noviembre 28, 2010

Adviento 2010

Este domingo 28 empezaremos una nueva temporada de Adviento.

Como cada año, esta vez también prepararemos nuestra Corona de Adviento:



Consta de ramitas verdes entrelazadas formando un círculo, que se vincula con una cinta de color rojo. Se la coloca sobre alguna superficie sólida, tipo plato o fuente, y se superponen 4 velas gruesas.

Significado de la Corona de Adviento:

El círculo simboliza a Dios, porque no tiene principio ni fin.

El color verde es la esperanza por la venida de Cristo al mundo.

El lazo rojo significa el amor que nos une a Jesús como familia.

Las 4 velas son las 4 semanas de Adviento. En ellas conmemoramos los siglos que el Pueblo de Dios esperó la venida del Salvador y nuestro tiempo de preparación para el nacimiento de Jesús en esta Navidad.

La luz de las velas representa a Jesús, luz del mundo.


Hay varias costumbres y fórmulas que se sugieren para la Corona. El Pan del Alma nos propone oraciones sencillas que nos ayudan a prepararnos para recibir al niño Jesús en nuestros corazones.

En un momento adecuado del día, nos reunimos con la familia y rezamos:

Oración para el I domingo de Adviento:

Encendemos, Señor, esta luz,
como quien enciende su lámpara para salir,
en la noche,
al encuentro del amigo que viene.
En esta primera semana de Adviento
nos levantamos para esperarte preparados
y recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven
y muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes
porque tú nos traes
la luz más clara,
la paz más inmensa
y la alegría más profunda.
¡Ven, Señor Jesús!

noviembre 27, 2010

Estemos atentos: el Señor llega


Empezamos el Adviento y el nuevo año litúrgico con las palabras que nos envía el querido padre José María.


El Señor llega hoy y siempre, como llegó ayer y llegará mañana como juez.

No durmamos en falsas seguridades. Ya esto mismo ya sucedió ayer. Por eso el pueblo judío no se ha enterado todavía que el Mesías ha nacido de la estirpe de David y en Él se cumplieron todas las profecías. ¡Qué lástima que todavía lo esperen! ¡¡Pero qué triste más por nosotros si lo hemos perdido de vista!!

Quien da más importancia a la religión, cualquiera que sea ella, o a las tradiciones o a la cultura, o a la ciencia o al poder, del tipo que sea, o a la satisfacción de los propios deseos y gustos, ya tiene sus propios dioses y vive como si no necesitara ningún salvador, por muy Dios que digan que Éste es. Eso es lo que pasó ayer y sucede con muchos también hoy y seguirá, desgraciadamente, sucediendo.

Y el Señor llega como Luz, pero nosotros estamos nuestros potentes reflectores y nuestras "centrales eléctricas" con la sabiduría de la ciencia y de la técnica ¿para qué necesitamos otra luz, por divina que sea? Además, le critican los sabios y expertos, que su Luz no se actualiza como los profetas e ideólogos de todo tipo dicen que debe actualizarse si desea tener éxito, incidir y seervir para algo.

Dicen que llega con la Paz, pero preferimos la que nosotros nos construimos a nuestra medida, aunque sea efímera, como la flor del campo, y, casi siempre, sin perfume ni belleza. Su Paz, la que Él nos ofrece, tiene muchas exigencias y nos implica demasiado, porque lo quiere llenar todo por dentro.

Dicen que Él es Justicia, pero nosotros ya temenos muchos tratados, hechos a nuestra medida y al gusto de los que ganan y pueden, aunque la mayoría lamente lo pobre e inobjetiva que es esta justicia que no da vida a casi nadie y se cobra demasiadas vidas y relaciones en todas partes. Pero nos molesta que la Justicia del Dios-Mesías nos pida constantemente conversión para que seamos, como Él, dadores de vida para todos y animadores de la vida de los que nos rodean, aunque muchas veces esto nos cueste nuestra propia vida, como le costó a Él.

Pablo nos lo grita con claridad en nombre de nuestro Padre: ¡¡¡¡DESPERTEMOS DE NUESTRA NECEDAD!!!! No sigamos en el sueño de las ilusiones y teorías.

Dios que se humanó para salvarnos y es de nuestra raza pero no la tiene contaminada de egoísmo, soberbia, necedad, codicia, lujuria y ceguera como la tenemos nosotros. ¡Démosle entrada y seremos libres para ser tan grande como Él lo es y lo desea para nosotros.

