febrero 18, 2010

Fe vivida y proclamada

Entramos al tiempo de Cuaresma.

Dios, como Padre Providente, nos ofrece a todos sin excepción de niguna clase un tiempo de de renovación en su Amor que nos renueva y reconstruye interiormente para que la Felicidad, a la que nos llamó cuando nos creó personalmente en el seno materno, se vaya adueñando de nuestra vida y la podemos así compartir con naturalidad con los hermanos que nos rodean en el cotidiano vivir y en cualquier circunstancia. Esta posibilidad nos hace madurar de tal modo que nos vamos haciendo duños y señores de nosotros mismos, de nuestras relaciones y, así, vamos transfirmando nuestro mundo en lo que el Padre siempre pensó y para lo que nos creó y para lo que envió a su Hijo: en la Familia Humana capaz de gozar del Amor de Dios y de hacerlo gozar a la misma naturaleza que le fue confiada para que la gobernara desde el Amor para una vida crecientemente más plena y solidaria hasta que todos lleguen al máximo desarrollo y gozo de sus posibilidades.

Es de justicia, para Dios, para nosotros y para el mundo entero, que aprovechemos este tiempo de conversión para superar en nosotros todo lo que nos impide ser como Dios lo desea, lo planificó, lo restauró en Cristo Jesús y lo va consiguiendo, en los que lo aceptan, con la fuerza de Su Espíritu de Amor Providente, Vida en Plenitud, Paz Integral y, por tanto, Justicia Universal.

Este primer domingo el Amor de Dios nos desea llevar a comprender que necesitamos centrarnos en Él, en la sincera escucha y asumción de su Palabra de Conversíón para la alegría de la Libertad. Esto es indispensable si queremos algo más que lo que nos sale espontaneo y de verdad deseamos vernos libres de lo que percibimos nos esclaviza.

Creer es centrarnos en el Dios de Amor y Vida que nos da la Paz y nos abre a la real Justicia; creer es ofrecerle nuestra vida, como está, sí, porque no tenemos otra, pero ofrecérsela con sinceridad como la más profunda y valiosa primicia, para que la llene de Él mismo, de su Gracia restauradora y liberadora de toda cadena, sobre todo de las más difíciles de romper: las interiores.

Toda la vida de Jesús fue una lucha contra el Enemigo de la Vida, de la Justicia, de la Paz, de la Solidaridad, de la Comunión, del Diálogo, de la Pureza... Él nos perturba y esclaviza, interior y exteriormente.

Dios no puede consentir que sus hijos sean destruidos y nos pide que no cedamos, que le escuchemos con sencilla y dócil atención: Él nos orientará y animará; nos llenará de su Gracia, garantía de victoria (y lo vemos en Jesús). Él nos ayudará a crecer en Libertad, para decidir en su Amor buscando el Bien de todos; en Fortaleza inexpugnable, para superar todas las batallas; en Sabiduría, para conocer su Amor y Voluntad; en Entendimiento de lo que somos de verdad y para lo que estamos llamados; en Ciencia, para no desorientarnos al caminar en este mundo y conocer cada realidad desde la Sabiduría de Dios, nosotros mismos; en Consejo, para saber interiorizar su Palabra y compartirla con los que nos rodeen o nos sean confiados; en Piedad, para saber recibirle a Él y a nuestros hermanos en la intimidad de nuestro corazón y tratarles con la delicadeza del Amor de Dios que nos confía; en su Temor para que nuestra delicadeza sea creciente y cada día nos lleve a una mayor libertar y madurez interior con evidentes beneficios para todos: personas y naturaleza. Así podremos ser verdaderos evangelizadores del Amor Universal y Reconciliador de Dios.

Hermanos, vivamos esta cuaresma con toda el alma y prioricemos en ella la escucha y meditación de la Palabra para ser sus servidores en todo lo que hagamos en favor de todos los que lleguen a nosotros o a los que seamos enviados.

Dios nos bendiga con el don de la gratitud que sabe aprovechar todos los dones que se reciben, de Dios y los hombres.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB

Sólo la Fe vivida según el Espíritu y proclamada con la trasparencia de las actitudes, salva de la idolatría y engaño del mal


Jesús se deja llevar por el Espíritu Santo: interiormente atento a la Voluntad de Dios y lejos de las presione humanas, sean las que sean y vengan de donde vengan, internas o externas.

