octubre 28, 2011

«El que se eleva será humillado y el que se humilla, será elevado»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 23 de octubre.

Después de las orientaciones críticas de los domingos anteriores, el Señor, este domingo, nos indica cuál es el camino que deberá seguir la nueva Comunicad que Él está fundando y cuáles serán ser los criterios que deberán primar siempre en ella.

Lo hace por tres caminos:

El primero es el de la crítica clara y directa a los errores de los sacerdotes del Pueblo de Dios, los del tiempo de Miqueas y los contemporáneos a Jesús, que desvían al pueblo con sus actitudes, que, en algunos casos, generarán doctrinas, que, tal vez, busquen justificarlas.

El segundo camino es la propuesta explícita, clara y directa: nadie es más que nadie en la Comunidad cristiana: ¡solo Dios es Dios! ¿Quién sería el ‘Padre’?, sólo Dios; ¿y ‘Maestro’?, sólo el Espíritu que nos lleva a la fraternidad por la filiación; ¿y quién sería el ‘doctor’ o guía?, sólo el Mesías de Dios. Todos somos servidores del Dios que nos salva por Amor y, en Él y por Él, del Pueblo que el Espíritu reúne por la Palabra de Dios manifestada en Cristo Jesús. Esto es sobre todo verdad, y deberá ser tenido muy en cuenta, por los que son llamados al ministerio de la autoridad al servicio de cualquier Comunidad de los discípulos de Jesús.

El tercer camino es el ejemplo de los santos. Este domingo especialmente, el modelo de vida de Pablo, el Apóstol, que da toda su vida por la maduración de la Fe de las distintas Comunidades de discípulos de Cristo que el Espíritu le ha llevado a fundar y alimentar con amor maternal.

Dios nos bendiga a todos y nos ayude a madurar nuestra Fe y en ella nuestro servicio a la Comunidad.

María, la Madre Auxiliadora, siempre está atenta para que no nos dejemos engañar por nuestras debilidades y los pensamientos ajenos al Evangelio, que siempre han intentado mezclarse con Él.

Unidos en oración con María:

P. José Mª Domènech SDB

«El que se eleva será humillado y el que se humilla, será elevado»


Después del exilio, 450 años antes que Jesús llamara tan severamente la atención a los sacerdotes y maestros de la ley como hemos visto domingos atrás, Malaquías recrimina a los sacerdotes, en nombre de Dios, el Señor de la historia, Rey de reyes, Salvador del Universo.

Quien es llamado a transmitir la Palabra y ofrecer la Vida de Dios, debe vivir en coherencia lo que hace, pues pone en riesgo no solo su ‘fama’ y ‘servicio’, sino la recepción y asimilación del mensaje que le fue confiado transmitir. Dios le pedirá cuentas estrictas de todo.

Si sabemos estar atentos a la Palabra aprenderemos a hacer lo que Dios nos propone; para eso Él nos ha mostrado ejemplos tan claros. Los ministros infieles son muy perjudiciales, pero los que son fieles a Dios hacen mucho bien y nada se pierde porque viene de Dios.

La comunicación íntima y constante con Dios es vital para vivir en nuestra Fe.

No faltarán las dificultades, pero tampoco Dios nos deja jamás. Siempre podemos volver.

Los sacerdotes son llamados a orientar al pueblo hacia Dios; si no lo hacen, son traidores

Dios es el Rey de Reyes y Señor de los ejércitos, dice el profeta, es decir, es quien tiene absoluto poder para llamar a quien quiera para servir a sus hijos en su camino al Reino.

Los sacerdotes, llamados por Dios, le han traicionado al buscarse a sí mismos; el perjuicio para el pueblo es grave al desviarlo de la verdadera religión, que es vivir centrados en Dios.

El Apóstol agradece a Dios la atención y docilidad de la Comunidad ante la Palabra de Dios

Pablo vive su ministerio totalmente volcado al bien de la Comunidad. Su vida, como dice el salmo 130, está íntegramente puesta en el regazo de Dios, en quien se vive muy bien cuidado.

Lo que la Comunidad debe hacer, como hasta ahora, es fiarse de este Dios materno y asumir su Palabra como lo que es: como Palabra de Dios, llena de vida y salvación para todos.

Jesús nos ofrece pautas de conducta para vivir atentos a Dios y servidores de los hermanos

Los servidores de Dios deberán aprender a vivir atentos a Dios y servidores de la verdad y el bien de la Comunidad a la que son enviados. Ninguna ventaja ni derecho propio. ¡Servidores!

No ‘maestros’ sino hermanos guiados por el Espíritu; no ‘padres’ sino hijos del único Padre y hermanos en Cristo; no ‘doctores’, –palabra que, en hebreo, viene del verbo ‘conducir hacia’–, pues sólo el Mesías es el guía de la Comunidad que Él fundó para la Vida Nueva.

Los apóstoles y cabezas de la Comunidad serán humildes servidores en Cristo Jesús.

Pidamos a María saber centrar toda nuestra vida en Cristo, como Él la centró en su Padre.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.



CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXXI

El apóstol, servidor de la Comunidad, nunca se busca a sí mismo, sino que, apoyado en Dios, defiende el Bien para la Vida en la Verdad


Mal. 1, 14-2, 2b.8-10:
"Yo soy…, dice el Señor… ¡Y ahora para ustedes es esta advertencia, sacerdotes! Si no escuchan y no se deciden a dar gloria a mi Nombre… yo enviaré sobre ustedes la maldición. Se han desviado del camino, han hecho tropezar a muchos…, han pervertido mi Alianza… no siguen mis caminos y hacen discriminación… ¿No tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado el mismo Dios? ¿Por qué nos traicionamos unos a otros, profanando así la Alianza…?"

Sal. 130: "Señor, guarda mi alma en la paz junto a Ti".

1Ts. 1, 5b.2, 7b-9.13:
"Ya saben cómo procedimos… Fuimos… como una madre que alimenta y cuida a sus hijos… deseábamos no solo hacerles partícipes de la Buena Noticia de Dios, sino también darles nuestra propia vida… trabajábamos día y noche para no serles una carga. Nosotros… no cesamos de dar gracias a Dios, porque, cuando recibieron la palabra que les predicamos, ustedes la aceptaron… como lo que es en realidad, como Palabra de Dios…"

Mt. 23, 1-12: "Jesús dijo…: «Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; hagan… lo que les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas… sobre los hombros de los demás, mientras ellos no quieren moverlas… Todo lo hacen para que les vean…; les gusta ocupar los primeros puestos…, ser saludados… y oírse llamar ‘mi maestro’… Ustedes… no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen ‘padre’, porque no tienen sino uno, el Padre celestial… sólo tienen un doctor, que es el Mesías. El mayor entre ustedes será el que les sirve, porque el que se eleva será humillado y el que se humilla, será elevado".




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