¿Hacer algo para heredar la Vida Eterna?
Ésta es el sentido de la pregunta que un Maestro de la Ley hace a Jesús.
Pero aclaremos la pregunta y no nos confundamos: ¿se trata de hacer algo o ser alguien?
No se puede heredar la Vida Eterna haciendo algo, pues, por un lado, la Vida Eterna es solo una, pues es eterna e ilimitada, y, por tanto, no pueden ser dos, pues ya no sería eterna e ilimitada, y, por consiguiente, es para todos la misma; por otro lado, por sí misma, la herencia no la adquiere nadie por haber hecho algo, sino que se le reconoce por ser alguien específico, es decir, por tener el derecho ya sea por naturaleza o por concesión, pero jamás por "compra" o mérito. La herencia no se consigue a ningún precio, y menos una Herencia de la Vida Eterna, como la Divina. Éste es un don del Padre para los hijos y solo para ellos, de modo que para heredarla solo se debe ser hijo/a, ¡y nada más! Solo se recibe por la naturaleza de filiación que se nos ha dado o por natiuraleza o por generosidad del Padre de la Gloria.
Dios nos concede su herencia, que es Él mismo, si aceptamos ser sus hijos como el Hijo Unigénito.
Para lograr la herencia solo se debe amar a Dios como a nuestro Padre que es, es decir, amarlo como el Hijo le ama, por encima de todo; y amar también a los hermanos, hijos del mismo Padre, como también lo hace el Hijo, es decir, con el don de la propia vida.
Nada más y no sólo amar a algunos que nos son cercanos, sino a todos los que se nos hagan, por alguna necesidad, próximos, aunque no nos pidan la ayuda.
Ése fue el camino del Hijo y el que debe vivir todo hijo de Dios.
El Padre que no tiene felicidad más grande que darnos vida y llenarnos la vida de felicidad. Ése debe ser el gran interés de todo hijo de Dios.
En el salmo repetiremos una y otra vez: "Busquen al Señor, y vivirán" Ésta es nuestra vida eterna: vivir en el Señor para siempre llenando de felicidad la existencia de los que nos rodean.
Pidamos a María que nos enseñe, ya ahora, a vivir en la Herencia de Dios: la vida eterna para los hermanos que están con nosotros, sobre todo hacerlo con aquellos que más lo necesitan por sus carencias de todo tipo, a consecuencia de las múltiples magulladuras de la vida.
Dios les bendiga y a todos nos ayude a caminar en su Voluntad, que es el adelanto de la Feliz Herencia Eterna y Universal.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
¿Es posible amar a alguien sin buscar comprenderlo cada día más; sin hacer un esfuerzo para encontrarse con Él; sin desear vivir en mayor intimidad con su persona; sin caminar, paso a paso, junto a Él lo más posible? ¿Qué verdad tendría un amor que no hiciera este esfuerzo? Decir amar o seguir sin buscar acercarse es, al fin y al cabo, una forma de mentir.
Amar es ser capaz de entrar en el interior de la otra persona y compartir con ella la vida. Cuanto más profundamente se vive esta experiencia, más profundo es el amor. Se trata no de sustituir sino de vivir en sus responsabilidades, ayudándole crecer asumiéndolas y afrontando las consecuencias de sus actos, sin abandonarle jamás a su suerte. Es el modo de vivir de Dios respecto a su Hijo encarnado, Jesucristo, y a cada uno de sus hijos de carne y hueso.
Amar es el modo de vivir del cristiano respecto a Dios y a los hermanos; alegrándose de sus logros y acompañando sus luchas; aceptando los apoyos que nos dé y buscando conocerle cada día más y mejor, aunque esto, sin duda ninguna, suponga esfuerzo continuo y, en algunos momentos, muy duro y difícil de asumir. Jesús, en su pasión, nos señala el camino a seguir.
Es la vida de Cristo Jesús con nosotros y la que nos invita a vivir con los hermanos.
El nuevo pueblo nace de la obediencia, de ella brotarán todos los bienes que Dios desea darle
Dios ama a su pueblo. Éste no necesita hacer nada para ser amado, Dios le ama porque es su Padre y es Amor. Por eso le orienta con los mandamientos, porque quiere su desarrollo y que prospere en todo lo que viva, superando las dificultades que la realidad plantea por sí misma.
Este pueblo debe ser lo que es: una Comunidad de Hermanos. Así cumplirá su vocación: hacer del mundo una comunidad fraterna; así la tierra será lo que Dios quiere, su familia.
Todo está en Cristo: la creación, pues Él es su origen, y la salvación, de la que Él es el Fin
Cristo es mostrado, como es en realidad, superior a toda creatura. Todo ha sido creado en orden a Él, modelo acabado de la creación. En Él todo lleva a la Vida según la Voluntad soberana del Padre, la creación Redentora del Hijo y la radiante Santificación del Espíritu.