Abrámonos de una vez. ¡Seamos valientes! No nos dejemos llevar por la corriente

Basta con un pueblo que se haya aturdido por mirarse el ombligo cuando Él vino en carne por primera vez... No imitemos lo negativo sino lo positivo de todos los que, en este mismo pueblo, supieron seguirle, confiárselo todo, arriesgarlo todo y construir desde lo que Él les indicaba.
Estemos vigilantes a cada paso que el Señor dé en nuestras vida, a su presencia real y maravillosa para nosotros y para todos; escuchemos su voz y caminemos con nuestros hermanos llenos de alegría a la Casa del Señor.

Preparemos la Navidad pero bien, con profudidad, no como los ciegos, sordos y despistados que no saben qué es lo que celebran, ya que es evidente que no es a papá Noel, ni al árbol ni...; pero compran regalos y se felicitan, pero ¿por qué? ¿Nostalgia? Y también esto lo estamos perdiendo. El frío dinero todo lo congela. Ha quedado algo de la fiesta familiar, pero sin la profundidad de su raíz en la Sagrada Familia, ni en la alegría de la llegada del Hijo Único encarnado para llenarnos de su Felicidad, la que nuestro Padre Dios nos dio al crearnos, pero que nosotros nos hemos encargado de ir aplastando con nuestras decisiones miopes por falta de voluntad de vivir en serio la vida que se nos confió para los demás y de la que deberemos dar cuenta todos y sin escape ninguno.

Comenzamos un nuevo año litúrgico, comencémoslo y vivámoslo en serio.

Las tradiciones no son malas, lo malo es darles más importancia que a la Palabra de Dios, que a la vida sacramental, que a la Presencia de Dios en nuestra vida, en nuestra Comunidad, en nuestra familia, en nuestro hermano concreto.

Dios nos bendiga a todos y nos ayude, durente todo este año litúrgico, a crecer en sed de profundidad de Vida en el Señor, la única que da sentido pleno a todo lo demás, que es muy hermoso, pero efímero y acaba vacío sin Él.

María nos ayude a ser lo que Dios quiere que seamos para el bien de todos.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

Estemos atentos: el Señor llega

Comenzamos un nuevo año litúrgico en él celebraremos-profundizaremos, como discípulos del Señor Jesús, nuestra Fe. Abramos el corazón a todos los maravillosos dones que, sin duda, el Señor nos regalará sin ningún límite; ¡no los pongamos, neciamente, nosotros!

¿Quién no desea la paz y la unidad? ¿Quién no reconoce que nuestro mundo requiere una fuerte dosis de solidaridad verdadera y concreta? ¿Cuántas promesas y ‘diálogos’ para arreglar problemas se ven entorpecidos por la degradación de las malas intenciones y de los planes subterráneos plasmados en compromisos y promesas que sin ninguna base en la honestidad de los que las hacen? ¡Cuántos desalientos y decepciones surgen en nuestra vida social y política!

El Señor nos quiere ayudar a construir nuestro mundo con la dignidad que Él mismo nos dio al crearnos; de hecho, hace tiempo que lo está haciendo con quienes le son dóciles; pero son demasiados los que no desean que Dios se meta en nada y trabajan para la muerte destruyendo la naturaleza y las instituciones básicas de la sociedad. ¡Y la pagan los más débiles!

El Señor está siempre cerca. ¡Siempre está con nosotros! ¿Qué atención nos merece? Prepararse a su continua llegada supone apertura, atención y disponibilidad a la obediencia, como los poderosos de este mundo lo viven en relación a sus múltiples dioses criminales: el poder y el dominio, la riqueza y la opulencia; el placer y la autocomplacencia; la fama y el éxito: ¡a ellos venden su vida y su mundo… ¡Y todos sabemos qué han hecho siempre estos engañosos dioses!

El Señor llega a restaurar la dignidad de la persona y de su mundo, ¡no nos desalentemos!

Era fácil desanimarse en medio de las injusticias que ahogaban al pueblo de Israel. La realidad nos impone una experiencia: los esfuerzos humanos sin Dios acaban en la decepción.

El profeta ve la realización de los más excelsos ideales humanos en la plenitud de los tiempos, con la aceptación viva de la presencia providente y salvadora de Dios en el Mesías.

Nos toca a nosotros, los creyentes, abrirnos al Señor y mostrar sus obras en nuestra vida.

Es necesario que vivamos con dignidad y nos ajustemos a lo que el Señor nos ofrece cada día

Pablo nos pide atención a la realidad en la que vivimos, sin engaños, sin creer en ilusiones baratas: Dios ofrece la verdad y el bien a todos, pero somos nosotros quienes decidimos construir o destruir nuestro mundo, el que Él nos encomendó. Somos responsables de cada actitud.

Si aprendemos a vivir libres de toda autocomplacencia superaremos todo posible fracaso.

