Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 26 de octubre.
“El segundo es semejante al primero...” En la vida cristiana todo está comunicado: nada es independiente ni excluyente, todo influye en todo. La razón es muy simple y clara: nuestra Fe, que mueve nuestra vida hacia la plenitud de Dios, nace y fluye precisamente de la Vida de Dios, que es Comunión vitalizante, por eso Él es creador, salvador y santificador de toda la realidad. Ésta es la razón por la cual el Señor se quedó como Eucaristía y como Comunidad porque sabe muy bien que sin Él no podemos hacer nada que valga la pena llamarse vida con frutos permanentes.
En el Antiguo Testamento, el Pueblo de Dios, que debía ser transmisor de este Amor total de Dios, estaba llamado a comunicarlo en su forma de trato y en todas sus relaciones. En el Nuevo Testamento se nos pide atención y docilidad en el escuchar y celebrar la Señor, para poderlo vivir en cada aspecto de nuestras relaciones, pues esto se convierte en la primera evangelización, que después la Palabra proclamada aclarará y la palabra comunicada explicitará en todas partes.
Más importante que saber las normas, es vivir el Espíritu de Amor que las generó y nos las confió.
Cristo Jesús nos invita a ser como Él en todas partes; María nos acompaña en todo el esfuerzo de vivir atentos al Señor y a los hermanos para que nadie se quede sin sentir cuánto Dios le ama.
Unidos en oración con María, la primera evangelizadora de la vida, hecha con su propia vida:
P. José Mª Domènech SDB
El amor verdadero supone un interés sincero por al bien de la otra persona: si esto no se da, todo signo de amor se convierte en una postura que será una trampa, así les sucedió a los fariseos. ¿No sabía el doctor la respuesta? ¡Claro!, pero el fin de la pregunta era otro. Jesús no se inmuta: responde con la verdad.
Para Jesús lo importante es hacer el bien a todos y siempre, y esto pasa por la clara y honesta verdad.
No se trataba de discutir o imponer, sino de decir las cosas explícitamente, las acepten o no, le respeten o no.
Al acercarnos a Dios lo más importante es la apertura a su Voluntad y la sencilla sensibilidad abierta ante su Palabr a de vida. Lo mismo sucede con el diálogo con las otras personas. Tener otras intenciones es una trampa que nos lleva a perder la oportunidad de madurar como persona humana y en la propia Fe.
Solo el amor que busque promover de vida nos lleva por los caminos de la paz y de la solidaridad con todas las personas de buena voluntad que deseen construir, y esto en cualquier ambiente.
El amor veraz y sincero, que es la Vida propia de Dios-Salvación, da sentido a la vida de cualquier ser humano y permite un desarrollo sostenible de cualquier sociedad, sea del signo o cultura que sea. Lo que no entre por este comino acabará haciendo surgir lo que en nosotros hay de muerte y degradación.
El verdadero amor engloba a toda la persona, desde lo más íntimo, radical y sustancial –de lo que depende todo lo demás– hasta lo más exterior y transitorio, circunstancial, variado e inevitablemente variable.
En la vida cristiana las normas son indispensables, como en cualquier sociedad, pero por sí solas no hacen crecer, pero sí la abierta entrega de la vida a los que nos necesiten, aun con la sola ventaja que el bien que se desarrolla en nuestro interior y en el suyo. Esto lleva a otros a la admiración y hasta a la imitación.
El amor de Dios se nos ofrece para que lo vivamos a favor de los últimos, pues así lo hizo Él con nosotros
¿Qué es amar? La historia nos muestra que es una actitud generadora de vida, paz y maduración personal.
Es la misma Vida de Dios y a ello estamos llamados todos sin excepción por creación y por redención.
El amor atrae el apoyo de Dios y lo contrario: nos lleva al fracaso y a Él le mueve a defender al débil.
La Fe acogida con corazón abierto y disponible nos lleva a la madurez y a ser estímulo para otros.
Dios es nuestra fortaleza porque ésta a nuestro favor, si vivimos abiertos a Él y listos para lo que pida.
Si una Comunidad vive para lo que el Señor le pida hoy, aunque duela, se convierte en luz de esperanza.
Dios es el Señor soberano: en su grandeza ha querido contar con nosotros en su triunfo final de la vida.
