septiembre 04, 2008

Responsable del bien de mis hermanos

El Padre José María nos envía su sugerencia homilética para este domingo:

Responsable del bien de mis hermanos

El seguimiento de Jesús no nos separa de nuestra humanidad, asediada por el error, ya sea por la debilidad propia de su naturaleza en un constante proceso de maduración o por la inclinación al pecado, personal y social, que siempre le rodea.

Se trata de no hacer jamás las paces con el pecado, ningún pecado. Por esto el Señor, por un lado, nos invita a no abandonar nunca a ningún hermano, sobre todo si éste es débil o está caído y, por otro, nos pide que estemos atentos a la Palabra del Señor y la recibamos con un corazón sinceramente abierto.

Lo más valioso que le podemos dar al hermano es el amor de cuidar de él, de su maduración interior, psicológica y espiritual.

La vida de unos incide en la de los demás, sea que estemos cerca, sea que estemos lejos: no somos islas. Muchos son los lazos que nos unen. Aunque no nos conozcamos directamente, no podemos pensar que no tenemos nada que ver unos con otros: ¡Somos la familia humana y respiramos el mismo aire, no solo físico, sino también psicológico y espiritual! Cuando alguien desea imponerse a los demás, ése es un grave acto de violencia. Nuestra obligación humana primera es vivir de tal modo que traiga el mayor bien a los demás. Nadie tiene derecho ni a pensar ni a actuar como le da la gana, pues el pensamiento siempre lleva, tarde o temprano, a la acción, de un modo u otro, directa o indirectamente.

1. El peligro del aislamiento es real, sobre todo hoy.-

El mundo se ha hecho una aldea, todo nos afecta, pero estamos tan atrofiados en nuestra libertad y capacidad de sacrificio, que lo que vemos, nos incomoda y nos asusta y cada día levantamos más muros psicológicos o legales que nos aíslan y nos tensionan: perdemos la paz.

Las relaciones sociales, a cualquier nivel, muchas veces son difíciles, pues la honestidad no es la ordinaria moneda de relación. Hay reales, y poderosos, agentes de destrucción de nuestra sociedad: necesitamos construir comunidades donde el flujo de vida y paz sea permanente y abierto a todos. Cristo es el modelo y el maestro de esta actitud.

2. El Señor es Comunión Trinitaria y nos llama a comprometernos: somos responsables.-

Felicidad está en la Comunión
. Dios es Comunión Trinitaria y el Señor de la vida y la historia.

Nuestras comunidades cristianas lo serán en la medida que tiendan a la Comunión Trinitaria, de la que son imagen en Cristo Jesús. El amor concreto es el camino, su signo, la vida.

Preocuparse del hermano, no es una opción, es deber y signo de nuestra vida en Dios.

El hermano es nuestro camino para llegar a ser de Dios, verdaderamente libres y maduros en el amor. Estamos llamados, como responsabilidad personal, a buscar que nadie se pierda.

3. Buscar el bien del hermano en la propia comunidad es el primer compromiso universal.-

El bien del hermano es el primer compromiso
. Del hermano concreto, sobre todo el equivocado, al que hay que tratar de acercar a la Verdad del amor y a la Libertad del don de la vida.

No es fácil vivir para el bien de los demás, y menos hoy, pero es necesario buscar caminos para aprenderlo y enseñarlo, superando, uno tras otro, todos los errores en que podamos caer.

María nos ayude a vivir al servicio de la mejor vida interior de nuestros hermanos.
P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXIII

Ez. 33, 7-9: "Hijo del hombre, te he hecho centinela para que veles sobre el pueblo de Israel... Si yo amenazo de muerte al pecador y tú no se lo dices... él morirá por su pecado, pero a ti te haré responsable de su sangre. Si tú se lo has dicho... habrás salvado tu vida".

Salmo 94: "Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: «No endurezcan el corazón»"

Rm. 13, 8-10:
"Con nadie tengan ninguna deuda, salvo el amor. Quien ama a los demás ha cumplido toda la ley... cualquier mandamiento está resumido en estas palabras: ama a los demás como a ti mismo. Quien ama no hace daño a nadie. Amar es toda la ley".

Mt. 18, 15-20: "Si tu hermano peca, habla a solas con él, si te hace caso, has ganado a tu hermano. Si no te hace caso... todo quede sancionado por la palabra de dos o tres. Si no les hace caso, preséntalo a la comunidad; si ni a ella le hace caso, considéralo un pagano o pecador... donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."

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