Dios no impone nada, pero su propuesta es vital: nos definimos ahora con nuestras decisiones

Jesús vino hace más de dos mil años; también viene cada día: en cada hermano, en la Iglesia, en su Palabra, en los Sacramentos, en la propia conciencia; ¿qué hacemos con Él? ¿Lo tomamos en serio? Nosotros, los que nos llamamos cristianos, ¿le escuchamos y seguimos?

Pidamos a María estar siempre atentos y obedientes a Cristo que llega hoy a nuestra vida.


Padre José Mª Domènech Corominas, sdb.


CICLO A – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO I
Estemos atentos: el Señor llega con la Verdad y la Justicia, que son bases de la Paz, vayamos a Él dispuestos a una serena obediencia
Is. 2, 1-5:"En los últimos días se alzará firme la montaña del templo del Señor… Todas las naciones acudirán... Él pondrá paz entre las naciones y serenará a todos los pueblos… Ninguna nación empuñará la espada contra otra… Casa de Jacob, ven, camina a la luz del Señor".

Salmo 121: "¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!"

Rm. 13, 11-14:
"Seamos conscientes de los momentos que estamos viviendo. Dejemos ya el sueño, ya es hora de levantarnos. Hoy tenemos la salvación más próxima que cuando abrazamos la Fe… Comportémonos como en pleno día, con dignidad… Revístanse de Jesucristo, el Señor. No se preocupen de las apetencias de la carne ni satisfagan sus deseos".

Mt. 24, 37-44: "Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé… ¡Velen, por tanto, porque no saben qué día vendrá su Señor… Estén preparados también ustedes, puesto que la hora menos pensada vendrá el Hijo del hombre".

noviembre 21, 2010

Rey del Universo

Tenemos el mensaje del querido padre José María para la celebración de esta importante fiesta.

Antes, compartamos esta antigua y conocida melodía, que tantas veces habremos cantado en nuestra infancia.

Feliz fiesta de Cristo Rey!

¡Tú reinarás!

1. "¡Tu reinarás!" Éste es el grito
que ardiente exhala nuestra fe.
Tú reinarás, oh, Rey bendito; pues Tú dijiste: "Reinaré".

Reine Jesús por siempre,
reine su corazón
en nuestra patria, en nuestro suelo,
que es de María la Nación. (bis)

2. ¡Tu reinarás! Dulce esperanza
que al alma llena de placer
habrá por fin paz y bonanza,
felicidad habrá doquier.

3. ¡Tu reinarás! Dichosa era,
dichoso pueblo con tal Rey.
Será tu Cruz nuestra bandera,
Tu amor será la única ley.



¿Vale la pena celebrar esta fiesta en tiempos como los nuestros?

Tal vez sí valdría la pena que nos hiciéramos la pregunta de otro modo, más allá de la preocupación de quedar bien, impresionar o, peor todavía, ser actuales... (en realidad ¡¿qué significa "ser actual"?!); pero vayamos con la pregunta: ¿qué significa para nosotros, los que creemos en Cristo Jesús y deseamos vivir, cada día a mayor plenitud, como verdaderos discípulos-misioneros suyos, el celebrar la fiesta de Cristo Rey?

Creo yo que es celebrar a quien tiene derecho a ser reconocido como el que, dando su propia vida, nos conquistó el derecho a ser reconocidos como hijos de Dios, vivir como tales y tener el derecho de señorío y dominio sobre toda la realidad creada, más allá de todo reconocimiento humano, incluido el nuestro, que, seamos honestos, no siempre es justo ni objetivo.

Cristo es Rey no porque alguien lo declare, sino, como dice el Apóstol, por propio derecho: el primero de toda la creación y de toda vida de resucitado; el Señor del Universo, como su principio, sentido, sostén y fin; el que nos reconcilió con el Padre o mejor el que fue instrumento elegido por el Padre para reconciliarnos con Él, claro que con la aceptación personal de cada uno de nosotros, pues Dios no impone nada.

En realidad, su realeza es la expresión, en el lenguaje de seres creados, de la Padrenidad-Maternidad de Dios que, en Él, nos crea, salva, nos sostiene y nos lleva a la plenitud del Amor Eterno, según su plan eterno. A los gobernantes, algún texto de la Constitución dogmática "Gaudium el spes", les llaman "ministros de la Providencia de Dios", puesto que están llamados, en sus funciones de gobierno, a ser los que hacen presente, en algunos elementos que les corresponden, el cuidado que Dios tiene de cada uno de sus hijos. Es lo que hizo a lo largo de toda su vida el mismo Jesús, sobre todo en la cruz, aunque nos cueste mucho vivirlo y entenderlo.

Ésto significa la fiesta de Cristo Rey, mucho más allá de si es adecuada o popular hoy en día.

