febrero 10, 2010

"Feliz quien tiene puesta su confianza en el Señor"

A continuación, el mensaje y sugerencia homiléticas que el querido padre José María acaba de enviarnos.

Les envío esta reflexión la víspera de la memoria de la Virgen de Lourdes, una fiesta popular aquí, en Argentina. María nos enseñe a escuchar y fiarnos absolutamente de Jesús y a hacer siempre "lo que Él nos diga".

Es el último domingo del tiempo ordinario que precede a la Cuaresma, que comenzaré el miércoles de la semana que viene. Es el domingo de la felicidad por la fuerza de la resurrección que nos abre al Espíritu de Jesús quien nos lleva a vivir en los criterios de la Vida Nueva en los que prima la absoluta confianza en la Bondad Salvífica de la Providencia divina (pobreza de nosotros mismos y de nuestra necia soberbia, pues nos engaña llevándonos a creer que, con nuestra organización y fuerza, podemos superar los problemas y hacernos grandes y que no necesitamos a Dios para nada y por eso nos negamos a escucharle y vivir segun sus criterios de vida); criterios de Vida que nos permiten desear saciarnos cada día mejor de los dones de Dios y llenarnos de su Espíritu, aunque esto no lleve a tener que soportar dolor, sufrimiento, hambre o humillaciones injustas, pues Dios jamás abandona y, al ofrecérselo todo en el esfuerzo de serle cada día más fieles, lo hace fecundo en Gracia y Salvación no solo para nosotros, sino para todos los que lo necesitan y están abiertos, aunque poco sepan y menos puedan. Todo gracias a la Pascua de Resurrección del Señor Jesucristo, a la que nos vamos a preparar, durante cuarenta fecundos días, para celebrarla con la máxima profundidad y fruto posible.

Este domingo nos abre a la cuaresma y nos dice a qué debemos prestar atención sin dejarnos engañar por apariencias que nuestro mundo alejado de Dios nos muestra como muy válidas y atrayente. La primera lectura con imágenes fuertes nos pone sobreaviso para que no equivoquemos nuestros puentos de apoyo, con todas las graves consecuencias que ya, desde hace siglos se están viviendo, aunque se niegen o disimulen con fastuosos oropeles y exaltando los logros de la ciencia y tecnología, que no son negables ni despreciables, pero no no llevan, por sí solos, a la maduración de la persona ni de la sociedad humana.

Estemos muy atentos para saber en quién y en qué ponemos nuestra confianza y esperanza de felicidad, pues ésta no llega por cualquier camino, por llamativo que sea... Solo el Amor que da la vida en la Verdad para el Bien de cada persona y sociedad nos abre a la Felicidad que esperamos, desde la Fe, vivir por siempre en el Señor de la Vida y la Paz.

Dios nos bendiga a todos y nos dé un corazón humilde que le busque escchar y vivir en el corazón y en el servicio a los hermanos, sobre todo los más necesitados y abandonados, a cualquier nivel.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB

"Feliz quien tiene puesta su confianza en el Señor"


Sólo hablar de ‘felicidad’ despierta deseos e ilusión… ¿Quién no desea ser feliz? Pero la felicidad, aun siendo un don, otorgado por Dios al crearnos en el seno materno con la colaboración de los padres, es también una tarea: constantemente debemos aprender a recibirlo, aceptarlo y hacerlo realidad concreta en nuestro interior. Dios sólo ofrece, no puede hacer nada más: nos toca a nosotros saber recibir y alimentarnos para vivir desarrollando sus dones, pues somos libres y, por tanto, responsables de cada una de las oportunidades de vida que se nos presentan.
Para tener éxito en esta tarea, nos resulta vital saber cuál es la fuente, alimento y camino de la felicidad; así podremos llegar a ser lo que estamos llamados a ser: “¡felices como Dios!”

Sólo quien sabe revisar regularmente su vida para darse cuenta si acertó el camino, la compañía, el alimento, el apoyo, la fuente, sólo esta persona llegará a lo que desea desde lo más profundo de su interior. Vivir en criterios individualistas, transitorios y perjudiciales, es perder.

Los signos que nos muestran qué construimos en nuestro interior son los frutos. Si son de vida, paz, concordia, comunión, solidaridad, servicio, respeto, sencillez, humildad, estamos bien.

El éxito de la vida depende de conocer el fin de ésta y de saber de quién fiarse para conseguirlo

Quien se ubica en la verdad del ser de cada persona, con el conocimiento de su origen y fin, sabrá que cuál es el apoyo que necesita para no fracasar en lo importante de la vida personal-social, de la que cada persona es responsable. ¡Feliz quien se apoya en el Señor de la Vida!

La vida no es un juego; no depende ni de la suerte, ni del azar, ni del destino. No, eso jamás; la vida es consecuencia del nivel de las relaciones que establecemos con las personas que nos rodean y de las que, inevitablemente, a diverso nivel y medida, dependemos.

La resurrección garantiza el éxito de nuestra vida, si la vivimos como es, como trascendente

Negar la resurrección significa declarar falsa la predicación cristiana, toda la experiencia de los discípulos y apóstoles e inútil el amor entregado de Cristo: seguimos aplastados bajo el dominio de la muerte y el pecado. ¿Quién podrá dar éxito a la tensión de vida y felicidad que todos vivimos desde siempre? Pablo afirma la resurrección como una realidad viva y objetiva.

Sin libertad no hay futuro; para que se dé la libertad, ésta debe tener su base en la conciencia

Cristo declara felices a quienes deciden fiarse de Él viviendo en sus criterios, ¡¡y cuesta!!

María nos ayuda a construir nuestra libertad desde una concreta confianza en el Señor.
Padre José María Dommènech Corominas, sdb.

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO VI
Reconocer


Jr. 17, 5-8:
"Maldito el hombre que pone su confianza en los apoyos humanos… mientras su corazón se aleja del Señor… será como el manzano… en el desierto… jamás tendrá un momento de bonanza; vive… en una tierra salada que no se puede habitar. Bendito el hombre que pone su confianza en el Señor… Será como un árbol plantado junto al río… cuando viene el verano, no tiene miedo… en año de sequía no se marchita ni deja de dar fruto."

Sal. 1: "Feliz quien tiene puesta su confianza en el Señor"

1Cor. 15, 12.16-20:
"Si predicamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es posible que algunos de ustedes nieguen la resurrección de los muertos? Si fuera verdad… tampoco Cristo habría resucitado… la Fe de ustedes no tendría sentido, todavía estarían sometidos a sus pecados… Si nuestra esperanza en Cristo no va más allá de esta vida, somos las personas más dignas de lástima. Pero la verdad es que Cristo ha resucitado de entre los muertos…".

Lc. 6, 17.20-26: "…Jesús levantó los ojos y dijo…: «Felices los pobres… los que ahora pasan hambre… los que ahora lloran… Felices ustedes si, por causa del Hijo del Hombre, la gente les odia, se separa de ustedes, les ofende y denigra… alégrense y hagan fiesta porque su recompensa es grande en el cielo… Pero ay de ustedes, los ricos,… los que se sienten satisfechos… los que se ríen de todo… si la gente habla bien de ustedes y les aplaude: así hacían sus padres con los falsos profetas".

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