febrero 07, 2010

Testigos fecundos de su Evangelio

Comencé mi experiencia de servicio parroquial con la celebración de la Presentación del Niño Jesús en el Templo. La presencia amorosa de María, que ofrece a su Hijo al Señor de la Vida, la vivo como una cariñosa cercanía de Mi Buena Madre Auxiliadora, que, también a mí, pequeño y pobre ministro de su Hijo, me presenta al Padre como un sencillo y humilde servidor que cada día desea ser más y más fiel.

Les agradezco profundamente que me ayuden, con su oración y ofrenda de tantos límites y sacrificios, a ser cada instante más fiel a lo que Dios quiera para el bien de toda esta Comunidad humana y en especial para los cristianos que en ella viven y tratan de comprender qué es lo que ser cristiano significa y para qué Dios los llamó como tales.

La Palabra de este domingo es clara: sin duda somos pecadores, pero el Señor es nuestra Salvación; Él nos escoge; Él nos llama; Él nos acompaña; Él nos va indicando el camino a seguir, aunque no nos sea muy fácil entender, a veces nos atemorizamos y nos reconocemos, cada vez con mayor realismo, indignos y pecadores.

La experiencia de Pablo es la de muchísimos, de todos, los santos, cada uno según su realidad; como también la experimenta Isaías y Simón...

Dios no se cansa de llamar, en cualquier ambiente y situación, a personas concretas, con sus historias no siempre muy edificantes, para que le colaboren en los múltiples servicios para los que Él mismo los ha ido y los irá purificando... Sólo les pide una actitud básica: Escuchar y Obedecer con sencillez...

Nos lo ha dicho con mucha claridad: "Si no vuelven a ser como niños, no entrarán al Reino de los Cielos".

Cuando veamos las maravillas de Dios en nuestra vida y nos asombremos, sepamos que la voz de Dios está detrás: ¿qué nos está pidiendo? Isaías ve la gloria de Dios en el templo, nosotros debemos aprender a verla en todas partes y en todas las personas, sobre todo en nuestras vidas y en las de los que nos rodean... No es tan fácil, pues se requiere Fe para ver a Dios y sus obras, pero con la humilde oración y con la meditación de la Palabra lo iremos aprendiendo.

La Vida Sacramental nos ayuda a ejercitarnos en ambas cosas, con el apoyo de la Comunidad y sus Pastores, pero es necesario que pasemos esta riqueza sacramental a la propia vida personal, familiar y comunitaria...

Si así no lo hacemos correremos el riesgo de pervertir la práctica sacramental, convirtiéndola en un ritual religioso que, para nosotros, los critianos, será más vacío que los rituales que llamamos paganos para el resto de los pueblos, pues somos nosotros mismos los que lo hermos vaciado de la Vida de la que Dios mismo la enriqueció y para la que los instituyó. Vida que vivifica y da sentido a nuestra rutinaria vida y Vida que perfecciona y eleva nuestras vidas a los impensables niveles que Dios desea para el bien de todos.

Cuando vayamos al templo busquemos siempre y solo al Señor, los demás y lo demás, vendrá por añadura y con mucho más sentido. Busquemos escuchar su Palabra para comprenderla, hacerla vida y permitir al Señor que nos transforme paso a paso, milímetro a milimetro, pues así se construye toda la historia... No son grandes pedruscos, sino granos de arena los que después, en su conjunto, serán admirados.
Dios es el artista; Él nos purifica; Él nos reconduce constantemente; Él nos convierte en la medida que nos ponemos a sus pies reconociendo que lo necesitamos.

Sí, sentimos que debería alejarse, pero, como Simón, le abrazamos los pies con devoción y profunda necesidad de su poderosa Salvación.

Es justo, es muy justo, cantar sus maravillas delante de todos.

Dios nos bendiga a todos supercopiosamente.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

Testigos fecundos de su Evangelio

Estar al servicio del Señor con libertad, para lo que Él nos pida, exige aceptar objetivamente nuestra íntima realidad de pecadores reales y concretos, sin disimular ni justificar nada.

Es la experiencia de Simón, de Pablo, de Isaías: enérgicas personalidades muy diversas, pero centradas en el Evangelio, cada uno a su modo, según pudieron entender al Señor con su Gracia.

