agosto 26, 2011

«El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo»


Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 28 de agosto.

«El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo»

Nunca ha sido fácil renunciar a algo realmente propio: nos parece perder algo esencial, como que nos quedamos sin identidad, sin dignidad, sin futuro. ¡Es lógico que nos resistamos!

Fiarse de otra persona, algo que sin cesar hacemos, es condición para madurar, pero cuando este “fiarse” pide que le confiemos nuestra intimidad e identidad personal, ya es grave y nos resistimos hasta entender qué nos implica y a dónde nos lleva.

¡Fiarse de Dios es algo así como vivir la experiencia de que nos lo pide todo!

Pero ¡¡no hay peligro ninguno!!: lejos de perder algo, lo que Él hará, como lo hizo con la resurrección de Jesús, es potenciarlo todo al infinito y ayudarnos a descubrir que muchas de nuestras “propiedades” (cosas, opiniones, fama, riqueza, gozo y hasta nuestra fe) no eran tales, sino casi, o sin casi, un secuestro. Éramos esclavos de ello y nos impedía madurar de verdad.

El profeta Jeremías vive con claridad esta experiencia y, en un primer momento, se rebela y se resiste a dejarse guiar, pero después percibe que lo que le molesta es su no-aceptar las consecuencias, por ser dolorosas. Su grandeza dependerá de esto: que crea en el Señor.

Pablo nos invita a esta Fe: hacer de nuestra vida una ofrenda, siempre abiertos y disponibles para conocer y vivir la Voluntad de Dios en todo lo que la vida nos traiga, agradable o no.

Es el camino de Jesús y de todos sus discípulos, pues es el único que lleva, sin ningún error posible, a la gloria de la resurrección, que Cristo Jesús y María ya gozan plenamente.

Obedecer al Señor trae problemas, pero siempre con mayores oportunidades que lo contrario

Jeremías, tímido e inseguro por naturaleza, no desea tantos problemas como le trae su misión profética, por eso trata de evadirla, pero no puede, pues siente fuerte en su interior el llamado y la presencia de un Dios que le garantiza la autenticidad de su servicio.

No es fácil, a nadie, enfrentar los propios miedos e inseguridades, pero el Señor, si nos fiamos de Él, nos da su fortaleza, aun respetado nuestra naturaleza, que deberemos superar.

Hacer da la propia vida una ofrenda a Dios es asegurar su éxito: ¡Dios mismo nos la cuida!

Cristo es el ejemplo de Pablo al invitarnos a ofrecer la propia vida como culto a Dios.

Obedecer a su Voluntad: ésta es la principal liturgia que el Padre desea le tributemos.

Vivirlo pide una profunda conversión que nos lleva a las actitudes concretas de cada día.

Nuestra naturaleza se resiste al dolor, pero sólo la pascua nos asegura la gloria definitiva

La pasión es una exigencia de la misión de Jesús. Les guste o no a los discípulos, Él lo acepta así y lo hará, animado por su Espíritu, para vivir según el Plan Salvífico del Padre.

Los discípulos, para dar vida, tendrán que aprender a vivir esta exigencia del Amor.
Buscar otro camino, menos sacrificado, más popular, cómodo y aparentemente eficiente y con menor costo personal, es muy humano, pero trampa mortal para la persona y la sociedad.

Pidamos a María la valentía de vivir como ella el riesgo de fiarnos de Dios como Jesús.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXII
Dios nos invita a fiarnos en Él
para que Su grandeza eleve todas nuestras posibilidades al infinito;
poner otro centro es arruinarlo todo.


Jer. 20, 7-9:
"¡Tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir! ¡Me has forzado y has ganado!... todos se burlan de mí. Cada vez que hablo es para gritar: ‘¡Violencia, devastación!’… Entonces dije: «No lo voy a mencionar, ni hablaré más en su nombre». Pero había en mi corazón como un fuego abrasador… me esforzaba por contenerlo, pero no podía»".

Sal. 62: "Mi alma tiene sed de Ti, Señor, Dios mío".

Rm. 12, 1-2:
"Yo los exhorto, por la misericordia de Dios, a ofrecerse a Uds. mismos como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios: éste es el culto espiritual que deben ofrecer. No tomen como modelo a este mundo… transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la Voluntad de Dios…"

Mt. 16, 21-27: "Jesús empezó a decir a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir mucho…; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo… Pero Él… dijo a Pedro: «¡Apártate…, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo porque no piensas como Dios, sino como los hombres». Y Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida a causa de Mí, la encontrará... Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre… y entonces pagará a cada uno de acuerdo a sus obras»".





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