La Comunidad cristiana irradia lo que vive con sencilla decisión: solo así se expande el Reino de Dios.
Lo más importante para Dios –por eso nos dio los mandamientos– es que seamos como Él: Amor vivo.
Los mandamientos dados por Dios eran diez, pero la ley tenía nada menos que 613 preceptos específicos.
¿Lo más importante? Lo fundamental era vivir como Dios mismo; solo para eso dio los mandamientos.
El amor no hace distinción de personas, salvo para dar a cada uno lo que necesita para ser él mismo.
La visión de Dios referente a la vida y las personas es lo que define qué se debe o qué no se debe hacer.
Pidamos a María vivir cada día más abiertos a Dios y las necesidades de los demás, pues eso es amar.
Ex. 22, 20-26: Éstas son las normas que el Señor dio a Moisés: «No maltratarás al extranjero..., porque Uds. fueron extranjeros en Egipto. No harás daño a la viuda ni al huérfano. Si... ellos me piden auxilio, yo escucharé su clamor. Entonces arderá mi ira, y... sus mujeres quedarán viudas y sus hijos huérfanos. Si prestas dinero a un miembro de mi pueblo, al pobre..., no te comportarás con él como un usurero, no le exigirás interés. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes de que se ponga el sol, porque ése es su único abrigo... De lo contrario, ¿con qué dormirá? Si él me invoca, yo lo escucharé, porque soy compasivo.»
Sal. 172-4.47.51ab.: Yo te amo, Señor, mi fortaleza.
1Tes. 1, 5c-10: Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí... Y Uds. imitaron nuestro ejemplo, y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo. Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya... Ellos mismos cuentan cómo Uds. me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero y esperar a su Hijo... Jesús, a quien Él resucitó de entre los muertos y que nos libra de la ira venidera.
Mt. 22, 34-40: Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él y uno de ellos,... doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?» Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Éste es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los profetas.»
“El segundo es semejante al primero...” En la vida cristiana todo está comunicado: nada es independiente ni excluyente, todo influye en todo. La razón es muy simple y clara: nuestra Fe, que mueve nuestra vida hacia la plenitud de Dios, nace y fluye precisamente de la Vida de Dios, que es Comunión vitalizante, por eso Él es creador, salvador y santificador de toda la realidad. Ésta es la razón por la cual el Señor se quedó como Eucaristía y como Comunidad porque sabe muy bien que sin Él no podemos hacer nada que valga la pena llamarse vida con frutos permanentes.
En el Antiguo Testamento, el Pueblo de Dios, que debía ser transmisor de este Amor total de Dios, estaba llamado a comunicarlo en su forma de trato y en todas sus relaciones. En el Nuevo Testamento se nos pide atención y docilidad en el escuchar y celebrar la Señor, para poderlo vivir en cada aspecto de nuestras relaciones, pues esto se convierte en la primera evangelización, que después la Palabra proclamada aclarará y la palabra comunicada explicitará en todas partes.
Más importante que saber las normas, es vivir el Espíritu de Amor que las generó y nos las confió.
Cristo Jesús nos invita a ser como Él en todas partes; María nos acompaña en todo el esfuerzo de vivir atentos al Señor y a los hermanos para que nadie se quede sin sentir cuánto Dios le ama.
Unidos en oración con María, la primera evangelizadora de la vida, hecha con su propia vida:
P. José Mª Domènech SDB
«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón»
El amor verdadero supone un interés sincero por al bien de la otra persona: si esto no se da, todo signo de amor se convierte en una postura que será una trampa, así les sucedió a los fariseos. ¿No sabía el doctor la respuesta? ¡Claro!, pero el fin de la pregunta era otro. Jesús no se inmuta: responde con la verdad.
Para Jesús lo importante es hacer el bien a todos y siempre, y esto pasa por la clara y honesta verdad.
No se trataba de discutir o imponer, sino de decir las cosas explícitamente, las acepten o no, le respeten o no.
Al acercarnos a Dios lo más importante es la apertura a su Voluntad y la sencilla sensibilidad abierta ante su Palabr a de vida. Lo mismo sucede con el diálogo con las otras personas. Tener otras intenciones es una trampa que nos lleva a perder la oportunidad de madurar como persona humana y en la propia Fe.
