febrero 16, 2013

«No tentarás al Señor, tu Dios»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este primer domingo de Cuaresma, 17 de febrero.

Hemos entrado en el riquísimo tiempo de Cuaresma, como lo será la Pascua, a la que la Cuaresma nos abre. Tiempo que nos llama a la conversión: salir de la mediocridad que todo lo achata y desvaloriza lo más grande que se nos ofrece y reorientar nuestra vida hacia la Voluntad de Dios.

Celebrar la Pascua sin estar listos es una gran pérdida, pues de nada nos benefician todos los dones que se nos ofrecen, ya que no sabemos, ni siquiera, que los necesitamos, ni tampoco cómo aprovecharlos provechosamente, atrapados como estamos en nuestros propios afanes y horizontes demasiado miopes como para ver la grandeza a la que estamos llamados desde nuestra creación.

Las tentaciones nunca nos faltarán, como no le faltaron al Jesús. Pero la victoria es segura, si acertamos en los medios y ayudas para lograrlo.

San Lucas resume las tentaciones en cuatro: pone al final la peor y más definitiva de todas ellas, la desesperación ante el aparente silencio-abandono de Dios. Al principio pone las más ordinarias resumiéndolas en tres: usar a Dios para el propio beneficio (codicia); buscar el prestigio, poder y gloria a cualquier precio (vanidad); manipular a Dios y lo religioso para tener éxito ante otros (soberbia). Siempre tendremos tentaciones: hay que estar atentos y listos para no ser engañados.

El éxito está asegurado –pues nadie fue creado para el fracaso– pero debemos usar los medios adecuados: meditación y vivencia de la Palabra y confiar en la Providencia divina, que tiene muy en cuenta nuestra realidad concreta actual. Por eso en este tiempo se nos invita a profundizar nuestra vida de oración: expresión de una vida cada día más centrada en la Voluntad del Padre, que quiere nuestra grandeza y libertad más profundas, ante cualquier tentación. Se nos pide que nos liberemos de buscar nuestra auto-complacencia y nos ejercitemos en la libertad de renunciar a tantas cosas superfluas, pensando más en los que no tienen lo necesario y ahorrando para ellos, como signo de que deseamos vivir en el Amor solidario de Dios hacia nosotros. Y se nos llama una caridad más fecunda y concreta: ayudar a los que podamos para que, no solo estén mejor, sino que puedan sentir que son apreciados y estimulados porque velen mucho por lo que son, aunque, en muchos aspectos, se note objetivamente la presencia de las limitaciones.

Dios nos bendice: abramos el corazón a las maravillas que nos tiene reservadas ya para esta segunda, y definitiva, etapa de la vida.

María nos enseña qué significa ser dócil creyente: mirémosla e imitemos sus actitudes de vida ante Dios y los hermanos.

Unidos en oración con María:

P. José Mª Domènech SDB

«No tentarás al Señor, tu Dios»

Cuaresma, tiempo que nos prepara para celebrar, y vivir con frutos de caridad, la Pascua del Señor.

A todos llega la tentación. Ésta ataca en el momento más oportuno y en la medida más exacta para cada persona. Ni Jesús se libró, pues había asumido nuestra naturaleza –personal-social– herida por el pecado.

La Palabra, al abrir este tiempo en el que se nos invita a la conversión –una vez más, pues Dios no se cansa–, nos indica cuál es el camino de la victoria: recibir y vivir la Palabra en el corazón, como María.

Dios nos salva, centremos la vida en Él: reconozcamos y celebremos su obra en cada uno y confiémosle vida y cosas. Ofrecer las primicias –nuestra limosna– es signo que habla de apertura y Fe confiada.

Tres son las tentaciones ordinarias: Pedir a Dios para ahorrarme trabajo y responsabilidad; lograr el poder –pequeño o grande: dinero, dominio o éxito– para mí beneficio, aunque tenga que “venderme”; usar la religión –tal vez sin darme cuenta– buscando mis ambiciones personales, con fachada ‘muy espiritual’.