También la Redención está presidida por Cristo. Solo Él reconcilia a toda persona y a todo el Universo con el Padre en el Espíritu. En Él hallamos el sentido, principio y fin de todo.
No se trata sólo de cumplir la ley sino, mucho más, de ser, en Cristo, como Dios: dador de vida
El que vive en alianza con Dios o busca ser como Él: dador de vida al hermano, a todo ‘hermano’, o está viviendo por su cuenta, no en el Señor, que libera a todos de toda esclavitud.
Los bienes de Dios son para todos. La caridad o es universal o no es cristiana. Es la vida plena de Dios. Vivirla es hacer historia a Dios. Nada nos exime de la caridad cristiana.
Pidamos a María vivir cada día en el Señor amando a todo hermano que lo requiera.
Dt. 30, 10-14: "El Señor estará muy complacido de hacerte feliz… si tú escuchas al Señor, tu Dios, con todo el corazón… y te conviertes… con toda el alma. La ley que hoy te doy no es demasiado difícil para ti ni está fuera de tu alcance… son palabras que tienes muy cerca de ti… las tienes en tu corazón".
Salmo 68: "Busquen al Señor, y vivirán»".
Col. 1, 15-20: "Jesucristo es imagen del Dios invisible… Dios ha creado todo el universo por Él y a Él lo ha destinado. Él existe antes de todo y todo se mantiene en Él. Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Él es origen y primicia de los resucitados… quiso Dios que residiera en Él toda plenitud… por Él Dios quiso reconciliarse con todo el Universo, dando la paz… por la sangre de la cruz de Jesucristo".
Lc. 10, 25-37: "Un letrado… preguntó a Jesús: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida Eterna?» Jesús le respondió: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?» Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo». Jesús le dijo: «…hazlo y vivirás». Él… replicó: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús prosiguió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones… bajaba un sacerdote, lo vio mal herido y… pasó de largo; por ese mismo camino bajó un levita… pasó de largo. Pero un samaritano que viajaba por allí, lo vio y se compadeció… De los tres, ¿quién te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado?» El letrado dijo: «El que le atendió». Dijo Jesús: «Haz tú lo mismo»".
Ésta es el sentido de la pregunta que un Maestro de la Ley hace a Jesús.
Pero aclaremos la pregunta y no nos confundamos: ¿se trata de hacer algo o ser alguien?
No se puede heredar la Vida Eterna haciendo algo, pues, por un lado, la Vida Eterna es solo una, pues es eterna e ilimitada, y, por tanto, no pueden ser dos, pues ya no sería eterna e ilimitada, y, por consiguiente, es para todos la misma; por otro lado, por sí misma, la herencia no la adquiere nadie por haber hecho algo, sino que se le reconoce por ser alguien específico, es decir, por tener el derecho ya sea por naturaleza o por concesión, pero jamás por "compra" o mérito. La herencia no se consigue a ningún precio, y menos una Herencia de la Vida Eterna, como la Divina. Éste es un don del Padre para los hijos y solo para ellos, de modo que para heredarla solo se debe ser hijo/a, ¡y nada más! Solo se recibe por la naturaleza de filiación que se nos ha dado o por natiuraleza o por generosidad del Padre de la Gloria.
Dios nos concede su herencia, que es Él mismo, si aceptamos ser sus hijos como el Hijo Unigénito.
Para lograr la herencia solo se debe amar a Dios como a nuestro Padre que es, es decir, amarlo como el Hijo le ama, por encima de todo; y amar también a los hermanos, hijos del mismo Padre, como también lo hace el Hijo, es decir, con el don de la propia vida.
Nada más y no sólo amar a algunos que nos son cercanos, sino a todos los que se nos hagan, por alguna necesidad, próximos, aunque no nos pidan la ayuda.
Ése fue el camino del Hijo y el que debe vivir todo hijo de Dios.
El Padre que no tiene felicidad más grande que darnos vida y llenarnos la vida de felicidad. Ése debe ser el gran interés de todo hijo de Dios.
En el salmo repetiremos una y otra vez: "Busquen al Señor, y vivirán" Ésta es nuestra vida eterna: vivir en el Señor para siempre llenando de felicidad la existencia de los que nos rodean.
Pidamos a María que nos enseñe, ya ahora, a vivir en la Herencia de Dios: la vida eterna para los hermanos que están con nosotros, sobre todo hacerlo con aquellos que más lo necesitan por sus carencias de todo tipo, a consecuencia de las múltiples magulladuras de la vida.
Dios les bendiga y a todos nos ayude a caminar en su Voluntad, que es el adelanto de la Feliz Herencia Eterna y Universal.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
"Amarás..."
