noviembre 27, 2010

Estemos atentos: el Señor llega


Empezamos el Adviento y el nuevo año litúrgico con las palabras que nos envía el querido padre José María.


El Señor llega hoy y siempre, como llegó ayer y llegará mañana como juez.

No durmamos en falsas seguridades. Ya esto mismo ya sucedió ayer. Por eso el pueblo judío no se ha enterado todavía que el Mesías ha nacido de la estirpe de David y en Él se cumplieron todas las profecías. ¡Qué lástima que todavía lo esperen! ¡¡Pero qué triste más por nosotros si lo hemos perdido de vista!!

Quien da más importancia a la religión, cualquiera que sea ella, o a las tradiciones o a la cultura, o a la ciencia o al poder, del tipo que sea, o a la satisfacción de los propios deseos y gustos, ya tiene sus propios dioses y vive como si no necesitara ningún salvador, por muy Dios que digan que Éste es. Eso es lo que pasó ayer y sucede con muchos también hoy y seguirá, desgraciadamente, sucediendo.

Y el Señor llega como Luz, pero nosotros estamos nuestros potentes reflectores y nuestras "centrales eléctricas" con la sabiduría de la ciencia y de la técnica ¿para qué necesitamos otra luz, por divina que sea? Además, le critican los sabios y expertos, que su Luz no se actualiza como los profetas e ideólogos de todo tipo dicen que debe actualizarse si desea tener éxito, incidir y seervir para algo.

Dicen que llega con la Paz, pero preferimos la que nosotros nos construimos a nuestra medida, aunque sea efímera, como la flor del campo, y, casi siempre, sin perfume ni belleza. Su Paz, la que Él nos ofrece, tiene muchas exigencias y nos implica demasiado, porque lo quiere llenar todo por dentro.

Dicen que Él es Justicia, pero nosotros ya temenos muchos tratados, hechos a nuestra medida y al gusto de los que ganan y pueden, aunque la mayoría lamente lo pobre e inobjetiva que es esta justicia que no da vida a casi nadie y se cobra demasiadas vidas y relaciones en todas partes. Pero nos molesta que la Justicia del Dios-Mesías nos pida constantemente conversión para que seamos, como Él, dadores de vida para todos y animadores de la vida de los que nos rodean, aunque muchas veces esto nos cueste nuestra propia vida, como le costó a Él.

Pablo nos lo grita con claridad en nombre de nuestro Padre: ¡¡¡¡DESPERTEMOS DE NUESTRA NECEDAD!!!! No sigamos en el sueño de las ilusiones y teorías.

Dios que se humanó para salvarnos y es de nuestra raza pero no la tiene contaminada de egoísmo, soberbia, necedad, codicia, lujuria y ceguera como la tenemos nosotros. ¡Démosle entrada y seremos libres para ser tan grande como Él lo es y lo desea para nosotros.

Abrámonos de una vez. ¡Seamos valientes! No nos dejemos llevar por la corriente

Basta con un pueblo que se haya aturdido por mirarse el ombligo cuando Él vino en carne por primera vez... No imitemos lo negativo sino lo positivo de todos los que, en este mismo pueblo, supieron seguirle, confiárselo todo, arriesgarlo todo y construir desde lo que Él les indicaba.
Estemos vigilantes a cada paso que el Señor dé en nuestras vida, a su presencia real y maravillosa para nosotros y para todos; escuchemos su voz y caminemos con nuestros hermanos llenos de alegría a la Casa del Señor.

Preparemos la Navidad pero bien, con profudidad, no como los ciegos, sordos y despistados que no saben qué es lo que celebran, ya que es evidente que no es a papá Noel, ni al árbol ni...; pero compran regalos y se felicitan, pero ¿por qué? ¿Nostalgia? Y también esto lo estamos perdiendo. El frío dinero todo lo congela. Ha quedado algo de la fiesta familiar, pero sin la profundidad de su raíz en la Sagrada Familia, ni en la alegría de la llegada del Hijo Único encarnado para llenarnos de su Felicidad, la que nuestro Padre Dios nos dio al crearnos, pero que nosotros nos hemos encargado de ir aplastando con nuestras decisiones miopes por falta de voluntad de vivir en serio la vida que se nos confió para los demás y de la que deberemos dar cuenta todos y sin escape ninguno.

Comenzamos un nuevo año litúrgico, comencémoslo y vivámoslo en serio.

Las tradiciones no son malas, lo malo es darles más importancia que a la Palabra de Dios, que a la vida sacramental, que a la Presencia de Dios en nuestra vida, en nuestra Comunidad, en nuestra familia, en nuestro hermano concreto.

