El tiempo de Cuaresma es un tiempo riquísimo en catequesis bíblico-litúrgica: comenzó con una invitación a la conversión honesta, sin poses ni apariencias, pues de nada nos sirven ante Dios, pues Él ve el interior, y tampoco ante los hombres, pues la verdad fácilmente sale a la luz; después, el domingo, nos indicaba que para vencer las tentaciones, que jamás nos van a faltar, como no le faltaron a Jesús, es indispensable vivir como Él: reconociendo a Dios como Padre y Señor de nuestra vida y haciendo de su Palabra el criterio definitivo de nuestra vida. O Jesús es el Señor y Salvador o nuestra vida no tiene opción para lograr la verdadera y eterna libertad del Amor de Dios. Esta es una verdad para toda persona humana: quien realmente no sabe de Jesús, por lo que sea, lo recibe en su interior, de algún modo, en la rectitud de su conciencia.
En este segundo domingo la propuesta es correlativa: Dios está vitalmente comprometido con el éxito de nuestra vida, ¿lo estamos nosotros? ¿sabemos cuál es este éxito o estamos esencialmente confundidos y engañados? ¿qué hacemos para buscar y caminar en la Verdad, conocida, comprendida y vivida cada día con mejor sinceridad y profundidad mayor? ¿qué elementos en nuestra vida nos desconciertan, nos seducen, nos van degradando, aunque sea poco a poco, y matan muchas opciones que el Señor nos ofrece, de muchos modos y sin descanso?
Jesús es la Palabra viva de Dios, ¿le escuchamos, dejándole entrar en nuestro interior, aunque revuelva nuestra vida y criterios; nos sacuda y nos llame a la conversión? El Padre nos pide que escuchemos a su predilecto; al que Él escogió como el Siervo que da su vida para que tengamos vida y la tengamos eterna.
Este domingo se nos invita a ESCUCHAR A JESÚS, quitando de nosotros todo lo que nos degrade como lo que somos en verdad y sin discusión, aunque muchos lo nieguen y nosotros no lo sepamos, porque nadie nos lo enseñó ni nos ayudó a comprender: HIJOS DE DIOS. Él, Cristo Jesús, el Hijo de Dios por naturaleza eterna, nos enseñará a nosotros a serlo, pues nuestra naturaleza immortal, no nos lo entrega por sí misma... Pero somos Hijos de Dios porque Dios nos ha creado para que lo seamos y Él, nuestro Padre, nos llama a serlo desde lo más profundo de nuestro Ser Humano. ¡Ojalá tengamos alguien que, con Caridad, nos lo enseñe y aprendamos a vivirlo y enseñárselo a los que nos rodean! ¡¡Esto es lo más grande que podemos hacer en la vida!!
Dios nos bendiga para que escuchemos cada día mejor a Jesús, el Hijo Predilecto del Padre.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
Para madurar seguimos, consciente o inconscientemente, a algún ‘maestro’, cuya disciplina, de algún modo, aceptamos. Estamos creados de tal modo que, solos, no podemos estructurarnos adecuadamente ni desarrollar todo nuestro inmenso potencial. A esto se refiere la palabra de Dios que, en el Génesis, dice: “No es bueno que la persona humana esté sola…” (Gn. 2, 18b)
Dios, en Amor Providente y Redentor, no nos abandona jamás, siempre está con nosotros, nos guía, invita, anima; nos ofrece su alimento, Gracia, Amistad y Vida. ¡Es Alianza!
Toda la historia está construida de este modo. Otra cosa muy diversa, y lamentable, es que no lo veamos, ni lo valoremos, por estar atrapados en nuestra miopía o atados a deseos y costumbres esclavizantes que nos van, poco a poco, aniquilando como personas, familias y sociedad.
Nuestra Comunidad cristiana es el ambiente en el que el Señor nos ofrece transfigurar nuestra vida paso a paso, en el contacto íntimo y continuo con Jesús, escuchando su ‘voz’, asumiendo sus criterios, siguiendo sus pasos y dejando todo lo que nos lo impida.
Pablo lamenta que haya ‘cristianos’ que, viviendo con criterios que no son de Cristo, se hundan en sus propios engaños y hagan de su vida un fracaso, y ¡un escándalo para muchos!
Necesitamos la luz de la vida de Jesús para no desviar nuestra vida en criterios errados.
El compromiso de Dios a favor nuestro es absoluto, abarca toda su Vida: nada le detendrá
El texto del Génesis muestra una antigua fórmula de alianza: al pasar entre los animales divididos, las partes expresan que cumplirán el pacto o perecerán como estos animales.
Aquí solo Dios se compromete, Abram es beneficiario. El pacto será infaliblemente cumplido: ¡Dios no falla jamás! La alianza se hará perfecta en Cristo. Abram se fía en todo de Dios.