Sólo el realismo de la humildad permite a cualquier persona hacer obras grandes sin destruirlas y sin destruirse en el esfuerzo, por las continuas tentaciones de individualismo, soberbia, codicia, lujuria, prepotencia, rebeldía, pereza, sensualidad y embustera manipulación de los valores, de todo tipo y nivel, de las personas, de las estructuras.

Hay ‘misiones’ que nos tienen engañados haciéndonos creer, en la práctica, que somos casi buenos… ¡¡mejores que otros!! Ése es un signo claro, casi científico, de que no vienen del Señor.

Cuando el Señor llama nos va sacando de nuestros engaños, nos libera de nuestros ‘sueños’

La presencia real de Dios en nuestra vida tiene doble efecto: nos descubre quiénes somos en verdad, pero, al mismo tiempo, no nos deja en la depresión al ver nuestra poquedad, sino que cubre con su Gracia nuestra experiencia de profunda pequeñez, ante la soberanía absoluta de Dios, y nos abre una la relación con Él, que nos eleva, aun en la conciencia de ser lo que somos.

La verdadera experiencia de Dios nos abre a la libertad del Amor en la Verdad superando el engaño de los sueños a los que el pecado nos ata y nos lleva a la obediencia absoluta de la Fe.

La mejor actitud para responder al Señor es la humildad de escuchar, acoger y convertirnos
Pablo es muy consciente de su realidad interior: fue salvado de su obstinación, que le cerraba en una religión que, comenzada en la acogida de la Voluntad de Dios, había acabado siendo no un diálogo entre el Pueblo Elegido y su Dios, buscando vivir solo en Su Voluntad, sino un someterse a normas y creencias por las que creían haberse asegurado el favor de Dios.

Cristo nos liberó de esta concepción de la religión y nos devolvió a la vida del diálogo.

Para anunciar el Evangelio necesitamos estar, en humilde obediencia, a disposición del Señor

Isaías y Pablo viven intensamente su disponibilidad a lo que el Señor pida. De ahí su eficiencia en el servicio a la vida. Viven que la salvación viene de Dios, no de ellos: ¡son siervos!

Cristo nos hace felizmente fecundos: a través nuestro, expresa sus maravillas salvíficas.

María nos ayude en el diálogo de abandonarnos al Señor como somos para ser sus siervos.

Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C - TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO V
Reconocer que somos pecadores da al Señor la posibilidad de integrarnos en su salvación y hacernos testigos fecundos de su Evangelio


Is. 6, 1-2a.3-8:
"…vi al Señor sentado en su trono… Le asistían… unos serafines que se gritaban unos a los otros: «Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo…»… Yo dije: «¡Ay de mí! Ya no podré hablar, pues yo soy un hombre de labios impuros, vivo en medio de un pueblo de labios impuros y he visto al Señor del universo»… uno de los serafines… me dijo: «…ya ha desaparecido tu culpa…»… la voz del Señor decía: «¿A quién enviaré? ¿Quién irá en nombre nuestro» Yo respondí: «Aquí me tienes, envíame a mí»"

Sal. 137: "Delante de los ángeles quiero cantarte, Señor"

1Cor. 15, 1-11:
"Les recuerdo el Evangelio que les anuncié… les transmití las mismas enseñanzas que yo recibí… que Cristo… murió por nuestros pecados, fue sepultado y, al tercer día, como dicen las Escrituras, resucitó… Que después se apareció… a todos los apóstoles. Finalmente, el último de todos, como quien nace fuera de tiempo, se apareció hasta a mí… Pero, por gracia de Dios, soy quien soy y su gracia no ha quedado infecunda en mí. … Eso lo que todos predicamos y eso es lo que ustedes creyeron".

Lc. 5, 1-11: "La gente se agolpaba sobre Jesús para escuchar la Palabra de Dios… Subió a una de las barcas,… de Simón,… y enseñaba a la gente… …dijo a Simón: «Rema mar adentro y tira las redes para pescar.» Simón le contestó: «Maestro… porque Tú lo pides echaré las redes»… se rompían… Llenaron las barcas tanto que casi se hundían. Simón Pedro… le dijo: «Señor, apártate de mí que soy un pecador»… Pero Jesús dijo a Simón: «No temas: desde ahora serás pescador de hombres»… dejándolo todo se fueron con Él".

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