Solo el amor que busque promover de vida nos lleva por los caminos de la paz y de la solidaridad con todas las personas de buena voluntad que deseen construir, y esto en cualquier ambiente.
El amor veraz y sincero, que es la Vida propia de Dios-Salvación, da sentido a la vida de cualquier ser humano y permite un desarrollo sostenible de cualquier sociedad, sea del signo o cultura que sea. Lo que no entre por este comino acabará haciendo surgir lo que en nosotros hay de muerte y degradación.
El verdadero amor engloba a toda la persona, desde lo más íntimo, radical y sustancial –de lo que depende todo lo demás– hasta lo más exterior y transitorio, circunstancial, variado e inevitablemente variable.
En la vida cristiana las normas son indispensables, como en cualquier sociedad, pero por sí solas no hacen crecer, pero sí la abierta entrega de la vida a los que nos necesiten, aun con la sola ventaja que el bien que se desarrolla en nuestro interior y en el suyo. Esto lleva a otros a la admiración y hasta a la imitación.
El amor de Dios se nos ofrece para que lo vivamos a favor de los últimos, pues así lo hizo Él con nosotros
¿Qué es amar? La historia nos muestra que es una actitud generadora de vida, paz y maduración personal.
Es la misma Vida de Dios y a ello estamos llamados todos sin excepción por creación y por redención.
El amor atrae el apoyo de Dios y lo contrario: nos lleva al fracaso y a Él le mueve a defender al débil.
La Fe acogida con corazón abierto y disponible nos lleva a la madurez y a ser estímulo para otros.
Dios es nuestra fortaleza porque ésta a nuestro favor, si vivimos abiertos a Él y listos para lo que pida.
Si una Comunidad vive para lo que el Señor le pida hoy, aunque duela, se convierte en luz de esperanza.
Dios es el Señor soberano: en su grandeza ha querido contar con nosotros en su triunfo final de la vida.
La Comunidad cristiana irradia lo que vive con sencilla decisión: solo así se expande el Reino de Dios.
Lo más importante para Dios –por eso nos dio los mandamientos– es que seamos como Él: Amor vivo.
Los mandamientos dados por Dios eran diez, pero la ley tenía nada menos que 613 preceptos específicos.
¿Lo más importante? Lo fundamental era vivir como Dios mismo; solo para eso dio los mandamientos.
El amor no hace distinción de personas, salvo para dar a cada uno lo que necesita para ser él mismo.
La visión de Dios referente a la vida y las personas es lo que define qué se debe o qué no se debe hacer.
Pidamos a María vivir cada día más abiertos a Dios y las necesidades de los demás, pues eso es amar.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXX
El Amor de Dios se ha hecho carne en nosotros y Comunidad en nuestras Comunidades cristianas, hagámoslo nosotros hoy historia y en nuestra historia.
El Amor de Dios se ha hecho carne en nosotros y Comunidad en nuestras Comunidades cristianas, hagámoslo nosotros hoy historia y en nuestra historia.
Ex. 22, 20-26: Éstas son las normas que el Señor dio a Moisés: «No maltratarás al extranjero..., porque Uds. fueron extranjeros en Egipto. No harás daño a la viuda ni al huérfano. Si... ellos me piden auxilio, yo escucharé su clamor. Entonces arderá mi ira, y... sus mujeres quedarán viudas y sus hijos huérfanos. Si prestas dinero a un miembro de mi pueblo, al pobre..., no te comportarás con él como un usurero, no le exigirás interés. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes de que se ponga el sol, porque ése es su único abrigo... De lo contrario, ¿con qué dormirá? Si él me invoca, yo lo escucharé, porque soy compasivo.»
Sal. 172-4.47.51ab.: Yo te amo, Señor, mi fortaleza.
1Tes. 1, 5c-10: Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí... Y Uds. imitaron nuestro ejemplo, y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo. Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya... Ellos mismos cuentan cómo Uds. me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero y esperar a su Hijo... Jesús, a quien Él resucitó de entre los muertos y que nos libra de la ira venidera.
Mt. 22, 34-40: Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él y uno de ellos,... doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?» Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Éste es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los profetas.»
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