Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este viernes 6 de abril, viernes santo.
Viernes Santo
El Amor de Dios es concreto, llega hasta el fin: dar la vida en sacrificio expiatorio por la salvación de todos y esto hasta no quedarle nada. ¡Solo, en el sepulcro, pero con el Espíritu!
Hay un sólo fin: salvar y socorrer a los débiles, pecadores y enfermos; a los que mal- viven según sus limitadísimas posibilidades y no logran comprender sus reales necesidades para cumplir el objetivo fin de su vida, que les tiene existencialmente inquietos. Fue masacrado por nuestras rebeliones, dice el profeta. Su salvación fue confiar siempre en el Amor del Padre.
Nacimos para algo más que para vendernos a los aplausos de otros o a la auto-complacencia
El éxito personal del creyente, su maduración continua, está en la vida que se desarrolla dándola, sin buscarse a sí misma, ni pretender el efímero gusto personal o el aplauso de otros.
Dar es evidente que cuesta y duele. Todo lo valioso se consigue con dolor y sacrificio.
El autor de la carta a los Hebreos lo dice con claridad: sufriendo aprendió a obedecer... y la obediencia le enseñó el camino de la libertad que da sentido a la vida: aceptar, por un lado, el dolor que trae consigo dar vida y, por el otro, la disciplina para buscar la verdad para no quedarse en las apariencias del brillo de lo que digan los pasajeros ‘maestros’ del hoy volátil.
El Señor da la vida, porque la tiene en abundancia, para que seamos felices a fondo.
Dios se nos entrega en el Amor para la Vida de todos los que le acepten, sin
discriminaciones
Esta entrega redentora del Señor en sacrifico de amor para la Vida Nueva de todos, tiene la motivación de comunicarnos y compartir el amor libérrimo de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Comunión Trinitaria, para nuestra riqueza, cualquier persona humana que acepte.
Las tres divinas personas están presentes en el sacrificio del Calvario, ya sea el cruento de hace 20 siglos, ya sea el incruento de cada Eucaristía del mundo. Todo para nosotros ahora.
Hoy el pueblo de Dios ora al Padre, como Jesús en la cruz, por todos los hombres, de cualquier cultura, sexo y condición social y religiosa, porque Cristo se dio por todos.
Sólo salva el Amor del Dios de la Vida, que da la suya por Amor; no el sacrificio o sus razones
La horrible experiencia de Jesús, anticipada por el profeta, adquiere la adecuada perspectiva si se la mira desde la sapientísima obediencia de Jesús a la salvífica Voluntad de Dios.
O reflexionamos la realidad desde arriba, o nos perdemos en la maraña de la historia humana, muchas veces, por eso, incomprensible. Son millones de visiones y muchísimas las opiniones… la mayoría está segura de tener la razón y hasta ¡incuestionablemente seguros!
Esta actitud ¿no genera complicaciones a la convivencia humana? Veamos nuestras guerras, pequeñas y grandes, sociales, familiares, ideológicas y las supuestamente religiosas.
Los que las armaron no creyeron ser necios ni asesinos ni incompetentes. Creían, y creen, tener razones ‘justas’... Lo que, de ordinario, no tienen es la perspectiva adecuada, y menos la divina, que sí tenía Jesús y por eso no hizo guerra, sino que entregó la vida, su vida, por la nuestra.
Necesitamos abrirnos y esforzarnos para vivir en el Amor del Señor hasta el final, así podremos hacer nuestra la Vida Nueva que Él nos ofrece en cada celebración litúrgica.
María enseñe y ayude a toda familia espiritual cristiana a vivir la propia vida como don.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
SEMANA SANTA - VIERNES SANTO
Los ídolos esclavizan; Cristo, con su cruz, nos libera de toda esclavitud, pero es necesario que aceptemos esta libertad viviendo su Vida
Los ídolos esclavizan; Cristo, con su cruz, nos libera de toda esclavitud, pero es necesario que aceptemos esta libertad viviendo su Vida
Is. 52, 13-53, 12: "...todos quedarán pasmados al verlo... Él fue traspasado por nuestras rebeliones... ¿A quién se ha revelado la potencia del brazo de Dios?... Él sobrellevaba nuestras enfermedades... y dolores... lo consideraban un hombre
castigado por Dios, azotado y humillado... no abría la boca... El Señor quiso que
el sufrimiento lo triturara... Gracias al sufrimiento de su alma ahora ve la luz...
asumía sobre sí el pecado de todos e intercedía a favor de los culpables".
Salmo 30: "Padre, Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu."
Hb. 4, 14-16; 5, 7-9: "...sufriendo aprendió a obedecer. De este modo, Él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen".
Jn. 18, 1-19, 42: "Prendieron a Jesús y lo ataron... Dijeron a Pedro: «¿No eres tú también de sus discípulos?» «No lo soy»... Dijo Jesús: «Mi reino no es de esta mundo...» Lo crucificaron y con él a otros dos... «Mujer, ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre... Está cumplido...» Tomaron el cuerpo de Jesús y lo amortajaron..."
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