Estamos llamados a vivir en Jesús como Él vive en el Padre: darlo todo por los hermanos
Para ser discípulo de Jesús, y su misionero: testigo de su Amor, debemos ser libres.
Ser familia de Dios, miembros de su Reino supone desechar de nosotros lo que nos impide dar vida y buscar el bien de los que nos rodean. Así lo han hecho todas las personas libres.
Seguir a Jesús sólo en los momentos gratos es mentirse: el Padre nos invita a escucharle-vivirle
El relato ‘dice’ que la pasión es una realidad ineludible: la Pascua es el camino de la gloria del Hijo de Dios, su triunfo definitivo. Escucharle es hacerse capaz de testificar esta Pascua en la vida: hacerla mi historia en ‘la vida’. Como a Jesús, nos lo pide el Padre a favor del mundo.
María nos ayude a escuchar a Jesús, intimar con Él y dejar lo que nos impida ser como Él.
Gn. 15, 5-12.17-18: "Dios hizo salir a Abram y le dijo: «Mira el cielo y cuenta, si puedes, las estrellas. Así será tu descendencia» Abram creyó al Señor y el Señor lo tomó en cuenta… Después le dijo: «Yo soy el Señor que te hizo salir de Ur de los caldeos para darte este país…» Abram preguntó: «¿Qué garantía me das, Señor?»… Cuando era ya negra noche, vio como una hoguera humeante o antorcha fulgurante pasaba en medio de los animales partidos. Aquel día el Señor hizo con Abram una alianza…"
Sal. 26: "El Señor es mi luz y mi salvación"
Flp. 3, 17-4, 1: "…se lo digo con lágrimas en los ojos: muchos viven como si fueran enemigos de la Cruz de Cristo. Se encaminan a la perdición… solo aprecian las cosas terrenales. Nosotros tenemos nuestra ciudadanía en el cielo… Jesucristo, el Señor, que transformará nuestro pobre cuerpo para configurarlo al suyo glorioso… Hermanos queridos,… manténganse en el Señor".
Lc. 9, 28b-36: "Jesús… subió a la montaña para orar. Mientras oraba, se transfiguró… Dos hombres se pusieron a conversar con Él. Eran Moisés y Elías… Pedro y sus compañeros…, cuando despertaron, vieron la gloria de Jesús… se formó una nube que los cubrió… En la nube una voz dijo: «Éste es mi Hijo, mi elegido, escúchenle»… se encontraron con Jesús que estaba solo. Ellos guardaron el secreto…"
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En este segundo domingo la propuesta es correlativa: Dios está vitalmente comprometido con el éxito de nuestra vida, ¿lo estamos nosotros? ¿sabemos cuál es este éxito o estamos esencialmente confundidos y engañados? ¿qué hacemos para buscar y caminar en la Verdad, conocida, comprendida y vivida cada día con mejor sinceridad y profundidad mayor? ¿qué elementos en nuestra vida nos desconciertan, nos seducen, nos van degradando, aunque sea poco a poco, y matan muchas opciones que el Señor nos ofrece, de muchos modos y sin descanso?
Jesús es la Palabra viva de Dios, ¿le escuchamos, dejándole entrar en nuestro interior, aunque revuelva nuestra vida y criterios; nos sacuda y nos llame a la conversión? El Padre nos pide que escuchemos a su predilecto; al que Él escogió como el Siervo que da su vida para que tengamos vida y la tengamos eterna.
Este domingo se nos invita a ESCUCHAR A JESÚS, quitando de nosotros todo lo que nos degrade como lo que somos en verdad y sin discusión, aunque muchos lo nieguen y nosotros no lo sepamos, porque nadie nos lo enseñó ni nos ayudó a comprender: HIJOS DE DIOS. Él, Cristo Jesús, el Hijo de Dios por naturaleza eterna, nos enseñará a nosotros a serlo, pues nuestra naturaleza immortal, no nos lo entrega por sí misma... Pero somos Hijos de Dios porque Dios nos ha creado para que lo seamos y Él, nuestro Padre, nos llama a serlo desde lo más profundo de nuestro Ser Humano. ¡Ojalá tengamos alguien que, con Caridad, nos lo enseñe y aprendamos a vivirlo y enseñárselo a los que nos rodean! ¡¡Esto es lo más grande que podemos hacer en la vida!!