La verdad no depende de la popularidad ni de las encuestas. Más bien éstas nos servirían para hacernos notar lo bien o mal que ayudamos a entender a nuestros hermanos cuáles y cuán ricos son los dones de Dios en toda época. Es evidente que hay lugares y épocas que lo hacen más fácil y otras que lo hacen más difícil.

Jesús, el Cristo, es de nuestra porpia carne y a través de su carne nos ayuda a entender el Amor de su Padre, y también nuestro, y lo que espera de cada uno de nosotros y de nuestras Comunidades de discípulos hoy.

Dios nos asista en el esfuerzo de ser testigos de un amor que es servicial y dador de vida porque está unido a su Fuente: el Amor de Dios, Comunión Trinitaria de Amor y Vida.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

Jesucristo, Rey del Universo

¿Cuáles son, en realidad, para nosotros los verdaderos derechos inalienables propios de la dignidad de cada persona? Es decir, ¿cuáles son los que aceptamos como incuestionables para todos y que seríamos capaces de defender a favor de los que nos rodean, aunque no sean para nosotros personas afectivamente importantes? ¿Cuáles son los que de hecho se defienden?

Dios, creemos los cristianos, nos creo con la suprema dignidad de ser sus hijos. Pero ¿sabemos lo que esto significa?; ¿sabemos lo que esto implica? ¿Qué es más importante para nosotros: cada persona o nuestras formas religiosas, nuestras teorías, ideologías, costumbres, comodidades, gustos o intereses de diverso nivel, llámense científico, patriótico, económico, político, familiar, personal… ¡Cuántas muertes, y asesinatos, tiene la humanidad en su haber a consecuencia de todos estos “tan importantes” intereses! A veces los hemos llamado “interés vital”; tan vital para nosotros que no hemos dado nosotros nuestra vida por ellos, como sí lo hizo Jesús, sino que hemos acabado con la de otras personas concretas o las hemos anulado.

Nuestras realezas, presidencias, dirigencias ¿son de vida o de muerte? Todos somos de la misma carne, naturaleza humana, pero parece que para muchos hay “carnes” que deben ser defendidas a toda costa y las hay que son prescindibles y hasta concretamente despreciables.

Jesús es el primero en todo, sobre todo en dar la propia vida, por eso es el único que tiene el derecho de ser reconocido como el Rey del Universo. Y, de hecho, es el único que lo es por naturaleza y también por ser el único que superó la muerte por propio poder al dar la vida en libertad absoluta y para llevarnos a todos, sin discriminación alguna, a la Vida Nueva.

Por esto el ladrón sensato se salvó, porque supo de quien fiarse y se abandonó a Él.

Lo único digno del ser humano es que quien sea su ‘rey’ lo sea de verdad, es decir, sea de Dios

Dios unge a David como rey; el pueblo lo fue aceptando. David sabía de su debilidad: era de carne, pero caminó siempre en la presencia de Dios. Cristo, por su Cruz, une a todos, en Él.

Somos invitados a la gratitud porque nuestra vocación es la grandeza de Cristo, el Señor.

Cristo es el autor y modelo, es decir, fin de la creación: nacimos para la grandeza de Dios.

Él es el origen de toda la salvación, pues Él nos reconcilia, por la Cruz, con Dios, su Padre. Así se cumple en quienes les siguen el soberano y eterno plan de Vida y Salvación de Dios.

Cristo, el Dios-hombre, es el único mediador de Vida y Salvación entre Dios y el hombre.

El misterio del don de Cristo en la cruz nos invita a contemplar su universal poder redentor

La salvación viene de la aceptación de Cristo Jesús en su realidad concreta, ni opiniones, ni ideologías ni pretensión alguna. Es un hecho objetivo sólo en Cristo y en nada más.

Los poderes se burlan de la ofrenda dolorosa, el caído pretende manipularla. Solo la humildad ve la verdad del Salvador. Cristo es el soberano por encima de todo y de todos.

Pidamos a María saber reconocernos necesitados de Cristo y acudir hoy a su Salvación.
Padre José Mª Domènech Corominas, sdb.


CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXXIV
Jesucristo, Rey del Universo
Jesús, Hijo de Dios, de nuestra carne y primer resucitado de entre los muertos, es vital para todos, pues a todos da su Vida hoy y siempre.


2S. 5, 1-3: "Las tribus de Israel fueron a encontrar a David a Hebrón… y el Señor le dijo: «Tú apacentarán a mi pueblo, Israel, y serás su soberano»… el rey David hizo con ellos un pacto delante del Señor y lo ungieron rey de Israel".

Salmo 121: "¡Vamos con alegría a la casa del Señor!"

Col. 1, 12-20:
"Damos gracias al Padre… Él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados. Él es imagen del Dios invisible, Primogénito de toda la creación… existe antes de todas las cosas y todo subsiste en Él. Él es también la cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia... el primero que resucitó de entre los muertos… Por Él quiso Dios reconciliar consigo todo lo que existe… restableciendo la paz por la sangre de su cruz".