A su tiempo, llegará la cuarta: la desesperación, ceder a la angustia por el aparente abandono de Dios. La victoria está asegurada, si se escucha y vive, con verdadera y dócil Fe, la Palabra de Dios, como Jesús.

La relación con Dios o es concreta o no existe: así como el Amor de Dios es concreto y comprometido

Las primicias son signo de una Fe que reconoce el origen de los bienes que se tienen y lo agradece.

Proclamar la propia Fe ayuda a que crezca la conciencia de lo recibido y de nuestro real compromiso.

Sólo desde su interior la persona se responde al Amor de Dios que es para el bien nuestro y de todos.

Si el corazón ama y cree, camina y toma decisiones que expresan ésta su Fe y Amor. Lo que no nace con esta raíz siempre sonará a hueco, por muy lindo y grato que sea. La salvación, si está dentro, brilla.

Las obras y el cumplir la ley no llenan la vida que está vacía de la Voluntad de Dios, Vida de toda vida.

Las tentaciones siempre se darán; la Palabra nos ilumina y la Fe nos fortalece para superarlas con éxito

Jesús –como nosotros– sufre las tentaciones básicas: codicia, vanidad y soberbia. Su respuesta es modelo.

La Palabra le da luz y el Amor al Padre, fortaleza: Vivir del Padre, Adorarle sólo a Él, Confiar en Él.

Para vencer, se nos pide: ante la codicia, penitencia; ante la vanidad, oración; ante la soberbia, caridad.

Toda persona humana es hija muy amada por el Padre: Él le da su plenitud, grandeza y felicidad eterna.

Pidamos a María aprovechar profundamente esta cuaresma y aprender a confiar en el Amor del Padre.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO C – TIEMPO DE CUARESMA – DOMINGO I

Dios nos ama, guía y cuida, pero necesita nuestra confianza. Quien se fía de Dios, nunca quedará derrotado, por muy fuertes que sean las tentaciones.

Dt. 26, 1-2.4-10:
"Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te da en herencia... y te establezcas allí, recogerás las primicias de todos los frutos... que te da el Señor, tu Dios,... y las llevarás al lugar elegido por el Señor, tu Dios... el Sacerdote la depositará ante el altar, y tú pronunciarás estas palabras en presencia del Señor, tu Dios: «Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres... el Dios de nuestros padres... vio nuestra miseria... y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano... en medio de un gran terror... Él nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra... Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos... del suelo que tú, Señor, me diste» Tú depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante de Él."

Sal. 901-2.10-15: "En el peligro, Señor, estás conmigo".

Rm. 10, 5-13:
"Moisés escribe acerca de la justicia que proviene de la ley: «El hombre que la practique, vivirá por ella»... Pero ¿qué es lo que dice acerca de la justicia por la Fe?: «La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón»... si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo... Así lo dice la Escritura: «El que cree en Él, no quedará confundido»... Ya que «todo el que invoque el nombre del Señor se salvará»."

Lc. 4, 1-13: "Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó... y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado durante cuarenta días. No comió nada durante estos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo: «Si eres el Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en paz». Jesús le respondió: «Dice la Escritura: “El hombre no vive sólo de pan”». El demonio le llevó a un lugar muy alto, le mostró... todos los reinos de la tierra y le dijo: «Te daré todo este poder y su gloria, porque me han sido dados, y los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo esto será tuyo». Jesús le replicó: «Está escrito: “Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él solo rendirás culto”»... el demonio... lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: «Si tú eres el Hijo de
Dios, tírate abajo desde aquí, porque está escrito: “Él dará orden a sus ángeles para que ellos te cuiden”. Y también: “Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”.» Pero Jesús le respondió: «Está dicho: “No tentarás al Señor, tu Dios”.» Agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno".


No hay comentarios.:

Publicar un comentario