¿Es posible amar a alguien sin buscar comprenderlo cada día más; sin hacer un esfuerzo para encontrarse con Él; sin desear vivir en mayor intimidad con su persona; sin caminar, paso a paso, junto a Él lo más posible? ¿Qué verdad tendría un amor que no hiciera este esfuerzo? Decir amar o seguir sin buscar acercarse es, al fin y al cabo, una forma de mentir.
Amar es ser capaz de entrar en el interior de la otra persona y compartir con ella la vida. Cuanto más profundamente se vive esta experiencia, más profundo es el amor. Se trata no de sustituir sino de vivir en sus responsabilidades, ayudándole crecer asumiéndolas y afrontando las consecuencias de sus actos, sin abandonarle jamás a su suerte. Es el modo de vivir de Dios respecto a su Hijo encarnado, Jesucristo, y a cada uno de sus hijos de carne y hueso.
Amar es el modo de vivir del cristiano respecto a Dios y a los hermanos; alegrándose de sus logros y acompañando sus luchas; aceptando los apoyos que nos dé y buscando conocerle cada día más y mejor, aunque esto, sin duda ninguna, suponga esfuerzo continuo y, en algunos momentos, muy duro y difícil de asumir. Jesús, en su pasión, nos señala el camino a seguir.
Es la vida de Cristo Jesús con nosotros y la que nos invita a vivir con los hermanos.
El nuevo pueblo nace de la obediencia, de ella brotarán todos los bienes que Dios desea darle
Dios ama a su pueblo. Éste no necesita hacer nada para ser amado, Dios le ama porque es su Padre y es Amor. Por eso le orienta con los mandamientos, porque quiere su desarrollo y que prospere en todo lo que viva, superando las dificultades que la realidad plantea por sí misma.
Este pueblo debe ser lo que es: una Comunidad de Hermanos. Así cumplirá su vocación: hacer del mundo una comunidad fraterna; así la tierra será lo que Dios quiere, su familia.
Todo está en Cristo: la creación, pues Él es su origen, y la salvación, de la que Él es el Fin
Cristo es mostrado, como es en realidad, superior a toda creatura. Todo ha sido creado en orden a Él, modelo acabado de la creación. En Él todo lleva a la Vida según la Voluntad soberana del Padre, la creación Redentora del Hijo y la radiante Santificación del Espíritu.
También la Redención está presidida por Cristo. Solo Él reconcilia a toda persona y a todo el Universo con el Padre en el Espíritu. En Él hallamos el sentido, principio y fin de todo.
No se trata sólo de cumplir la ley sino, mucho más, de ser, en Cristo, como Dios: dador de vida
El que vive en alianza con Dios o busca ser como Él: dador de vida al hermano, a todo ‘hermano’, o está viviendo por su cuenta, no en el Señor, que libera a todos de toda esclavitud.
Los bienes de Dios son para todos. La caridad o es universal o no es cristiana. Es la vida plena de Dios. Vivirla es hacer historia a Dios. Nada nos exime de la caridad cristiana.
Pidamos a María vivir cada día en el Señor amando a todo hermano que lo requiera.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XV
Cristo es cabeza de la Iglesia y centro del Universo: sólo en Él encuentra todo ser humano la plenitud de salvación para su vida
Cristo es cabeza de la Iglesia y centro del Universo: sólo en Él encuentra todo ser humano la plenitud de salvación para su vida
Dt. 30, 10-14: "El Señor estará muy complacido de hacerte feliz… si tú escuchas al Señor, tu Dios, con todo el corazón… y te conviertes… con toda el alma. La ley que hoy te doy no es demasiado difícil para ti ni está fuera de tu alcance… son palabras que tienes muy cerca de ti… las tienes en tu corazón".
Salmo 68: "Busquen al Señor, y vivirán»".
Col. 1, 15-20: "Jesucristo es imagen del Dios invisible… Dios ha creado todo el universo por Él y a Él lo ha destinado. Él existe antes de todo y todo se mantiene en Él. Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Él es origen y primicia de los resucitados… quiso Dios que residiera en Él toda plenitud… por Él Dios quiso reconciliarse con todo el Universo, dando la paz… por la sangre de la cruz de Jesucristo".
Lc. 10, 25-37: "Un letrado… preguntó a Jesús: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida Eterna?» Jesús le respondió: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?» Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo». Jesús le dijo: «…hazlo y vivirás». Él… replicó: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús prosiguió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones… bajaba un sacerdote, lo vio mal herido y… pasó de largo; por ese mismo camino bajó un levita… pasó de largo. Pero un samaritano que viajaba por allí, lo vio y se compadeció… De los tres, ¿quién te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado?» El letrado dijo: «El que le atendió». Dijo Jesús: «Haz tú lo mismo»".
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