Lc. 23, 35-43: "Después que Jesús fue crucificado, el pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose decían: «Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!» También los soldados se burlaban de Él… Uno de los malhechores crucificados lo insultaba… Pero el otro le increpaba diciendo: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que Él?... Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino» Él le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso»".

noviembre 19, 2010

Unidos en la misma fe: CRISTO


En medio de tantos cuestionamientos a nuestra Iglesia, este hecho reaviva nuestro aliento y esperanza. Cinco sacerdotes obispos de la iglesia anglicana han solicitado y accedido al fin a integrarse a nuestra iglesia católica, pues reconocen en ella la firmeza que sienten se está diluyendo en la suya.

Debemos tener en cuenta que los obispos que referimos han sido por largos años pastores de su iglesia. Han guiado la fe de muchos feligreses, según su ritual, según sus creencias, muy similares a las nuestras, pues del mismo origen partimos, que es Jesucristo. Posiblemente han meditado y reflexionado muchísimo, y sufrido otro tanto antes de tomar esta difícil decisión. Merecen todo nuestro apoyo, por su valentía y coraje de manifestar claramente su disconformidad con lo que consideran no hace bien a su iglesia.

Oremos por estos hermanos sacerdotes, que nuestro Señor, que nos ama y los ama, les conforte en este paso e ilumine a todos nosotros, para poder acoger y hacer sentir acogido, al hermano que busca amparo espiritual en el seno de nuestra iglesia.

BBC Mundo: Cinco obispos anglicanos se integran a Iglesia Católica



noviembre 15, 2010

Unidos en oración con el Santo Padre

Este sábado 19 de noviembre, Su Santidad el papa Benedicto XVI se reunirá en Consejo Cardenalicio con todos los cardenales.

Esta reunión ha sido convocada en momentos que nuestra Iglesia Católica necesita verdaderamente reflexionar y rezar sobre los temas más importantes, como la libertad religiosa, la liturgia y el punto más álgido y doloroso, la respuesta ante los casos de abusos sexuales.

Acompañemos con nuestra oración a S.S. y los 203 sacerdotes cardenales que se reunirán con él. Necesitan mucho de nuestro apoyo espiritual. Oremos pidiendo a Dios que Su Espíritu Santo los ilumine en la reflexión, y que los anime a perserverar en el camino de Cristo.

Que nuestra dulce Auxiliadora los cubra con su manto de amor y protección.


noviembre 12, 2010

"Tengan cuidado, no se dejen engañar"

A continuación, el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha preparado para este domingo 14 de noviembre.

Cuando el Señor llega a la vida de una persona, y a la de las Comunidades o Pueblos, se despierta otro nivel de sensibilidad respecto a la vida y se hace más clara la verdad sobre nosotros mismos y sobre nuestras realidades y relaciones.
Cuando hay oscuridad es porque no logramos percibir bien la presencia del Señor y su Voluntad en nuestra vida y realidad, a veces por la perturbación interior o por la poca docilidad a lo que el Señor nos pide en cada momento, o por lo que sea. Él no impone nada, pero si no le somos dóciles, perdemos sin remedio lo que se nos estaba ofreciendo. Vendrán, sin duda, otras ofertas, pero la riqueza que se nos había dado en esta ocasión como posibilidad enriquecedora, ya se perdió.

¡Al menos no perdamos ésta!

Dios no se niega a nadie, pero su presencia no siempre es percibida y, mucho menos, valorada por todos; como no todos saben valorar adecuadamente el arte ni todos saben leer la posición de las estrellas ni todos saben percibir los sonidos objetivamente ni gustar de la música o de algunos ritmos... Se requiere formación sensorial, interior, mental, conocimientos mínimos y hasta entrenamiento.

El conocimiento de Dios es fruto de nuestra apertura al Espíritu y nuestra docilidad a la Palabra, interior, bíblica y eclesial. Cualquier resistencia a una de ellas perturba la adecuada captación de las demás.

Dios pide sensibilidad y respeto integral.

Pablo nos pide respeto a la presencia de Dios en la vida. Nuestro Dios ha venido a construir y desarrollar, en la Verdad, el bien de toda criatura, no solo de la persona, que es la responsable de todo y la que mayor interés le merece y por la que dio su propia vida.

El nuestro es un Dios de justicia, es decir, que defiende y promueve el desarrollo de la vida en todos y quien no entre con honestidad en esta línea deberá verse enfrentado a su juicio en "defensa" de la vida y en favor de la paz y del bien integral de todos sus hijos.