Dios nos bendiga para que escuchemos cada día mejor a Jesús, el Hijo Predilecto del Padre.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
Dios nos ofrece una alianza de Amor y Vida
Para madurar seguimos, consciente o inconscientemente, a algún ‘maestro’, cuya disciplina, de algún modo, aceptamos. Estamos creados de tal modo que, solos, no podemos estructurarnos adecuadamente ni desarrollar todo nuestro inmenso potencial. A esto se refiere la palabra de Dios que, en el Génesis, dice: “No es bueno que la persona humana esté sola…” (Gn. 2, 18b)
Dios, en Amor Providente y Redentor, no nos abandona jamás, siempre está con nosotros, nos guía, invita, anima; nos ofrece su alimento, Gracia, Amistad y Vida. ¡Es Alianza!
Toda la historia está construida de este modo. Otra cosa muy diversa, y lamentable, es que no lo veamos, ni lo valoremos, por estar atrapados en nuestra miopía o atados a deseos y costumbres esclavizantes que nos van, poco a poco, aniquilando como personas, familias y sociedad.
Nuestra Comunidad cristiana es el ambiente en el que el Señor nos ofrece transfigurar nuestra vida paso a paso, en el contacto íntimo y continuo con Jesús, escuchando su ‘voz’, asumiendo sus criterios, siguiendo sus pasos y dejando todo lo que nos lo impida.
Pablo lamenta que haya ‘cristianos’ que, viviendo con criterios que no son de Cristo, se hundan en sus propios engaños y hagan de su vida un fracaso, y ¡un escándalo para muchos!
Necesitamos la luz de la vida de Jesús para no desviar nuestra vida en criterios errados.
El compromiso de Dios a favor nuestro es absoluto, abarca toda su Vida: nada le detendrá
El texto del Génesis muestra una antigua fórmula de alianza: al pasar entre los animales divididos, las partes expresan que cumplirán el pacto o perecerán como estos animales.
Aquí solo Dios se compromete, Abram es beneficiario. El pacto será infaliblemente cumplido: ¡Dios no falla jamás! La alianza se hará perfecta en Cristo. Abram se fía en todo de Dios.
Estamos llamados a vivir en Jesús como Él vive en el Padre: darlo todo por los hermanos
Para ser discípulo de Jesús, y su misionero: testigo de su Amor, debemos ser libres.
Ser familia de Dios, miembros de su Reino supone desechar de nosotros lo que nos impide dar vida y buscar el bien de los que nos rodean. Así lo han hecho todas las personas libres.
Seguir a Jesús sólo en los momentos gratos es mentirse: el Padre nos invita a escucharle-vivirle
El relato ‘dice’ que la pasión es una realidad ineludible: la Pascua es el camino de la gloria del Hijo de Dios, su triunfo definitivo. Escucharle es hacerse capaz de testificar esta Pascua en la vida: hacerla mi historia en ‘la vida’. Como a Jesús, nos lo pide el Padre a favor del mundo.
María nos ayude a escuchar a Jesús, intimar con Él y dejar lo que nos impida ser como Él.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO C - CUARESMA – DOMINGO II
Dios nos ofrece una alianza de Amor y Vida, pero, para vivir en ella, debemos escuchar a Jesús y seguirle más allá de lo religioso.
Dios nos ofrece una alianza de Amor y Vida, pero, para vivir en ella, debemos escuchar a Jesús y seguirle más allá de lo religioso.
Gn. 15, 5-12.17-18: "Dios hizo salir a Abram y le dijo: «Mira el cielo y cuenta, si puedes, las estrellas. Así será tu descendencia» Abram creyó al Señor y el Señor lo tomó en cuenta… Después le dijo: «Yo soy el Señor que te hizo salir de Ur de los caldeos para darte este país…» Abram preguntó: «¿Qué garantía me das, Señor?»… Cuando era ya negra noche, vio como una hoguera humeante o antorcha fulgurante pasaba en medio de los animales partidos. Aquel día el Señor hizo con Abram una alianza…"
Sal. 26: "El Señor es mi luz y mi salvación"
Flp. 3, 17-4, 1: "…se lo digo con lágrimas en los ojos: muchos viven como si fueran enemigos de la Cruz de Cristo. Se encaminan a la perdición… solo aprecian las cosas terrenales. Nosotros tenemos nuestra ciudadanía en el cielo… Jesucristo, el Señor, que transformará nuestro pobre cuerpo para configurarlo al suyo glorioso… Hermanos queridos,… manténganse en el Señor".
Lc. 9, 28b-36: "Jesús… subió a la montaña para orar. Mientras oraba, se transfiguró… Dos hombres se pusieron a conversar con Él. Eran Moisés y Elías… Pedro y sus compañeros…, cuando despertaron, vieron la gloria de Jesús… se formó una nube que los cubrió… En la nube una voz dijo: «Éste es mi Hijo, mi elegido, escúchenle»… se encontraron con Jesús que estaba solo. Ellos guardaron el secreto…"
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