa? ¿Tienes envidia porque yo soy generoso?»"

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