No se trata de admirar las cosas bonitas, que las hay, sino de profundizar y valorar su profundo significado y haciéndolo historia.

El templo era hermoso, pero no era la casa de la vida y la libertad para el bien de todos. En él, Dios era manipulado no servido, por eso no quedaría de él piedra sobre piedra.

Lo importante en nuestra relación con Dios es la fidelidad a su Voluntad y confiar en Él más allá de nuestras 'seguridades'. Vivamos con la plena certeza que Él siempre está cerca y nos asistirá todas las veces que sea necesario. Se nos invita a no entrar jamás en angustia, a superar esta tentación, fruto desmedid interés por nosotros mismos, ¡como si estuviéramos solos y abandonados en el mundo!

No estamos solos: ¡¡¡Dios nos cuida con su Amor Omnipotente!!!

Nada verdaderamente malo nos va a pasar jamás.

Si algo duro o doloroso nos pasa es porque Dios tiene planes mayores y nos dará la gracia para que lo superemos y lleguemos al éxito que tiene preparado para cada uno. ¡Confiemos en Él viviendo sólo en su Voluntad, que es nuestro mayor, mejor y más seguro bien!

Dios nos bendiga a todos.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

"Tengan cuidado, no se dejen engañar"

El Amor de Dios nos creó para ser felices, pero no podemos lograrlo de cualquier modo.

Dios nos da una vida que no tiene pérdida, pues incluye la libertad, base de toda relación y construcción personal digna. Ahí es donde todo se juega. Tarea: ¡aprender a vivir en libertad!

Dios ya puso todo su afán paara que su obra en la persona humana tenga un éxito insospechado; pero el secreto de este éxito reside en la libertad humana, ejercida con objetividad, respeto, coherencia con su propia naturaleza –de lo contrario se autodestruye– y fidelidad a los ideales que le eleven hasta llegar a la grandeza de la filiación divina, filiación que está ‘escrita’ en la esencia de este ser creado personalmente por Dios con la invitación a ser como Él.

¿Cuál es el fin de nuestro mundo? Que lo construyamos como la casa de Dios en la que vive la familia humana, unida y llena de paz gracias al Amor del Padre que llena, orienta y cuida a cada persona; animada por el Espíritu Santo; para vivir según el modelo de Cristo Jesús. Casa en la que todos actuamos y nos ayudamos como verdaderos hermanos. Por eso todos somos tan solidarios que nadie está arriba y nadie abajo, todos nos valoramos y apoyamos como una familia responsable. El fin es llegar a esta experiencia que, en lenguaje común, se dice: ¡qué cielo!

Para eso todos debemos trabajar sin más ilusión que el Bien Común, Gloria de Dios en todos y cada uno de sus hijos. Ése es el verdadero culto y el verdadero templo que Dios desea.

El día del Señor es día de la verdad para todos: gloria o desgracia, será fruto de cada decisión

Han pasado ya cincuenta años del regreso del exilio y crece la decepción por la corrupción que destruye la sociedad y amenaza la Fe de todos: pueblo, autoridades y sacerdotes. Malaquías llama a tomar conciencia que el Señor llega y aparecerá la Verdad: salvación para los creyentes honestos y desgracia para los que falsean su Fe y degradan la verdad despreciando la vida.

El Señor llega siempre con el bien y la verdad; los buenos gozan porque trae la justicia.

La verdadera espera del día del Señor es trabajar para hacer fecundo todo lo bueno de la vida.

Esperar al Señor que llega -siempre está llegando- no es una excusa para rehuir el trabajo y la responsabilidad cotidiana. Todo lo contrario, tanto la dignidad como la justicia exigen que cada uno asuma sus propias responsabilidades profesionales para el bien de la Comunidad y para una vida más digna, también para la consecución del propio sustento cotidiano.

Pablo dio ejemplo de trabajo para no comer a expensas de otros y también para poder proveer de lo indispensable a los más necesitados.

La vagancia es irresponsable y mala compañía: perjudica a todos y a la Comunidad de Fe.

El criterio de éxito es la fidelidad al Señor: no hay otra gloria posible. Él nos cuida: confiemos

El Señor siempre está con nosotros para apoyarnos en nuestra fidelidad, pero debemos luchar por serlo en toda circunstancia, tanto en el esfuerzo de conocerlo mejor y seguirle en toda situación, agradable o no, como en el de no dejarnos engañar ante los falsos profetas.

Las cosas sólo valen en la medida que nos ayudan a intimar más en el Señor de la vida.

Pidamos a María la sensatez de valorar y desarrollar todo lo que el Señor nos ofrece.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXXIII
El éxito de la humanidad tiene dos bases: la vida dada por Dios, eternamente feliz, y la decisión personal, fiel responsable y constructiva.

