agosto 07, 2010

Confiar y creer

La noche es usada de muy diversos modos: para unos es intimidad, descanso o renovación interior; para otros, compartir, fiesta, divertirse, jolgorio y hasta, para alguno, degradación.

El pueblo de Israel en ella vivió su gran liberación. Los cristianos la vivimos como momento de intimidad con el Dios que transforma nuestra vida; con el que nos eligió como su amado pueblo y nos integró en su familia. En ambos casos lo esencial es la Fe ante el Amor.

Podemos confiar en el Dios que nos ama desde toda la eternidad. No tiene límites y no puede ser limitado por nada. Todo lo quiere compartir con nosotros, sus hijos amados.

Todos los pasos de Dios en la historia del hombre han sido solo para ayudarle a caminar en la Resurrección, la Salvación, la Vida Nueva.

No temamos los momentos de oscuridad, las persecuciones de las que seamos objeto; no nos dejemos arrebatar la paz que el Señor nos confió con el don de su Vida; no comprender, o dudar, no es condenación ni de nada ni de nadie, es sólo limitación personal que hay que poner en las manos del Padre con sencilla confianza. Él nos eligió como pueblo suyo, elijámosle hoy a Él como Padre nuestro. ¡Feliz quien lo haga: en su vida podrá afrontarlo todo con éxito!

La mayor riqueza de Dios es la vida de sus fieles, por eso los salva con la gloria de su Amor

La experiencia de Israel es clave para su vida y constante renovación. Vivió el Amor de su Dios, sintió su poder, participó de su gloria. Dios no falló a ninguna de sus promesas.

El salmista canta con gozo la experiencia de un pueblo que se sabe elegido por Dios.

Aprovechar los dones inmensos de Dios requiere fiarse de Él, creer más allá de lo ‘prudente’

No basta que Dios nos elija, es necesario, pues somos libres, que nosotros optemos a Él, que sea para nosotros tan importante que aceptamos incomodarnos, arriesgarnos, comprometernos a escucharle con atención, obedecerle con decisión y comunicarlo con prontitud.

Sólo se llega a esto creyendo firme y decididamente en Él. Así lo hicieron nuestros padres en la Fe, hasta el punto de jugarse la vida, y algunos de ellos hasta entregarla, por no fallar a la Misión que de Él habían recibido. Modelo perfecto de todo esto es Jesús, el Cristo.

Jesucristo nos pide confiar en Él. Sea Él nuestro tesoro; hagamos lo que pida: ¡nos va la vida!

Si Cristo nos lo da todo, sólo hay una cosa sabia, que Él sea nuestra máxima riqueza. Así no dejaremos de buscarlo y tender a Él, sobre todo cuando las cosas se pongan difíciles y hasta peligrosas. Desechemos todo lo que nos separe de Cristo y hagamos lo que nos pida. Ya que toda la vida de Dios es para nosotros, que la nuestra, en Él, sea para nuestros hermanos.

Pidamos a María creer como ella y que Dios, por y en Cristo, sea todo en nosotros.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XIX

Dios confía su gloria al pueblo elegido, pero éste debe hacer de Dios, por la Fe, su mayor riqueza y compartir esta vida con los hermanos.


Sb. 18, 6-9:
"La noche de la salida de Egipto había sido preanunciada a nuestros padres… Tu pueblo esperaba la salvación de los justos… Con un mismo hecho… cubriste de gloria a los que habías llamado… todo el pueblo santo debía participar de los mismos bienes, como había participado de los mismos peligros…"

Salmo 32: "Feliz el pueblo que el Señor se eligió como heredad!".

Hb. 11, 1-2.8-19:
"Creer es poseer por anticipado los bienes que se esperan, es conocer lo que todavía no vemos. La Escritura mantiene la memoria de los que nos han antecedido porque creyeron. Gracias a la Fe, Abraham… obedeció la invitación de irse a la tierra que se le daría… igual que Isaac y Jacob, herederos, como él, de la misma promesa… Gracias a la Fe, de igual modo que Sara, que era estéril,… obtuvo la capacidad de fundar un linaje… de un solo hombre, ya anciano, nació toda una descendencia… Todos murieron en la Fe, sin poseer lo que Dios les prometía… confesando que eran extranjeros y forasteros…"

Lc. 12, 32-48: "Jesús dijo a sus discípulos: «No temas, mi pequeño rebaño, pues el Padre de ustedes está feliz de entregarles el Reino. Vendan sus bienes y distribuyan el dinero entre los necesitados… acumulen en el cielo un tesoro que jamás se agotará. Donde tengan su tesoro, allí tendrán su corazón… ¿Quién es el administrador fiel y prudente, a quien el amo le confía el personal de servicio para que le dé el alimento cuando corresponde?... Todos exigen mucho a los que han dado mucho y reclaman más a los que más les han confiado»."

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