La Fe nos lleva a caminar libres de otros criterios que no condigan con la riqueza del Amor que nos ha liberado de toda cadena.

Las más difíciles de romper son las internas, a las que no renunciamos con mucha facilidad, y nuestra vida queda perturbada en la escucha, comprensión y asimilación de la Palabra.

La historia nos demuestra que los que consideran, consciente o inconscientemente, que básicamente ‘se portan bien’, es decir, los ‘consagrados’, ‘fieles practicantes’, ‘comprometidos’, ‘maestros o catequistas’, ‘servidores de la Comunidad’…, a veces son ellos los que ya han formado reflejos que, en su inconsciente, manipulan de la Palabra, desde la ciencia o la experiencia.

Necesitamos ir al desierto; confesar nuestra Fe desde sus orígenes y cuestionarnos sobre si es cierto que estamos en un real camino de conversión. Examinar nuestras tentaciones y respuestas para percatarnos, con sinceridad, desde el Espíritu, de cómo reaccionamos realmente a ellas: ¿las rechazamos?, ¿por qué?; ¿cedemos?, ¿en qué medida? ¿por qué? ¡Cuáles son los criterios!

Las tentaciones no desaparecerán. Se especializan y se hacen cada vez más sutiles. El Enemigo lo que busca es hundirnos; no le interesa nada más que eso: es el Padre de la Mentira.

Confesar la Fe lleva a la ofrenda de lo fundamental y mejor de la vida

Toda la realidad es un don de Dios. Él la mantiene purificándola de toda degradación.
Toca al ser humano saberlo reconocer al suplicar la Providencia divina en el peligro y ofrecer lo mejor de sí mismo como servidor, en Cristo, para ser parte del bien y de la salvación.

La ofrenda de la propia vida es confesión de Fe y apertura a la Salvación que el Señor ofrece

Confesar la Fe nos justifica, no por las palabras dichas, sino por la vida que se compromete.

En la Fe el corazón se abre al Señor de la Vida y se compromete a vivir en su Vida y Amor.

Recibir al Señor supone abrirnos a su Palabra y hacerla nuestro único criterio de vida plena

El fondo del relato es la pasión; Satanás ataca a fondo, pero la Palabra vivida en el Amor del Espíritu liberador, no solo usada, enseña a vencer la tentación con criterios de Vida Nueva.

Pedimos a María nos enseñe a vivir la Palabra hasta la victoria de la conversión liberadora.

Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C - CUARESMA – DOMINGO I
Sólo la Fe vivida según el Espíritu y proclamada con la trasparencia de las actitudes, salva de la idolatría y engaño del mal


Dt. 26, 4-10:
"Moisés dijo al pueblo: «El sacerdote recibirá de tus manos... las primicias de los frutos de la tierra… en la presencia del Señor declararás: “Mi padre era un arameo errante que bajó con poca gente a Egipto… se convirtieron en un gran pueblo… los maltrataron… clamaron al Señor, Dios de nuestros padres, y Él escuchó nuestra súplica… El Señor nos hizo salir de Egipto… nos introdujo en este lugar… Por eso he traído estas primicias… que Tú, Señor, me has dado”… adórale»"

Sal. 90: "Mantente junto a mí, Señor, en los peligros"

Rm. 10, 8-13:
"…«Tienes la Palabra muy cerca de ti: en tus labios y en tu corazón»… es la Fe que proclamamos… porque la Fe que nos hace justos la tenemos en el corazón y la profesión de la Fe que nos lleva a la salvación la tenemos en los labios. Aquí no hay diferencia alguna… tienen el mismo Señor… «Cualquiera que invoque el nombre del Señor será salvado»."

Lc. 4, 1-13: "Jesús… se retiró del Jordán… el Espíritu lo conducía por el desierto… tuvo hambre… «Si eres el Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan». Jesús le respondió: «Dice la Escritura…» El diablo le llevó a lo alto y le enseñó… todos los reinos de la tierra diciéndole: «Todo puedo dártelo… lo doy a quien quiero; adórame y será tuyo». Jesús le dijo: «La Escritura dice…»… le condujo a Jerusalén… sobre la cornisa del templo y le dijo: «Si eres el Hijo de Dios, tírate, porque la Escritura dice…» Jesús le respondió: «Dice la Escritura: “No tentarás al Señor tu Dios”»… el diablo se alejó esperando que llegara otra oportunidad".

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