Ml. 3, 19-20a:
"Llega aquel día, abrasador como un horno… para ustedes, los que temen en mi Nombre, brillará el Sol de Justicia que trae la Salud en sus rayos".

Salmo 97: "El Señor viene a gobernar los pueblos con justicia".

2Ts. 3, 7-12:
"Les ordenamos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida ociosa… Cuando estábamos entre ustedes… trabajábamos duramente… con tal de no ser una carga para ninguno... Ahora nos enteramos de que algunos de ustedes viven ociosamente, no haciendo nada y entrometiéndose en todo. A éstos… les exhortamos… trabajen en paz para ganarse su pan".

Lc. 21, 5-19: "A unos que elogiaban… la belleza del ornato del templo. Jesús les dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido… Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi nombre… No los sigan… los detendrán, los perseguirán… serán encarcelados… para que puedan dar testimonio de Mí. No deberán preparar su defensa, yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir… a muchos de ustedes los matarán… Gracias a la constancia salvarán sus vidas»."

noviembre 06, 2010

"Señor, al despertar, me saciaré de tu presencia"

¡Por fin,como cultura, hemos dejado de pensar que el cuerpo es la cárcel del alma y tantas cosas que denotaban una visión que no solo distingue, siempre necesario para conocer mejor los elementos de nuestra existencia, sino que separa o, peor, contrapone!

La verdad, siempre me he preguntado si es cierto que Platón tenía la intención de contraponer o separar, pues creo que era suficientemente inteligente como para percibir que somos una unidad, aunque, tal vez, no atinó a explicarlo con suficiente claridad. ¡Pero dejémoslo, no es ahora lo importante! Creo que aún los lenguajes separatorios puden hablar de mentalidades que no separan, sino que distinguen.

¿Quién no ha experimentado nunca los límites que le pone su cuerpo? ¿Quién no se ha fastidiado alguna vez por ello? ¡Cuántas veces deseamos hacer algo y vivir con ciertos ideales y nos damos cuenta que nuestro organismo nos impone límites o porque no lo hemos preparado para esto o porque no tiene la capacidad objetiva para ello! ¡Cúantos desearían tocar un instrumento y su herramienta física, el cuerpo, se lo impide! También se da lo contrario: el cuerpo tenga habilidades específicas y maravillosas, pero la voluntad y la comprensión que la persona tiene de esas realidades no le conduce a saberlas valorar y aprovechar.

Sí. Somos una unidad.

Lo tenemos bastante claro. Pero lo que manda, al fin de cuentas a la hora de la verdad, no es el cuerpo, sino la persona que por él se expresa. "Por él" significa gracias a él, a través de él.

La energía condensada y organizada por la identidad personal, nuestro cuerpo, es la que nos permite ser lo que somos, actuar y relacionarnos con otros y con la naturaleza misma organizándola según nuestros criterios, tengamos el cuerpo que tengamos.

Dios nos lo dio para que lleguemos a él a través de la relación con nuestro mundo, tanto el personal como el físico.

Lo importante es que lleguemos a Él y a Él llegaremos solo con nuestro cuerpo, no apesar de él.

Así como el cuerpo, la naturaleza, como dice San Pablo en la carta a los romanos, debe aguartar los desatinos de las personas y sufrirlos, aunque no le gusten, así la persona en su dimensión espiritual debe saber aceptar los límites que le plantea su cuerpo y la realidad material que le rodea y le permite expresarse.

¡Gracias a esta realidad material existimos como personas humanas!

Toda realidad merece su propia antención y respeto.

Este domingo el Señor nos invita a dar importancia al sentido de nuestra vida, valorando todas las posibilidades que nuestro ambiente físico, interno y externo, nos ofrecen.

Los hermanos mártires, que se nos presentan en el primer texto bíblico, "gritaron", con la ofrenda de sus cuerpos, que Dios era su Soberano y que querían la gloria que Él les ofrecía si se fiaban de Él y, como Él, le eran fieles. Pablo nos pide lo mismo: fidelidad con todo lo que somos, aunque a veces, muchas veces, tengamos que sufrir, como le pasaba a él mismo. En el Evangelio Jesús nos hace notar que el Dios de la vida no desprecia nada, pero no se amarra a nada. Aquí nos casamos porque lo necesitamos, pero en la Vida con Dios, en el Reino, ya no será necesario y esta realidad se superará y nos expresaremos con la libertad y amplitud del mismo Dios, pero sin despreciar nuestra propia realidad física.

Viene bien esta reflexión, después de haber celebrado a nuestros santos y haber orado por nuestros difuntos.

Dios nos ayude valorar todo lo que Él mismo, en su sabiduría, no ha regalado.