Dios nos bendiga a todos y nos ayude, durente todo este año litúrgico, a crecer en sed de profundidad de Vida en el Señor, la única que da sentido pleno a todo lo demás, que es muy hermoso, pero efímero y acaba vacío sin Él.

María nos ayude a ser lo que Dios quiere que seamos para el bien de todos.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

Estemos atentos: el Señor llega

Comenzamos un nuevo año litúrgico en él celebraremos-profundizaremos, como discípulos del Señor Jesús, nuestra Fe. Abramos el corazón a todos los maravillosos dones que, sin duda, el Señor nos regalará sin ningún límite; ¡no los pongamos, neciamente, nosotros!

¿Quién no desea la paz y la unidad? ¿Quién no reconoce que nuestro mundo requiere una fuerte dosis de solidaridad verdadera y concreta? ¿Cuántas promesas y ‘diálogos’ para arreglar problemas se ven entorpecidos por la degradación de las malas intenciones y de los planes subterráneos plasmados en compromisos y promesas que sin ninguna base en la honestidad de los que las hacen? ¡Cuántos desalientos y decepciones surgen en nuestra vida social y política!

El Señor nos quiere ayudar a construir nuestro mundo con la dignidad que Él mismo nos dio al crearnos; de hecho, hace tiempo que lo está haciendo con quienes le son dóciles; pero son demasiados los que no desean que Dios se meta en nada y trabajan para la muerte destruyendo la naturaleza y las instituciones básicas de la sociedad. ¡Y la pagan los más débiles!

El Señor está siempre cerca. ¡Siempre está con nosotros! ¿Qué atención nos merece? Prepararse a su continua llegada supone apertura, atención y disponibilidad a la obediencia, como los poderosos de este mundo lo viven en relación a sus múltiples dioses criminales: el poder y el dominio, la riqueza y la opulencia; el placer y la autocomplacencia; la fama y el éxito: ¡a ellos venden su vida y su mundo… ¡Y todos sabemos qué han hecho siempre estos engañosos dioses!

El Señor llega a restaurar la dignidad de la persona y de su mundo, ¡no nos desalentemos!

Era fácil desanimarse en medio de las injusticias que ahogaban al pueblo de Israel. La realidad nos impone una experiencia: los esfuerzos humanos sin Dios acaban en la decepción.

El profeta ve la realización de los más excelsos ideales humanos en la plenitud de los tiempos, con la aceptación viva de la presencia providente y salvadora de Dios en el Mesías.

Nos toca a nosotros, los creyentes, abrirnos al Señor y mostrar sus obras en nuestra vida.

Es necesario que vivamos con dignidad y nos ajustemos a lo que el Señor nos ofrece cada día

Pablo nos pide atención a la realidad en la que vivimos, sin engaños, sin creer en ilusiones baratas: Dios ofrece la verdad y el bien a todos, pero somos nosotros quienes decidimos construir o destruir nuestro mundo, el que Él nos encomendó. Somos responsables de cada actitud.

Si aprendemos a vivir libres de toda autocomplacencia superaremos todo posible fracaso.

Dios no impone nada, pero su propuesta es vital: nos definimos ahora con nuestras decisiones

Jesús vino hace más de dos mil años; también viene cada día: en cada hermano, en la Iglesia, en su Palabra, en los Sacramentos, en la propia conciencia; ¿qué hacemos con Él? ¿Lo tomamos en serio? Nosotros, los que nos llamamos cristianos, ¿le escuchamos y seguimos?

Pidamos a María estar siempre atentos y obedientes a Cristo que llega hoy a nuestra vida.


Padre José Mª Domènech Corominas, sdb.


CICLO A – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO I
Estemos atentos: el Señor llega con la Verdad y la Justicia, que son bases de la Paz, vayamos a Él dispuestos a una serena obediencia
Is. 2, 1-5:"En los últimos días se alzará firme la montaña del templo del Señor… Todas las naciones acudirán... Él pondrá paz entre las naciones y serenará a todos los pueblos… Ninguna nación empuñará la espada contra otra… Casa de Jacob, ven, camina a la luz del Señor".

Salmo 121: "¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!"

Rm. 13, 11-14:
"Seamos conscientes de los momentos que estamos viviendo. Dejemos ya el sueño, ya es hora de levantarnos. Hoy tenemos la salvación más próxima que cuando abrazamos la Fe… Comportémonos como en pleno día, con dignidad… Revístanse de Jesucristo, el Señor. No se preocupen de las apetencias de la carne ni satisfagan sus deseos".

Mt. 24, 37-44: "Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé… ¡Velen, por tanto, porque no saben qué día vendrá su Señor… Estén preparados también ustedes, puesto que la hora menos pensada vendrá el Hijo del hombre".

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