marzo 07, 2012

«No hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 11 de marzo.


Precisamente este domingo se nos invita a ser cada día más de Dios, más dóciles, más obedientes, más humildes.

Dios es tan generoso que nos ha regalado la orientación de los mandamientos para que seamos felices, cada día más felices, pero para eso es necesario que dejemos de buscarnos a nosotros mismos, como los vendedores del templo o como los que se creen sabios y religiosos y se lo discuten todo a Dios... como si Él no entendiera nada de nuestro mundo... el que Él mismo ha hecho y mantiene en todo momento.

Pablo nos invita a poner a Cristo como base única de nuestra vida y Éste crucificado, con todo lo que esto significa.

Jesús nos invita a vivirla como momento de oración en la que, con cada uno de nuestros actos, pensamientos y deseos (aunque algunos sean equivocados), glorifiquemos a Dios y le alabemos con voluntad cada día más seria de hacerle caso, aunque muchas veces nos cueste y hasta mucho.

¡Cuántas veces le pedimos a Dios cosas esperando que Él haga magia y no tenga en cuenta nuestras decisiones libres, o no tan libres, pero, al fin y al cabo nuestras, a las que no nos complace en absoluto que se les lleve la contra o sean desautorizadas! Esa magia Dios no la hará jamás, en realidad ni ésa ni otra, pues Dios, nuestro Dios, no es un mago, es un Padre tan poderoso, que nos sostiene en la vida y en camino hacia la felicidad verdadera, aunque muchas veces lo llenemos de bofetadas y de faltas de respeto, indelicadezas y desconsideración...

Me pregunto: ¿Aceptaríamos que nos traten a nosotros como nosotros tratamos a Dios?

Creo que tendríamos que se más objetivos a la hora de examinar nuestra relación con Dios, porque, para nosotros, demasiadas cosas están muy bien, cuando, en verdad, están muy mal y por eso la realidad va como va. Por ejemplo, ¿tenemos sed de la Palabra de Dios, de escucharle; veneramos y apreciamos casi con avaricia el precioso momento de la cita dominical a la que Dios nos llama todas las semanas porque Él viene para nosotros con sus regalos: el don de su Hijo, la Palabra, la Paz, la Bendición, la Comunidad?

¿No somos también nosotros comerciantes de Dios, a nuestro modo, tal vez bastante menos descarado que el que se presenta en el evangelio? ¿Nuestra vida presenta como su centro a Cristo y Éste crucificado? ¿Las orientaciones de Dios, en los mandamientos, son vividas como relación de amor delicado y voluntad de glorificar su Nombre y mejorar todas y cada una de nuestras relaciones para que nuestro mundo sea más digno, como Dios lo pensó: casa de los seres humanos, sus hijos amados?

María nos ayude a ser honestos con Dios, cada día más, en esfuerzo de conversión continua.

Ella, nuestro Auxilio, como buena hija de Dios, nos acompaña con su cariño y confía en nosotros; sigamos su ejemplo de docilidad al Padre.

Unidos en oración con María en este camino cuaresmal:

P. José Mª Domènech SDB


«No hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio»


La palabra del Señor es pura, dice el salmo. No es como la humana, que demasiadas veces tiene intenciones ocultas que la desfiguran y la hacen poco fiable. Por eso, fiarse de Dios y apoyarse en Él es lo más inteligente que una persona puede hacer: supera toda posible sabiduría.

Todos decimos querer justicia, pues decir lo contrario nos haría sospechosos a los ojos de todo el mundo, pero, ¿qué quiere de verdad nuestro interior real, que es el que manda? ¿Qué pretende nuestro corazón y no dicen nuestros labios? ¿Qué demuestran los hechos de la vida?

Una persona se muestra digna por la orientación de su vida y las decisiones que toma a cada momento, no por su apariencia. A más respeto y verdad en sus relaciones, más dignidad.

¿Tiene algo de malo hacer negocio? La respuesta es obvia: no. Pero sí es malo abusar y degradar a las personas para lograrlo. Contra esto es contra lo que se rebeló Jesús. Se usaba la casa de su Padre, degradando su sentido, para sacar ventaja económica o de otro tipo.

Sólo si la religión es para abrirse a Dios con docilidad, vivimos con pureza de corazón.

Dios quiere lo mejor para sus hijos, pero, antes, éstos deben abrirse sinceramente a su hermano

La ley de Dios es a favor del hombre: le saca de la barbarie del egoísmo y le abre a la voluntad de buscar el bien de los demás y de respetar sus derechos, como él desea ser respetado.

¡Es fantástico saber que Dios nos dio el medio seguro para ser mejores personas cada día!

Pablo nos muestra el don de la vida en Cristo –sabiduría de Dios– como camino real de libertad

Vivir a Cristo y su entrega lleva a la persona ser más libre, sabia y fuerte, sin añadir nada externo a lo que ya es en su interior: sólo debe aceptar ser dócil al que le ama y él mismo ama.

Los que se creen sabios, piden que Dios sea como ellos dicen; los se creen dueños de la religión, y negocian con ella, exigen que Dios demuestre su derecho a mandar algo. Los que creemos en el Amor que nos da su Vida, aprendemos a darla como Cristo, aunque no seamos valorados.

Cristo nos purifica del gravísimo error de no buscar honestamente a Dios, sino a uno mismo.

Para una persona religiosa la peor desgracia es que, en el fondo, se busque a sí misma. La religión verdadera se expresa en el don de la propia vida para el bien de los que Dios ama.

Los comerciantes del templo servían a otro dios y, para eso, usaban a Dios y al hombre.

La reacción del Señor fue de amor para despertar la conciencia y liberarnos de toda esclavitud, a la que nos acostumbramos, atrapados por el dios riqueza, fama, dominio, poder, placer.

Pidamos a María dejarnos liberar por la cruz de Cristo para vivir en la Voluntad de Dios.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO DE CUARESMA – DOMINGO III

Dios nos da su ley para que vivamos con paz y dignidad; pero los cristianos, hijos de Dios en Cristo, ponemos a Cristo en el centro de todo


Ex. 20, 1-17:
"Dios pronunció estas palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, el que te hice salir de Egipto... No tendrás otros dioses delante de Mí... yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso... No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios... Acuérdate del día sábado... día de descanso en honor del Señor, tu Dios... Honra a tu padre y a tu madre... No matarás, no cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio... No codiciarás..."

Salmo: 118: "Señor, Tú tienes palabras de Vida Eterna".

1Cor. 1, 22-25:
"Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los que has sido llamados... la locura de Dios es más sabia... y la debilidad de Dios es más fuerte..."

Jn. 2, 13-25: "Se acercaba la Pascua... Jesús subió a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores... Hizo un látigo... y los echó a todos del templo... dijo...:«Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio»... los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?» Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar»... él se refería al templo de su cuerpo... muchos creyeron..., pero Jesús no se fiaba de ellos, porque... sabía lo que hay en el interior del hombre".




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