Todo es hermoso, porque Dios lo hace todo bien, aunque no todo nos guste... Somos tan diversos en este campo, que no podemos poner leyes. Que solo el Amor de Dios sea nuestra Ley de vida y relación.

Dios nos bendiga para que cada día demos nuestra vida para dar más y mejor vida a los que nos rodean, como lo hace cada día Dios con nosotros.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

"Señor, al despertar, me saciaré de tu presencia"

En el tiempo actual se ha revalorado la dignidad del cuerpo humano. Pero, algunos cristianos, no siempre lo han hecho con el equilibrio de nuestra Fe, siguiendo a Cristo, el Maestro. Con frecuencia muchos viven atentos a la ‘autocomplacencia espiritual’, y descuidan la verdadera espiritualidad cristiana. Hay poca libertad para dar la vida como Jesús. Él, obediente al Padre por amor, se inmoló por nosotros en un perfecto equilibrio entre la más sana expresión corporal del amor fecundo, que sabe estimular toda vida, y la oblación que supera todo dolor.

En Cristo encontramos nuestra fortaleza para cualquier don de vida porque en Él es soberana la libertad de hacer todo lo necesario para despertar en cada uno lo mejor de la vida, fortaleza y esperanza en el Amor oblativo para el bien de la persona y la Comunidad.

Los dones de Dios siempre han sido para todos. Y siempre han tenido éxito en todos los que de Él se han fiado; pero han quedado inútiles, y, por tanto, condenándonos, en quienes los han pervertido por idolatrarse o a sí mismos o a otros dioses, como el poder y sus aliados.

Dios es sólo uno, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Es el Dios de la vida. Comunión Trinitaria de la que sólo fluye vida y exaltación de la misma en la persona del Resucitado.

Poderoso es Dios: Él defenderá la vida de sus fieles resucitándolos para la plenitud de la Vida

Los jóvenes hermanos están convencidos del poder del Amor de Dios: Él les resucitará. Deciden mantenerse fieles a un Amor que los ha creado para vivir en libertad aun dando la vida.

Es la primera confesión de la Fe en la resurrección de la persona en la Gloria de Dios.

La obra de Dios implica la libertad de cada persona: Él pone el don, nosotros la fidelidad

La fidelidad a los dones de Dios nunca será cómoda, por eso Pablo pide al Señor fortaleza y consuelo para la Comunidad de Tesalónica en los momentos de prueba, dolor y debilidad.

Pablo pide a la Comunidad que oren por él, pues también a él le cuesta ser fiel y más por todos los ataques de los que se oponen a sus indicaciones y por las persecuciones.

Dios es Amor y es fiel, Cristo nos orienta y acompaña y Él nos llama a la obediencia a nuestros pastores: esta Fe y esta actitud, que de Ella vive y se alimenta, aseguran la fidelidad.

La vida que el Dios de vivientes ofrece a sus hijos supera absolutamente nuestra mentalidad

Los saduceos no admitían la resurrección pues Dios no la reveló a Moisés. Pero su postura anti-Jesús les llevó, al preguntarle, a superficializar y ridiculizar esta verdad. Jesús les reenfoca y les argumenta desde Moisés: el nuestro es el Dios de los que viven. Dios nunca abandona a sus hijos, a quienes dio la vida para siempre. Él cuida y defiende a los que se fían de Él.

Todos deseamos vivir. Ahora lo hacemos en el cuerpo, pero en la Vida Eterna no será así.

Pidamos a María el coraje de poner nuestra Fe en el Señor de la vida y dársela sólo a Él.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXXII

Lo más importante en la persona humana son sus orientaciones interiores, pero éstas se expresan a través del cuerpo y sus relaciones.

2M. 7, 1-2.9-14:
"El rey Antíoco envió un consejero para obligar a los judíos a… no vivir conforme a las leyes de Dios. Fueron detenidos siete hermanos… uno de ellos le dijo: «¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres»… El rey y sus acompañantes estaban sorprendidos… Torturaban al cuarto con la misma crueldad. Próximo a su fin, habló así: «Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza en Dios de que seremos resucitados por Él…»"

Salmo 16: "Señor, al despertar, me saciaré de tu presencia".

2Ts. 2, 16-3, 5:
"Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los conforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena… rueguen… para que la Palabra de Dios se propague… nos veamos libres de los hombres irresponsables y perversos, porque no todo el mundo tiene la Fe. Pero el Señor es fiel: Él los fortalecerá y los preservará del Maligno… Que el Señor… les dé la perseverancia en Cristo".

Lc. 20, 27-38: "Se acercaron a Jesús unos saduceos, que no creen en la resurrección… Jesús les respondió: «En este mundo los varones y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque, al tener parte en la resurrección, son… hijos de Dios… Dios no es un Dios de muertos sino de vivientes…"